Aproximación a los hechos. Vamos a ver cómo se aborda esto. Parece que debo ir con cuidado. Con este texto puedo conseguir que me odien hasta mis vecinos de escalera. Es lo que tiene comentar sobre un paisano. Existen en el caso que nos ocupa sensaciones encontradas y a su vez evidencias que pesan como una losa. Y sobre todo cierta sensación de responsabilidad añadida que debe ser eliminada de inmediato en busca de cierta ecuanimidad. Mucho tiempo ha pasado desde que supe del último proyecto de Nacho Vigalondo. Sucedió hace 3 años en el estreno de su primera película. Lugar: el Palacio de Festivales de Cantabria. Allí un amigo del director soltó la primicia sobre que estaban preparando una de extraterrestres muy potente. Al parecer, nada que ver con todo lo que se hubiese visto hasta el momento. Después he escuchado al propio Vigalondo hablar sobre el proyecto. Mas o menos vino a decir que su intención a parte de divertir, es dejar al personal en estado de ingravidez total, como de atmosfera cero flotando por toda la sala. Una experiencia total realizada con un presupuesto mínimo. La gracia no está en reproducir sus declaraciones sino verlo a él en acción explicándose con su particular y genuino gracejo.Lo cual no debe en modo alguno condicionar la valoración de la obra fílmica.
No obstante, desde luego, si algo hay que reconocerle a Vigalondo es que ha sabido construirse un personaje francamente audaz y entretenido que dice cosas. Y mucho más culto de lo que aparenta. Una entrevista con él resulta extraordinariamente jugosa. Nunca sabes cuando habla en broma o en serio, y esa sensación acompañada de una gestualidad inimitable lo han convertido en todo un crack mediático. Su sabrosa narración de una entrevista con los hermanos Tony y Ridley Scott, para gestionar la versión americana de “los cronocrímenes” es simplemente una delicia. Absolutamente envidiable. Estamos ante un publicista de primera clase que sabe como autopromocionarse y vender el género como pocos. Y si Warner o Hitchcock lo hacían contínuamente, todo el mundo tiene derecho a promocionar a su modo su celuloide. Lo curioso es que eso genera una expectativa. Y si nos fijamos, finalmente el autor no vende género alguno, sino su propia performance.
Aunque su formación la ha completado casi en su integridad en el Pais Vasco, no pierde ocasión para hacer mención de su pueblo, Cabezón de la Sal , Cantabria (el que tenga ocasión que lo visite, merece la pena). Es más, en su última película “Extraterrestre” un personaje muy agobiado dice que no le van a volver a ver el pelo, que pasa de todo y se marcha para siempre a su pueblo de Cantabria.
Luego estamos ante la crítica de la última película de un paisano, y que encima y sobre todo por aquí, al norte del norte, cae muy bien a todo el mundo. Aun así y como es costumbre no debe temblar el pulso.
Muchas son las películas actuales que causan decepción por falta de ideas. No es el caso de “Extraterrestre” que al menos puede presumir de que contiene dos. Es una lástima que la primera no aparezca ni siquiera en el celuloide. Pero puesto que vivimos en un sistema de mercadotecnia donde el producto viene empaquetado desde el trailer hasta las pegatinas, el dvd, etc, hay que reconocer que este film tiene un poster atractivo y resultón, a la altura de su director, vendedor nato. Desde luego sirve para su propósito y lo cumple al cien por cien. En la parte superior del cartel un ovni. En la parte inferior los cuatro protagonistas con cara de despistados. La idea original consiste en que del ovni salen unas ondas cada vez mayores (cuyo objetivo es la abducción del espectador) que en realidad son diferentes comentarios de prensa sobre el film. Los hay que no tienen desperdicio: “el Woody Allen de la ciencia ficción” “te provocará el síndrome de la risa tonta” o “la prensa internacional se rinde ante Vigalondo” “la mejor y más provocadora comedia del año”.
Como siempre, uno nunca sabe que grado de ironía y que dosis de verdad hay en ello, aunque me inclino por lo primero. De todas formas, la idea de ironizar con los mensajes publicitarios de prensa como idea de abducir al espectador resulta original y curiosa. Con todo ese bagaje previo uno se sienta a ver “Extraterrestre” the movie que, lo olvidaba, lleva como eslogan en el propio póster “una marcianada de Nacho Vigalondo”. Todo este paquete promocional previo a estas alturas del partido, no es que condicione, faltaría más. Pero si es cierto que si uno ya compró las entradas con cierta voluntad, como que anima la sesión.
Aunque lamentablemente y pese a los buenos propósitos, la alegría dura poco. La película comienza bien, con un aire agradablemente onírico, extraño y dubitativo, obligando al espectador a hacerse muchas preguntas sobre lo que realmente pasa ante una situación confusa. La premisa no obstante es sencilla. Dos personajes a los que luego se unirán otros dos despiertan ante una situación desconcertante. No se conocen y descubren que sobre el cielo de Madrid hay varios ovnis. Las calles desiertas y los comportamientos extraños funcionan a la hora de crear una atmósfera enrarecida, una especie de horror vacui surreal durante diez minutos. Justo lo que tarda Vigalondo en destapar el tarro de las esencias y aportar la única gran idea del film: los marcianos somos nosotros. El comportamiento, la actitud y las reacciones de los cuatro protagonistas son absolutamente extraterrestres. Y sobre todo cuando interactúan entre ellos, aunque utilicen el mismo lenguaje, no se comunican ni llegan a poder entablar una mínima conversación inteligible y sensata. Se podría decir que cada uno pertenece a un planeta diferente. Por cierto, que el macguffin sobre el que se basa el film, la presunta invasión extraterrestre, es totalmente superfluo y no aporta absolutamente nada a la trama, la cual podría haber funcionado sin esa idea perfectamente. Se trata de un truco de guión que solo sirve de coartada para desarrollar una peripecia estirada hasta lo imposible y en la que cualquier absurdo tiene cabida. Por cierto, que ya puestos, creo que si los extraterrestres te cortan el suministro de energía eléctrica, no se que pintan todos diez minutos después viendo la tv de plasma y con luz en casa. Pero en fin.
