En el año 1980 la banda de rock The Ramones publicó un album titulado “the end of the century”. Su canción estrella interrogaba al oyente “do you rememberg rock and roll radio?”. Tanto la portada del disco como su canción estelar invitaban a recordar de forma nostálgica los viejos tiempos del rock de los 50. El look, el estilo y el sonido del disco buscaban también conectar de alguna forma con aquella época dorada, no en vano venía producido por el mítico Phil Spector. Ahora bien, no contaron con que a los fervorosos fans del grupo, aquel revaival no les hizo mucha gracia, pues rebajaba considerablemente el habitual tono de hard rock sucio de la banda. Algo parecido intenta Francois Ozon en su film “Potiche”, ya que le situa de forma nostálgica en 1977. El autor de las más duras “bajo la arena” o “swimming pool” se pone tierno y elabora un vodevil sobre la emancipación de la mujer y la eterna guerra de sexos deliberadamente demodé, fuera de tiempo pero con aparentes cargas de profundidad. Una especie de fresco zumo de naranja pero con pastilla ideológica dentro.
Catherine Deneuve, ama de casa burguesa que habla con los animales, le gusta canturrear, escribe poesías cursis y se da paseos en chandal por el bosque mientras sonrie a las ardillas, debe ponerse al frente de la empresa de paraguas de su machista y despótico marido convaleciente. Como viste muy bien y se supone que está sobrada de charme francés, solventa huelgas, confraterniza con sus obreros, e incluso coloca a sus hijos a su lado. Todo es buen rollo con esta mujer liberal que en el fondo, dada su tendencia a la aventura, no tiene muy claro quien es el padre de sus hijos y a la que le ponen a cien los camioneros que cambian ruedas pinchadas o la cogen en auto-stop.
Su buen rollo la lleva a tomarse todo con mucha calma, lo que le permite incluso no solo soportar estoicamente múltiples infidelidades sino hasta ganarse la confianza de la amante de su marido, que como no, es su secretaria.
Y como todo parece salirle bien sin saberse muy bien como, da un paso más y decide presentarse a las elecciones como diputada, en las que por supuesto arrasa, porque según el film si se pone un poco de encanto y amor a todo lo que se hace en la vida, y un toque femenino, el éxito está asegurado.
Esta especie de revolución ye-ye en clave femenina, parece tener una doble lectura. Es más, parece un mensaje directo a Carla Bruni, la cual también debe soportar a un presidente cada día más patoso. La primera dama francesa como nuestra heroína también canta candorosas cancioncillas dedicadas al amor, es muy chic y en el fondo todos sabemos que tiene un pasado pelín putón. Para Ozon eso no importa y me da que Carla es por la vía del cine invitada a romper moldes y tomar los mandos de su pais. Pues nada, Carla for president.
Como no se si el film va en serio o en broma, la pregunta lógica es el porqué de esa decisión de colocar la acción en 1977. Se me ocurren dos posibles razones. La primera es puramente ornamental, y serviría a “Potiche” para pasearnos por los decorados, los vestidos y la moda de un tiempo pasado pero reconocible, lo que permite vestir a la película de forma colorista y convertirla en un bonito souvenir de vuelta a los setenta y sus pantalones de campana.
La segunda razón es por pura vergüenza ajena. Francia es un pais que actualmente vive asolado por una crisis económica brutal que le ha llevado a conflictos muy serios y hasta 14 huelgas generales. En tales circunstancias montar un artefacto cursi como este en tiempo presente puede parecer una broma macabra. Aquí se habla con bastante desverguenza bufa de despidos y huelgas, reconversiones industriales y comunismo trasnochado, y todo se soluciona en clave “mary Poppins”, lo que puede herir más de una susceptibilidad, vamos, como les sucedió a los seguidores de The Ramones, pero a gran escala.
Quien ha visto a Francia y su cine y quien la ve. Y no cabe la coartada de que estamos ante una ácida comedia amable e irónica, que tampoco. El atasco en el diseño de personajes es de serie de tv chusca. Lo triste es que viene de donde viene ¿Qué de que pais hablamos? Pues no conviene olvidar que nada menos que del pais que alumbró a Diderot y a Voltaire. El pais que dió obras tan robustas sobre la lucha de clases como “Germinal” de Emile Zola. El pais donde Delacroix pintó “la libertad guiando al pueblo”, donde brilló Baudelaire y existió un señor llamado Jean Paul Sartre, padre del existencialismo.
Podemos seguir, porque si de cine hablamos, es el pais donde Jean Renoir firmó “esta tierra es mia” y Georges Henry Clouzot “el salario del miedo”. En 1977 Francois Triffaut aun vivía, y por ahí circulaban Jacques Rivette, Rhomer y Chabrol, entre otros.
Pues sepan que de nada han servido todos esos esfuerzos.Toda esa tradición, no solo se obvia, sino que queda totalmente arrasada como si jamás hubiese existido, porque este "potiche" no deja de ser un ejercicio postmoderno, que recuerda mucho a lo peor de la comedia italiana de los setenta, a lo cual contribuye en gran medida la composición histriónica y pasada de rosca del patriarca que hace Fabrice Luchini y una banda sonora con lo peor de los tics de los scores de aquella década, canciones incluidas. Aun así eso no es lo peor. Olvidé decir que por esta cinta deambula un tal Gerard Depardieu bajo mínimos y una Catherine Deneuve a la que el botox no le deja margen para interpretar nada mínimamente decente. El resultado es una nadería cuya crítica conviene hacer pronto, cuanto antes, pues es cuestión de horas que pase directamente al olvido.