Algunas cuestiones fruto de la más pura casualidad llaman particularmente la atención en “el inocente” (the lincoln lawyer). La primera son sus protagonistas y su diferente trayectoria profesional en esto del celuloide. Curiosamente, ambos comenzaron sus carreras en sendos films judiciales y coinciden ahora, muchos años después, aunque en diferente situación y status. Mathew MacConaghey se estrenó a lo grande en “tiempo de matar” (a time to kill) film de Joel Schumacher donde encarnaba a un joven e idealista abogado. Caso típico de operación de mercadotecnia en la que toda la maquinaria de producción hollywodiense se pone al servicio de una estrella emergente facilitándole un papel bombón para lanzar su carrera. Por su estudiada composición se le llegó a comparar con Paul Newman. Así de necesitados estamos de talentos. Por su parte Marisa Tomei, se convirtió en polémica ganadora del oscar, por un cómico film judicial “mi primo vinny” en el que encarnaba de forma salerosa y picante a la novia de un sujeto mafioso que ni siquiera era abogado y que a base de gracietas varias era capaz de ganar un caso imposible. Aunque existen diferentes versiones la historia es conocida: dicen las malas lenguas que Jack Palance en la ceremonia olvidó sus gafas y en el momento de leer la papeleta, al no poder ver bien el nombre dijo lo que le vino en gana. La lotería le tocó a Marisa Tomei, cuando todas las quinielas señalaban a Judy Davis. El caso forma parte de la crónica negra de los oscars.
Sin embargo, a partir de ahí, las cosas no fueron igual para ambos. El prometedor actor de “lone star” de John Sayles, fue dilapidando poco a poco su prometedor inicio a base de comedias de usar y tirar y olvidables films de aventuras. Salvo una muy honrosa excepción “U-
Marisa Tomei, tras el incidente tuvo que soportar más de un desprecio y hasta alguna columna en la que se le recomendaba que devolviese el oscar regalado. Ella no se amilanó y fue demostrando tacita a tacita que no solo es una comediante solvente (“Only you”), sino que está muy dotada para el drama, madurando con notable esplendor y ganandose el aprecio general. Ahí están interpretaciones memorables como “en la habitación” que hablan por si mismas.
Y en estas llegamos a “el inocente”. Aparente film rompedor y con clase en el que se pretenden resolver cuestiones y temas muy viejos de forma nueva. En este caso, y una vez más, el carismático abogado tan cínico como habilidoso se ha de enfrentar por enésima vez a la defensa de un niño pijo hijo de una mamá escandalosamente rica que, faltaría más, vive en una enorme mansión. El chico dice que es inocente, y al chulesco letrado el asunto le viene al pelo ya que lleva escrito en la matrícula de su coche-oficina “no guilty” o sea no culpable.
Además en esta trama-lastre, no faltan los sempiternos apuntes sobre corrupción, avaricia, falsos culpables y traumas homicidas. Pero claro, no basta con filmar el eterno catálogo de lugares comunes de forma frenética, espídica y a ritmo de soul tratando de ser original e inspirar buen rollo ambiental y ritmico cuando el libreto tiene que cargar con situaciones tan arquetípicas que tiran de espaldas.
