miércoles, 25 de mayo de 2011

MARTHE KELLER: MIL INSTANTES UNA VIDA















Mucho se ha hablado del último film de Clint Eastwood “mas alla de la vida” y desde múltiples puntos de vista. Uno de los muchos lujos ocultos de esta controvertida cinta está casi en sus márgenes, hasta el punto que puede pasar desapercibido. En un papel secundario pero no exento de interés aparece una doctora experta en parapsicología a la que Cecile de France visita en busca de respuestas. No recuerdo su nombre en la ficción, pero si que lo interpreta Marthe Keller. Su nombre no se recoge precisamente destacado en los créditos. Es una aparición especial pues sus intereses no están ahora mismo en el cine. En la actualidad dedica su tiempo a realizar montajes de ópera, habiendo dirigido varias con éxito, y se ha especializado también en grabaciones de oratorios para Deutsche Grammophon. No obstante, en la década de los 70 fue una actriz impecable, seductora y versatil que trabajó con directores de primera línea y cuyo recuerdo traemos hoy aquí dentro de la serie de estupendos personajes camino del olvido por razones desconocidas, y cuya memoria se intenta rescatar.


Algunos la recuerdan por razones que solo tangencialmente tocan lo cinematográfico, y lógicamente la envidian por ello: Mantuvo un romance tormentoso nada menos que con Al Pacino que fue la comidilla de Hollywood durante un par de años. Pero antes ya era una actriz descomunal que trabajó primero en teatro y luego en cine con una nómina de actores y directores que tiran para atrás. Primero en Francia con Cloude Lelouch en “tout en vie” o “toda una vida”, al igual que con Philiphe de Brocca “en el diablo por la cola” (le diable par la queue) junto a Yves Montand u otros films como “au delá”. Pero lo que marca su despegue es su salto a Hollywood de la mano de John Schlesinger en “marathon man” junto a Dustin Hoffman y Laurence Olivier. Participó también en otra cinta atractiva, “la fórmula” de John G. Avildsen, junto a George C. Scott y Marlon Brando, y como su éxito y su saber hacer no pasaron desapercibidos tuvo el privilegio de actuar a las ordenes de Billy Wilder en “Fedora” junto a William Holden.


Pero lo que son las cosas, este film, que se suponía sería su consagración definitiva, estuvo no obstante marcado por un rodaje plagado de contratiempos y para ella supuso un auténtico infierno. Ante todo Marthe Keller no era la elección inicial del maestro, que ya había decidido que fuese Faye Dunaway quien encarnase a la protagonista. Cuando esta no pudo realizar la película, Wilder tuvo que rehacer sus planes y tras múltiples e interminables castings la escogió un tanto a regañadientes. De ahí nació una relación director-actriz de mutua y continua desconfianza. Wilder no terminaba de creer en ella, y ella, que poseía una muy sólida formación teatral, se sentía un tanto menospreciada, lo cual generó tiranteces de todo tipo.
















El colofón llegó cuando Wilder consideró que debía ser la misma actriz quien interpretase al personaje tanto en su etapa joven como en la más madura como condesa Sobriansky. Es decir debía interpretar tanto a Fedora como a su hija Antonia. El complejo maquillaje facial necesitado día tras día a parte de ser dañino para su nervio facial dañado en un accidente previo, acabó ocasionando llagas en el rostro de la actriz,  que terminó montando en cólera. Billy Wilder zanjó la cuestión contratando a otra actriz para la fase madura, lo cual hizo que Marthe Keller se sintiese más hundida aun, por cuanto siempre pensó que la razón real no era el maquillaje, sino el escaso aprecio artístico del director, que de esa forma le ocasionaba una nueva aunque involuntaria humillación. Aunque Wilder finalmente tuvo palabras de elogio para ella en el estreno y promoción de la película (en la que por cierto está estupenda), las mismas no sirvieron para solventar la situación personal. Es más, son rotundas sus declaraciones cuando se le pregunta por “fedora”: “si quieren que les diga la verdad, envejecí haciéndola”.














