Cuando se afronta el cine de Hitchcock surgen siempre una serie de lugares comunes que no por ciertos no dejan de esconder otras muchas realidades ocultas propias del magno universo del maestro inglés. Quien no ha oído o leído eso del “mago del suspense”, frase tan enigmática como paradigmática con la que parece querer resumirse toda su filmografía, con la que se ha comprimido y en ocasiones despachado su cine, definiéndolo en una sola frase. Otra de las cuestiones que siempre aflora, nunca falla, es la relativa a su obsesión por la figura femenina (ni que fuese el único) añadiría yo. Y si no basta con un vistazo a Buñuel, sin ir más lejos, por no meternos en aguas más pantanosas, del tipo Tinto Brass. De esta forma, igual que existen las “chicas Almodovar”, trono al que muchas aspiran en nuestro país, en el caso Hitchcock está su tan debatido asunto en relación a las rubias y a las morenas, o a las morenas que se tiñen de rubias y viceversa, que de todo ha habido.
Las mujeres en el cine del maestro forman parte de la propia mitología que lo envuelve. Pero claro, convendremos que unas damas gozan de más protagonismo y presencia estelar que otras. A las de más fortuna casi no hay ni que mencionarlas. Dejando de lado el caso Alma Reville, se puede afirmar que Joan Fontaine, Ingrid Bergman, Kim Novak, Grace Kelly y Tippi Hedren conformarían el auténtico top five de lujo. Y luego claro, hay otras, como la inolvidable Marion Crane camino de la ducha final, o hasta la indómita Talullah Bankhead, con las que al parecer el maestro se las tuvo tiesas. Otras directamente se las impusieron los estudios, caso de Julie Andrews, y las trató de aquella manera, como meros objetos decorativos. Sin olvidar que a este señor un día se le ocurrió hacer una comedia y la protagonizó, ahí es nada, Carole Lombard. La lista es muy larga.
Más de una vez me he preguntado, teniendo en cuenta que a nuestro hombre le gustaba trabajar con estrellas, como se las apañaría Hitch con el maltrecho star system actual. ¿Metería en vereda a Jennifer Aniston o Sandra Bullock?. ¿Sería capaz de montar una de suspense con el duo brangelina o preferiría directamente pegarse un tiro?. ¿Apostaría tal vez por las nuevas promesas rotas tipo Megan Fox o se cortaría las venas?. Busquemos una rubia,¿Charlize Theron? Buff, la verdad es que no lo veo. ¿Kate Winslet, Naomi Watts?. Pues no se que decir, tal vez. ¿Franka Potente?,¿a que es divertido el juego?. Podemos acudir a las que se han utilizado en los remakes y que cada uno saque sus consecuencias. Gwyneth Paltrow participó en el remake de “Crimen perfecto” con resultados tirando a sosos. Y Anne Heche y Julianne Moore volvieron a alojarse en el Bates Motel en una película que todo el mundo apedrea.
Lo que si tengo claro es que de las nuevas generaciones, solo he visto en los últimos tiempos una actriz que me parece de gran futuro, y que tal vez encaje en el tipo de mujer sofisticada y enigmática que solía acostumbrar: Emily Blunt, la cual por cierto ha realizado no hace mucho un film de aires hitchcockianos titulado “Destino oculto”. Para quien no se situe luego coloco una foto. Reconozco que es una apuesta personal my particular, una corazonada ante una actriz que me parecer soberbia, aunque el tiempo irá colocando las cosas en su sitio.
Pero vayamos a lo que nos ocupa. En esta sección, destinada a los más desfavorecidos, no vamos a hacer un panegírico de las muchas bondades filmicas y de las otras de la mujer de Roberto Rosellini ni de la madre de Melanie Griffith. Y todo, debido a que en el planeta, que digo, en el cosmos Hitchcock, hay otras mujeres de gran valía que no han tenido tanta suerte como ese top five citado, y que pese a ser actrices notables no han destacado como aquellas o se las recuerda menos. Pienso por ejemplo en la maravillosa Diane Baker, encantadora en “Marnie” y a la cual habrá que dedicarle un comentario un día de estos, pues su trayectoria lo merece. Hoy sin embargo me voy a centrar en otra estupenda actriz, Ann Todd, y en su compañera de reparto Alida Valli en esa película que algunos (confieso que desconozco las razones) consideran un Hitch menor, “El proceso paradine”.
