jueves, 12 de abril de 2012

PASAPORTE AL ABISMO









Nos hundimos. O al menos eso dicen. Para mitigar el impacto se puede poner en condicional o con un interrogante. Empiezo otra vez. ¿Nos hundimos? Los eufemismos no parecen mejorar las cosas. El caso es que las paradojas del destino son curiosas, malévolas, caprichosas. Curiosamente ahora se cumplen cien años de la catástrofe del Titanic. Algunos no han perdido el tiempo y en medio del naufragio general ahora en tierra firme, aún intentan exprimir la última gota de jugo y se atreven con una reedición de la película en versión 3D. Ya puestos, mucho más sustanciosa es la recopilación de los artículos y reflexiones de Joseph Conrad sobre el  hundimiento y lo que significó. Aparecen reunidos en un libro titulado “Titanic” y que publicó la editorial Gadir. Conrad considera al hotel flotante un lujo innecesario en el que se confundió el progreso con la talla. Mayor tamaño no supone  modernidad automática “pero claro, si hubiese sido más pequeño tal vez no hubiese dispuesto de piscina, gimnasio y café francés”. Conrad insiste una y otra vez en la enorme vanidad que llevó a pensar que era imposible que se hundiese.










Curiosamente a día de hoy, quién lo diría, ya no es necesario recrear ninguna catástrofe ni ir al cine para ver el desmoronamiento occidental. Lo podemos vivir en directo. El parte del día ya no hace ni falta. Solo hay que salir a la calle y uno se ve rodeado de supervivientes, para los cuales su jornada consiste precisamente en eso, sobrevivir. Puede parecer exagerado, pero no. Todo se torna una farsa. Una enorme mascarada. Ahora ya lo sabemos. Para ilustrarlo ni siquiera hay que acudir a una culta cita clásica. Para constatar que como sociedad estamos en plena caída libre sirve cualquier canción. Para disparar a la yugular una de Aute vale: “Míralos como reptiles al acecho de la presa, mercaderes, traficantes, más que nausea dan tristeza”. Ya nos habló del mundo que se acaba presa de “la fanática ambición”. Pero claro, lo decía un cantautor con barba de tres días. Y no se le prestó la debida atención. Una verdadera lástima, pero es que aquí lo que por entonces se llevaba era el tecno pop.
    












Ahora, en plena desbandada y con las naves ardiendo surgen preguntas y urgen respuestas. Como cada uno tiene su propia receta, veamos la que nos ofrece el cine. No en vano, siempre se ha dicho que el cine refleja de un modo u otro la realidad, aunque sea inconscientemente. No se si se han fijado en la cantidad de fábulas apocalípticas y melancólicas que nos han llegado en los últimos tiempos. No parece casual. “Melancolía” “Take Shelter” “Nunca me abandones” “el árbol” “Sin límites” “Another earth” o “Un Dios Salvaje” por citar algunas. De una o de otra forma todas ellas describen mundos convulsos, en descomposición e incluso en trance de desaparecer. Parece ser una constante preocupación en estos últimos tiempos. Eso si, muy epicúreas todas al mostrar la belleza del desastre.
Aunque Gianni Amelio ya lo contó en “Lamerica”, para ver la real y auténtica foto en el espejo nada mejor que volver la vista atrás. Ahora resulta más escalofriante que nunca volver a los fríos muelles de “la ley del silencio”. La sonrisa se congela al contemplar la crónica del desamparo. Como resulta humanamente demoledor y veraz viajar una vez más junto a Tom Joad y su familia desde Oklahoma hasta California y sentir un áspero nudo en la garganta ante el amargo sabor de las uvas de la ira. Desolador y monumental documento sobre la agonía del hombre aplastado y desposeido de todo salvo su dignidad. Sentida y humana radiografía de nuestra esencia en los momentos más duros, los más amargos. Los rostros y las miradas lo dicen todo. Cada fotograma, cada gesto habla por si mismo, y nos interpela sobre nuestra condición humana y nuestra implicación como ciudadanos. Incluso las películas de Frank Capra cobran de pronto una nueva dimensión y sus fábulas revelan un acerado y minucioso análisis de la sociedad cuando el viento sopla en contra y los aires se vuelven difíciles. Sin duda, a día de hoy y a cada momento que pasa, todos y cada uno somos cada vez más “Juan Nadie”. Si recuerdan, Gary Cooper al final de la película se veía en lo alto de un edificio pensando muy seriamente en acabar con sus días. Una alegoría moral sobre el desencanto y una metáfora muy clara de lo sucedido tras el crack del 29. Y sobre todo el perfecto resumen del estado de ánimo del momento.