Sin embargo, su carrera no termina aquí, ya que previamente había intervenido con éxito en un tenso John Frankenheimer, realizando un percutante papel de terrorista en “domingo negro” film que arroja interesantes conclusiones sobre como se hacía y como se hace hoy el cine de plena tensión y suspense. Y sobre todo, se sale de la pantalla derrochando estilo y sensualidad en la ultraromántica “un instante una vida” de Sidney Pollack, junto a Al Pacino, momento en el que se inicia el sonado romance aludido que la colocó en el punto de mira de la prensa sensacionalista del momento. 
Incomodamente instalada, y finiquitado el affaire con Pacino, de regreso a Europa podría pensarse que da por concluida su carrera. Nada más lejos. Reaparece en “ojos negros” el multipremiado film de Nikita Mikhalkov y en “sostiene Pereira” film de Roberto Faenza según la exitosa novela de Antonio Tabucchi. Incluso llega a participar en su declive en un film titulado “ellas”, una coproducción europea donde comparte protagonismo con Marisa Berenson, Miou Miou y hasta Carmen Maura. Aunque estamos hablando ya de un cine decididamente menor y de carácter meramente alimenticio.


Es a partir de ahí cuando sus apariciones se reducen a intervenciones en roles secundarios, caso de “la escuela de la carne” de Benoit Jacquot, hasta llegar a volver a coger protagonismo en un ambicioso film de ciencia ficción realizado por Julian Leclerq en 2007, titulado “chrysalis” y que en España solo se pudo ver en el festival de Sitges. Pero para entonces ya había encontrado en sus montajes escénicos de diversas óperas su acomodo, lejos de la farándula cinematográfica. Desde luego, no pasará a la historia con mayúsculas del cine, y no por falta de merecimientos. Urgía por tanto revisar y volver al rescate de esta actriz todo terreno que posee un ramillete de películas que para si quisieran nuestras actuales stars del momento, algunas con oscars y premios varios, y no miro ni cito a nadie. Que cada uno rellene los nombres, es relativamente facil.
















La dejamos con dos imágenes que corresponden a su momento más dulce y celebrado, junto a su entonces pareja dentro y fuera de la pantalla, en esa película absolutamente a contracorriente, experimental, vanguardista y extraña que es “un instante una vida”. Un proyecto singular y realizado a tumba abierta, un glorioso fracaso que no obstante reune a dos actores en estado de gracia. Un proyecto absolutamente extraño, auténtico y por ello recomendable, y no solo para los aficionados al motor. En él se dan cita la velocidad de la vida, el arrebato, la pasión y la muerte. Una historia en la que nuestra protagonista rebosa talento para hacerse inolvidable a los ojos del espectador.



viernes, 20 de mayo de 2011

CELULOIDE MISSING

















Decía Forrest Gump que la vida es como una caja de bombones, nunca sabes cual te va a tocar. El paseo y zapping rápido por los canales de tv es algo similar. Cuando uno rastrea el panorama catódico en principio puede encontrar de todo, o al menos eso se le ofrece, aunque las sorpresas al final suelen ser escasas. No obstante hay excepciones. Sin comerlo ni beberlo y de forma inusitada me topo de bruces e inesperadamente con la siempre atractiva presencia de dos mujeres bandera: Nada menos que Sophie Marceau y Monica Bellucci, en un film para mi absolutamente desconocido. Lástima que la película ha empezado, aunque por fortuna no hace mucho. Me habré perdido ocho minutos, no más. Aun así me olvido del mando para ver de que se trata. Se titula “ne te retourne pas”, una coproducción entre Francia, Luxemburgo e Italia dirigida por la realizadora Marina de Van. La sorpresa va en aumento ya que compruebo que es una película nada desdeñable, al contrario, tiene interés. El ambicioso engranaje, que se mueve entre el suspense, el drama y el fantástico trae diversos aromas, todos ellos muy nobles. Recuerda por momentos al universo muy aficionado a la mutación de la carne de David Cronemberg en algunos pasajes. Y por otro lado también tiene gotas de Polanski y toques que retrotraen al cine de David Lynch, todo lo cual es hablar de palabras mayores.
No voy a desvelar la trama, más allá que narra de entrada la vida cotidiana que interpreta Sophie Marceau, escritora con bloqueo creativo, mujer desubicada e inmersa en un progresivo proceso de viaje hacia una realidad que desconoce, en un entorno enrarecido e irracional que es incapaz de explicar. Pero puesto que a mitad de metraje la historia sufre un inesperado y radical giro absolutamente sorpresivo que no conviene dar a conocer sin destripar el argumento lo dejaremos ahí. "Ne te retourne pas" deviene un film, eso si, tan misterioso como inquietante y en todo caso estimable, con interpretaciones notables y que plantea interrogantes en torno a la identidad, el cambio de personalidad y el peso del pasado.