Alida Valli aun conserva intacta cierta aura mítica debido a este film, y a su participación en otras dos cintas para la historia “El tercer hombre” sobre cuya real autoría a cuatro manos sigue discutiéndose y “Senso” con Visconti de por medio. No obstante, a parte de estos destellos su carrera tampoco es que sea precisamente un continuo legado de éxitos imperecederos ni de obras maestras. Aunque con esas casi nos vale. El caso de Ann Todd, es ciertamente más curioso. La que fuera esposa de David Lean y trabajara en films como “la barrera del sonido”, “Madeleine” o “the passionate friends” es una actriz de larga trayectoria que comienza en los años treinta y que parece estallar en los cuarenta cuando participa en “el séptimo velo” junto a James Mason. Pero no es ni mucho menos un nombre mítico ni que haya pasado a la historia como gran diosa del cine.
Es más, su propio papel en “El proceso Paradine” parece un resumen de su propia carrera. Una mujer que ve como el hombre al que ama, Gregory Peck, se le escurre poco a poco entre las manos al ser testigo directo de la progresiva fascinación que este siente por otra mujer, la fascinante y enigmática dama acusada de asesinato, interpretada por nuestra otra protagonista, Alida Valli. Esta última, de la cual no me resisto a dar su fascinante nombre completo Alida María Laura Von Altenburger (ahí queda eso), tiene una historia no obstante con aspectos curiosos, como esos que señalan que tras ganar el premio como mejor actriz en el festival de Venecia y saltar a los usa abandonó temporalmente el cine y estuvo en paradero desconocido para evitar ser usada como abanderada y reclamo de las tropas fascistas italianas durante la segunda guerra mundial. Al parecer existíó hasta orden de detención contra ella por ese motivo. Pero sigamos con el cine.
Después de participar en films como "la montaña trágica" junto a Glenn Ford, finalizada su carrera en Hollywood, es cierto que no todos pueden presumir de haber trabajado con Pasolini en “Edipo Rey”, con Bertolucci en “la luna” o con Antonioni en “el grito”. Pero también se apuntó a operaciones comerciales catastrofistas con muchas estrellas como “El puente de Cassandra” donde por cierto, la principal star no era ella sino Sophia Loren, o practicando el giallo con Darío Argento en “Suspiria”.
Por su parte a Ann Todd se la pudo ver años después en “El factor humano” de Otto Preminger, y de ahí reorientó su carrera hacia la producción y en apariciones esporádicas en algunas series de la tv británica, las cuales no puedo juzgar, no las he visto.
Pero la cuestión es una vez más, el suave e inexorable descenso hacia el ocaso y el relativo olvido de dos actrices por lo demás excelentes, a las cuales las diferencia un pequeño gran matiz de carácter cinéfilo y mitómano: Alida Valli será recordada siempre, pues todo el mundo ha visto y reconoce el memorable final de “El tercer hombre”. Es un plano secuencia para la posteridad, estudiado en todas las escuelas de cine, y en el que ella es la absoluta protagonista. Ann Todd no disfruta de esa suerte de raíz mitómana. No obstante, conste que en los títulos de crédito del film de Hitchcock, los que encabezan como protagonistas el reparto son Gregory Peck y Ann Todd, y más abajo Selznick nos avisa de que introduce a dos nuevas estrellas, Louis Jourdan y “Valli”, escrito así, sin el nombre y con una curiosa tipografía distinta al resto.
Dicen que el film no terminó de resultar del completo agrado de don Alfredo, cuyas exigencias desde luego van mucho más allá de las mías. Si algo trastoca este film haciéndolo singular tal vez es que se asemeja a un film de juicios sin serlo, y que además parece una variación sobre los temas ya tratados en “Rebeca”, cuya personalidad tenemos la sensación de que se nos aparece ahora en carne y hueso. Aun así, aunque las dos están estupendas, el papel de Todd y su interpretación de mujer sufriente y con zonas oscuras me parece más complejo y soberbiamente interpretado, aunque la fama parece ser que fue a parar a Alida Valli por su innegable magnetismo. Y para colmo, como se decía antiguamente, “salen” Charles Coburn y Charles Laughton incorporando este un papel turbio. Y eso son palabras mayores, sobre todo cuando este último no sobreactúa, como es el caso.
Respecto de la apuesta personal, muy particular y que posiblemente hiera las sensibilidades más puristas, es solo una cuestión que se puede compartir o no. Tal vez haya quien se decante en un hipotético e imposible casting actual por otras opciones. La lista de candidatas, no obstante, si se aplica cierto rigor se estrecha por momentos, y casi podría decirse sin temor a equivocación que nadie hoy estaría a la altura para colocarse frente al maestro. Desde luego, descarto de inmediato a las hoy admiradas Scarlett Johansson o Natalie Portman. Aunque nunca se sabe que hubiera podido extraer el británico, me parecen opciones tan evidentes como erróneas visto el tipo de mujer que él buscaba y perseguía sin cesar. Prefiero indagar en lo nuevo y prometedor, y ahí si aparece Emily Blunt, enigmática, elegante y con cierto toque de misterio, y por cierto, buena actriz.