Aun así, si nos agarramos a esa atractiva premisa, que es de buena ley, al menos sobre el papel permitía dos interesantes opciones o lecturas. O una seria y profunda reflexión sobre el desconcierto, el aislamiento y la incomunicación humanas, o bien un cáustico e irónico análisis sobre el absurdo cómico de nuestra existencia. Vigalondo comete el gravísimo error de no saber muy bien con que carta quedarse. Ni apocalíptico ni integrado, no se decide por ningún tono y ello convierte al film en un híbrido sin personalidad y a la deriva.
Sobre la base de personajes con encefalograma plano se pretende construir algo parecido a una comedia del absurdo marciano total. El problema es que la fórmula no funciona y pronto se atasca haciéndose repetitiva, a lo que no ayudan precisamente los actores. Y eso es lo peor que le puede suceder a cualquier comedia. Introducir causas, efectos y reacciones al estilo de los hermanos Coen sin su sutileza lleva por fuerza al fracaso. Como no soy médico no se que es lo que realmente necesitaría está película con las constantes vitales progresivamente bajo mínimos para cobrar vida y resucitar: No sé si un masaje cardiaco o una inyección de proteínas, pero el caso es que hay momentos en los que parece necesaria respiración asistida y con carácter urgente. Sí que detecto que las arritmias narrativas son constantes y los bajonazos de tensión alarmantes. La presión arterial llega a estar por los suelos. Y para colmo, por desgracia a esta cinta muy enferma de muchos y variados males aun le queda tiempo para sufrir un par de cólicos nefríticos cortesía de su director.
Es entonces cuando Vigalondo, traicionando su planteamiento marciano saca su vena cinéfila y nos dibuja el clásico triángulo amoroso con dos vértices masculinos y un ideal femenino. De este modo y para rematar la faena, esta pieza aparentemente vanguardista y moderna recurre a modelos y formulas canónicas con clara inspiración en el clásico de los clásicos: Nada menos que Casablanca y su final de toda la vida. Solo que aquí hay un grave inconveniente. La historia de amor que nos presenta está muy mal diseñada y los actores no la hacen creíble en ningún momento, sobre todo por una alarmante falta de química. Siendo Vigalondo todo un personaje un tanto marciano, y un más que aceptable actor, aun no entiendo por que no ha encarnado al protagonista. Todos hubiésemos salido ganando.
Que “Extraterrestre” sea aplaudida en festivales y saludada como una vanguardista, refrescante, minimalista y novedosa comedia del absurdo confieso que constituye para mi un auténtico misterio ovni y desde luego me deja perplejo. Sobre todo por que viendo los resultados que arroja no es que estemos ante una marcianada culta e irónica como pretende su director, sino ante una historia sin brújula y efectivamente absurda (no del absurdo) que es muy distinto y el matiz importa. Por cierto, viendo el plano final, no se que pensarán Daniel Sanchez Arévalo (Azuloscurocasinegro) y Fernando León (Los lunes al sol), pero vamos que igual les suena y mucho. Todo ello además con un estilo muy alejado de un lenguaje genuinamente fantástico.
Ante la contemplación de esta película uno entra en regresión. En mi caso supone una vuelta a aquellas tardes de juventud visionando cortos en el pub “Canela”. Una vuelta o regresión inesperada a aquellos supuestos maestros de la imagen muy pagados de si mismos y obsesionados con practicar un cine “distinto” que según ellos revolucionaría la expresión visual y que a mi me aburrían soberanamente. Tarde tras tarde, bodrio tras bodrio. “Extraterrestre” es otro más de esos cortos aparentemente diferentes e igual de fallidos, pero de 90 minutos. Válido para un principiante de 17 años, pero inoperante como presunta película de culto.
El poster no mentía. Una auténtica marcianada, desde luego. Pero muy poca humanidad y casi nada de personajes de carne y hueso que aporten cierta garra al conjunto. A uno, ante el sopor, no le da tiempo ni a preguntarse aquello de “¿Qué harías tu en un ataque preventivo de la URSS ?”. Un toque de cierta sensibilidad, de humanismo no le hubiese venido mal al proyecto. Pensando en ello, para compensar y para que esto no quede muy agrio y pesimista me he acordado de algo más carnal e interesante: Chrissie Hynde, uno de cuyos temas va justamente por el camino inverso. Curiosamente se titula “Human” y por eso se trae aquí . La he preferido a ella aunque es cierto que San Miles Davis también tiene un tema de igual título. Va dedicado a terrícolas y marcianos en general y muy especialmente al paisano, a ver si endereza el rumbo antes de que estos proyectos le supongan caer definitivamente en un agujero negro sin retorno y su salida suponga coger el desvío a ninguna parte.