Ahora bien, lo que surgen en un plano metalinguistico son muchos interrogantes. Investigando un poco compruebo que la película concursó en la sección oficial del festival de Cannes de 2009, y que también participó en el festival de Sitges ese mismo año. Sin embargo, salvo olvido, error u omisión por mi parte, no recuerdo que se haya estrenado en cines en España. Desde luego, sería difícil olvidar el estreno de una película que reune a dos potencias femeninas de ese calibre y pasarlo por alto. A no ser que se estrenase de tapadillo en circuitos de versión original o con muy pocas copias, lo cual a estas alturas ignoro. Luego entonces, la cuestión es ¿Cuál es la política de exhibición y distribución que se sigue en España, si es que hay alguna? Ya que su directora no tiene un gran prestigio labrado ni es un nombre deslumbrante entre el público y la crítica ¿nos debemos perder esta estimable película en una sala de cine? ¿Es que estas dos actrices según los distribuidores no tienen suficiente tirón en taquilla como para merecer un estreno cinematográfico como es debido? ¿Con que criterios se eligen que filmes se estrenan en salas comerciales y cuales van directamente a la vía muerta del dvd o la tv de pago?¿en cuantos más paises sucede lo mismo? Lo que resulta evidente, es que en este, y supongo en otros muchos casos, se está hurtando al espectador y al aficionado la posibilidad de saborear films muy saludables que como es el caso han concursado en seccion oficial del mejor y más prestigioso festival del mundo. Ya se que no es una gran novedad, pero conviene recordarlo.


















La inevitable conclusión final a la que se llega, es que teniendo en cuenta el mediocre cuando no errático cine que a menudo nos colocan en pantalla grande, y que padecemos estoicamente semana tras semana, uno no deja de interrogarse porque no hay espacio para esta u otras cintas de similar corte y cuantos casos como este se producirán. Y no sirve el argumento de que la pasaron ayer por un canal de tv, pues he podido visionarla por pura casualidad, y como si de una tv-movie se tratara. Da la sensación de que existe un limbo cinematográfico inmenso e inabarcable del que en muchos casos ni siquiera tenemos constancia. Celuloide vivo pero en estado comatoso y en perpetua espera. Imagino montones de películas como “ne te retourne pas” archivadas en expedientes desconocidos y camino del olvido, habitando más alla de una imaginaria línea que las situa en una zona de sombra. Todo ello lleva a pensar en imágenes como el plano final de “en busca del arca perdida” u otras de “el proceso” kafkiano de Orson Welles. 