El hombre en la cornisa y frente al precipicio. La última frontera. Ese lugar en el que ya no caben más pasos en falso. El siguiente te precipita al vacío. Es, tal vez, el último genuino ejercicio de desgarrada libertad antes de bajarse del carro. El último angustioso grito desesperado. La cuestión es cómo afrontar el tema con respeto y dignidad, como hicieron los clásicos. Veamos hoy ¿Se puede comentar hoy esa jugada sin resultar oportunista? ¿Es ético disertar frívolamente sobre ese último y trascendente paso y hacer negocio palomitero con el asunto? ¿Se debe montar alegremente con la que está cayendo un comercial film espectáculo sobre la angustia y sobre ese dramático momento? La respuesta es sencilla. Por supuesto. Faltaría más. Pero ¿es que alguien lo dudaba? Sentido de la oportunidad que no falte en estos días a la deriva y sin brújula. El film se titula “Al borde del abismo”. Su tensa primera escena nos coloca ante la despedida y cierre de un joven (Sam Worthington), que tras tomarse su último desayuno decide salir por la ventana y colocarse en la cornisa. Un metro le separa del abismo, y el suelo le espera veinte pisos más abajo. Aunque de momento no tiene prisa, desea hacerlo a lo grande y en prime time.










Una situación límite y contra reloj que recuerda las fábulas hipnóticas y apocalípticas de Richard Matheson. Aunque aquí nadie debe esperar estudios psicológicos a lo Tarkovsky ni análisis a lo Angelopoulus. De Bergman ni hablamos. Aquí estamos en una tesitura muy hitchconiana y de gran atractivo sobre el papel.
De hecho, la cinta parece situarnos muy cerca de otro análisis similar, el realizado por Joel Schumacher en “Ultima llamada”. Allí Colin Farrell purgaba sus pecados en un confesionario convertido en cabina telefónica ante la voz omnisciente de un Dios iracundo y frente al mundo. Aquí el recorrido es el inverso. El primer tramo es similar. Se monta toda una vistosa parafernalia acordonando calles, con abundante presencia policial, acumulación de prensa, televisión y curiosos amontonados frente al suceso del día.
El cuerpo dramático de la historia viene definido por el arquetipo, modelo que se busca intencionadamente. Es una forma como cualquier otra de que el espectador no tenga que pensar más de la cuenta. Así, la negociadora que incorpora Elizabeth Banks, se enrola sin problemas en el papel de mujer resacosa que arrastra un error policial previo y mala prensa entre sus compañeros. Al estilo de Dean Martin en “Rio Bravo” pero a leguas de distancia. Otro tanto se podría decir de la periodista carroñera (Kira Sedgwick) el sarcástico oficial al mando (Edward Burns) o los dos policías corruptos. Atención: Uno blanco, malo malísimo y otro negro que se arrepiente y abandona el lado oscuro (Anthony Mackie). Cosas de vivir en la era Obama.  













