Me parece que esto va a quedar un poco largo, conste que aviso en la primera línea. A propósito de “El arbol de la vida” y sin saber muy bien las razones surge la evocación de algunas ideas que parecen venir a colación. En su cuaderno de travesía Rafael Argullol sostiene que los grandes optimistas, los humanistas hijos de la ilustración, siempre consideraron que el hombre era el centro del mundo, mientras los grandes pesimistas apegados a la angustia existencial lo redujeron hasta el punto de considerarlo un grano de arena en una infinita playa deshabitada. Según él, lo verdaderamente prodigioso es que cada uno de nosotros puede experimentar en un solo día, en una hora incluso, que unos y otros tienen razón.
En “La delgada línea roja” el soldado Witt reflexiona mientras pasea precisamente por una playa paradisíaca:”Recuerdo a mi madre cuando estaba a punto de morir. Había encogido y su piel se volvió gris. Le pregunté si estaba asustada y me dijo no con la cabeza. Me dio miedo la forma en que llegó su muerte. No vi belleza ni esperanza cuando ella se reunió con Dios. La gente suele hablar de la inmortalidad, pero yo no la vi”. La escena ilustra de modo diáfano algunas de las cuestiones que preocupan a Terrence Malick, y que vuelven a aflorar de nuevo en “El árbol de la vida” su último trabajo.
Antes de abordar cualquier tipo de análisis he de decir que aunque lo he intentado con fuerzas ha sido imposible sustraerse a todo tipo de comentarios referentes a este film. El muestrario es muy variado. Hay quien considera esto una summa teológica, otros aplicando criterios literarios opinan que estamos ante un “poema visual”, concepto para mi absolutamente desconcertante que admito no saber en qué consiste, cual es su composición y que a su vez implicaría admitir la existencia de “prosa visual”, supongo. Hay quien dice que estamos ante una película de la envergadura e intenciones de 2001 y ven paralelismos con Kubrick. Respetando a quien así opina, que sus razones tendrá, sostengo que Malick y Kubrick están tan alejados en intereses y formas como pueden estarlo la tierra de saturno. He llegado a escuchar que esta película tiene influencias evidentes de Tarkovsky y hasta de Erice, Dreyer y Kieslovsky, lo cual me deja aun más atónito si cabe. En un término medio están los que consideran que esto es un ejercicio pretencioso, manierista y repleto de estampas preciosistas tirando a vacías. Luego hay quien directamente se aburre y mucho, sobre todo en los pasajes de la creación del universo, pues aseguran que en cualquier ordenador hay salvapantallas más chulos. Y por último, por cubrir toda la gama, están los que solo aguantan un cuarto de hora o veinte minutos y se van. Este grupo se puede dar la mano con otro no menos numeroso que entiende que debió marcharse, pero que aguantó como pudo hasta el final. Como ven hay de todo. Por lo que a mi respecta decir que un film que genera tal variedad de opiniones debiera suscitar de por si una inmediata y redoblada curiosidad y apetencia por verlo.
Pero olvidaba algo importante. Sí hay algo en lo que todo el mundo coincide: lo que se debate al parecer es una presunta dialéctica entre religión y naturaleza por ver quien gana. Pero no seamos injustos con Malick. Ese tema ya lo trató Amenabar en “Agora”, solo que con una diferencia, allí la maestría no fluía de forma portentosa como aquí. Y es que como en todas las obras magnas, y esta lo es, su importancia radica no solo en la riquísima complejidad de su discurso, sobre el que luego iremos, sino también en la posesión de unos recursos narrativos y cinematográficos realmente asombrosos. No sé de qué conjuro se vale Malick para convocar de forma tan armónica la belleza en su máximo esplendor, pero lo hace. Formalmente, dejémonos de comparaciones inútiles, Malick se parece exclusivamente a Malick, y no hay más que hablar. El único autor actual que, aun estando a años luz de él pudiera tímidamente hacerle sombra a mucha distancia en su estilo es Godfrey Reggio en sus Films “koyaaniskatsi” y “Powakaatsi”.
