jueves, 3 de febrero de 2011

ESCANDALO EN EL PLATÓ


“En ocasiones veo muertos” decía Haley Joel Osment, el niño protagonista de “el sexto sentido”. Yo de vez en cuando y más a menudo de lo que me gustaría veo películas malas, muy malas. “Morning Glory” es una de ellas. Se centra en el mundo televisivo y pretende a la vez ser ácida, cómica, mordaz y hasta sentimental, no logrando ni de lejos ninguno de sus propósitos. Lo mas prudente hubiese sido ignorarla, no haber ido a verla. Una vez vista, tal vez la mejor decisión sería obviar cualquier comentario sobre ella, pero a la vez considero que a este tipo de película en concreto no se la puede dejar pasar de largo sin recibir lo que se merece, vamos que no se libra. Se podrían argumentar muchas razones – les aseguro que hay toneladas –, pero una de las que más me motiva se centra en la aparición de un personaje-coartada, interpretado por Jeff Goldblum, que hace las veces de ejecutivo televisivo. Aunque su interpretación es correcta, es en mi opinión de lo peor de la película, básicamente por la sibilina función que cumple en ella. Se trata de un tipo cínico de aparente lengua afilada, descreído y sarcástico que se encarga de contratar, recibir y preparar a la recién llegada cenicienta productora televisiva para lo que se le avecina: Una tv ruinosa, con una parrilla deficiente y con profesionales maniáticos y pasados de ego. La realidad es muy distinta, pues a quien realmente se trata de prevenir es al propio espectador colocándole por la vía del aviso numerosas vendas y parches antes de que descubramos la basura que se nos viene encima en forma de múltiples heridas de dirección, guión e interpretación…
El mencionado personaje nos alerta (como si no lo supiésemos) de que la tv de hoy en día está llena de vicios y es de nula calidad. Pero cuidado, y aquí está la falacia, por que se nos viene a decir que aunque vamos a presenciar cosas delirantes y muy grotescas, ello no es culpa ni demerito de la película, sino del mundo televisivo que se retrata. Por supuesto el discurso no prospera y el vendaje no sirve, ya que si el quehacer catódico que se dibuja está degradado, la película no le va a la zaga, es más, está en sintonía de puro infumable. Dicho más claro: Narrar el día a día de una tv paupérrima no implica que la película que lo cuenta sea igual de penosa o incluso más. En “morning glory” no hay inconveniente. Así pues, aquí se considera muy gracioso ver como el hombre del tiempo da el parte meteorológico desde una montaña rusa o subido a un toro salvaje, y me refiero tanto a la ficción televisiva como a la propia película que lo asume con fervor y sin distancia irónica alguna…Y es que esta comedia, ni se atreve por el lado gamberro y dislocado, ni funciona en lo sentimental, aunque lo intente. Le pasa como al programa matinal,  un magazine donde aparentemente cabe de todo. En el guión, a mayores aberraciones en directo mayor audiencia televisiva. Pero ¿y en la película? Rotundamente no, lo que provoca que el sandwich sepa a caduco y se atragante sin remedio.
Peor se ponen las cosas cuando al final incluso nos intentan colocar mensajes. Esto nos permite jugar a un viejo juego. Lo denominaremos “si levantara la cabeza” y es muy sencillo. Vamos a ello.
Si levantara la cabeza Frank Capra, y viese como en “morning Glory” se pervierte y abusa en su mensaje final de que en el fondo, aunque friqui, el equipo de tv forma una gran familia y eso es más importante que cualquier suculenta oferta de contrato, alucinaría de lo poco que les ha servido a algunos directores ver tanto cine clásico.
Pero, ya que estamos, sigamos: Si levantaran la cabeza Carole Lombard, Rosalind Russell, o la Barbara Stanwick de “juan nadie” y tuviesen que escuchar que la tal Rachel Mcadams (de profesión su sonrisa) está llamada a ser la nueva reina de la comedia, supongo que pensarían que algo va pero que muy mal.
No digo nada, por que no puedo llegar a imaginar cual sería su reacción si levantaran la cabeza Howard Hawks, Preston Sturges, Billy Wilder, Gregory La Cava o mismamente el recientemente fallecido Blake Edwards y les sentasen juntos a ver la nula puesta en escena de la que algunos han calificado como la más hilarante radiografía del periodismo moderno, o algo así.
Para acabar, se puede seguir castigando el hígado de esta comedia anémica y en estado comatoso, pero no merece la pena. Y aunque se puede, no voy a hacer sangre de Diane Keaton y Harrison Ford, solo decir que ambos son ya lo suficientemente mayorcitos como para olfatear con suficiente antelación en que engendro se meten, y evitarnos el bochorno. ¿O es que en el cartel de su próxima película dirá “de los actores de morning Glory”?. Apuesto algo a que no.




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