Muchos temas se tocan en “Al borde del abismo”. La honestidad policial, los manejos de la prensa, la unidad familiar y hasta se permite comentarios de fondo sobre esos tiburones de las finanzas que siempre salen a flote ante cualquier crisis financiera. Aunque en realidad el director anda más preocupado por que el complicado número de circo no se le venga abajo.
Normal. Es lo que sucede cuando tu potente premisa se agota pasado un cuarto de hora. Hay que montar vistosos juegos malabares y distraer al precio que sea, antes de que se acaben las palomitas. El número acrobático tiene un par de momentos fuertes, cierto, pero en general resulta mediocre y reiterativo. Y es que el film falla en algo en lo que Hitchcock jamás hubiese fallado. La dosificación del suspense. Y estamos ante una película en la que, como en “La soga”, el espectador posee información que la mayor parte de personajes desconoce. El maestro supo jugar con el suspense de forma notable administrando hábilmente la información. Ejemplo: la sirvienta va retirando la vajilla del mueble donde todos sabemos que está escondido el asesinado, menos los invitados. ¿lo abrirá o no James Stewart? ¿lo hará la sirvienta? ¿se descubrirá el pastel?. Eso es cine en estado puro.















Por desgracia en “Al borde del abismo” el castillo de naipes comienza a desmoronarse cuando descubrimos demasiado pronto que el protagonista no tiene ninguna intención de tirarse y que todo forma parte de un plan preconcebido para distraer la atención de policía, prensa y curiosos.
Por supuesto, ello tiene un doble efecto. La película pierde intensidad dramática. Pero lo que es peor, no nos permite considerar a este personaje como heredero de Tom Joad. Ni de Terry Malloy (Brando) en “la ley del silencio”. Y menos de Juan Nadie, aunque ambos estén en lo alto de una cornisa. En esos films se decían al respecto verdades éticas como puños sobre la realidad del ciudadano medio vapuleado, masacrado y manipulado en sus derechos. El tipo de ahora es un listillo. Un pillo que juega a ser más pillo para intentar ganar una partida con las cartas marcadas.
En la película gana por goleada. Otro aparente cuento moral en el que Robin Hood vuelve a vencer al duque de Notthingam, encarnado aquí por un estupendo Ed Harris. Pero precisamente en este punto es donde resulta pertinente alguna reflexión. Capra construía maravillosas fábulas morales que respondían a la realidad de la depresión americana de los 30 y 40. Aún hoy sirven como radiografía de aquel momento. Lo de Ford es impresionante, poético, monumental. Y todos sabemos cómo acababa Brando en el film de Kazan. Curiosamente, “Al borde del abismo” también sirve como documento vergonzante de cierto cine que se practica hoy con la escusa del entretenimiento con mensaje. Cine de temporada, casi de usar y tirar a la espera del próximo artefacto. Y por supuesto cine éticamente censurable, pues se permite el lujo de manosear cuestiones como la crisis y la angustia vital para construir un macro espectáculo tan vistoso como absolutamente fugaz, despegado de la cruel realidad más inmediata. Un paseo por una montaña rusa o por el tren de la bruja donde lo único que se arriesga es un escobazo de mentirijillas. 












Olvidable sobre todo por que hoy, más que nunca, esa victoria a lo grande de David sobre el Goliat financiero no termina de vislumbrarse. A la salida del cine, vuelven a dibujarse nítidos los nubarrones en el horizonte del ciudadano de la calle. Y es entonces cuando el carácter deshonesto de la propuesta se percibe más claro. Y uno tiene más que nunca la sensación de que le acaban de contar otra mentira más. Habrá quien piense que si se toma como mero divertimento resulta pasable. Lo curioso es que es el propio guión el que ha metido en la ecuación las palabras desesperación, angustia y crisis. De lo contrario podría haber servido para matar el rato.


Por cierto, también se menciona mucho el término libertad. Así, por que sí. Qué manoseado está su potente y rico significado. Hay una fuerza secreta en este tipo de palabras errantes y arraigadas a la vez, libres y enraizadas a cada pensamiento y a cada entraña de todo ser vivo. Libertad. Término aspiración, esencia y soporte. Siempre en la encrucijada. En la era en la que campa a sus anchas lo que Karl Polanyi definió como “homo economicus”, que se rige exclusivamente por el beneficio y el lucro (prueba de lo cual es este film) urge volver a reconsiderar la solidaridad y la libertad como base del “homo eticus”. Karl Polanyi apostaba a todos los niveles por una gran transformación, título de su obra cumbre. Nada está todavía definitivamente perdido y no es momento de buscar altas cornisas. Sobre todo cuando en nuestro particular Titanic la orquesta sigue tocando. Aun hay gente como la belga Axelle Red quien, guitarra en mano, siguen poniendo el dedo en la llaga y cantando abiertamente al ser humano y a la libertad.
             