En el apartado argumental “El arbol de la vida” vuelve a deleitarnos con otra demostración de lo que no es sino una compleja explosión natural y una implosión ética y espiritual. Como poseído por el espíritu de la revolución copernicana, aquella que corrió pareja al humanismo renacentista, Malick no desaprovecha ocasión para que el espectador se deleite una y otra vez con el maravilloso espectáculo de la vida en movimiento, la creación, su evolución y sus múltiples manifestaciones, haciendo de ello una fiesta total para los sentidos. Ello ya era marca de la casa en sus films anteriores, pero ahora eleva el discurso si cabe a un nivel mayor que roza el misticismo. Sin embargo, el asunto no se queda en la mera delectación de la naturaleza en sus más variadas formas. Ello resultaría escaso, postmoderno y new age. Sus ambiciones van mucho más allá.
Por tanto, la ecuación se complica. Y como su discurso es ambicioso y de hondo calado, ya de entrada nos pide paciencia incrustando una cita del libro de Job. Ese comienzo y el final, que no vamos a revelar, han hecho a más de uno pensar que estamos ante un film religioso. Es cierto que lo religioso aparece, pero no precisamente para ser bendecido. De esta forma, el film adquiere una radicalidad inusitada en sus planteamientos. ¿Alguien se ha preguntado a estas alturas el porqué del título del film?. Pues no precisamente por ser una mixtura entre la cabalística y las recientes “el arbol” y “la fuente de la vida”. Aquí se apunta mucho más alto, nada menos que a una singular relectura de Milton y “El paraiso perdido” donde el arbol del bien y el mal y el arbol de la vida cobran esencial protagonismo. A lo que habría que añadir todo el caudal aristotélico sobre la función intrínseca de la naturaleza como parte de un estudio antropológico más amplio.
Las grandes cuestiones son por tanto ¿Realmente nos han construido un paraíso? ¿Estaba previsto que al estar el hombre dotado de conciencia para interrogarse sobre si mismo y su papel en el mundo ello pudiera crear angustia y zozobra en el ser inteligente? ¿la capacidad para amar, pero también sufrir puede llevarnos a vivir el infierno en la tierra? ¿Es ese Dios del que nos hablan nuestro amigo o un severo juez implacable capaz de arrebatarnos nuestros propios frutos más queridos?. Preguntas sin descanso sobre la esencia de la naturaleza humana, el ser y la nada que diría Sartre.
Malick lleva la dicotomía al terreno del simbolismo y traslada esos y otros enigmas al corazón de una familia media. Allí, entre el desconcierto vital, la angustia y la búsqueda de respuestas se produce la sorda batalla entre la madre naturaleza y el Dios severo y exigente, personificados ambos en los personajes que asombrosamente incorporan Jessica Chastain y Brad Pitt. Ante la muerte de uno de sus hijos la madre (naturaleza) llora con desconsuelo mientras el dios padre impertérrito controla sus sentimientos y afirma tenso ante unas vecinas “muchísimas gracias, estamos bien”.
Dice Jostein Gaarder en su libro “Maya” que “se tardó miles de millones de años en crear a un ser humano pero solo son necesarios un par de segundos para morir”. Las escenas que cubren el nacimiento y primeros pasos del niño, sus iniciales juegos y el regocijo de la creación pasarán a la historia del cine como uno de esos fragmentos que cuesta definir con palabras y de los cuales solo se puede recomendar el disfrute de su belleza primigenia y natural. No es fácil filmar la dicha y el milagro de la vida.
Más tarde llegan los interrogantes, la perplejidad, el cuestionamiento y con todo ello la angustia existencial. Un adolescente reconociendo en voz alta, con abatimiento, que su propia evolución le ha llevado a parecerse a su padre. Y es que si el cosmos está en continua transformación, el alma humana no le va a la zaga. Y los hombres, como árboles vivos son zarandeados como juncos en la tormenta (como en el "tratado de la naturaleza humana" de Hume). Para todo ello Malick utiliza ese particular e inimitable estilo suyo donde parece captar la esencia de cada escena y cada gesto al vuelo, de forma evanescente, convirtiéndolo en un cazador de instantes para formar un todo. Como si escogiese notas musicales al azar que terminan formando una perfecta sinfonía. Escenas triviales de la vida cotidiana que en sus manos cobran un profundo sentido trascendente. Un niño tocando la guitarra en el porche de su casa es observado con perplejidad por su hermano, que desconcertado no termina de completar la ecuación que de sentido a la vida, hermosa en ocasiones, cruel y despiadada otras.
