El melodrama romántico más o menos desaforado surgido de los estudios en el periodo mudo y que se desarrolló en las tres décadas siguientes, siempre ha conocido cierta ambivalencia. Por un lado posee multitud de seguidores incondicionales que añoran como se articula un tipo de cine pasional que ya no se practica. Pero por otro siempre surgen, susurrando, veladas acusaciones de tremendismo que en determinados casos lo emparentarían con el folletín más sensiblero. No obstante, esa dualidad no siempre resuelta provoca una injusticia atroz que siguiendo ese patrón impediría colocar al melodrama clásico a la altura del resto de géneros. Este teórico problema llega a afectar incluso a Douglas Sirk, a quien incomprensiblemente en ocasiones se le discute que tense la cuerda melodramática hasta un punto de no retorno. Tal vez se olvida que el melodrama en su propia esencia se forja sobre una exaltación de los sentimientos que en muchos casos se llevan al límite. Una poderosa vibración musical que otorga verdadero músculo a las historias. Un recorrido en el que la experiencia sensitiva va siempre por delante del razonamiento estético o moral. A lo que hay que añadir que su continua convivencia con la tragedia en su acepción clásica y con el drama lírico hacen más difícil perfilar sus claves.
Cabría preguntarse si existe y cuales son las dimensiones de la hipotética delgada línea roja que marcaría la diferencia entre un culebrón venezolano y “El último cuplé” de Sara Montiel. Si cuando nos referimos a “Los abrazos rotos” de Almodovar, estamos ante otro modelo o ante una evolución o calco del esquema clásico. Y si este es más cercano a los citados o a “La rosa tatuada” con Anna Magnani y Burt Lancaster. Y si todo lo anterior tiene algo que ver con digamos “Serenata nostálgica” de George Stevens, con Irenne Dunne y Cary Grant. De lo que no cabe duda es que todos son melodramas, aunque como el café unos prefieren el capuccino y otros el irlandés bien cargado.
Es cierto que en ocasiones la partida se juega en el límite de lo asumible desde un plano puramente racional, pero lo es también que esa exacerbación es la propia savia de la que se nutre el género. Un par de ejemplos pueden servir: los finales de “Imitación a la vida” de Sirk y de “Duelo al sol” de King Vidor, mucho más melodrama que western. Ambos muestran al máximo su extremo potencial sentimental. Sus directores ponen la caldera a toda máquina y obtenemos lo más parecido al éxtasis que se pueda ver en una pantalla. Una auténtica sacudida volcánica. Y sin embargo, aunque ambos finales pudieran rozar lo folletinesco e imposible, la ceremonia de la exaltación funciona pese a su paroxismo en todo su esplendor.
Si a un melodrama romántico de ese tipo le añadimos a la coctelera un ingrediente llamado Bette Davis, el asunto puede adquirir proporciones inimaginables. Estamos hablando de una fuerza de la naturaleza que ya avisó sobre su capacidad destructiva a Leslie Howard mucho antes de que se lo llevase el viento en “Cautivo del deseo”. Estamos ante la absoluta protagonista de “Jezabel” “La carta”, “La loba” o “Eva al desnudo”. Y aunque es difícil establecer un ranking suyo en cuanto a perversidad, carácter, maldad, traición y crimen, podría decirse que en esa época supera todas las barreras posibles de perfidia en un magnífico film de King Vidor titulado “Más allá del bosque”.
No obstante, como estamos ante una todo terreno, en sus memorias afirma que su film preferido no es ninguno de los citados, sino un melodrama en el que se apuesta más por la lírica titulado “Amarga victoria”, en el que da vida a una joven vitalista enferma y sin curación posible.
Parecía lógico que tras el oscar por “Jezabel” y tras ser nominada y no obtenerlo en años consecutivos con “Amarga victoria”, “La carta” y la “La loba” se imponía un cambio de registro sin abandonar el género. La cuestión era si el público estaba preparado y dispuesto para ver a Bette Davis en el papel de víctima, de desvalida que necesita ayuda. Ello ocasionó más de una discusión en el estudio, que para más señas era Warner Bros. Aunque hay versiones dispares al parecer en principio ella no estaba interesada en el nuevo proyecto y era el estudio quien deseaba dar un giro a su imagen. Pero al final fue al revés. Una vez leído el libreto a la Davis le encantó y eran Warner en persona y el productor Hal B. Wallis quienes no veían claro que un cambio tan radical funcionase.
