jueves, 1 de agosto de 2013

LA LINEA DEL HORIZONTE


Piensa en verde, dice un anuncio de cerveza. Veamos. El muchacho con los cabellos verdes de Losey hace mucho que no la reviso. Y no la reponen nunca. “Lo verde empieza en los pirineos” era de dos rombos, esos que al parecer van a restaurar por nuestro bien. Las verdes praderas de Garci quedan lejos. Y, aunque los pijamas de colores no producen alergia, no he visto “Linterna verde”.
Mejor buscar en otros páramos. Probemos con esto: “Del sol quedaba un último, frágil segmento anaranjado. Lo vimos desaparecer detrás del perfecto borde del mar, envuelto en un halo que aun duraría algunos minutos. Y entonces surgió como un fulgor, una chispa instantánea en un punto como de fusión alquímica, de solución heracliteana de elementos. Una chispa intensamente verde”. Así describe la experiencia vivida en la isla de Mallorca Julio Cortazar en su relato titulado “El rayo verde”. Si la narración “De la tierra a la luna” se había hecho realidad, otra también cobraba forma.
Julio Verne escribió la novela “El rayo verde” en un serial de periódico. Tal vez una de sus obras más esquivas y menos conocidas. No para Cortazar, que quedó extasiado con la novela y con la contemplación del fenómeno natural que se produce muy extrañamente cuando los últimos rayos de sol se confunden con los destellos de agua marina en el horizonte. En su relato, Cortazar llega a sentir que es interpelado por el propio Julio Verne quien le murmura al oído “¿lo viste al fin gran tonto?”.

Ser testigo invisible de ese milagro natural nos convierte en cómplices de una metamorfosis cósmica. La cuestión radica en otorgar o no algún tipo de significado ulterior, mágico, místico o atávico a un fenómeno que sobrepasa lo físico y se adentra en lo lírico por su belleza.
Somos maestros de cuanto desconocemos afirma el poeta Carlos Marzal. Y quien plasmó destellos sobre la arquitectura del aire y los reinos de la casualidad nos permite volver a realizar las eternas preguntas sobre el mito del rayo verde al abrigo de la instantaneidad del ser. Dice la leyenda que quienes contemplan juntos ese último mágico rayo verde disfrutarán de amor eterno en su seno, como si fuese una leyenda griega o un aforismo inmutable.
No vamos a preguntar a un geofísico sobre la cuestión. Esto es una página de cine. Veamos que opina Eric Rohmer. Sí, ese director francés sobre el que algunos preguntan con temor no exento de advertencia: “Oye ¿Tu no serás de esos pesados gafapastas aficionados al cine que disfrutan con las películas contemplativas francesas tipo Eric Rohmer?”.

Teóricamente (llevo gafas de pasta) tras los cuentos morales, “El rayo verde” sería la quinta entrega de su serie sobre comedias y proverbios. Aunque no obstante, esta película posee una libertad que la aleja de cualquier etiqueta. En ella se combina una particular visión del viaje homérico de “la Odisea” con un análisis detallado y sútil  del hecho femenino. Y todo ello con los ropajes y colores de una cámara que busca en todo momento la expresión naturalista y la pincelada impresionista.
El comienzo urbano narra las vicisitudes de la joven Delphine (Marie Riviere) que recibe en la segunda secuencia lo que Marguerite Duras denominaba la bofetada existencial. Que por cierto, nada tiene que ver con la que recibe Gilda de manos de Glenn Ford. El bofetón llega cuando el difícil equilibrio de nuestras vidas sale a relucir por un mero detalle. Por ejemplo, que la amiga con quien se iba de vacaciones no pueda ir y deje a nuestra protagonista sin rumbo y a la deriva.
Y no es que le falten planes. Puede irse con unos familiares a Irlanda, con unos conocidos a Cherburgo, o quedarse en la capital disfrutando de las terrazas. Pero una vez el plan original se ha venido abajo, Rhomer nos presenta a una mujer que, en los primeros instantes, deambula sin saber muy bien que dirección vital tomar. Desubicada y sin motivación, la soledad le obligará a un reencuentro consigo misma y a replantearse su existencia. Las conclusiones que saca le permitirán tirar hacia adelante.