27 comentarios:

  1. Como siempre le has sacado el jugo a un cinta "pequeña" y creo que eres como un boxeador profesional dándole un sparring implacable a un novato, éste cine no es para hondas cavilaciones, está dirigido a un público que no busca complicarse, que disfruta de un cine pasajero, yo por ello siendo franco no veo casi mucho de ello, aunque sí veo cine entretenido con sustancia porque creo en mi parecer que si es loable presentar esa opción, dependiendo de la calidad de la propuesta, puede haber engaño pero también es cuestión de percepción, no siempre es así tampoco aunque viéndolo con frialdad es también el cine un gran negocio. Un gusto leerte, muy bien planteado, hasta provoca ver la película para conversar contigo más profundamente pero no creo que la vea, y hago mención de que el afiche es de primera, ese que está en la cornisa, me gustan las tomas que producen vértigo visual. Un abrazo.

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  2. No me cabe duda de que Frank Capra sería el cineasta del momento. Yo empecé a amar el cine viendo sus películas que, entonces, me parecían de ciencia ficción. Ahora, nuestra sociedad se derrumba como aquella que retrató, con su varita optimista, el genio. Abrazos

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  3. Estamos en una situación actual tan precaria,tan devastada o arrollada como yo suelo decir, por los bisontes políticos de corrupción imparable,que cualquier película que refleje lo que ahora vemos a diario e incluso nos toca sufrir,es un castigo innecesario-a mi entender-
    Prefiero ver otro tipo de filmes que al menos por un rato,me alejen del doloroso peso de este yunque que han dejado caer sobre nosotros.
    Estoy muy desanimada aunque intente evitarlo a toda costa.Me niego a que me hundan animicamente del todo.
    Besos.

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  4. Mario. Estoy pensando muy seriamente en hacerme con un saco de boxeo para soltar adrenalina. No es mala idea. Sobre la película te diré que si estuviera planteada al estilo "oceans elven" por poner un ejemplo, se podría ver como un entretenimiento. Lo curioso del caso es que este es un film donde setoca la crisis financiera, la dignidad del ciudadano medio,y que para colmo tiene mensaje. No me parece mal si no fuese por que todo es un truco para venderte otro film comercial. Podría haber sido muy interesante si se hace en serio. Y para eso, los clásicos. Un saludo

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  5. Jose Luis. Estoy de acuerdo. No me cabe la menor duda. Sus películas, aunque tengan un toque humanista, esperanzado y optimista en primera instancia,resultan demoledoras en la descripción de aquellos tiempos. Maravillosas en todo caso. Buena forma de iniciarse en el cine la tuya. Un saludo.

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  6. Marinel. Es verdad, igual esta entrada ha quedado un poco oscura y triste. Le falta ese toque especial que Capra daba a sus historias. De todos modos la película que comento es un mero divertimento para pasar el rato. Y que en algunos tramos funciona. Lástima que use y abuse de temas muy actuales para luego diluirse como un azucarillo. Y arriba ese ánimo. Para eso he puesto la canción final.Un saludo.

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  7. Y ¿ si..resucitamos a los grandes ? Lo tenemos facil, basta con acudir a la Deveteca y..
    No puedes comparar unas cosas con otras aunque lo hagas por un ejercicio intelectual interesante en su planteamiento y buscando con tu habitual 'buenrrollismo'( mi ingenuo amigo)algo, una brizna de calidad, de luz en estos productos hechos para las multisalas..
    el cine no ha muerto nooo pero habita en otros cuerpos, no se reencarna ( salvo alguna excepción)en éstos cineastas mercachifles.
    Ellos están en sus peliculas inmortales.
    Lo de hoy dia es otra cosa, no te engañes, tampoco te desanimes..aunque dan ganas de hacerlo y como Mafalda pedir que "paren el mundo que yo me bajo "

    Un abrazo.