Por fin se llegó a un acuerdo y se comenzó a rodar. La nueva película de Bette Davis producida por Warner Brothers sería “La extraña pasajera” (now voyager 1942) basada en una novela de Olive Higgins, autora de Stella Dallas y dirigida por el debutante Irving Rapper.
Lo primero que llama la atención al ver sus imágenes es su excelente factura. Máxime teniendo en cuenta que Warner presumía de rodar rápido y muy barato. Lo segundo, que es una historia aparentemente sencilla pero de gran complejidad. Bette Davis es la acomplejada y nerviosa Charlotte Vale, el patito feo de una adinerada familia de Boston. Ante las burlas y su último acceso de llanto y ansiedad su sobrina dice con naturalidad “siempre nos hemos reído de la Tía Charlotte , es como un juego familiar”. Vestida casi como una monja con complejo de solterona, descuidada en su apariencia, avejentada, llorosa y pusilánime, vive auto recluida en su cuarto. Su cuñada aparecerá al rescate con el doctor Jacquoit (excelente Claude Rains) un psiquiatra que solo necesita cinco minutos para diagnosticar lo que sucede. A Bette Davis le han dado en esta ocasión una fuerte ración de su propia medicina. Le han colocado a otra loba en forma de madre que dicta normas con determinación, reprime sin descanso y ha terminado por anular a una hija no deseada, aspecto sobre el que se incide de forma particular.
Que la madre castradora y vil esté interpretada de forma magistral por Gladys Cooper imprime una tensión impagable a cada una de sus apariciones, y le alejan del rol típico de malvada de folletín. Sacada a la fuerza de sus fauces por el doctor, su rehabilitación comenzará con una breve estancia en una clínica de reposo. Aunque la auténtica receta es viajar y conocer mundo. Hermoso el pasaje en el que el doctor le entrega un papel con una cita de Walt Whitman que considera muy apropiado para ella “inconfesos deseos por la vida infortunada siempre denegados, ahora viajera, zarpa y navega hacia adelante, es tiempo de buscarlos…”.
En el momento en el que se sube a un trasatlántico para realizar un crucero, uno se da cuenta de que James Cameron ha visto esta película, pamela incluida. Hay evidentes semejanzas (por no llamarlas otra cosa), hasta la utilización de un coche a bordo como refugio sentimental. No obstante, el guión de “la extraña pasajera” es más complejo y combina el romance sofisticado con el drama psicológico y los sucesivos meandros propios del género con gran sutileza. Aquí se tiene la habilidad de señalar que no basta con vestir elegantemente a la paciente como un pincel y plantarla en cubierta rumbo a Río. Si en su primera aparición en pantalla al bajar las escaleras de la mansión familiar duda e incluso retrocede unos peldaños presa del pánico, ahora, aparentemente curada y a bordo el director repite la escena. Debe bajar la escalerilla del barco. Y pese a su innegable elegancia y belleza sus muchas dudas producto de su fragilidad no han desaparecido del todo. Deberá sacar fuerzas de flaqueza.
Es este un personaje que guarda muchas semejanzas con el que interpretó Olivia de Havilland en “la heredera” de William Willer y con el que incorporó Joan Fontaine en “Jane Eyre” sobre la base de Charlotte Bronte. Sobretodo en lo relativo a la utilización del viaje como recorrido vital hacia una progresiva autoestima que va ganándose paso a paso, hasta el punto de permitirse tomar el timón tanto en su vida como en sus decisiones amorosas.
Pero ahora bien, aunque exista romance y citas con sonrisas, no olvidemos que esto es un melodrama. Y ya lo dijo Marlene Dietrich: “no hay melodrama sin tormento”. Todo parece ir de perlas hasta que nuestra heroína finaliza el crucero y debe volver a casa. Allí la loba espera, y por supuesto está hambrienta. Y ahí es donde “la extraña pasajera” juega sus mejores bazas. El viaje emprendido por esta singular viajera no ha hecho más que comenzar y el guión nos regala tres vueltas de tuerca inesperadas, sobretodo en lo que se refiere a la aparición de una niña que jugará un papel relevante en la resolución de la trama.