Es entonces cuando habrá que hacer acopio de fuerzas para iniciar un peregrinaje sin aparente rumbo fijo, un viaje que, no obstante, no es hacia ninguna parte. El encuentro con en el amor verdadero contemplado como utopía realizable será el eje emocional que guiará a la protagonista.
El itinerario le llevará de norte a sur, a conocer a personajes de todo tipo y condición y a acumular vivencias. Narrado todo con esa capacidad de observación del entorno y de los tipos humanos tan propia del director. En apariencia todos más felices que ella, que dibuja un tipismo en el que a primera vista, Delphine es la diferente, la  rara, simplemente por no saber (ni querer) disfrutar del verano de modo convencional.
Un ingenuo interrogante que se revelará de gran personalidad. Inflexible y rotunda en su forma de ver la vida, no se rendirá a los tópicos convencionalismos, ni de clase, ni sociales, pues sabe muy bien lo que desea. Sus actos, una vez se hace a la idea del revolcón existencial, confirman un tesón y una firmeza impropios en el cine de Rhomer, que suele moverse mucho más en el terreno de la indefinición y la duda.

Además, se palpa una complicidad que arroja resultados sorprendentes, lográndose una casi perfecta simbiosis entre el rol de la actriz y la protagonista que la encarna. Sobre la base de un método de trabajo que incluye improvisación en los diálogos y tomas a la primera, brotan de forma natural momentos de gran fuerza en la descripción de ese itinerario femenino en el que la risa y las lágrimas, el desencanto y el gozo se conjugan de forma admirable. Practicando ese tono cercano al documental que sabe atrapar esas miradas furtivas, esas risas contagiosas, esas ilusiones anheladas con pasión. Ensueño y realidad, lamento doloroso y entusuiasta lirismo poético terminan por aliarse en un todo mágico en su exposición.
Conste que no estamos en territorio conocido. Por ejemplo, la peculiar odisea de Delphine, poco tiene que ver con el viaje hipnótico y abierto hacia el abismo de Debra Winger en “El cielo protector”. Como tampoco es equiparable al que vive Meg Ryan en “French Kiss”. Ni con el de Kate Hepburn por Italia de la mano de Rossano Brazzi en “Locuras de Verano”. Y sin embargo, la personalidad propia de Rohmer otorga a "El rayo verde" film una textura única que lo hace parecer como un imposible y extraño mix de las tres. 


Resulta admirable la película. Como lo es Delphine, en cuanto se convierte en una observadora nata que contempla el mundo que le rodea como un hermoso e indescifrable interrogante. Un personaje que está en continuo e íntimo diálogo interior y a la vez, atenta al mundo exterior. Que un personaje así persiga la visión del destello del rayo verde es algo más que una paradoja. Es la lógica consecuencia de su admiración por las maravillas del mundo y de su forma de encuadrarse en él. De encontrar el necesario equilibrio.
Entendido todo él como una incógnita y a su vez como tabla de salvación para sobrevivir y encontrar la felicidad y la armonía en una sociedad alienada, que no obstante encierra un mundo en el que aun cabe el prodigio de la maravilla. En este sentido la película, sin eludir espina alguna, termina por afrecer un legado positivo y optimista. Un relato de gran hondura que también   se disfruta con la epidermis. Una auténtica sinfonía para los sentidos.





Y en condiciones cuasi amateurs. Pese a rodar con una cámara de 16 mm y un equipo semiprofesional y muy reducido, Rhomer filma una cinta luminosa, captando la magia de la campiña, diseñando personajes atractivos y logrando el más difícil todavía: concretar esa escena hipnótica y vibrante en la que Delphine y su acompañante se sientan a contemplar la posibilidad de vislumbrar lo que maravilló a Cortazar. La serenidad del momento, las miradas hacia el horizonte, el tempo de la escena al ritmo de la naturaleza, configuran una set-piece única y maravillosa. Emotiva y lírica.
Es la pura esencia del mundo en movimiento captado por una cámara. Es la emoción del ser que lo contempla que se traslada al espectador. Es un momento irrepetible, como cada partícula de celuloide que por fin toma tonalidades verdes. Lo llaman la magia del séptimo arte. Y para ello sobran travellings. Solo hay que colocar la cámara apuntando hacia la línea del horizonte y esperar. La naturaleza, ese paraíso inabarcable, se encarga del resto.     