Esto no debe ser en ningún caso ni va a ser celuloide missing, al menos por lo que a mi respecta. No lo merece. Por tanto, sobre todo para sacar a este film del olvido en la medida de lo posible, cuelgo el enlace del trailer con motivo de su presentación en el festival de Cannes, el cual se puede visionar pinchando en el código que sigue a continuación. http://youtu.be/Zb8-qrp2w98


martes, 17 de mayo de 2011

NUEVOS AMERICANOS EN PARIS


¿Y si fichamos a Carla Bruni? Sinceramente, nunca se muy bien cuando Woody Allen nos invita a que nos riamos con él, y cuando abiertamente nos toma el pelo. Cuando hace sus particulares variaciones Goldberg sobre un mismo tema y cuando reflexiona profundamente entre chiste y chiste. Hay quienes dicen que lleva décadas haciendo la misma jugosa película. Pero esos mismos no tardan en afirmar que no deja de reinventarse y aportar nuevos caminos a la comedia. Todo esto instala al aficionado en una provisional, jocosa y embriagadora confusión, en la que no se sabe por que arte de magia uno termina pareciéndose a sus personajes. ¿O es al revés?. En el caso de “midnight in Paris” uno puede ajustarse y atender al canon o no. ¿Que qué dice el canon? Pues que estamos ante la celebrada enésima vuelta de tuerca, otro jovial y cómplice divertimento en lo que constituye su actual periplo por ciudades europeas donde sin abandonar sus obsesiones de siempre, realiza leves variaciones  sobre sus constantes temáticas adaptándolas al contexto de la ciudad que toca. La próxima será Roma, y ya le veo seriamente atemorizado ante algún capo de medio pelo, para deleite de sus fans. Olvidaba decir algo, los fans de Allen son muy pero que muy fieles, y salvo alguna leve disidencia a este director se le consiente, alaba y permite de todo. Solo así pueden entenderse los aplausos unánimes al prólogo de este film, un recorrido postal estilo publi-reportaje por las zonas mas chic de Paris de casi tres minutos a los compases de un swing. Otra vez, si.
Para su legión de admiradores Allen no necesita justificar la razón de que apenas varíe su discurso porque se supone que es un genio, por más que él mismo, más modesto, insista en que no. Y si lo hace se argumenta que todo en él son rasgos autorales que forman parte de un continuo y permanente vivir para gozar. Es más, da la sensación de que este hombre vive desde hace tiempo prisionero de una tipología, un desarrollo escénico y unas temáticas de las que ni quiere ni puede escapar o desprenderse. Ya saben, “el sueño de Cassandra” no parece un film suyo, dicen.


En este marco se diría que en “midnight in Paris” vuelve a hacer lo que ya hizo en Manhattan o Barcelona, practicando su ironía, sus gotas de melancolía, sus toques culturales, su particular radiografía de la clase media, patologías incluidas, y todo ello con las ajustadas dosis de humor marca de la casa. En algunas ocasiones está más inspirado y en otras menos, dicen sus exégetas, pero nunca deja de ser Woody Allen.
Si me tomase su último film así, ya anuncio que para mi constituiría una soberana decepción, pues ese catálogo descrito no es nuevo y ya lo enunció y desarrolló   mejor. El ejercicio de mitomanía tampoco es novedad, pues no hay que olvidar que Allen ya tuvo como consejero sentimental en sus correrías nada menos que a Bogart con gabardina y pitillo en mano, y el recurso al escapismo es muy recurrente en su cine, por ejemplo en ”Alice”.
Pero por fortuna, da la casualidad de que “midnight in Paris”, aunque lo parece, no es “otra hilarante comedia del autor de Annie Hall”. Por el contrario, creo que estamos ante una reflexión sobre el ser humano profunda y psicológicamente escalofriante, cercana al horror vacui. Una especie de oscura versión nihilista de regreso al futuro encuadrada en plena medianoche en el jardin del bien y del mal. Dice el filósofo Rafael Argullol en su decálogo de ideas para ciudades imposibles:”quiero una ciudad librepensadora, en consecuencia no quiero una ciudad que se mienta a si misma”.