Y es aquí donde volvemos al principio. “la extraña pasajera” resulta un film notable con un espléndido dibujo femenino. Y si no es sobresaliente es debido a que en determinados momentos no juega a fondo los engranajes del melodrama ni en su vertiente más volcánica ni en el de la pureza lírica. Esta interesante cinta que arranca con furia, prefiere sin embargo moverse en aguas más templadas. Su coqueteo con otras fórmulas afectan ligeramente a la carga de dinamita propia del género, que asoma por momentos. Conjugar en un mismo film oscuras influencias góticas, freudianas y psicoanalíticas, con una versión un tanto naif del romance sofisticado no es tarea fácil.
Ello provoca que unos aspectos del relato salgan más favorecidos que otros, de modo que el drama personal, psicológico y familiar está tratado con gran sutileza y profundidad, mientras la muy compleja historia de amor se aborda buscando formas elegantes y sofisticadas, intentando salvar el escollo moralista que imponía el código Hays, a lo que ayuda de forma determinante el uso sensual y sexual que se hace del tabaco. Sin embargo, el loable y atractivo intento no evita algún episodio convencional en la plasmación del romance. Es como si entre las rotundas líneas de los capítulos de Anna Karenina se hubiese colado como polizón algún leve párrafo de Corin Tellado. Cuestión que puede llevar a plantearse la debil frontera entre la pureza clásica del género y el suave roce con lo kistch.
Sin embargo, todo ello no constituye problema alguno ni resta solidez a la hora de disfrutar de la película. Cuando dispones de un guión notable, de una banda sonora maravillosa de Max Steiner, y de actores como Gladys Cooper, Paul Henreid y Claude Rains conviene sacarse un billete para este viaje. Por si lo anterior fuera insuficiente está Bette Davis, sobre la que no me voy a extender. Que por cuarta vez consecutiva no ganara el oscar es lo de menos. La que lo ganó no fue otra que Greer Garson por “la señora Miniver”. Recordando ese dato he descubierto la razón de que los oscar ya no me atraigan como antaño. En 1942 optaban al premio a la mejor actriz junto a Bette Davis y la ganadora Greer Garson, Teresa Wright, Katherine Hepburn y Rosalind Russell. Y eso, definitivamente, son palabras mayores.
Ese fue un año irrepetible. No me seduce el melodrama especialmente, pero tiene títulos ineludibles e intérpretes irrenunciables. La Davis es uno de ellos. Tal vez, el rostro más longevo del género. Abrazos
ResponderEliminarEfectivamente, palabras mayores.
ResponderEliminarNo puedo negar que hay algo en el melodrama que me atrapa, no el culebrón venezolano, pero me encantó "Al este del Edén", y eso sí es bien melodramático, supongo. Compro el boleto y saco pasaporte para embarcarme en él de vez en cuando, de acuerdo al libro. Creo que la diferencia radica en la pluma que delinea personajes y crea situaciones que llevan a la efusión emotiva, además de todo lo que tú mencionas: la banda sonora, las actuaciones, la dirección. Aunque en el caso de "Titanic", paso.
ResponderEliminarLa línea delgada con la tragedia se corta cuando hay una cuestión moral de fondo que lleva al personaje indefectiblemente de la altura a la ruina. El equilibrio u orden natural del mundo se pierde, lo que los griegos llamaban "hybris", y eso exalta en nosotros la pena y la empatía por el héroe trágico, de acuerdo a la descripción de Aristóteles que aprendí al estudiar tragedia Shakespereana.
¡Qué actrices: desde ya, palabras mayores!
Chapeau para la Davis y para tu interesantísimo análisis de un género tan rico y de un tramo de su maravillosa obra.
Un beso.