30 comentarios:

  1. Estaba esperando oirte hablar de "la milla verde" y de "que verde era mi valle"

    (Siempre la naturaleza se encarga del resto; única, luz, guía y realidad perfecta)

    ResponderEliminar
  2. Paradela. Tienes razón. Ejemplos hay muchos, desde "el olor de la papaya verde" hasta "fuego verde"...y por supuesto los que tu citas. He escogido tres al azar. Que hermosa tu frase sobre la naturaleza...Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. ... Tiene momentos plácidos y hermosos, querido Victor. Me hizo descubrir que Verne no sólo escribió de aventuras sino también romanticismo (aún no he leído su rayo verde)... pero me ocurrió algo al ver la película y es que no empaticé con su protagonista Delphine.

    A veces me ponía nerviosa y me era difícil entender su melancolía o su forma de ser... Quizá me pilló con las defensas bajas en cuanto compresión de un personaje y su forma de ser... Porque hay muchas veces que sé que no me llevaría bien con un personaje en la vida real pero logro empatizar y comprenderlo... pero con la pobre Delphine no me ocurrió... Y como me ocurrió esto no disfruté al 100 por 100 de la película de Rohmer.

    ... Tendré que volver a verla de nuevo... y tratar de entender a Delphine. La soledad de otros personajes me llega muchísimo... Delphine no me atrapó...

    Besos
    Hildy

    ResponderEliminar
  4. Hlildy. Sucede en ocasiones es verdad. Y entiendo lo que dices. Delphine no parece estar comoda ni a gusto em ningun sitio. Y parece que no sabe o encuentra la forma de disfrutar de la vida
    sin embargo el personaje me parece complejo. Su defensa a ultranza de su individualidad y esa resistencia numantina a seguir los canones impuestos por que si la convierten en una rara avis con personalidad propia. Y eso a mis ojos convierten al personaje en muy atractivo. Hay melancolia cierto. Pero tambien es genuina. A mi su posicion ante el mundo me parece el de una resistente nata. De todas formas son opiniones. Otra vez sera. Un abrazo

    ResponderEliminar
  5. Vaya verde introducción que te has marcado (¿por eso elegiste ese ojo que tiene un destello verde por nick??).

    No recuerdo haber oído hablar de ese rayo verde aunque seguro que lo leí en Cortázar... no pienso cejar hasta que lo vea... lo mío son los rayos y buscar quimeras y utopías... y si lo que esta en juego es ese amor eterno...

    Mis gafas ahora no son de pasta, pero lo han sido, y me gusta el cine francés y, por supuesto Rohmer, pero ésta no recuerdo haberla visto, así que tendré que buscarla porque todo lo que dices de ella me ha dejado encandilada. Sobre resistentes sé algo.

    Abrazos!!

    ResponderEliminar
  6. Laura. Lo del ojo lo escogí como resumen de alguien que mira e intenta ver. Del que observa. Nada mas.
    La historia del rayo verde como fenomeno real y como mito es preciosa.
    No he conseguido verlo nunca. Aqui en el cantabrico es mas complicado. Aunque la protagonista logra verlo un dia claro cerca de Biarritz.
    Pero me encantaria vivir la experiencia. A Cortazar le llego a fascinar tanto que no descansó hasta que lo vio. Y mucha culpa la tuvo Verne.
    Efectivamente esta chica es una resistente persiguiendo una utopia. Cierto verso de Miguel Hernandez estuve a punto de incluirlo.
    Creo que te gustara la pelicula. A por el rayo y un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. A mi me viene a la memoria El rayo que no cesa de M. Hernández pero no he visto la pelicula que nos traes hoy y tú la "vendes"bien.. tendré que buscarla, claro que al mismo tiempo, me has abierto el apetito por recuperar esas aventuras en Venecia de la Hepburn que hace muchisimo tiempo que no revisito..todo lo que sean vacaciones y aventuras, encuentros y reencuentros con uno mismo o con otros me resulta atractivo..¡ y no digamos ese momento de puesta de sol.! He de confensar que yo he tenido el mio pero no recuerdo que fuera verde, quizás anaranjado..:-)