A la narración le falta garra, textura y aplomo, y le sobran velocidad expositiva e influencias videocliperas. Y para colmo de tópicos, la presunta intriga contiene sorpresa a mitad de película. Pero como ante el barco que se hunde cualquier cabo al que agarrarse es bueno aun queda aferrarse a una esperanza: pasados quince minutos Mathew y Tomei se ven las caras. ¿Y que se nos ofrece? Pues veran, algo muy novedoso, y sino juzgue el lector: Resulta que ambos están cordialmente separados, ella es fiscal y él abogado defensor ¿les suena?. Pues de todos modos que nadie se alegre, esto no es “la costilla de Adan”. Por el contrario, ella parece que le dejó por ser un tanto irresponsable, no cuidar la relación de pareja y carecer de escrúpulos profesionales, y cito a la fiscal “tu te dedicas a poner en la calle la basura que yo recojo cada día”. Aun así, como él es un crack en lo suyo y le sobra simpatía ella, aunque intenta resistirse, le añora, le admira, le desea y no se cuantas cosas más ¿les vuelve a sonar? Pues hay más, sus conversaciones se centran en profundas y fabulosas aportaciones al mundo de la pareja del tipo “te recuerdo que el domingo tu hija tiene partido, espero no lo olvides de nuevo” y él responde que está hasta arriba de trabajo pero que pasará a recogerla, a lo que ella añade aludiendo a la menor “parece que algo hicimos bien” ¿les termina de sonar la canción? Pues sigamos, que llega el estribillo. Aun estando separados, como son muy modernos se acuestan de vez en cuando, pero eso si, tienen que tener cuidado de que la niña no los vea en la cama para “no confundir sus sentimientos”. No les cuento como acaba la cosa, porque como cualquier mala canción lo hace de esa forma tan sobada y lamentable que cualquier espectador ya conoce de memoria.
Ahora bien, olvidaba decir que una de las bazas que se juega a fondo y se nos vende en esta cinta dirigida por un olvidable Brad Furman es el presunto retrato del carismático letrado plagado de vicios al cual el film va a someter a penitencia para que en el climax alcance su redención. A ello poco ayuda una interpretación pasada de rosca en todo momento. Este tipo por tanto, no es ya el idealista y romántico defensor de la ley de “tiempo de matar”, sino una parodia de múltiples registros anteriores, una mala mezcla de Harper, el detective que interpretó en dos ocasiones Paul Newman y una versión light del abogado de “el cabo del miedo”. Un tipo sarcástico y depredador que lo primero que te explica es su tarifa y dotado para la picaresca. En realidad un mediocre jugador de cartas marcadas, un feriante de tres al cuarto que de pronto descubre que siempre es buen momento para rectificar y hacer las cosas bien. La desagradable sorpresa para el espectador llega cuando su redención y toma de conciencia ni siquiera es tal.
En uno de los momentos fuertes del film y a la manera de Nick Nolte en “el cabo del miedo” este sujeto que parece haber comprendido que debe ir por el camino recto y hacer las cosas conforme a derecho no tiene inconveniente alguno en usar los servicios de un grupo de moteros que le deben favores para que den al culpable un soberano repaso, lease paliza en plena calle. Y se queda tan ancho. La cuestión que uno se plantea es cuando semejante acto le pasará factura. Cuando le remorderá la conciencia a este impresentable que en nombre de no se sabe que justicia muestra su arma a su antagonista de forma amenazante, insultando de forma grave a la profesión que ejerce. Arma que por cierto terminará usando. Repito ¿Cuánto tardará en arrepentirse de ello?¿Diez años como en el film de Scorsese? ¿O tal vez al final de su carrera como le sucedía a Paul Newman en “Veredicto final”?. Pues va a ser que nunca, ya que en este film no solo no se cuestionan, sino que se aplauden con fervor esas decisiones al margen de la ley y de toda ética. Aunque ello no sorprende. Nadie en su sano juicio pensará que este letrado ni los responsables del film tengan noción alguna sobre ética profesional y filosofía del derecho. No sabrán quienes son Locke, Norberto Bobbio o Alf Ross. Tampoco esperamos que pasen su tiempo libre leyendo “la teoría de los sentimientos morales” de Adam Smith o “la teoría de la justicia” de John Rawls, sino viendo videos de
Yo la pienso ver pero con otra predisposición, pura diversión y nada de juicios serios, creo que parte de la recriminación que haces es justificada pero a la vez pienso que uno tiene que estar preparado para el tipo de cinta, ésta película es comercial, no esperes demasiado de ella, yo por eso termino contento porque la veo con animo de soltarme, de todas maneras es interesante leer tus argumentos, de lujo como siempre. Un abrazo.
ResponderEliminarMario.