Asi las cosas, pese al engañoso prólogo y siendo sinceros, no creo que a Woody Allen le entusiasme excesivamente el Paris real. Al menos a su protagonista no le interesa demasiado el Paris de 2011. Como tampoco le interesa la vida en la que está inmerso, ni su proyecto de futuro con una rubia oxigenada, ni sus severos suegros republicanos y otros amigos de la pedantería. Como es costumbre, pronto el atribulado antihéroe hace gala tanto de su ingenuidad (pretende que la inspiración literaria le llegue meditando en una bohemia buhardilla) como de su sempiterna cobardía huyendo a otro mundo artificial, a un paraiso mágico donde confluyen los aromas nostálgicos de todos sus referentes míticos del Paris de entreguerras. Conste que los héroes de este director-personaje no son Spiderman, ni John Wayne, sino Cole Porter y Dalí entre otros.
Pero la sorpresa que marca la diferencia respecto de otros films viene en forma de fino y frio escalpelo. La dulce ensoñación tras las campanadas a medianoche, pese al regocijo de la sorpresa inicial, resulta un absoluto fracaso, por cuanto nuestro mediocre personaje por no saber no sabe ni soñar como es debido. Su tragedia llega cuando descubre que el mundo de artistas, bohemios y pintores, musa incluida, no están basados en la realidad, sino que están construidos sobre los cuatro clichés mitómanos que nuestro hombre tiene en la cabeza. De ahí que no se canse de repetir que todos los célebres tipos con los que se topa son “justo como  los había imaginado”. Aun asi, el autentico quiz sin solución se produce cuando detecta que todos los problemas y fantasmas de los que huía reaparecen de nuevo en un marco en el que no todo es la fiesta movil que él pensaba. En ese mundo ideal también tienen cabida el desamor, los celos, la apatía, los pedantes y las suicidas angustiadas.


El prometedor viaje un paso más allá hacia los tiempos de la belle epoque solo sirve para constatar con desasosiego que bucear hacia cualquier pasado ilusorio en busca de la felicidad, no resuelve nada por cuanto no deja de ser emocionalmente repetitivo y frustrante. Toda época visitada resultará igualmente insatisfactoria, convirtiendo cada situación temporal en una redundancia del presente. Algo que ya comprobó en otro registro más positivo una y otra vez Marty Macfly en la saga de Robert Zemeckis. Asi pues, conste que el film complementario de este en un programa doble no sería en ningún caso “la rosa púrpura del cairo” sino “origen”.
Todo ello permite a la cinta reflexionar sobre el tiempo y la fragilidad de los mitos europeos construidos al otro lado del océano, para concluir que la felicidad y satisfacción humanas no están ni mucho menos en un Paris de película, donde tal vez podamos hacer un ejercicio de escapismo y autoengaño temporal, de hora y media, pero nada más. Al fin y al cabo eso es una película. Demoledora conclusión incrustada en su aparente estilo gracil y festivo. En este caso, el chiste amable esconde el angustioso desamparo del ciudadano medio. El hombre sin atributos cuya vida es insuficiente, y al que ya no se le permite ni siquiera soñar a gusto. Todo termina por convertir en algo mucho más profundo a su personaje-tipo, lo que justifica y explica por fin todos los traumas, neuras y angustia vital con las que nos hemos reído un tanto alegremente durante años en sus films. Ahora por fin entiendo lo del psicoanalista.       