    Un abrazo de ferragosto

    ResponderEliminar
  8. Amigo Víctor, desde la hermosa Malvarrosa y con el artilugio sabelotodo. Un texto como nos tienes bien acostumbrados. Sazonado de humus viajero por la deliciosa Heineken de mi amigo Don Draper, Verne, Cortázar y un amigo de estas tierras, el bueno de Marzal. Luego me llevas a ver a una de mis debilidades: el viejo Rohmer. Cómo diría el gran Valdano; si hablara la rodilla de Claire... Volveríamos a enamorarnos como con el gol de la mano de Dios. Te dejo desde un lugar que D. Eric hubiera hecho un cuento con Don Joaquín Sorolla. Abrazos y Feliz verano 2013(espero que haya salido bien el post con el cacharro tan cool que nos han vendido, dice por una esquina Sony)

    ResponderEliminar
  9. Esta película huele a lirismo, y eso me gusta. Buscar lo apenas aprensible, lo que requiere una disposición especial, una mirada poética y aventurera al mismo tiempo, es muy bonito.
    Verne y Cortázar en el fondo de tu reseña es otro gancho, lo mismo que Éric Rohmer, que no me disgusta.
    Abrazos, que voy a ver si consigo contemplar este rayo verde.

    ResponderEliminar
  10. Abril. La pelicula en realidad se vende sola, yo solo intento poner un poco de sal y luz....
    Y aunque tiene sus dosis de melancolia el viaje es delicioso. Como lo es el de esa Kate paseando por Roma. Una pelicula senciillmente jugosa terminamos reconociendonos en esos personajes de veraneo.
    Y es que este cuento de verano tiene mucha miga. Alhun dia vere el rayo verde. Por intentarlo que no quede. Un abrazo

    ResponderEliminar
  11. J.C Alonso. No has escogido mal lugar para el estio . Manuel Vicent puede andar no muy lejos. Asi cualquiera. El fenomeno llego a emtusiasmar de tal modo a Cortazar que hasta que no lo vio no paró. Y es tan enigmatico y misterioso como esa rodilla irrepetible. Veremos si el nuevo cine de gran artilugio es capaz de extraer tanto con tan basicos elementos. Perp de buena ley. Um nuen guion y uma buena actriz. Y la magia hace.q
    hazto de presencia. Gracias y un abrazo

    ResponderEliminar
  12. Acto de presencia...quise escribir.

    ResponderEliminar
  13. Isabel. Exacto. Me sorprende y me llena de alegria comprobar como has dado nuevamente en la diana de lo que torpemente intento transmtir. A punto estuve de titular esto la delgada linea verde o tras el corazon verde en alusion a las peliculas...luego lo deseché.
    Pero tu fino olfato esta en buena forma. Espero la disfrutes. Estoy seguro que si.hay gran lirismo y delicadeza al persguir la sutileza.. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  14. No he visto este filme pero lo tengo en mente y tu escrito suma mi interés. Sobre el amor, es lo más importante, hace la vida un lugar habitable a costa siempre de entenderlo como un lugar con menos lágrimas y frustraciones (retos finalmente). Nada de utópico sino laborioso pero indudablemente un lugar por defender y creer en él. La odisea femenina que describes me pinta atractiva y ese redescubrimiento existencial también. Me gusta Cortázar, Rayuela y esa magia y originalidad que destilaba el argentino. Saludos.

