“No tardè en llegar al club. Era el sitio perfecto para obtener respuestas y tomar una copa. Y yo estaba seco. Sólo necesitaba unos dólares para empezar y mucho bicarbonato para salir”. O bien “Tengo por costumbre no fiarme de ningún tipo. Y eso incluye a las mujeres, sobre todo si son bonitas”. Pues sí, es él. No necesita presentación. Nadie como este caballero para volver sobre el tema de los iconos. Los mitos y su influencia.
Cabría preguntarse una vez más si los iconos chocan con la idea de la autoría. Dicho en román paladino, si contratar a este buen hombre condiciona las costuras del film que se va a realizar. John Huston, tenía claro que no, opinaba que todos los temas y todas las historias nacen y se desarrollan libres. Y que si le apetece hacer de Bogart un sediento y codicioso buscador de oro en el “Tesoro de sierra Madre”, lo hace y punto.
Sin embargo, no se debe olvidar que fue precisamente la maquinaria de los estudios la que a base de propaganda reforzó la imagen de ciertos mitos de la pantalla. Hasta el punto de que en muchos casos se invertían los papeles y era el papel de turno el que se amoldaba a las características de la star. Además, ese era un ingrediente que el público demandaba a cada nueva entrega.
El espectador va formando de forma inconsciente en su mochila cinéfila una idea aproximada del arquetipo icónico, del mito. Y sólo la evolución de su carrera le llevará a bucear en otros papeles, en roles distintos. Pero en la memoria colectiva, generación tras generación, Bogart proyecta una imagen que está más ligada a Sam Spade y Rick que al comandante de “El motín del Caine”.
El espectador va formando de forma inconsciente en su mochila cinéfila una idea aproximada del arquetipo icónico, del mito. Y sólo la evolución de su carrera le llevará a bucear en otros papeles, en roles distintos. Pero en la memoria colectiva, generación tras generación, Bogart proyecta una imagen que está más ligada a Sam Spade y Rick que al comandante de “El motín del Caine”.
El mito en ciertos casos se merienda el entramado psicológico del personaje. Y eso provoca que cuando Kate Hepburn se sube a la barca en “La reina de Africa” la audiencia se frote las manos, ya que sabe de antemano con que clase de personaje se va a encontrar la misionera. Y viceversa. Aunque luego Huston se encargue de dinamitar esas expectativas.
En los años treinta y cuarenta se forja la imagen de Bogart. Y lo hace bajo el paraguas de un género, el negro. Sobre esto discutieron mucho los cahieristas en los años 50 y 60. Aunque lo correcto sería decir que debatieron sobre todo, incluido el sentido moral de la muerte del perro en “La ventana indiscreta”. Aunque en su obsesión con el cine americano, uno de los temas que más les preocupaba era el de la pervivencia de los géneros y su relación con los iconos cinematográficos. Y sobre todo, cómo sobrepasar los estereotipos del género, cómo superarlos e ir más allá.
Según Chabrol, en su estudio sobre la evolución del film policíaco “la asimilación perfecta a un género conduce a menudo a la sumisión a este. El género por lo general condiciona la inspiración, que ha de someterse a unas reglas concretas y estrictas”. Según él para dar ese salto de calidad “es necesario un talento fuera de lo común y una visión del mundo extraordinaria que encaje bien con las leyes del género, como sucede en “El sueño eterno”.
Tal vez por eso algunos directores disfrutan intentando subvertir o dinamitar las reglas del juego genérico. Mientras, en el otro extremo, hay quien prefiere “refugiarse” en los patrones genéricos como herramienta segura de trabajo. Con sus códigos y líneas prefiguradas, aunque de entrada se juegue a que no es así y se disimule.
Tal vez por eso algunos directores disfrutan intentando subvertir o dinamitar las reglas del juego genérico. Mientras, en el otro extremo, hay quien prefiere “refugiarse” en los patrones genéricos como herramienta segura de trabajo. Con sus códigos y líneas prefiguradas, aunque de entrada se juegue a que no es así y se disimule.