NO ES PAIS PARA ROMANOS


Existen fenómenos mediáticos extremadamente perniciosos sin ser ellos mismos conscientes de lo que su imagen genera. De vez en cuando surgen figuras populares que al margen de su calidad, marcan tendencias no siempre favorables. Se articula entonces una especie de mimética que provoca un aluvión de sucedáneos que terminan por imponer una forma de hacer las cosas no precisamente positiva. Para dejarlo más claro, un ejemplo: Madonna. Sin entrar a cuestionar su calidad y sus mil cambios de imagen, su carácter de fenómeno de masas provoca una catarata de imitadoras que están en la mente de todos. Su función es meramente comercial, pero a la postre, terminan por imponer unas maneras de hacer pop, que solo sirven para uniformizar y perjudicar gravemente a este en su conjunto.
En el cine sucede igual. De vez en cuando surgen films que, dejando a parte su discutible calidad, sirven de espejo para infinidad de películas posteriores que carentes de personalidad propia, prefieren moldearse a la sombra del modelo que triunfó. Si hay dos películas que sin duda han hecho un daño involuntario al cine de los últimos años son “braveheart” y “gladiator”. Ambas fueron muy celebradas en su momento, y se las consideró una renovación de dos géneros que en el año de su estreno estaban marchitos. Por cierto, ninguna de las dos, pese a sus aciertos, está envejeciendo precisamente bien. Y no creo que sean consideradas dos clásicos indiscutibles dentro de diez años. Pero en realidad la cuestión no es esa, sino el saqueo que han sufrido bajo el paraguas de la innumerable cantidad de burdas imitaciones “al estilo de” que han surgido a su amparo en estos últimos tiempos.
Aun así, el verdadero problema está en que puestos a imitar, ni se ha ido más atrás en el tiempo rememorando el auténtico clasicismo, ni se ha buscado entre los aspectos fílmicos más nobles que hay en esos dos films, sino todo lo contrario. Se han copiado sus defectos. Y algunos, como el director de “Elizabeth la edad de oro” creen que basta con poner a la heroína a caballo en una colina dirigiendo una arenga a las tropas para obtener un momento sublime “a lo braveheart”. Otros creen que con resucitar digitalmente la antigua Roma a base de sangre, violencia, sexo y frases altisonantes está todo hecho. Por ahí circula alguna serie de tv manifiestamente mejorable para corroborarlo.


Siendo este el estado de las cosas, que diría Wenders, llegamos a “la legión del aguila” film de Kevin Mcdonald. Hacía tiempo que no veía un film con un comienzo tan prometedor como excelente. Un nuevo centurión debe hacerse cargo de un destacamento menor en la frontera con Caledonia. El lugar es lúgubre, los ánimos del batallón bajo mínimos, las provisiones escasean y la fortaleza es insuficiente. Pero lo mejor es la sobriedad y la densidad dramática con que está descrito el panorama, propio de un western crepuscular. Planos medios y generales, muy descriptivos de una fortaleza y un paisaje humano desolador, a lo que no añade nada la desconfianza que genera tanto la juventud e inexperiencia como el pasado del nuevo centurión, cuyo padre desapareció en idéntico lugar con toda una legión, cargando él mismo con la pesada carga de la deshonra. Son quince minutos donde la atmósfera mortecina del día a día en el destacamento están diseñados y narrados con buen pulso de forma que el glorioso esplendor que a Roma se le supone no asoma por parte alguna. Antes al contrario, el temor y los malos presagios se adueñan de un grupo de hombres siempre a la espera del adversario, metidos en brumas físicas y morales que no anticipan nada bueno.
Bueno, pues que el espectador disfrute de esos quince minutos, porque después el edificio se viene abajo y se acabó lo que se daba. Ante todo, alguien debiera explicar a Kevin Mcdonald que el arte de filmar una batalla no consiste precisamente en un batiburrillo mareante y sin sentido alguno donde la puesta en escena desaparece. Ya que parece ser que tanto le gusta, según sus propias palabras, debiera visionar una vez más el famoso desembarco en Normandía de “salvar al soldado Ryan”, para que compruebe que una cosa es la descripción minuciosa de unos personajes desorientados en una situación límite, y otra muy distinta la más pueril inoperancia a la hora de narrar, convirtiendo una batalla en una auténtica ceremonia de la confusión, propia de un mal videojuego.