    ResponderEliminar
  15. Es interesante, tanto el fenómeno natural, como quienes se han acercado a él a través dela literatura y en este caso el cine. La odisea es muy cotidiana pero cada estación, permite observar personjes nuevos y conocer mejor a la protagonista,. Merece la pena. Un abrazo

    ResponderEliminar
  16. Una recomendación con un anzuelo perfecto. Intentaré verla. Poesía en el celuloide.

    Abrazos, Anna

    ResponderEliminar
  17. Anna Genovés. Gracias. Eres un encanto. Se intenta poner el anzuelo para películas como esta que son menos conocidas y merecen la pena. Aunque no desespero. Un día terminaré por ver el rayo. Un abrazo

    ResponderEliminar
  18. Hola Victor, ahora me toca a mi devolverte la visita y darte las gracias por la tuya y nuestra parrafada sobre las no filósofas judías...lo pasé de maravilla charlando contigo:)) siento haber tardado en pasarme, en vacaciones ando por aquí muy poco pero te tenía en la lista de tareas pendientes ;))

    Vaaaya, no tengo duda alguna ahora que te he leído que cuando te gusta una peli, no escatimas en nada para hacerlo más que patente... me gusta eso, aunque no he tenido la suerte de ver esta que tantas alabanzas te suscita... me gusta el cine de Rohmer, me gustan los personajes que se desmarcan de lo convencional y me gustan los detalles pequeños que marcan la diferencia en el cine y en todo, así que creo que si tengo oportunidad de ver tu rayo verde creo que me gustará, muchísimas gracias ¿sabes una cosa curiosa que me ha hecho soreir cuando he empezado a leer todas las comparaciones que has hecho con pelis o libros en los que se habla de un rayo verde? oootra vez me sale el Grand Gastby ... fíjate qué casualidad, él estaba obsesionado con la luz verde que se veía al otro lado de la bahía en el embarcadero de Daisy ( vas a pensar que también estoy obsesionada y no.. pero tal cual te comenté, hice una entrada con la misma sensación de estafa que tuviste con la tuya... en mi caso, justo por destrozar la esencia de un personaje literario que no podía defenderse ante el esperpento que dibujó de él Luhrmann) en fin... como ves, el verde anda en juego y mira... ahora que veo que vives en Cantabria... también lo compartimos como color nuestras respectivas tierras, la mía de adopción es Galicia ;-)

    Un placer otra vez, en septiembre seguimos charlando :))


    Un abrazo fuerte hasta entonces... vendré a tu cine, seguro;))

    ResponderEliminar
  19. Leyéndote es como si tú también hubieras conseguido ver ese rayo verde antes de la puesta de sol que te hace comprender tus sentimientos y los de aquellos que te rodean jaja, está genial. No conocía esta película. Además de leer tu reseña tan detallada e inmejorable, he buscado algo más y todos coinciden en lo mismo: esta película refleja la frescura, originalidad y espontaneidad de unos diálogos casi improvisados, sin guión y sin texto previo que dirija y encauce a los actores, solo existía plena libertad para interpretar las directrices del conductor de este metraje. Me encantó esta lectura.

    un abrazo :))

    ResponderEliminar
  20. María. Un placer saludarte. Muchas gracias. Fue positivo y creo que no andamos tan alejados en perspectiva como pudiera parecer.
    El rayo, que por desgracia no esmio, sino de todos, es uno de esos misterios naturales que han cautivado por su poder de fascinación.
    Y la referencia a ese reyo artifical verde que ve una y otra vez Gastby me parece muy oportuna.
    Coincidimos en la admiración por la novela y en el fallido y estridente destrozo de la adaptación. Pasó algo similar con Anna Karenina,la cual sí comenté.Será un placer contar con tu compañía. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  21. Esilleviana. Pues ya me gustaría poder decir que lo he visto. Pero no, solo en celuloide. Es verdad, lapelícula contó con grandes dosis de improvisación y de ello sale beneficiada. Hay muchas frescura natural en los diálogos y en la mirada del director. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  22. Recuerdo a veces Le genou de Claire, una película minuciosa y detallista, casi lírica, con momentos delicadísimos que me tocaron sin entenderla bien.
    Fue hace años y de vez en cuando me viene a la mente, incluso por ese título tan simple y a la par, sugerente.
    También ví alguna otra que ahora no recuerdo, fíjate que por un momento pensé que Soplo al corazón era de él, pero no (de Malle).
    En cuanto a la línea del horizonte, la relaciono con un libro de Conrad algo extraño, La línea de sombra, será porque él, marino y viajero, estuvo siempre pendiente del horizonte marino, amén del que cada uno de nosotros se establece.
    El horizonte, un parámetro tan evocador y tan intangible.
    Un abrazo, querido profe, tu mirada es generosa y clarividente, mi agradecimiento.