Es el caso del film que nos ocupa, “Callejón sin salida”. Si se preguntase a cualquier aficionado por diez films con Bogart, éste seguramente no saldría. Y no por falta de méritos.
La película comienza amagando con la subversión del personaje tipo. Al inicio se ofrecen, no una, sino dos imágenes de Bogart que no cuadran con el arquetipo policíaco a la sombra de Chandler. Huyendo en plena noche, temeroso y con pasos temblorosos busca refugio en una iglesia para confesarse. Su relato nos lleva a otra imagen alejada del tipo. Bogart es nada menos que un paracaidista que vuelve dela Segunda Guerra Mundial con un camarada ¡para ser condecorado!. O sea, un héroe de guerra.
La película comienza amagando con la subversión del personaje tipo. Al inicio se ofrecen, no una, sino dos imágenes de Bogart que no cuadran con el arquetipo policíaco a la sombra de Chandler. Huyendo en plena noche, temeroso y con pasos temblorosos busca refugio en una iglesia para confesarse. Su relato nos lleva a otra imagen alejada del tipo. Bogart es nada menos que un paracaidista que vuelve de
No obstante, el espejismo dura poco. Ante la desaparición del amigo, y en sus pesquisas para encontrarlo, pronto abandonará el uniforme militar y se pondrá el traje de faena, sombrero y cigarrillo incluidos. Rápidamente empezará a llamar a las chicas “muñeca” y “encanto” y por supuesto no tardará en meterse en líos entre sarcasmo y sarcasmo. Se diría que como los superhéroes, Bogart el mito, ha vuelto.
Sobre este aspecto cabe algún comentario. A la hora de afrontar esta nueva peripecia detectivesca cabe decir que de cara al espectador, este héroe tiene ya un bagaje. Está acostumbrado a sendas tenebrosas, a damas de doble filo que buscan halcones malteses y tienen miradas peligrosas, e incluso a presuntos ángeles con caras sucias.
Y está muy familiarizado con policías ineptos y hampones de medio pelo que regentan clubs en los que cantan rubias evanescentes a las que hay que encenderles un pitillo. Conoce muy bien el amargo sabor de whisky y el tacto de los dados marcados. Vamos, que en esta nueva peripecia aparentemente nada es novedoso y el arquetipo se mueve por el género como por el salón de su casa. Incluso sabe que tarde o temprano recibirá una paliza.
Y está muy familiarizado con policías ineptos y hampones de medio pelo que regentan clubs en los que cantan rubias evanescentes a las que hay que encenderles un pitillo. Conoce muy bien el amargo sabor de whisky y el tacto de los dados marcados. Vamos, que en esta nueva peripecia aparentemente nada es novedoso y el arquetipo se mueve por el género como por el salón de su casa. Incluso sabe que tarde o temprano recibirá una paliza.
Para no perder la costumbre, él mismo nos lo va contando con su particular voz en off. Cuando se encuentra con el enigma del caso, este por supuesto lleva nombre de mujer misteriosa. Aquí el aficionado cree siempre ir un par de pasos por delante incluso del detective, por cuanto la femme fatele aparentemente también está muy codificada. La cuestión capital una vez más es si debemos o no fiarnos de ella. Lizabeth Scott, dicen, tenía cierto parecido con la que le quitó el sueño a Bogart en la vida real.
Para ponerla a prueba saca a pasear su misoginia. Desea bailar con ella y tenerla bien sujeta para ver cómo reacciona cuando le comunique a bocajarro que su amante ha muerto. Todo es cuestión de verificar si es un témpano de hielo, el prototipo de mujer fatal, o si tiene sangre en las venas y se estremece al conocer la noticia.