    P.d. Por cierto no he visto la peli pero dado como la has descrito..
    2P.d. ¡Muchisimas gracias por el comentario que has dejado en mi "casa"..tomo nota.;-D

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  8. Siempre es sumamente enriquecedor leerte, Víctor. Siempre vas tanto más allá de lo que comentas, nos llevas a reflexionar sobre mucho más que el cine, y te lo agradezco, porque aprendo, comparto visiones y sentires, y me resulta un desafío seguirte en tu hondura y en tu expansividad, tanto como intentar aportar un comentario que esté a la altura de tus reflexiones.

    Se me vino el gran Shakespeare a la cabeza, con su monólogo tomado de Como gustéis (As You Like It, donde, en el acto II, escena VII, se presenta uno de los monólogos más geniales del Bardo de Avon en boca del melancólico Jaques/Jaime, que así comienza:

    "El mundo es un gran teatro,
    y los hombres y mujeres son sus actores.
    Todos hacen sus entradas y sus mutis y diversos papeles en su vida..."

    La poderosa metáfora de la vida como ficción y la ficción como espejo de la vida está presente en lo que tan profundamente analizas. La vida siempre supera la ficción y la ficción siempre se nutre de la vida.

    Hay obras que han inmortalizado momentos terribles de la historia, pero en ellas siempre hay un autor sensible que ha tenido la intención de recrear una vivencia que lo ha marcado que ha dejado huella en la historia. Sin esa premisa, si tan sólo se pretende exponer el sensacionalismo y sentimentalismo chato de la encrucijada del momento, yo, como Marinel, prefiero algo más pasatista, porque hay que pasar "el invierno de nuestro descontento". Aunque no me resulta fácil encontrar cine que me despegue de lo terrible de la realidad del superviviente.

    Un saludo.

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  9. Me gusta demasiado tu post y tu reflexión para comentarla. No se me ocurre nada bueno (ni nuevo) que decir, a parte de que me encanta Edward Burns y que tu segundo párrafo me ha parecido tan excelente que lo he dejado en Cartografía, para que mis poquitos visitantes puedan admirarlo.

    Genial tu exposición y paseo por las pelis que hablan de momentos "titánicos", de hundimientos. Haces que el cine resulte mucho más interesante de lo que es :)

    Por cierto, el otro día vi "Intocable" y me encantó. ¿Hablarás sobre ella? ...

    Un beso.

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  10. Vaya por delante que no he visto esa película, así que nada puedo comentar sobre ella.

    Pero me parece que apuntas en tu elogiable texto a una cuestión que me resulta redundante porque me la propongo demasiado a menudo: el cine como arte sensible a las necesidades humanas, como medio plástico para encauzar un mensaje, una tensión intelectual, parece haber dado paso, desde hace tiempo, a una especie de remedo visual en el que la artimaña se consume con la palabra fin, como un fuego de artificio plagiado una y otra vez, que asombra un instante pero no deja huella y que, más allá de una vergüenza profesional, se agarra a similitudes en sus propuestas pero únicamente desde algún punto estético y nunca moral ni ético, buscando más el ruido mediático que otra cosa, con lo que quizás esta película sea modélica en su presentación y ruin en su función que, por lo que dices, no es otra que buscar migajas en las taquillas.

    Un abrazo.

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  11. Abril. No me desanimo pero en más de una ocasión si que me engaño.Y una y otra vez busco esas gotas de cine Qque en alguna parte estrán además de en la deuveteca. Ahora una cosa te digo. Como los pioneros buscadores de oro el día que encuentre una minúscula pepita en el río lo proclamaré a los cuatro vientos y pegaré saltos.
    O lo que es lo mismo,estas críticas tan duras se volverán dulces alabanzas.
    De momento sigo con mi ingenuidad,me conoces bastante bien.Aunque revise los clásicos seguiré buscando en el presente. Y si lo que veo me desilusiona,pues ya sabes, leña al mono.Un abrazo.