Yo siempre he tenido un mal concepto del melodrama pero eso está cambiando, quizás como has dicho se trata de elegir entre un capuccino o de un americano, y se mezclan obras maestras con imitación de telenovelas. Gran repaso por varias películas del melodrama, y un buen análisis de la extraña pasajera, después sobre ganadores del Oscar es relativo, coincidirán a veces y otras no, yo lo veo como un jurado más, pero suelo ver todas las nominadas y saco mis propias conclusiones. un abrazo.
ResponderEliminarQué gran actriz esta mujer.
ResponderEliminarCualquier película en la que apareciese,se realzaba, tomaba protagonismo casi a su alrededor,por mucho que no fuese ella la más valorada.
En mi opinión, el melodrama puede ser sublime si quienes lo interpretan,saben hacerlo como ella.
Besos.
Jose Luis. Desde luego fue una cosecha la del 42 excelente, repleta de buenos "vinos" para conservar en la bodega y degustar de vez en cuando. Y aunque no sea este tu género predilecto, coincido contigo, dio obras excelentes.Un abrazo
ResponderEliminarParadela. Tal vez más que palabras mayores, actrices mayores y mayúsculas las de aquella época. Saludos.
ResponderEliminarFer.Efectivamente, tienes mucha razón. Existe un espacio no muy bien definido en el que el drama se confunde e incluso se funde con la tragedia. Y muchhos de ellos responden y están recogidos de los ejemplos que proporciona la tragedia griega.
ResponderEliminarEl héroe trágico desde luego viene siempre acompañado de un fatum o desorden moral, no hay duda. Sin embargo al melodrama siempre lo he considerado la melodía inacabada del drama.
En este caso se hablaba del melodrama romántico clásico y su evolución. Ello es imposible dedesarrollar en un solo texto.Y se utiliza esa película en concreto para valorar como el melodrama también se puede modular en grados como el alcohiol en ciertos licores.
Eso provoca que existan melodramas como el que tu citas con James Dean y otros incluso mas excesivos.
La película escogida es una buena muestra de como se puede a lo largo de un mismo film subir o atemperar el grado de tensión romantica dentro de una misma pieza.
El texto es largo, pero muy breve para abordar todo lo que se pretendía. Y no te digo nada si hubiesemos entrado en el melodrama shakesperiano o el más racial y latino. Esto es solo una leve aproximación a un tema muy extenso.Un abrazo.
Mario. El melodrama como todo género, desde la alta comedia al western ha sufrido un proceso de degradación que afecta a sus propias premisas. Y todo ello con independencia de que tampoco debe existir un canon inflexible para cada género. Pero es verdad que en algunos casos el aficionado puede desengancharse. Los oscar de hoy son lo que son y los ganan los que están.Antes tenían otro nivel simplemente por la categoría de los nominados. Quien ganase era lo de menos. Hoy sucede igual, creo que con un agravante. Gana el menos malo y a veces ni eso.Saludos.
ResponderEliminarMarinel. Es verdad, hay actores y actrices especialmente dotados para extraer composiciones que realzan el drama con su sola presencia. Bette es sin duda uno de ellos.
ResponderEliminarEn el caso que nos ocupa se ha elegido esta cinta precisamente debido a que permite ver a una Bette Davis fragil,debil y sometida a mil temores, los cuales irá perdiendo para ganar entereza e independencia. En cualquier caso, otra de sus muchas excelentes interpretaciones, aunque esté un tanto alejada de la imagen que los aficionados tienen de ella.Un abrazo.
Estupendo... estupendo post sobre el melo y comparto entusiasmo con todas las películas que citas, La extraña pasajera , ese film dirigido de una manera elegante ,por un desconocido Irvin Rapper, del que así a bote pronto no reconozco haber sido consciente de ver alguna otra película suya. Que viva el melo!!!
