Mucho se ha hablado del último film de Clint Eastwood “mas alla de la vida” y desde múltiples puntos de vista. Uno de los muchos lujos ocultos de esta controvertida cinta está casi en sus márgenes, hasta el punto que puede pasar desapercibido. En un papel secundario pero no exento de interés aparece una doctora experta en parapsicología a la que Cecile de France visita en busca de respuestas. No recuerdo su nombre en la ficción, pero si que lo interpreta Marthe Keller. Su nombre no se recoge precisamente destacado en los créditos. Es una aparición especial pues sus intereses no están ahora mismo en el cine. En la actualidad dedica su tiempo a realizar montajes de ópera, habiendo dirigido varias con éxito, y se ha especializado también en grabaciones de oratorios para Deutsche Grammophon. No obstante, en la década de los 70 fue una actriz impecable, seductora y versatil que trabajó con directores de primera línea y cuyo recuerdo traemos hoy aquí dentro de la serie de estupendos personajes camino del olvido por razones desconocidas, y cuya memoria se intenta rescatar.
Algunos la recuerdan por razones que solo tangencialmente tocan lo cinematográfico, y lógicamente la envidian por ello: Mantuvo un romance tormentoso nada menos que con Al Pacino que fue la comidilla de Hollywood durante un par de años. Pero antes ya era una actriz descomunal que trabajó primero en teatro y luego en cine con una nómina de actores y directores que tiran para atrás. Primero en Francia con Cloude Lelouch en “tout en vie” o “toda una vida”, al igual que con Philiphe de Brocca “en el diablo por la cola” (le diable par la queue) junto a Yves Montand u otros films como “au delá”. Pero lo que marca su despegue es su salto a Hollywood de la mano de John Schlesinger en “marathon man” junto a Dustin Hoffman y Laurence Olivier. Participó también en otra cinta atractiva, “la fórmula” de John G. Avildsen, junto a George C. Scott y Marlon Brando, y como su éxito y su saber hacer no pasaron desapercibidos tuvo el privilegio de actuar a las ordenes de Billy Wilder en “Fedora” junto a William Holden.
Pero lo que son las cosas, este film, que se suponía sería su consagración definitiva, estuvo no obstante marcado por un rodaje plagado de contratiempos y para ella supuso un auténtico infierno. Ante todo Marthe Keller no era la elección inicial del maestro, que ya había decidido que fuese Faye Dunaway quien encarnase a la protagonista. Cuando esta no pudo realizar la película, Wilder tuvo que rehacer sus planes y tras múltiples e interminables castings la escogió un tanto a regañadientes. De ahí nació una relación director-actriz de mutua y continua desconfianza. Wilder no terminaba de creer en ella, y ella, que poseía una muy sólida formación teatral, se sentía un tanto menospreciada, lo cual generó tiranteces de todo tipo.
El colofón llegó cuando Wilder consideró que debía ser la misma actriz quien interpretase al personaje tanto en su etapa joven como en la más madura como condesa Sobriansky. Es decir debía interpretar tanto a Fedora como a su hija Antonia. El complejo maquillaje facial necesitado día tras día a parte de ser dañino para su nervio facial dañado en un accidente previo, acabó ocasionando llagas en el rostro de la actriz, que terminó montando en cólera. Billy Wilder zanjó la cuestión contratando a otra actriz para la fase madura, lo cual hizo que Marthe Keller se sintiese más hundida aun, por cuanto siempre pensó que la razón real no era el maquillaje, sino el escaso aprecio artístico del director, que de esa forma le ocasionaba una nueva aunque involuntaria humillación. Aunque Wilder finalmente tuvo palabras de elogio para ella en el estreno y promoción de la película (en la que por cierto está estupenda), las mismas no sirvieron para solventar la situación personal. Es más, son rotundas sus declaraciones cuando se le pregunta por “fedora”: “si quieren que les diga la verdad, envejecí haciéndola”.
Sin embargo, su carrera no termina aquí, ya que previamente había intervenido con éxito en un tenso John Frankenheimer, realizando un percutante papel de terrorista en “domingo negro” film que arroja interesantes conclusiones sobre como se hacía y como se hace hoy el cine de plena tensión y suspense. Y sobre todo, se sale de la pantalla derrochando estilo y sensualidad en la ultraromántica “un instante una vida” de Sidney Pollack, junto a Al Pacino, momento en el que se inicia el sonado romance aludido que la colocó en el punto de mira de la prensa sensacionalista del momento.
Incomodamente instalada, y finiquitado el affaire con Pacino, de regreso a Europa podría pensarse que da por concluida su carrera. Nada más lejos. Reaparece en “ojos negros” el multipremiado film de Nikita Mikhalkov y en “sostiene Pereira” film de Roberto Faenza según la exitosa novela de Antonio Tabucchi. Incluso llega a participar en su declive en un film titulado “ellas”, una coproducción europea donde comparte protagonismo con Marisa Berenson, Miou Miou y hasta Carmen Maura. Aunque estamos hablando ya de un cine decididamente menor y de carácter meramente alimenticio.
Es a partir de ahí cuando sus apariciones se reducen a intervenciones en roles secundarios, caso de “la escuela de la carne” de Benoit Jacquot, hasta llegar a volver a coger protagonismo en un ambicioso film de ciencia ficción realizado por Julian Leclerq en 2007, titulado “chrysalis” y que en España solo se pudo ver en el festival de Sitges. Pero para entonces ya había encontrado en sus montajes escénicos de diversas óperas su acomodo, lejos de la farándula cinematográfica. Desde luego, no pasará a la historia con mayúsculas del cine, y no por falta de merecimientos. Urgía por tanto revisar y volver al rescate de esta actriz todo terreno que posee un ramillete de películas que para si quisieran nuestras actuales stars del momento, algunas con oscars y premios varios, y no miro ni cito a nadie. Que cada uno rellene los nombres, es relativamente facil.
La dejamos con dos imágenes que corresponden a su momento más dulce y celebrado, junto a su entonces pareja dentro y fuera de la pantalla, en esa película absolutamente a contracorriente, experimental, vanguardista y extraña que es “un instante una vida”. Un proyecto singular y realizado a tumba abierta, un glorioso fracaso que no obstante reune a dos actores en estado de gracia. Un proyecto absolutamente extraño, auténtico y por ello recomendable, y no solo para los aficionados al motor. En él se dan cita la velocidad de la vida, el arrebato, la pasión y la muerte. Una historia en la que nuestra protagonista rebosa talento para hacerse inolvidable a los ojos del espectador.