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  12. Abril. Olvidé una cosa.Claro que en principio comparar aquellas películas con estas como que está muy clara la diferencia.Parece tan evidente que no sería necesario ni decirlo. Pero en ocasiones la mejor forma de enseñar las verguenzas del presente que nos quieren colar es simplemente colocarlo frente al espejo de los clásicos. Sobre todo cuando vuelvo a leer que esta es una apreciable película con ritmo, tensión y mensaje. Y por ahí no paso. Si simplemente digo que es muy floja, puede parecer que soy duro again and again. Y no, para que se vea más claro, ahí están los ejemplos que dejan clara la cuestión.Otro abrazo.

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  13. Fer. Muchísimas gracias por tus palabras.Desde luego se agradece y mucho esa cita del Bardo que como siempre acierta de pleno. La vida y el arte retroalimentandose mutuamente. Es así.
    Respecto del caso en concreto, comprendo lo que tanto Marinel como tu expresais. Aquellas películas clásicascitadas, y otras muchas que no he citado para no hacerlo interminable abordaban estos temas con gran hondura,poesía,lirismo y sobre todo respeto.
    Hoy han prefabricado un juguete donde la crisis se utiliza como telón de fondo pero de modo irrelevante, casi como aprovechando que es un tema que esta "de moda". Yo eso lo censuro una y mil veces.Entiendo vuestra postura. Puestos a evadirse y pasar el rato, hacerlo de verdad y no con juegos malabares que "utilizan" la crisis solo como gancho. Espero que ese invierno dure lo que dura un invierno, que por desgracia me parece que no. Un saludo.

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  14. Sue. No se de que forma agradecerte como se merecería tanto tus palabras como ese precioso detalle de colocar el párrafo en tu página.Con lo que me suelo enrollar, en este caso me has dejado sin palabras. Un millón de gracias.
    Lo curioso es que jamás pensé que en una página de cine terminara escribiendo cossas semejantes. Pero lo contrario sería vivir de espaldas a la realidad.
    Y claro que el cine puede ser muy interesante. Hubo un tiempo en que fue considerado el séptimo arte no por casualidad. Aunque hoy en día el término creo que le viene grande.Eso hay que ganárselo todos los días. Iremos comentando según vayamos viendo. Un abrazo.

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  15. Mira Josep,te cofieso que en un par de veces durante su visionado me acordé de ti. Y me decía, bueno, esta la agarra Josep y le mete un meneo de aquí te espero.De esos en los que la reflexión se junta con la risa cómplice. Y sin necesidad de sombrero.
    Tu perspicacia habitual no falla. Efectivamente, es un auténtico fuego de artificio un tanto ruidoso y ciertamente vistoso pero que no engaña absolutamente a nadie. Queda en evidencia por si sola,pero si encima la comparas con los clásicos,la rematas.Un abrazo.

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  16. Seguramente no la veré, pero por ganas de repensar tus opiniones mientras estuviera en la butaca, sí que no es.
    Nada más entrar, veo a uno de mis guapos preferidos...¡ay, Gary, qué hombre!...cuando lo veo como coge a una mujer por la cintura para besarla, me derrito...en fin, sigamos...

    Luego nombras "Las uvas de la ira", tremenda película y gran libro que me pegué de cabo a rabo hace sólo un par de años, cuando ya se iba una imaginando la fila de desharrapados que la cosa económicapolíticaeconómica nos iba a dejar. Y que ahora ya se perfila con todas sus sombras (y sin luces) para un elevadísimo porcentaje de ciudadanos.

    Leí a mi querida Sue (encanto virtual y real) y nombra Intocable. No sé si te lo había dicho pero también me gustó mucho. Pues eso, que nos cuentes tu visión de ella.