No es cuestión de analizar toda la trama. Pero en “Callejón sin salida”, como dirían en los trailers de la época hay intriga, romance, misterio, asesinato, seducción y frases lapidarias. A lo que yo añadiría buen cine. La película se adscribe sin problemas al género detectivesco con fondo noir. Y su director John Cromwell se siente cómodo manejando sus claves. Lizabeth Scott rezuma ambigua elegancia, bebe “gin fizz” y fuma muy despacio. Y hasta los sabuesos de la policía cumplen su papel.
Se podría decir que todo es típico y tópico en “Callejón sin Salida”. Y siendo verdad sería muy injusto. Tan inapropiado como aseverar que estamos ante un mero film artesanal realizado con oficio. Nada de eso. Esto no es un pastiche ni una fotocopia, sino una cinta vibrante en la que cada fotograma rebosa autenticidad. El humo del club es genuino, los claroscuros de los hoteles respiran veracidad y las interpretaciones se acoplan como un guante al fatalismo propio del género.
Y el engranaje de la historia, que como mandan los cánones da varias vueltas sobre sí misma, envuelve tanto al espectador como a los personajes. Un viaje cuya atmósfera podría resumirse en pocas pero rotundas palabras: ambigüedad, sordidez y perversidad sin perder su cáustico sentido del humor. Los diálogos ágiles y cargados de dobles intenciones sirven a una narración perfectamente engrasada.
Y sin embargo, volvemos al principio. Esta película, ni ha pasado a la historia, ni está especialmente considerada dentro del género. No ha quedado grabada como otras en la retina ni en la memoria cinéfila. No obstante, cometerá un grave error quien piense que esto es una película-fórmula que se puede repetíir o subvertir creyendo que se está reinventando el noir clásico.
En absoluto, aquí hay personalidad y celuloide de buena ley. Esto no es un ejercicio de cine sobre cine siguiendo un manual. Y la sóla idea de plantearse la imitación se antoja estéril. El cineasta de última generación que crea que puede recrear el género negro limitandose a copiar sus claves tropezará con graves escollos. Es mucho más dificil de lo parece tomar la autopista del escaneado genérico. En muchas ocasiones ese atajo conduce precisamente a un callejón sin salida.
Pero para llegar a esa conclusión no hay que ser cahierista ni escribir en Positif. Woody Allen lo explica muy bien en una de sus obras cuando pretende ligar como Bogart copiando sus frases y su look de tipo duro. El fracaso es estrepitoso. Y eso no sólo es una película. Es una auténtica lección magistral sobre cine.
Pero para llegar a esa conclusión no hay que ser cahierista ni escribir en Positif. Woody Allen lo explica muy bien en una de sus obras cuando pretende ligar como Bogart copiando sus frases y su look de tipo duro. El fracaso es estrepitoso. Y eso no sólo es una película. Es una auténtica lección magistral sobre cine.
Gran repaso a un género, a una época,a una ética, a una moral,en fin, a todo lo bueno que dio el cine. Hablas de los tópicos (según cree la gente),pues a mí me encantan, por ejemplo el Marlowe-Bogart de ese admirable narrador que es Howard Hawks, se incorpora con pleno derecho a la galería de héroes hawksianos, hombres testarudos que dedican su vida al logro de sus fines y a conseguir que se haga lo que ellos estiman que se debe hacer, como, en este caso, llegar al conocimiento de la verdad por dura que ésta sea. Además de todo lo dicho, este filme es un filme de atmósfera, de ambiente. Desde la primera escena en el sofocante invernadero del General Sterwood, hasta el final, predominan la oscuridad, las calles húmedas por la lluvia, los espacios limitados de pequeños apartamentos o de destartaladas oficinas, en las que los personajes juegan con esa falta de luz (recuérdese la muerte de Eddie Mars), que añaden tintes sombríos a un universo por sí lleno de sombras, como una traducción perfecta del ambiente de corrupción y decadencia generalizada del que únicamente emerge, quizá por el hábito de desenvolverse en él de forma casi permanente, la integridad de Philip Marlowe, detective privado. "Conozco tu especie", le dice Marlowe a la Bacall cuando ella, en la mejor tradición - vestida de negro, con dólares y en un coche - emprenderá una fuga nocturna.
