Una de las ventajas que tiene ir acompañado al cine por una persona con fino olfato y elevadas dosis de sentido común, es que en ocasiones de un zarpazo certero te hace la crítica de una película. Cuando al finalizar la proyección uno, aficionado a divagar, se encuentra debatiendo sobre pros, contras, peros y logros, llega con contundencia esa frase rotunda absolutamente desarmante que para colmo hace diana en el mismo centro. El último ejemplo lo tengo reciente, tras el visionado del film de Guillaume Canet “pequeñas mentiras sin impotancia” (les petits mouchoirs). Cuando uno aun se está desperezando del amplio metraje y todavía no ha estirado las piernas me atrevo con la pregunta tópica ¿Qué, que te pareció? La respuesta, tan sincera como fulminante obliga a dejar constancia de que el copyright de este comentario es en gran parte prestado. Pero volvamos a la sala. Como en principio no hay respuesta insisto ¿Qué te preguntaba que que tal? Por fin y con cierta desgana: “Ah, pssssa, muy larga. A mi de todos estos, el único que me ha gustado es Chanquete, por cierto que sed ¿no?”.
Y es en ese justo momento cuando uno se da cuenta de que la crítica ya está casi hecha. Recapitulemos. Nos han vendido este agridulce melodrama generacional como un cruce entre Kasdan y Branagh, pero no se dejen engañar. Esta claro que esto no es ni “Pauline en la Playa ”, ni “grand canyon” y mucho menos ”un domigo en el campo” o “une partie de campagne”. Pero aun así, las ambiciones desmesuradas de monsieur Canet y su tropa, son tantas que al final su aparente derroche y sobredosis de ideas colapsa, encalla y se queda, lástima, en tierra cenagosa, como el yate del film. A punto está de escaparse una referencia mucho más cercana y archiconocida, nuestro nunca bien ponderado “verano azul” de Antonio Mercero. Solo que aquí hay que añadir unas ínfulas de autoría de nueve grados en la escala de Richter, ya que a la paleta de este director no le basta el azul, pretende cubrir todas las gamas del arco iris, a la búsqueda de un auténtico verano multicolor.
Veamos. Comienza su film supuestamente a lo grande, con un auténtico alarde visual y pirotécnico. No busquen intencionalidad dramática alguna, ya que no la hay, sino más bien ganas de que el cinéfilo alucine con el epatante ejercicio de impostura. Para ello, se desea dejar claro desde el primer plano que aquí hay potencia narrativa, estilo visual y que se maneja la cámara como nadie. Y para eso nada mejor que tirar de hemeroteca, perdón filmoteca. Y como dicen los franceses ¡Voilá! Se invierte el proceso de plano secuencia que filmó con éxito Brian de Palma en “snake eyes” y asunto resuelto.
Tras una breve estancia parisina el grupo se va de veraneo a la playa, más creciditos pero, eso si, con la misma empanada adolescente que los de Mercero. En “verano azul” sonaba una musiquilla silbada muy característica que servía de leit motiv de la serie. Aquí, como se carece de ideas propias y estamos en pleno saqueo de las ajenas, se introducen con calzador temas pop-rock americanos y se dispersan a lo largo del metraje al más puro estilo “Forrest Gump”, solo que sin venir a cuento y nuevamente sin necesidad dramática que lo justifique. Una pena. No todo el mundo es Paul Thomas Anderson o Cameron Crowe, quienes incrustan en sus tramas temas pop-rock como parte del recorrido sentimental y las vivencias de los protagonistas, creando un estado de ánimo. Aquí el pegote canta mucho, pues lo que se busca es conectar emocionalmente con cierto público de forma tramposa.
Una vez instalados, llega lo peor. Se convierte “pequeñas mentiras sin importancia” en todo un ambicioso y archisabido catálogo de insatisfacciones, carencias, amiguismo impostado y sinsabores afectivos a ritmo de las más rancias convenciones para reir y llorar donde Guillaume Canet por fin queda al descubierto. Y lo que es más grave, se destapa como maniqueo sermoneador sin discurso autónomo. Perdido en mil vericuetos reiterativos el supuesto plato fuete, el diseño de personajes, patina, y eso si que importa.
Algunos tipos como Francois Cluzet ejerciendo de gracioso anfitrión cascarrabias, gruñon y malhumorado resultan particularmente vomitivos. No menos cargante resulta la composición de mujer liberada que hace reportajes guays en el amazonas y practica sexo libre que incorpora Marion Cotillard, aunque eso si, algo les diferencia. Ella sabe defender con valentía su personaje, mientras que él está inmerso en un viaje hacia el ridículo y más allá. La película, huérfana de puesta en escena, queda pues en manos los actores, los cuales unos con mejor fortuna que otros, según su calidad interpretativa salvan las numerosas vías de agua del guión.
El desequilibrio, la arritmia narrativa y una asombrosa falta de definición afectan al proyecto a cada minuto que pasa. Y como la película es larga, cuanto más dura el suplicio peor es el castigo para el espectador y más en evidencia queda que esto es una operación comercial dirigida al mercado internacional que bebe de muchas fuentes ajenas, carente de personalidad propia y sobre todo, de un director que le de forma al conjunto.
Pero ya ven, por si lo anterior no fuese poco y como poseido por un extraño conjuro, Guillaume Canet se lanza en picado hacia el suicidio fílmico y nos entrega un tercer acto inenarrable en el que lo peor son las cuestiones morales que implica. Al final, se nos pretende colar la idea de que, aunque inconscientes, egoistas y con muchos defectos, esta es buena gente que también sufre y quiere a sus amigos. El presunto ácido retrato generacional se diluye como un azucarillo y en un impresentable ejercicio de autojustificación se copian literalmente los más temibles finales del peor cine posible. Incluso Chanquete, aparente conciencia del grupo, reaparece in extremis y se suma al despropósito.