    Comentarte es aprender continuamente.
    Un abrazo...¡ah, la Red, qué preciosa voz! no la conocía, allá voy a buscar algo más.

    ...la libertad, la libertad...hermoso sueño del que nunca me apearé

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  17. Pues la verdad es que los tiempos están jodidos y la vulgarización hollywoodiense o del cine en general de según que temas se hace más inadmisible e insoportable en esos tiempos. LA verdad es que no tenía ninguna intención de ver esa película y mira... tu tampoco has terminado de animarme, ja,ja. Un abrazo.

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  18. Hola, V,
    de rabiosa actualidad es el tema que nos presentas hoy. Y el cine, claro, no puede dejar de hacerse eco de este cataclismo que vivimos. Perfectamente legítimo, diría yo.
    Hace poco participamos aquí en Viena en un evento organizado por un artista local (una especie de mecenas) y una institución artística austríaca. El tema era, cómo no, el fin del mundo y la coyuntura en que nos encontramos. El título era "Untergangart", que significa algo así como "el arte del desmoronamiento, la caída, el hundimiento..." (puedes ver aquí la info en inglés: http://www.untergangart.eu/) y trataba de poner en evidencia las diferentes posturas frente al fin de una era, al hundimiento en que nos encontramos: ¿resignación? ¿depresión y hundimiento con el "Untergang"? o ¿buscamos una alternativa para después de la caída?
    La película que nos presentas no me despierta tanto interés como tu análisis. Todo apunta a que se trata de un topicazo más aplicado a la actualidad. Pero gracias por tu entrada. He disfrutado leyéndola.
    Un abrazo!

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  19. Has cambiado la foto de cabecera... preciosa.
    El Titánic fue producto de la II Revolución Industrial, costó mucho aplicar el vapor a los barcos y más tan grandes como éste. El problema no fue el tamaño del barco sino querer batir el récord de velocidad a costa de la seguridad (muy actual también este tema).

    Desde luego hay paralelismos con el crac del 29 pero desde el punto de vista social aún estamos más protegidos. Es verdad que hay muchas películas de aquella hecatombe, que no lo olvidemos tuvo consecuencias terribles: fascismo y una guerra terrible.

    Conviene no olvidar que siempre hablamos desde el mundo rico..... estos años de abundancia no lo eran en la mayor parte del mundo... tenemos gran tendencia a mirarnos el ombligo...

    La libertad........ bufff....... un faro siempre irrenunciable (en la medida de mis posibilidades) en mi vida. La valoro mucho, tanto individual como social.

    Y ahora me pongo al borde del abismo para recomendarte la peli que vi ayer... española (breve comentario en mi lateral): Grupo 7

    Un abrazo........ jooooooo cómo me gustan tus entradas.

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  20. Virgi. Todos aprendemos de todos, estoy seguro. Se podían poner muchísimos ejemplos y pensé en el neorealismo italiano y en muchas otras cosas que pueden ilustrar al hombre en tiempos de crisis. Escogí esos tres ejemplos por que de un modo u otro tienen cierta relación temática con la película que se comenta.
    Pero desde luego, la novela de Steinbeck es una joya imperecedera. Y no la cité.
    Tomo nota de vuestras recomendaciones.A ver si el tiempo lo permite. Suerte la tuya de compartir con Sue en vivo y en directo. Me alegra que te guste la canción. No todo van a ser negras sombras...Un abrazo.

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  21. Dona invisible.Pues por desgracia, sí que está deactualidad. Esto de interactuar está muy bién.Permite enriquecer la entrada con ese enlace sobre el arte del desmoronamiento y sus alternativas que pasaré a ver.
    La película es una nadería para pasar el rato. No es aburrida, pero malbarata una idea muy seria. Podría haber salido una cinta de envergadura pero...Si has disfrutado leyendo me doy por super satisfecho. Gracias y un abrazo.