ResponderEliminarClaro,estoy hablando de El sueño eterno,el de Chandler,el de Bogart,el de Marlowe,el de la Bacall,el de una generación,todas las generaciones.Y por supuesto,mi sueño.
Un fuerte abrazo y disculpa todo este rollo.
Siempre he pensado que este género era algo abigarrado y, perdóname, pastoso por la excesiva lentitud de las escenas, el ambiente rancio que se le pretende dar en exceso.
ResponderEliminarNo sé, como faltas de naturalidad.
No obstante, he de decir que he visto este tipo de películas y del gran Bogart porque encarna el papel de tipo duro y sin embargo humano,magistralmente. Ésta en concreto no la he visto, pero sí otras y por supuesto, Casablanca que me gusta mucho.
Abrazos.
Mi adorado Bogart.
ResponderEliminarEsa risa de loco en El tesoro de Sierra Madre, la petulancia de La Reina de África, un cierto misterio en El Halcón Maltés, el hechizo de El sueño eterno...¡ah, hombre sufrido y comprensivo en Casablanca!
Y no, éste no lo he visto, no. Pero encantada con tus textos y enamorada tiempo ha de Bogart, no puedo por menos que apuntármela.
Efectivamente, ese aleteo de estremecimiento al ver algo del antiguo cine negro, es difícil de encontrar hoy.
El lujazo que significa aprender contigo, hoy se aumenta con unas gotas de enamoramiento...¡ains, Boart!
Una de mis primeras pelis que vi de él fue un verano en Barcelona, hace más de tres décadas, me metí en una sala de AyE y ví Cayo Largo y El Halcón Maltés de una tirada. Salí de noche, llovía a cántaros, pero yo iba súper feliz.
Besos, querido V.
A veces creo que hemos dejado atrás la época gloriosa del cine.
ResponderEliminarCuando veo películas como las que traes hoy, sé que que es casi imposible revivir otro Marlowe disfrazado H.Bogart, por ejemplo, con su pitillo colgante y la mirada desconfiada de quien no se le escapa un detalle.
Vivimos en una época hiper saturada de códigos y tan volátil en la generación de imágenes, que el nacimiento de un icono con tanto poderío como lo fue Bogart está fuera de nuestro horizonte, por ahora. Tal vez lo sea en el futuro, cuando las películas las veamos en nuestra cabeza y podamos integrarnos en ellas, una realidad virtual que parece próxima, y en la que, con suerte y con los ojos húmedos, podremos decir: tengo un pasado y presiento que no te va a gustar.
Un abrazo
Y estamos rodeados por mil estímulos que disuelven el impacto de una película en pocas horas.
La última frase iba antes del abrazo.
ResponderEliminarHuston tenía razón, claro. De nuevo haces una propuesta muy interesante, Victor, y ni el espacio ni el momento me permiten explayarme a gusto, pero no puedo más que acordar contigo que el género, precisamente ese, aparentemente es fácil y en realidad, no. Las simples operaciones comerciales bordeando el plagio no contentan a casi nadie, pero todavía, de año en año, hay buenos ejemplos sobrevivientes.
ResponderEliminarLo importante, como siempre, es el guión y ahí reside la guadaña que cercena de un tajo aspiraciones llenas de infulas. No hay más que leer y recordar las frases iniciales de tu reseña para constatar que ese listón pocos lo franquean hoy.
Un abrazo.
Me pasa como a Virgi.
ResponderEliminarMi edad me lo permite.
No la he visto, o na la recuerdo.He visto muchas películas de género antes de tiempo. Demasiado joven.
ResponderEliminarMe gustan los (y las) actores que son capaces de adaptarse a cualquier papel y romper en pedazos lo que los espectadores esperamos de ellos (y ellas).