No obstante, como ya ocurría en otras películas, el regocijo y abandono fugaz a la suerte de la madre naturaleza da lugar a momentos milagrosos. Y ello sucede justo cuando el padre ha de partir.
Se va el dios-padre e inmediatamente se obra el milagro maravilloso de una vida y un mundo diferentes y absolutamente libres, lejos de reglas, jerarquías, compromisos y ordenes. Como le sucedía al soldado Witt, tras fugarse por sexta vez del ejército y vivir unos días de placidez total al comienzo de “la delgada línea roja”. Al ser detenido su sargento le informa que como última oportunidad le va a enviar a un destacamento donde se ocupará de los heridos. “Soportaré cualquier castigo que me imponga, soy mucho más hombre que usted” dice el soldado. El sargento le responde “Mira Witt, en este mundo un hombre solo, en si mismo, no es nada, y no hay más mundos, solo este”. Wit replica “se equivoca sargento primero, yo he visto otro mundo, aunque a veces, creo que solo lo imaginé”. Semejante estado de gracia temporal vivirá también el protagonista de “el nuevo mundo” cuando se mezcla feliz en otro paraíso perdido con los ingenuos salvajes.
Se va el dios-padre e inmediatamente se obra el milagro maravilloso de una vida y un mundo diferentes y absolutamente libres, lejos de reglas, jerarquías, compromisos y ordenes. Como le sucedía al soldado Witt, tras fugarse por sexta vez del ejército y vivir unos días de placidez total al comienzo de “la delgada línea roja”. Al ser detenido su sargento le informa que como última oportunidad le va a enviar a un destacamento donde se ocupará de los heridos. “Soportaré cualquier castigo que me imponga, soy mucho más hombre que usted” dice el soldado. El sargento le responde “Mira Witt, en este mundo un hombre solo, en si mismo, no es nada, y no hay más mundos, solo este”. Wit replica “se equivoca sargento primero, yo he visto otro mundo, aunque a veces, creo que solo lo imaginé”. Semejante estado de gracia temporal vivirá también el protagonista de “el nuevo mundo” cuando se mezcla feliz en otro paraíso perdido con los ingenuos salvajes.
No obstante esa plenitud vital es solo fugaz. Los devastadores planos de la edad adulta son la muestra de que la vida para ese niño no ha dejado de ser una constante indagación existencial que no ha aportado respuestas claras ni concretas. Parece que Sean Penn se ha quejado de recortes en su personaje. En mi opinión no necesita ni un plano más. La abstracción, la indagación y la frustración vital así como el desgaste que ocasionan las eternas preguntas sin solución que se repiten sin cesar están expuestas de forma modélica. Hemos construido rascacielos inmensos, ascensores hasta el infinito, pero no hemos resuelto las claves, los enigmas básicos de nuestra existencia.
Tal y como afirmaba Marcuse "si tuviéramos la oportunidad de pesar las miles de ideas que generamos continuamente para justificar nuestro temor a la vida, moriríamos aplastados por el peso de eso que desprejuiciadamente llamamos conciencia". Y ese peso infinito carga como una losa sobre los hombros del personaje de Sean Penn.
¿Algun pero? Tal vez que las ambiciones del proyecto son de tal envergadura que sobrepasan los límites de una sola película. Realmente es una tarea un tanto utópica o suicida tratar de explicar el sentido de la vida en un solo film, y en este aspecto si que el marco fílmico puede resultar insuficiente para abordar tan magno proyecto. Segundo pero: es materialmente imposible mantener el nivel de una obra de arte durante 140 minutos. Aun así, exceptuando a los devotos de su cine, parece ser que para un amplio sector de la parroquia Malick debería pedir disculpas por reflexionar más de lo acostumbrado y a su vez hacernos reflexionar a los demás. Y sobre todo por narrar a su manera y ofrecer un espectáculo fastuoso. Pero conste que ahora ya no sirven los falaces discursos engañosos, ya no podemos seguir culpando a la implacable maquinaria capitalista americana de vendernos insustanciales productos empaquetados de usar y tirar. Esa cantinela ya no cuela. Cuando se nos ofrece otra cosa diferente a lo que se pide y espera, mucha gente abandona la sala y se va rauda en busca de su última dosis de “entretenimiento”. Una donde Brad Pitt y Sean Penn hagan de pareja de policías rebeldes que persiguen a la carrera a malos malísimos a velocidad de videoclip. Tal vez algunos debiéramos aplicar igual disidencia y empezar a desfilar más a menudo de según que bodrios.