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  22. Laura. Bueno, es que antes ni siquiera tenía foto ni nada. También a ti te veo con nuevo look cosmopolita y fular al viento...
    Las conclusiones de Conrad sobre el Titanic van mucho más allá de cual fue el origen técnico del hundimiento. La velocida que apuntas es cierto. Pero su valoración afecta a otro tipo de velocidad que entendió el progreso como más grande, más rápido, insumergible,y lujoso todo en uno. Y esa es una forma cuanto menos curiosa de entender el progreso. Un tanto infantil en el fondo. Pasa un poco como con la obsesión deconstruir el rascacielos más alto. Vale ¿y?.
    Anoto toda recomendación, faltaría más. Además estoy convencido de que no has ido a ver esa película para ver lucir palmito a Mario Casas.
    Joooo a mi me pasa igual. Un abrazo.

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  23. David. Casi te salto. Se puede decir de muchas formas pero en este caso coincido con tu contundencia sobre lo ético. La película no necesitas verla por que ya la has visto unas cuantas veces, te lo aseguro. Un saludo

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  24. Buscaré el libro del maestro Conrad, cuya publicación reciente no conocía. Y lo haré en estos tiempos en que las uvas vuelven a ser de ira, en que a Juan Nadie lo meterían a empujones en Gran Hermano, en que en los astilleros donde se construyó ese insumergible que es Occidente se ha impuesto la ley del estrépito, acaso para ocultar que no hay ni un solo bote salvavidas.
    Veré “Al borde del abismo”, pero dentro de un tiempo, sin que yo vaya a buscarla. De todas las películas que citas, la que más me interesa ver es “Another earth”: me la recomendó vivamente alguien que me conoce bien; pero ni se estrenó en mi ciudad ni la encuentro en los pocos videoclubes que van quedando. Tendré que esperar a que algún canal la programe, pero ¿cuándo?
    Saludos.

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  25. Juan. Fenomenal el diagnóstico. Te diré que el libro de Conrad recoge en realidad una serie de artículos periodísticos, al parecer realizados por encargo, en los que analizó la catastrofe del Titanic desde diferentes puntos de vista. Aun así resulta muy ameno e interesante de leer.
    Que razón tienes. Hoy Juan Nadie estaría en ese programa del que no me atrevo ni a decir el nombre. "Another earth" es un film curioso y con interés que sin embargo pasó casi desapercibido. Su lanzamiento en dvd debe ser inminente,creo. Un saludo.

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  26. Sí que nos hundimos, Víctor. Lo más patético es observar la manera desesperada en que todos buscamos salvavidas. Los gestos, las conversaciones, las costumbres..., todo está cambiando y nos está cambiando por dentro. Vivimos como actores principales una mala película, está claro, y no sabemos cómo cambiar al director.

    Como es habitual, me ha gustado mucho tu reflexión, tu recorrido cinematográfico por películas que toman la desesperación en un mundo en crisis. Hasta he disfrutado con tu disgusto por la ligereza de la película en algún momento y es que, como decía Lope de Vega con respecto al amor, "quien lo probó, lo sabe", que aplicado al presente tema sería: quien vive esta situación la conoce y no admite superficialidades estúpidas.

    Abrazos solidarios y roguemos a no ser qué instancia humana o divina en que todo quede aquí, que lo que más me preocupa es que, en este tipo de situaciones, los europeos tenemos mucha tendencia a fascismos o totalitarismos (¡sape!).

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  27. ¡que bueno Isabel! Sape es una expresión muy usada en mi entorno,me alegra verla donde menos se la esperaba. Las conversaciones giran invariablemente sobre ello. La película damuy mal rollo, y tienes razón,hay que cambiarmuchas cosas, empezando tal vez por el guión. Aunque al director también le podriamos mandar a por medicamentos, aunque no descarto la presencia de algún molesto e inoportuno salvapatrias.
    El mismo abrazo.Hasta la urbanización paraiso se visto contaminada, en fin...
    La película es muy superficial, exacto. El tema se debió abordar con más seriedad.

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