Me gustan las películas de género que se renuevan a si mismas y las que no lo hacen pero me sorprenden, me hacen disfrutar y me permiten pensar y hacerme alguna pregunta.
Un abrazo!!
Pdt: la apunto y a ver si hay suerte y logro verla.
Las primeras líneas de mi vida con una cierta pretensión literaria las escribí sobre Bogart. No es mi título favorito pero hay que regresar a él y disfrutarlo. Y tú nos has echado una mano. Abrazos
ResponderEliminarFrancisco Machuca. Muchas gracias. No serè yo quien le reste mèritos a ese sueño eterno. Inolvidable y mìtico. Nada que añadir a tu excelente alegato.
ResponderEliminarsi he escogido esta pelìcula es precisamente por que no goza de la mìtica y el reconocimiento que el film de Hawks. Y sin embargo poco tiene que envidiarle. De eso se trataba entre otras cosas, de rescatar una pelicula excelente que no goza del aplauso general.
No molestas en absoluto. Al contrario, te agradezco mucho la visita. Un abrazo
Marinel. No te niego que las tramas de estas cintas clasicas de cine negro son en ocasiones enrevesadas y hasta abigarradas.
ResponderEliminarNo las veo pastosas. Y mucho menos lentas. Al contrario. Muchas tienen un ritmo vertiginoso. Pero es cuestion de gustos. Rick es Rick....poco voy a añadir yo. Gracias y un abrazo.
Virgi. Adorado por generaciones. Ponte a la cola jaja...esas peliculas que citas en programa doble....que envidia. Yo no las he visto en una sala de cine...y eso si que tiene un plus.
ResponderEliminarGracias a ti por pasarte. Si te gustaron aquellas esta no le va a la zaga. Un abrazo
Amaltea. Por supuesto que la hemos dejado atras. Hoy solo podemos disfrutarlas como piezas de museo.
ResponderEliminarY comparto tu idea. Vivimos una època repleta de fugacidades en la que, salvo alguna excepcion, todo es muy volatil y pasajero. Como las modas de temporada. Y hay moldes irrepetibles...
Respecto de lo virtual...esta x ver lo que nos depara....aunque tu reflexiòn es muy hemosa. Un abrazo
Josep. Como bien sabes, son muchos los que han considerado facil recrear este gènero. Y dsde luego no lo es.
ResponderEliminarY seria facil poner ejemplos. Todavia hay quien cree que colocando la voz en off ya se situa para arrancar. Y no.
Como bien dices la clave esta en los guiones. Y en una atmosfera inimitable que es la radiografia de toda una època. Un abrazo
Paradela. Cualquier edad es buena para darse el gustazo...o dicho de otra manera...para degustar este plato no hay edad. Un abrazo.
ResponderEliminarUtopia. La versatilidad es un grado, desde luego. Y no todos gozan de ella. Ademàs en esa època el encasillamiento tras un èxito lo imponian los propios estudios....
ResponderEliminardesde luego que todo gènero necesita renovarse y no estancarse. Lo contrario lleva a repetir fòrmulas de èxito.
Y claro que reflexionar a la salida. Me apunto a eso. Nada peor que ver y olvidar a los cinco minutos. Ese es mal sintoma. Un abrazo
Jose Luis. Desde luego ha sido y serà fuente de inspiraciòn. Precisamente comento esta, por ser menos conocida y poseer sus virtudes, que las tiene. Aunque entiendo que otros tìtulos te atrapen màs. Un abrazo
ResponderEliminarMe estoy leyendo y disfrutando un libro de Peter Bogdanovich que habla sobre distintos actores de Hollywood en una dimensión muy personal porque a algunos de ellos los conoció personalmente o conocía muy bien el terreno que pisaban. Cuando escribió de Bogart éste ya había fallecido pero corrían los años 60 y se constababa un culto ilimitado hacia su imagen representada. Cuenta como el Time sacó una columna que reflejaba la popularidad cada vez mayor de las películas de Bogart y se centraba en el culto underground en Harvard entre los estudiantes. En temporada de exámenes... la sala de proyecciones local ponía películas de Bogart... O cuenta cómo en una sala de Nueva York por la misma época se realizó una retrospectiva de sus películas y la sesión doble de El sueño eterno y Tener y no tener... rompió todos los récord de taquilla... Así que Bogdanovich ofrece un interesante retrato con testimonios de aquellos que le conocieron a la vez que juega con cómo se le representaba en las películas.