ResponderEliminarSaludos
Roy
Bueno, Víctor. Un extenso y profuso artículo. Evidentemente, el melodrama es cosa de la vieja Grecia con la base de multipersonajes y el acompañamiento, perpetúo, de la desgracia humana. Alcanza su cenit en la praxis del dialogo. Shakespeare es la firma del melodrama dentro de la tragedia y el que acapara la patente a lo grande. Como una multinacional de automóviles. La multitud de géneros en las disciplinas de la artes hicieron que derivará en los famosos culebrones—invento originalmente, cubano— mal ubicado a la TV Venezolana ,y, de gran tradición y factura en Brasil. Gastan auténticas fortunas en su producción. Luego, pues; desde "el arriba y abajo” británico al “Twin peaks” de Lynch en sustentado -descaradamente- en las “soup operas”. Todo gira y pivota en el melodrama. Qué tuvo una época dorada por supuesto y salieron verdaderas obra de arte. A mi encantan, esencialmente, dentro del Noir. Por ejemplo, Tay Garnett en”Motivo de Alarma” (1951). Mezcla la femme fatale con la discapacidad. Otra cosa es que a la gente no le guste ver grandes dramas como:”Con mi pie izquierdo” “Rompiendo las Olas” o “La pianista”. En cambio, se vuelven locos en “El paciente inglés” y otros derivados. Sobre “La extraña pasajera” te diré que mi gusta. Pero hay otro film con un casting clónico, que aún me pone más, “Engaño” (1946). Davis, es la puta ama. Su estancia en S. Sebastián, recogiendo el premio: memorable. Merece la pena verlo en Youtube. De obligado visionado en las escuelas de arte dramático para todas aquellas opositoras a tan apasionante y duro trabajo de actriz. Lo dicho, un placer. Te dejo que ando liadísimo con trabajos pendientes. En diciembre reaparezco.Un abrazo
ResponderEliminarComo diría mi madre: "¡Esto son películas y nos las de ahora" (además mi madre coleccionaba aquellos programas de mano fantásticos, de los que, gracias a ella, tenemos una buena colección).
ResponderEliminarNo he visto la película que tan bien nos pones en bandeja, con un excelente hilo narrativo que envidiaría cualquier guionista (...por cierto ¿escribes en prensa?), pero sí sé que donde esté Bette Davis, difícilmente podemos despegar los ojos de cualquier personaje que interprete. Tremendo poderío el suyo, debía tener una personalidad inmensa.
Recuerdo el duelo con Joan Crawford, pura electricidad.
Me voy haciendo una lista con tus entradas, a ver si cuando me jubile, tengo más posibilidades je je...
Un abrazo grande, disfrutar y aprender es lo que se hace en tu rincón.
Ahí me has dado, en el fondo de mi corazón y alma (escribo ahora mismo en clave melodramática)... porque adoro ese género hasta el paroxismo... Y he disfrutado ni se sabe de este texto y de los comentarios.
ResponderEliminarY es cierto, hay melodramas con distintos niveles de extasis..., según iba leyendo títulos, mi emoción y pulso se aceleraba con los recuerdos de imágenes y escenas.
... De La extraña pasajera (genial análisis, cómo me ha gustado, Victor) me quedo siempre con el ritual de los cigarrillos entre Paul Henreid (tenía vida más allá de Victor Laszlo) y Bette Davis. Me encanta. Y con una frase melodramática y maravillosa: No pidamos la luna, tenemos las estrellas...
Y me cuentas que es una adaptación de una novela de Olive Higgins que a su vez fue autora de Stella Dallas que como bien cuentas también dio como fruto un melodrama que adoro, Stella Dallas de King Vidor, con otra gran dama de este tipo de historias, Barbara Stanwyck, con esa escena memorable de una mujer cubierta de lluvia en una calle hasta arriba de multitud contemplando desde una ventana la boda de su hija...
Ay, Victor (y un suspiro de melodrama puro)... llenas mi mente de imágenes increíbles...
Besos
Hildy
Roy Bean. Muchas gracias. Es cierto que el director no es de gran renombre, pero no resulta relevante. Supongo que puede ser utilizado como argumento por los que niegan la política y teoría de los autores, ya que estamos ante el tipico caso en el que puede decirse que esto es un melodrama al gusto de Hal. B Wallis,osea el productor. Sea como fuese, estoy contigo, viva el buen melodrama. Un abrazo.