 “La legión del águila” se viene abajo tan pronto como las peores convenciones (que no el clasicismo) asoman una tras otra machacona y reiterativamente: El honor perdido, el valor de novela barata puesto a prueba, el viejo senador que da consejos sabios, el esclavo del que también hay mucho que aprender, el político despreciable y clasista que jamás ha cogido una espada, los dos antagonistas que se alían por la libertad…
La cosa se estropea aun más cuando el atormentado guaperas protagonista (Chaning Tatum) y su esclavo celta (Jamie Bell) parten hacia territorio prohibido en busca del estandarte perdido del dichoso águila. Que a nadie se le ocurra pensar en la Odisea, ni en los horizontes perdidos de Anthony Mann, ni mucho menos en Ethan Hunt y su sobrino por Monument Valley, aquí Escocia. Lo que podría haber sido una mixtura curiosa y de gran atractivo entre el peplum y el western se difumina al instante por culpa de unos giros de guión previsibles y archisabidos y una puesta en escena atropellada. No se lo pierdan, por que resulta que amo y esclavo intercambian sus papeles, como si en la cultura celta existiese la figura del esclavo propia del derecho romano.


El delirio casi febril y sin sentido llega cuando aparece en escena una tribu de las highlands que más bien parecen salidos de Kenia y que bailan rituales alucinantes tipo waka waka. Por allí y en medio del desconcierto a mi me dio por buscar a Shakira, que con un poco de suerte igual estaba acompañada de Gerard Piqué animando la fiesta ritual. Igual es que entre tanto rodeo uno termina por no tomarse lo que está viendo en serio. Es lo que sucede cuando intentas colocar a un gladiator en territorio braveheart y agitas la coctelera. En los despachos de los ejecutivos suena muy bien, pero en pantalla el coctel no funciona y se termina perdiendo la brújula. ¿Por qué te importa tanto un trozo de metal? Le pregunta el celta al romano. No es un trozo de hojalata, es Roma, contesta el otro de forma solemne. Si él lo dice…       

jueves, 5 de mayo de 2011

CANDICE BERGEN:LEONA EN INVIERNO


Hay cosas que se deben poner cuanto antes en su sitio. Asuntos que no admiten demora. Para ello, vayamos con una ración de cotilleo. Parece ser que Candice Bergen interpreta a la futura suegra del exitoso doctor House en la nueva temporada de la serie de tv. Lo desconocía por que nunca he podido aguantar más de diez minutos al mad doctor en cuestión. El problema es mio, lo se. Millones de televidentes no van a estar equivocados. No voy a cometer el error de criticar la serie ya que a penas la he visto. Pero ahora, para colmo fichan a Candice Bergen. Y encima repetirá papel de suegra impertinente, seguro. Por si acaso no fue suficiente la tortura de soportarla en idéntico rol en una comedia de segunda división titulada “guerra de novias”. Por si no bastó el castigo insoportable tragándola en su enésimo papel de inoportuna madre acaparadora y futura suegra en “sweet home Alabama”, ahora el remate a portería llega con lo de House, que por supuesto me abstendré de ver. Me pregunto, como hace estos días el entrenador del Real Madrid ¿Por que? ¿Acaso no se rebajó hasta límites insospechados participando en aquel artefacto ideado por Sandra Bullock de nombre “miss agente especial” haciendo de mala de opereta?.


Ignoro que gravísimos pecados ha cometido esta mujer. Y si los cometió, ¿No fueron suficientes como penitencia nada menos que diez temporadas protagonizando aquel esperpento televisivo que llevaba por nombre “Murphy Brown”?. Pues parece ser que no, pues también la ficharon no hace mucho para un rol secundario en el remake de “mujeres”, una nulidad sin gracia alguna al servicio de Meg Ryan titulada “the women”.Y cuando creíamos haber acabado y por si lo anterior no fuese ya suficiente, apriétense los cinturones, por que ahora recuerdo que también participaba haciendo no se sabe que en la adaptación cinematográfica de “sexo en Nueva York”. Sobre esto último no voy a hacer ningún comentario por si los fans. Simplemente que no me extraña, ya que esporádicamente también aparecía en la serie. 
Una de dos, o alguien le ha hecho vudu y se ha propuesto desde hace algunos años tirar su carrera por los suelos, la borda o como cada uno quiera, o bien ella misma participa en un desconocido concurso masoquista por ver quien es el actor o actriz que es capaz de caer más bajo hasta convertirse en odiosa parodia de lo que fue. Conste que la disputa con Jane Fonda es enconada. El premio imagino, debe ser suculento, aunque para los que apreciamos su indiscutible talento como actriz verla metida en estos trances supone una auténtica tortura china. Porque si, Candice Bergen fue una actriz excelente y versatil, un referente cinematográfico y una de las más prometedoras figuras de su tiempo.
  