ResponderEliminarRecuerdo vagamente Callejón sin salida. Recuerdo que me gustó... y su ambiente, como tan bien reflejas en tu post. Pero es cierto... creo que solo he visto una vez esta película y si me preguntan un listado de películas de Bogart, seguro que se me olvidaría nombrarla. Sin embargo... leyéndote me ha apetecido mucho volver a verla.
... quizá si me dijeran dinos tu Bogart... pensaría en El último refugio, Casablanca, En un lugar solitario y Más dura será la caída...
Besos
Hildy
Un beso
Hildy
Empezamos a estar tan cinematográficamente compenetrados que ya hasta me quitas el comentario del teclado: pensaba escribirte –y al fin y al cabo ya estoy en ello- que mi primer contacto con Woody Allen está ligado al Bogart más arquetípico como infructuoso modelo para el acercamiento a las chicas: “Sueños de un seductor”, interior (de un cine de Burgos), tarde (una de mis 16 ó 18 años). Creo que a uno le gusta comprobar que cualquier película de un icono del cine es tal y como una espera que sea, sin que por ello le agrade sobremanera ver cómo puntualmente el papel se invierte. En Bogart esto resultaba fácil, pues parece que era mucho más versátil de lo que algunos pudieran creer. Eso sí, siempre con esa mirada de alguien, como dice Garci, a quien le ha pasado todo lo noche anterior. Magníficos, como siempre, tanto el contexto como la perspectiva crítica que adoptas al acercarte a una película. Tengo que revisar este “Callejón sin salida”. Saludos en negro.
ResponderEliminarHildy. Pues resulta muy revelador y hasta sorprendente tu comentario. Siempre nos han vendido los sesenta como el momento de nacimiento de la contracultura y por consiguiente, de ruptura con los mitos clasicos.
ResponderEliminarPero a la vista està que no es asì, por cuanto las universidades se llenaron. Y no solo para ver out of the blue de Dennis Hopper...sino a Bogart...
He escogido precisamente esta pelicula x no ser uno de sus indiscutibles clasicos. Y sin embargo sabe integrar las convenciones genericas en el relato con gran aplomo y personalidad.
Me inclino a pensar que las razones que hacen que esta excelente pelicula no sea tan mìtica como otras se debe tal vez a la quìmica. Aqui funciona. Pero con Bacall era sobresaliente. Un abrazo
Juan Herrezuelo. No era premeditado, que conste jaja...Sucede que en ocasiones se terminan compartiendo referentes, sean estos literarios, musicales o cinèfilos...Allen imparte en esa pelìcula un pequeño master cuando incluso toma a Bogart como profesor particular para moverse en la vida y con las chicas....no sirve copiar el molde.
ResponderEliminarY es cierto que los estudios buscaban repetir exitos calcando arquetipos. Luego eran los propios actores los que se desmarcaban buscando otros papeles.
Esas sesiones adolescentes no se olvidan....bueno hoy sì. No imagino a un adolescente de hoy diciendo....recuerdo muy bien hace veinte años cuando fui a ver la secuela de Robocop...un abrazo
Pues creo que no la he visto, y si la he visto no la recuerdo nada.