    ResponderEliminar
  23. (por cierto, luego vamos a La mejor oferta, que todo el mundo me la nombra, ya la viste?)

    ResponderEliminar
  24. Hace tiempo que no veo "la rodilla de clara". Pero guardo buen recuerdo. Todo el cine de Rohmer acaricia una sensualidad muy especial. Mas conseguida unas ocasiones que otras pero interesante en todo caso. Esta ademas es muy veraniega. Tu tienes una atalaya muy especial para ver el rayo verde.
    No he visto la mejor oferta. En verano apenas voy al cine. De modo que ya me contaras. Ademas por aqui no la ponen. Que la disfrutes. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  25. De Rhomer, me gusta (ba) esa claridad sutil que late en sus planos y en casi todos sus planteamientos. Esa sencillez estructural, hace que siempre nos acabemos identificando en sus tramas, en un momento u otro.

    Mientras te leía, he tenido la misma sensación que probablemente tuve, cuando vi esa peli, allà por el jurásico :) y he pensado, que nada mejor que perder el control del pasado reciente, para tener que tomar con firmeza las riendas del presente porque no nos queda otra. Y miro a las lechugas con otros ojos, desde entonces :)

    Muchas gracias, por tu amable comentario en mi blog y con tu permiso, me quedo por aquí un rato más, dando un paseo.

    ResponderEliminar
  26. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  27. Cristal00k. Gracias por la visita. Te he eliminado un comentario ya que era el mismo repetido. Muy apropiado el término del verbo "gustaba" ya que la verdad es que cuesta encontrar hoy en día estas películas de Rhomer. Muy interesante tu reflexión. Exacto. Perder un poco el control para reordenar, orientar la brújula y seguir adelante. Eso es. Cultivar lechugas, por ejemplo. Gracias a ti, un abrazo.

    ResponderEliminar
  28. Tus reseñas amplían fronteras, iluminan caminos, abren rutas nuevas hacia destinos que de otro modo me costaría dirigirme. Baste decirte que yo, cortazariano de pro, no conozco ese relato al que te refieres. Cuando tus palabras van conduciendo hacia una película francesa avanzo porque sé que allí hay pasión por un cine del que quisiera apasionarme. Este rayo verde es para mí una lejana referencia en boca de una persona próxima a mí que siempre fue muy francesa sin serlo realmente. Nunca tuve la oportunidad de comprobar si la película tenía todo eso que ponía al hablar de ella, y este texto tuyo me devuelve la apetencia de sumergirme en la historia de Rohmer. El rayo verde, esa luz en el horizonte, sí creo haberlo visto al menos una vez, aunque nunca puede estar uno completamente seguro, claro. Un abrazo postvacacional.

    ResponderEliminar
  29. Juan Herrezuelo. Muchas gracias. Pero una reflexión me suscita tu comentario. Prefiero haber vislumbrado aunque solo seapor unos instantes ese milagro natural, cosa que he intentado cientos de veces sin éxito, que ver la película de Rohmer. Ese privilegio no tiene precio. La película merece la pena, tu amiga afrancesada tenía razón, pero nada como el esplendor de la belleza que proporciona la naturaleza cuando se manifiesta de esa forma. A Cortazar le inspiró y a verne también. Ellos son los que en el fondo han ampliado las fronteras de este texto. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  30. Gracias por tu visita y tu encantador comentario. Un fuerte abrazo :))

    ResponderEliminar