Comenzó de forma magistral en la interesante “el grupo” del recientemente fallecido Sidney Lumet, año 66. Su polémica interpretación, portentosa, la llevó a protagonizar al año siguiente mano a mano con Steve Mcqueen “el Yang-Tse en llamas” (the sand pebbles) de Robert Wise,  ineresante film de factura clásica a recuperar. Trabajó posteriormente en ese experimento inclasificable no exento de atractivos titulado “conocimiento carnal” dirigido por Mike Nichols, junto a Jack Nicholson. En los años 70 brilló con gran esplendor. Participó en “muerde la bala” de Richard Brooks y tuvo un éxito sin precedentes con la película de reivindicación india “Soldado azul”. Repitió en otro interesante western violento junto a Gene Hackman y Oliver Reed “caza Implacable”. Su rostro se adaptaba tanto al porte aristocrático como a la genuina salvaje. Es por eso que combinó ambas facetas, caso de ese extraordinario film titulado “el viento y el leon” formando pareja con Sean Connery y dirigidos por ese individualista, visionario y ególatra personaje llamado John Milius. Película aventurera que reflexionaba sobre los contrastes entre oriente y occidente, de absoluta actualidad, Bergen queda fascinada por el mundo árabe y termina empuñando el rifle para ayudar a los bereberes ante el acoso del ejercito yanqui. Y Sean Connery, que algo sabe de mujeres, terminará por dejarse seducir por la dama del imperio frente a un tablero de ajedrez.


En 1979 fue nominada al oscar por su interpretación en “comenzar de nuevo” de Alan J. Pakula, y aunque ganó el globo de oro, la estatuilla finalmente fue para Meryl Streep por “Kramer contra Kramer”. El dato queda para que conste con quienes se codeaba Candice Bergen en esos tiempos. 
En 1981 participó en “ricas y famosas”, testamento fílmico del gran George Cukor. Hay que decir que aunque el duelo interpretativo con Jacqueline Bissett es extraordinario, el combate entre ambas (en el que se dan cita la amistad, la rivalidad, la envidia, los celos y los lazos que atraviesan el tiempo) no queda en tablas, y quien recibió más elogios fue esta última, quien realmente borda su composición. Candice Bergen carga de forma muy digna con el personaje tal vez más antipático y con quien menos se identifica el espectador, lo que no resta su notable labor. Aun así es uno de sus trabajos más recordados.



 Y en 1982, tuvo el privilegio de ser escogida tras un casting interminable para interpretar a la protagonista femenina de “Ghandi” film de Richard Attemborough que acaparó multitud de premios ese año.
Luego vino el progresivo declive hasta llegar al comienzo del texto. Si alguien se pregunta de donde nace la indignación que destilan estas letras se contesta sin problemas. Resulta muy lamentable que esta soberbia actriz pase a la historia por sus papelitos en series de tv como los citados o comedias infumables de carácter alimenticio. Es muy triste que la gente cuando la ve hoy en el cine diga ¡anda! pero si es Murphy Brown. Conviene por tanto colocar a cada uno en su sitio. Si ahora, en lo más crudo del crudo invierno de su carrera, se embarca en productos de usar y tirar es su problema. Pero el aficionado siempre tiene la opción de obviarlo, sabe que siempre puede tirar de dvd para volver a otros tiempos y disfrutar una vez más de un auténtico portento en pantalla, al calor de los gloriosos días de antaño.