ResponderEliminarEstá muy bien que hayas citado las dos de Huston (Sierra Madre y La reina de África) o El motín del Caine para hablar de cómo Bogart podía asumir otros papeles más allá de los de su "personaje", pero yo me he acordado de un western con James Cagney en la que él hacía de malo (vestía de negro)...era malísima y Bogart daba más bien pena (como la peli)... Para equilibrar la cosa, diré que una de las pelis que más me gustan de siempre y que se me quedó grabada de crío es esa en la que Cagney y Bogart empezaban compartiendo trincheras en la I Guerra Mundial y luego eran socios (que acababan a tiros) en el contrabando de alcohol. La de Los violentos años 20 (pero esa era más de Cagney que de Bogart)...
Lo del sentido moral de la muerte del perro en la peli de Hitchcock es tremendo!! (jaja)
Un saludito.
PD: Apunto esta para un futuro visionado
Confiaré en ti y la buscaré jaja me ha gustado eso de que.. “sabe que tarde o temprano recibirá una paliza”... y sí, tienes razón Lizabeth Scott tiene un aire en más dulce a Lauren Bacal. Si te soy sincera aunque el cine negro meencanta Bogart no es de mis favoritos como actor... es cierto, su marcada personalidad anticipa demasiado y por muchas variantes sorpresivas que se le quieran incorporar, es él siempre.. con smoking, gabardina o vestido de marinero, él:))
ResponderEliminarMuchas gracias por abrir tu cine, si tardas mucho se extrañan tus pelis. Muchos besos V, disfruta del finde.
David. Tambièn me gusta la de los años veinte, aunque hace mucho que no la veo.
ResponderEliminarY la que dices vestido de negro....esa no la he visto. A ver, es verdad que era versatil y que hizo mas cosas y distintas...pero no creas, tiene como todos algun patinazo....
Esta me la dejaron y me advirtieron...no esta mal pero muy lejos de las de Hawks o el ultimo refugio....no lo veo asì. La verdad es que me sorprendio...
Efectivamente....tremendo, pero no creas que tiene su miga lo del perro. Un abrazo
Maria. Bueno, espero que si la ves no te defraude. Bogart...en fin solo es en realidad una excusa para hablar de otras cosas....
ResponderEliminarLa imagen que ha pasado a la historia como mito del cine es la que da enesta pelicula y otras....cinico, astuto, seductor, descreido y con una forma de ir por la vida muy particular.
Pero cierto es que hizo mas cosas....espero te guste. Gracias x el apoyo, reconforta. Un abrazo
Me diste en uno de mis iconos particulares: Bogart. Me llega siempre. Con decirte que, cual quinceañera, tengo una foto suya enmarcada; echa humo y mira sobrado..., ¡divino!
ResponderEliminarPero esta peli en concreto no la he visto, vaya, vaya, así que me la apunto ya mismo.
Un abrazo.
Me ha gustado mucho tu reseña, me parece de lo más inteligente. Bueno y los comentaristas están a la altura, (ésto me ha quedado un poco "pelota" pero no es menos cierto).:-)
ResponderEliminarDigamos que en el caso de Humphrey Bogart es dificil, dado su carisma, dejar de verle como "ese tipo con gabardina y gesto melancólico" el duro más duro del noir (con permiso de Mitchum)el romántico que se esconde tras el gesto cínico de Rick en Casablanca o el borrachín "maravilloso" de La Reina de Africa, su Oscar (ya que estamos en ello).
Hay actores que "siempre hacen de ellos mismos", eso tambien decian de Wayne, pero yo no estoy de acuerdo, no del todo.
No recuerdo Callejón sin salida pero me apetece verla;
curiosamente estoy viendo una peli ( a ver que saco de ella)en la que Bogart tiene un papel secundario junto a su amigo Leslie Howard al que le debe su participación en El Bosque petrificado que casi es su comienzo y su éxito, si no me equivoco, en el cine.
Como todo está dicho, y muy bien por los aquí participantes, sólo me queda despedirme.
Un abrazo al filo del domingo
Aunque me encuentro entre las fans del 'noir' y de Bogart, no recuerdo haber visto la peli que nos traes. Pero tomo buena nota, de tu reseña, Víctor.