Por cierto, en “verano azul” tenía un especial protagonismo una profesora que gustaba de tocar a la guitarra amables tonadas para concienciar a los personajes y al espectador. Aquí también aparece ese personaje, y se marca una canción con su guitarra, cuya letra sirve, se supone, para remover la conciencia del grupo. Y en segunda instancia dirigir idéntico sermón al espectador. Puesto que la historia tiene al parecer tintes autobiográficos, conviene aclarar conceptos. Olvida Guillaume Canet, que tal vez nosotros los espectadores no seamos como él y sus personajes. Olvida que tal vez hay otro tipo de personas con otros valores que cuidan de sus familiares y seres queridos, y por supuesto no los abandonan para irse de camping a las primeras de cambio. Espectadores que no necesitan en absoluto que les sermoneen con cánticos que despierten nuestra sensibilidad y nuestra moral dormida, porque tal vez todavía la conservamos intacta y estamos bien despiertos, pese a los 154 minutos. Al final, lo dicho, que sed, ¿empacho tal vez?.
Bueno V, ya veo que te ha encantado :) La verdad es que no te falta parte de razón. Yo que hice una crítica muy positiva me enfadé con el metraje, con la música y con el tramo final. También señalé que era una crítica hecha desde la emoción y no desde la reflexión, porque sé que si se analiza como tu lo haces la película pierde mucho, pero por una vez me apeteció explicar como la película me había agradado desde la emoción. Sin embargo creo que toda la parte de comedia pura, más de medio metraje, funciona de manera genial, y que en el fondo Canet salva a sus personajes porque está más cercano al sainete que al pretencioso retrato generacional. Creo que en el fondo es cine comercial que divierte y que a veces encuentra sentimientos de forma elegante (aunque otras los busca haciendo demasiadas trampas). En fin, en esta ocasión, tenemos serias diferencias en nuestra percepción del film. Me sabe mal que no te haya gustado, pero en contra, la "discusión" merece la pena. Y repito, en parte creo tuienes muchas razón. Un abrazo.
ResponderEliminarBuff, no sé, no puedo opinar, porque no la he visto, pero si como bien dices hay maniqueo, el maniqueo es lo que peor llevo de las películas. Un saludo.
ResponderEliminarYo lo que peor llevo son las películas pretenciosas y ésta parece que lo es. Y eso que había leído alguna crítica, en otro blog, que la ponía bien... hmmm... las emociones me gustan pero si la película no se sostiene salvo desde ese punto de vista... bueno, me animaré a verla a ver...
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Pdt: si se te ocurre algo para los amores arrasadores, estás a tiempo aún...Te confieso que a mi me acobardan también, glup!!
He leído que tiene defectos pero que muestra cierta empatía con el espectador, como que lo arrulla en brazos en perdón de la falta de virtud natural, sin embargo al leerte no pasa eso, o al menos no ha surtido efecto en ti, lo cual me parece respetable, no a todos nos toca una película y más con el soporte razonable de tu escrito. La pienso ver para sacar conclusiones. Muy buena reseña. Un abrazo.
ResponderEliminarMario.
David.Te aclaro. En el caso que nos ocupa,esta no es una de las muchas malísimas películas que pueden estar en la mente de todos. Por el contrario, tanto su planteamiento, como las diversas temáticas que toca podrían haber dado como resultado un film memorable. Pero eso precisamente es lo que hace más grave y acentuada la decepción. Existían posibilidades reales que se dilapidan fruto de un trabajo deficiente de guión y de estructura dramática que desequilibran de forma seria la propuesta. Claro que aunque aislados, hay algun momento logrado. Pero el computo global resulta en mi opinión esquemático e insatisfactorio. Y mi severidad la provoca el propio director, quien en todo momento cree estar realizando una obra importante que quedará como radiografía de toda una generación. Un poco más de modestia hubiera beneficiado a una cinta de mucho menos alcance del que pretende. Sus ansias de llegar a un amplio espectro le pierden.Tu opinión por otra parte es muy válida y defendible, sobre todo desde la óptica que adoptas al abordar el film. Un saludo.
ResponderEliminarEmilio.la película va de complejo análisis de grupo, pero el esquematismo se adueña de la cinta fruto de sus trampas sentimentales y de un montaje deficiente donde la repetición machacona se convierte en norma. Un saludo
ResponderEliminarLaura. A mi la ambición artística en principio no me molesta, al contrario.Otra cosa es la pretenciosidad cargante de este agridulce psicodrama que se cree a si mismo de altos vuelos, y donde el director pretende exorcizar sus propios fantasmas sermoneando al patio de butacas, manipulando a placer las emociones del espectador. Solo algunas interpretaciones salvan el conjunto. Tomo nota de la invitación. Un saludo.
ResponderEliminarMario.En mi opinión este film , que promete en su publicidad un torbellino de sentimientos, solo roza en algunos instantes lo que pretende, y repito, no gracias al film, sino a determinadas interpretaciones. Un saludo.
Está claro q no te gusta q te sermoneen en pelicula. A mi tampoco, pero si no es cargante (y esta no me lo parecio) lo acepto. No dejas títere con cabeza, y yo creo que tiene que haber una indisposición previa (personal o de eleccion de película) porque no la encuentro tan mala como dices.
ResponderEliminarEso sí, que sepas que estas enlazado en mi blog!!!
Nos leemos!!!!
Pues no había ni indisposición ni predisposición. No obstante el film contiene algún pasaje de interés, aunque creo que al conjunto le falla su exceso de ambición.Lo dicho, nos leemos
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