Particularmente me pareció agradable en su propuesta, le encontré varios aciertos, aunque careza de otros cuantos; la actuación de MacConaughey está muy notable (creo que nunca lo vi tan bien), al igual que el guión y la dirección. Es un retrato sólido con una que otra sorpresilla de por medio. Yo la recomiendo.
ResponderEliminarSaludos!!
Muy ácida, tu crítica. Por suerte pra mí, ya no tenía ganas de verla que sino... La verdad es que pintaba tan tópica como dices, pero me he reído un rato con tu exposición de los diáologos y los temas. En cuanto al Oscar de Marisa yo siempre había oído esa leyenda, pero como que Palance estaba borracho. En fin, también se dice que era la única nominada no americana y que Hollywood no lo pudo soportar. A mí me encanta Marisa Tomei pero visyo lo visto, volveré a ver El luchador. Un abrazo.
ResponderEliminarVaya repaso que le das a la película ehh!! Qué pena, estas películas de juicios y con intriga, me encantan.
ResponderEliminarLa verdad es que ninguno de los dos actores me dice gran cosa... y querer comparar a Mathew MacConaghey con Paul Newman.... grrrrrrr!!!! En fín, no sé si te has encontrado con alguna de mis hagiografías... la primera que hice se la dediqué a Paul Newman.
La falta de ideas en los guiones es letal y por lo que dices... por ahí va uno de los problemas de la película.
No sé si la veré...
Un abrazo!!
Mario.Por supuesto que puedes afrontar la visión de modo lúdico y sin complicaciones, faltaría más. si yo voy con el garrote preparado es porque la película tiene aspiraciones de ser algo más que un entretenimiento. Aun así, me niego a considerar esta película como "entretenida" y punto. Si lo hago, creo que contribuyo a que la próxima temporada me coloquen otra ración de lo mismo.Saludos
ResponderEliminarDaniel. Si te parece un retrato sólido con buenas interpretaciones y estupenda dirección, solo puedo decir que me alegro por ti, que entonces la habrás disfrutado muchísimo más que yo.Para mi no deja ser un pasatiempo de usar y tirar. De todas formas,como todo es opinable siempre se agradecen opiniones diversas como la tuya.Un saludo
ResponderEliminarDavid. Sobre el oscar de Marisa corren efectivamente rumores varios, incluido el que tu apuntas sobre la posibilidad de que Jack Palance llevase dos copas de más. La película es muy tópica, aunque intenta disimularlo con un ritmo funky-soul y moderneces varias sin conseguirlo. Aunque lo peor es el viraje hacia lo reaccionario del último tercio.Saludos.
ResponderEliminarLaura,creo que no se debe tener compasión con estos supuestos productos de empaque que al final nos cuentan la misma historia de siempre. Pero si te diré que el actor en sus dos primeros films, y sobre todo en U-571,film que recomiendo, está bien.Luego perdió el norte. Pero aun así, recuerda que a Paul Newman también le dieron muy duro los críticos en sus comienzos. Un saludo.
ResponderEliminarBueno, por lo que estoy viendo, incluido en tu blog, la película sale malparada. Creo entonces que no la veré. No se trata de perder el tiempo. Un saludo.
ResponderEliminargracias por tu comentario :) te sigo!!!
ResponderEliminarpor eso hay que buscar el equilibrio.
ResponderEliminarRenata, pues muchas gracias.Un saludo.
ResponderEliminarDavid C. Desde luego, el desequilibrio es uno de los defectos de esta película que se cree importante.Un saludo.
¿Seguro que lo criticaronnnnn????
ResponderEliminarBahhh pura ignorancia, jejeje...
Besos
Pues si Laura. Aunque parezca mentira a Newman en sus comienzos le dieron hasta en el carnet de identidad. Se decía que todo en él era físico y que su talento escaseaba, y para colmo se le comparaba siempre con Brando o Montgomery Clift, siempre a favor de estos. El tiempo fue poniendo las cosas en su sitio. Un saludo
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