ResponderEliminarYo me crié en una aldeilla de Galicia, donde sorprendentemente, existía una especie de Cinema paradiso, adonde llegaban todo tipo de películas, pero especialmente de aventuras y de este género. Dado que las oportunidades de diversión ahí, eran escasas... la mayoría, no nos me perdíamos ni una! así que... lo mismo sí la he visto...
Eso sí, el propietario del local, tenia predilección por James Cagney y Eduard G. Robinson... de los que si no lo he visto todo, poco me quedará ;)
Magnífica reseña, como es habitual en ti.
Isabel. Gusta a muchísima gente. No se si cual quinceañera, ya que este tipo de mitos lo son década tas década tras década....son intemporales, no caducan.
ResponderEliminarYo que suelo decir que no tengo mitomanía alguna no puedo dejar de reconoicer que hay evidencias que en fin...Esta muy bien la película, Un abrazo
Abril....No, no, no, mucho más inteligentes, guapos y estilosos los comentaristas...no hay color.
ResponderEliminarEs verdad, se decía eso también de Wayne y estoy de acuerdo en que no todas son otra de Bogart o otra de John Wayne.
He escogido esta precisamente por eso, por estar un tanto a la sombra sin merecerlo en absoluto. Ya sabes, operación rescate.
Luego no siempre hacen de ellos mismos, aunque la imagen que queda en la memoria del aficionado es esa que tu expones...
Esa que estas viendo si es la que yo creo hace mil que no la veo. Un abrazo
Cristalook. Pues esa es precisamente una de las razones de que la haya sacado a escena....que no es uno de sus títulos míticos y esta un tanto olvidada...
ResponderEliminarSi te gusta Bogart te encantará, es él en su propia salsa...un abrazo
Me ha encantado como siempre la radiografía tan brillante de esta película que no he visto por cierto. Y por supuesto me ha gustado la manera de desgranar lo que significa el mito a la hora de encasillar a un personaje. Agradecida como siempre, Victor.
ResponderEliminarEs que hay actores que están amoldados a un determinado papel porque conviene, lo hacen bien y se encasillan. No sé si eso será más culpa del actor o actriz en cuestión o de las limitaciones que pueda tener y de las que se de cuenta. Lo lamentable sería que un intérprete pudiera hacer lo que le diera la gana y se encasillara por dinero, o por ser un conformista, por ejemplo.
ResponderEliminarSuperar un género, o arquetipos (con todo tipo de clichés que se van repitiendo en el transcurso del tiempo), y que resulte no es fácil; supongo que esa será parte de la genialidad de quien lo consigue. Creo que algo como el western crepuscular podría entrar en este apartado: cumple reglas, pero no todas; en la revisión no deja de haber cierta transgresión.
Bogart, desde luego, hizo personajes de cine negro icónicos, con su marca especial. Toda una personalidad. Callejón sin salida no la he visto, pero me la anoto sin duda y pienso verla; la pones bien y eso es una garantía. Sabes que hay otra Callejón sin salida de Polanski.
Un saludo, V. Cojonuda la entrasda.
Maripaz. Muchas gracias...de eso se trataba, de ver como los mitos del celuloide pueden condicionar la elaboraion de una película y la mitada del espectador.Un abrazo
ResponderEliminarJavier Simpson.Gracias.Tiene mucho que ver con todo lo que comentas, y con algo mucho más simple, la rentabilidad económica que determinados papeles tienen en un momento dado.
ResponderEliminarSi el rol funciona....y tiene éxito,se busca repetirlo.Sucedía en la etapa de los estudios y sucede hoy.
La idea de superar o reinventar los géneros continua. Yel ejemplo que pones del western es muy claro... Sea o no crepuscular. Otra cosa es si se intenta siempre transgredir o no. En ocasiones creo que no que se apuesta sobre seguro y se repite una formula.
Un abrazo
El cine, pero con mayúsculas.
ResponderEliminarSaludos.