Yo al final veo que Malick planeta como Dios a la naturaleza pero eso no me parece Dios aunque sea mística, siendo reduccionista sí pero eso es como pensar que Dios puede ser hasta una roca, pero entiendo la metáfora, al final nadie sabe cómo es Dios, y no comparto las ideas de Malick pero me gusta el filme, para ser franco no he visto a Dios en todas partes, quiero decir que veo trascendencia humana sin pensar que existe o no Dios, quiero decir que el autoconocimiento que pasa el niño en su cotidianidad nos depara esa grandeza que se le atribuye a un ser supremo, en ello veo una libertad humana y una forma de engrandecimiento espiritual sin creer en ninguna religión, porque yo creo que hay que darle crédito al ser humano. Pensar que la playa es el cielo, y que la naturaleza es un gesto de Dios, contenta a muchos y disgusta a otros, pero yo creo que la idea es ver la vida ampliamente, para ello me parece que el simbolismo que mencionas con el padre siendo también Dios me parece tenue, una extensión del dardo somnífero teológico, visto así no hubiera disfrutado del filme, yo he optado por derivar conocimiento, me parece que en ello me ha producido otros pensamientos, para mí al final es la consciencia de Jack, incluso recurriendo a lo exógeno veo que no choca con la idea de la existencia de Dios, en clara convivencia de la racionalidad y la fe, de las posibilidades, para ello trascendencia no quiere decir solamente divinidad sino auto auscultación y evolución mental, paz interior. Malick no me parece presuntuoso porque el hombre tiene derecho a reflexionar, el conocimiento nos pertenece a todos, y hay que recordar que los genios e ilustrados que hoy nos dan tanta seguridad al hablar eran mayormente vistos como locos, absurdos y revolucionarios, eran enemigos del "saber verdadero". Por ello me gusta lo que ha hecho Malick pero para disfrutarlo he visto matices, he visto un canto a la vida, un pretexto para hallar nuestro propio sentido, no me he quedado con lo obvio, no lo veo como la inocente y magnánima representación de Dios y he podido superar la cita bíblica que más parece un lastre que una ayuda. Disculpa por extenderme mucho pero quería dejar claro algunos puntos. Un abrazo.
ResponderEliminarMario.
Son películas que marcan, de ahí que se hagan indispensables, únicas y perdurables.
ResponderEliminarLa existencialidad de la que habla, dando forma a unas acciones evolutivas con todo lo que ellas conllevan, te hacen mirar tu propia vida,cercar tus propias dudas existenciales,sentir los sentimientos de los protagonistas,del muchacho,etc,como nuestros.
Y se llegan a apreciar similitudes con el realismo más voraz.
Porque en definitiva somos todos humanos,tal como su creador y esso personajes dotados de vida, lo hacen a través de seres humanos.
Y el ser humano en general mantiene su vida en vilo, se aproxima a desastres y a ráfagas de felicidad,como en cualquier película,para en muchas ocasiones también, salirse desvalidos de los caminos cargados de incógnitas.
Es una grandísima película,no hay duda. Evito comparaciones que no veo, así que la asigno a esa clase de películas inimitables con todas y precisamente por todas las consecuencias que consigue.
Un beso.
Ando retrasada en cuestión de cine, últimamente solo veo pelis antiguas. El otro día, precisamente, "Desayuno con diamantes" (creo que ayer se cumplieron 50 años desde su estreno) que no me gustó como creía que me iba a gustar, pero en la que descubrí, por fin, la tan comentada elegancia de Audry. Tendré que verla de vez en cuando para amar mi delgadez.
ResponderEliminarEn relación a esta peli que analizas y comentas, siempre de forma tan completa y documentada, tan estupenda, te diré que tampoco la he visto. El cine está tan caro para una perroflauta como yo que un día me planté y decidí que solo asomaría la nariz para ver a Woody Allen. De momento lo estoy cumpliendo, pero quizás algún día me pase a ver alguna de estas pelis que gusta ver en pantalla grande (tengo algunas anotadas), aunque en realidad todas son para ver en pantalla grande, eso lo tenemos claro.
He escuchado críticas buenas y malas (como de la peli de Almodovar) incluso ayer me contaron una especie de curiosidad/chiste sobre ella: en un cine donde se proyecta te dan la oportunidad de que te cambies de sala si te sales en los primeros 15 minutos. NO sé si es verdad, pero ahí queda el dato. Seguramente la veré, aunque reconozco que no me tira la mística y el teísmo, pero Sean Penn son palabras mayores. Tira de mi, vaya.
En cuanto me ponga al día saborearé aún mejor tu post señor V.
Un saludo.
SUE.
V, felicidades de nuevo por tu análisis.
ResponderEliminarLa película me gustó mucho, tanto desde el punto de vista visual (no sólo la parte silenciosa del origen de mundo)como su contenido, su reflexión acerca de la naturaleza y la divinidad. Sin embargo no veo que el personaje de la madre represente la naturaleza, me parece que representa igualmente la versión religiosa pero más sencilla y tolerante. El efecto de unos padres tan imbuidos de su versión de la divinidad, son unos hijos que, al menos en el caso del mayor, se rebotan ante la intolerancia de él y la sumisión de ella... ese rebote roza la maldad en algún caso (maldad infantil que no es poca cosa) y la inquietud e incomodidad que hacen de él un adulto con preguntas y dudas constantes...
He leído dos veces tu comentario, esta mañana pero no he tenido tiempo de responder y ahora... es excelente V
Un abrazo!!
V, qué gusto haber dado con tu "casa",gracias a tu visita.
ResponderEliminarSuelo estar bastante alejada del cine, pero al leerte me han dado ganas de volver a incursionar en él. Aprovecharé tus recomendaciones y tus reflexiones pues me han parecido por demás acertadas y profundas.
Un beso grande y volveré....
Absolutamente maravillosas: la película y tu reseña.
ResponderEliminarComo siempre, un placer leerte y seguir la urdimbre inteligente con que nos desmenuzas las películas.
Un fuerte abrazo.
Mario. Por supuesto que hay que dar crédito al ser humano, sin duda. Yo creo que la película plantea muchas más preguntas que respuestas. Uno puede darle uina visión más trascendente o más naturalista, pero eso ya depende de cada espectador. No creo que Malick trate de imponer tesis de ningún tipo, al contrario, creo que trata de ahondar en muchos interrogantes a los que no es fácil dar respuesta. Tu visión es perfectamente válida, y estoy de acuerdo en que esta película no es ningún catecismo a seguir. Eso sería un error. Un saludo
ResponderEliminarMarinel. Bienvenida. Efectivamente esta no es una película cualquiera. En el reverso de cada fotograma hay a parte de belleza un motivo para la reflexión. Y es cierto que pendemos de un hilo y vivimos en vilo. Por eso la parte final de Sean Penn la comprendo y uno es capaz de reconocer esa zozobra. Un saludo
ResponderEliminarSue. Tampoco creas que te pierdes gran cosa con el cine que nos colocan hoy en día. De modo que pocas cosas son las que hay que recuperar. Y claro que el cine es caro, sobre todo en relación a la calidad de lo quie nbormalmente se nos ofrece. Hace un tiempo que no veo a Audrey en esa mítica película donde aparece haciendo de seductor ese gran caradura y bon vivant que fue Jose Luis de Vilallonga. Recuerdo muy bien al gato mojado, eso si. Tendré que volver un dñía sobre ella. Un saludo.
ResponderEliminarLaura. Bueno, si ya una lectura se agradece, dos ni te cuento. Muchas gracias. Yo entiendo que esta es una película abierta al goze y a la reflexión, y que permite diferentes lecturas. La tuya no solo es perfectamente válida, sino que incluso puede que sea más ajustada que la mía. Solo que creo que Malick persigue precisamente eso que en el fondo causa dolor: que no dejemos de hacernos preguntas y sacar conclusiones ´provisionales , sean acertadas o no. Un saludo.
ResponderEliminarDiana. Gracias a ti por la visita. Yo es que intento estar abierto un poco a todo,abarcar, aunque luego al apretar todo se me escurra entre los dedos. Mis reflexiones son un tanto subjetivas y particulares,yo no las tomaría como referencia.Aun así se agradece mucho.Gracias por tus palabras y un saludo.
ResponderEliminarIsabel.Discrepo. La película es mucho más maravillosa que mi reseña. Se agradece y más viniendo de ti, pero ya me gustaría ya...Un saludo
ResponderEliminarEntre los que la adoran y los que la desprecian por tostón filosófico no sé con quién quedarme..No la he visto me dá un poco de pereza.
ResponderEliminarNo quiero pagar por ver explosiones sin sentido, ni adolescentes sangrantes y endemoniados ni vaqueros perseguidos por aliens..¿ sigo..? pero a veces no estoy tampoco para tanta trascendencia.
Pido perdón si ofendo a alguien. Ya he dicho que no he visto la película, a lo mejor voy y me entusiasma sus planteamientos que no dogmas ( no resisto los catecismos )
Tu reseña es francamente espectacular muy rica en expresiones y reflexiones pero..uff sigo pensando que no sé si estoy en éste momento para tanta profundidad intelectual.
Llamamé frívola..
Un saludo Victor, un placer leerte a pesar del desprendimiento de retina ( es broma ):-P
Siempre estupendas las cosas que nos dejas. Como siempre un placer haberme pasado de nuevo por tu casa.
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
Abril. Es verdad, parece que no hay término medio con esta película. Que conste que yo no soy uno de sus adoradores, y menos en plan secta. Simplemente te diré que no deja indiferente, y que si consideras que no es le momento, pues perfecto. Te lo dice uno que ha ido a ver Monte Carlo y se ha quedado tan ancho. Hay momentos para cada cosa, y a veces yo mismo tb disfruto tanto o más viendo al coyote y correcaminos.
ResponderEliminarOtra cosa. Entonces ¿que pasa? ¿ahora llevas parche en el ojo como John Ford? Un saludo
La sonrisa de Hiperión. Agradecido yo de la visita y de que el comentario haya sido de tu agrado. La puerta de la sala oscura está siempre abierta. Un saludo
ResponderEliminarExcelente trabajo. No creo que se haya escrito nada mejor en España sobre esta película, y esto lo digo completamente en serio. ¿Larga reseña? Digamos extensa, puesto que la relevancia de los razonamientos que expones no decae en ningún momento. Tu argumentación es impecable, desde Argullol a Gaarder. Intuía que era una película compleja, pero me has convencido de que es una película con la que merece la pena jugársela. Por cierto, tu desconcierto ante eso de “poema visual” se vuelve, en mi caso, recelo. Si una película es estéticamente bella, entonces yo preferiré siempre que se trate de un “poema en prosa visual”: forma y contenido. Un saludo y enhorabuena por el texto.
ResponderEliminarLa tengo apuntada pues siempre tengo como un gran recuerdo su bellísima "Días del cielo", que la ví hace como tres décadas (o casi).
ResponderEliminarEspero que no se me escape, haré encaje de bolillos para conseguirlo, dada lo liadilla que estoy.
Un placer leerte, muchos besos.
Juan. Muchísimas gracias, pero tus generosas palabras me colocan a una altura que no merezco ni es la mía. Por supuesto que merece la pena el viaje, aunque seas al final de los que no te convence. Puedes apasionarte o indignarte, pero no quedarás indiferente. Lo del`poema visual creo que es una forma más de intentar etiquetar lo que cuesta definir. Un saludo.
ResponderEliminarVirgi. Te aconsejo especialmente este film, aunque tus compromisos y obligaciones parece que son muchas. Si te gustó días del cielo, razón de más. Un saludo.
ResponderEliminarTan polémica, tengo que verla cuando la estrenen en Perú.
ResponderEliminarFascinante cinta, maravillosa. De acuerdo en muchos puntos que señalas.
ResponderEliminarSaludos.