ResponderEliminarJ.C Alonso. Tal vez demasiado extenso, es verdad. Pero el tema daría para mucho más. En realidad he tenido que meter tijera. Es verdad, conozco de primera mano los culebrones brasileños y son verdaderamente ostentosos, aunque debieran cuidar más los guiones.
ResponderEliminarEn este caso se trataba de centrarse en el melodrama clásico. Por supuesto que hay otras variantes. Y claro que poco tienen que ver "la pianista" con "el paciente inglés". Responden a intereses y objetivos muy distintos.
No se debe olvidar que la película más famosa de la historia del cine "lo que el viento se llevó" es un melodrama río.
Ese modelo clásico poco tiene que ver con "dramas" como "herida" de Louis Malle o tragedias de corte psicológico como "inseparables" de David Cronemberg. Las fronteras del melodrama clásico se intentan recuperar en mi opinión "lejos del cielo" de Todd Haines. Y sobre todo en cintas como "en la habitación". Las variantes son muchas. Un abrazo
Virgi. El empaque y la factura de estas películas es irrepetible, y las interpretaciones también. Tu madre sabe.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras.No escribo en prensa, soy un simple aficionado.
De Bette Davis no voy a añadir nada que no sepa todo el mundo. Pero es verdad que su mera presencia enmriquece cualquier película. Seguiremos por el rincón, un abrazo
Hildy. Pues me alegro de que el viaje fuera de tu agrado. Muchas gracias. La idea surgió debido a que en esta película se contienen diferentes tipos de melodrama (romántico, exótico, psicológico, fatalista, aventurero) en un mismo film. Es curioso pero es así. Y ello me llevó a plantearme todo el inicio y a mezclar diferentes cintas que responden al género de una u otra forma..
ResponderEliminarEres muy amable. Y es verdad que en ocasiones unas imágenes llevan a relacionar con otras. Te mando un abrazo, pero nada melodramático,los dramas mejor en el cine, mejor una sonrisa.
Ganas me dan de ponerme a llorar a moco tendido, Víctor, mesándome los cabellos lamentándome por la desaparición de ese género, como de otros tantos, en las pantallas actuales.
ResponderEliminarSin haber sido en mi primera juventud ;-) amante del melodrama, cuando ya llevaba un tiempo afeitándome el bigote percibí que algunos melodramas eran obras que no debía perderme.
En el melodrama, lo mismo que en cualquier otro género del cine, hay películas buenas, obras maestras y verdaderos truños. Últimamente más truños que nada, pero hay alguna excepción y estoy mirando hacia Oriente, que conste.
Bette Davis fue una actriz que, en una época de enormes actrices, descollaba y dominaba el género; estoy seguro, además, que, de haberlo querido, también hubiera triunfado en la comedia, porque no dudo que hubiera sabido dominar el tempo perfectamente.
Conforme te he ido leyendo he ido recordando esa película que ciertamente no consta en primera línea pero que sigue siendo imperdible y déjame apuntarte que la Warner, aún trabajando rápido y barato, cuidaba mucho todo el aparato: la ventaja era el estudio y los currantes, con una capacidad de llevar a cabo ideas que ya quisiera ver hoy.
El apunte final, de esas competiciones añejas de los Oscar es algo difícil de soportar: cuando en alguna ocasión le doy un vistazo, de nuevo me entra la llorera... ;-)
Un abrazo.
p.d.: hoy estoy muy sensible y llorón porque ayer me atreví a ver Breaking Down part 2. ¡Inenarrable!
Te leí despacio como se merece éste texto tuyo y se llenó mi garganta de emoción..el melodrama de altura ese que disfrutas a moco tendido "sin complejos" ¡ay ay ay..qué grande la Davis y sus ojos!
ResponderEliminarEsos personajes siempre duros, enigmáticos, esa mirada de hielo reflejada en el espejo, esa loba..esa Margot sin olvidarme de su Jezabel haciendo sufrir a unos y a otros, entre ellos al perfecto Fonda..¡me rindo ante vos !. Yo soy de drama y de un buen melodrama si hace falta pero siempre de aquella época gloriosa..Los de W. Wyler.. Douglas Sirk..
Los de ahora, salvo excepciones(que haberlas haylas) me dan risa, no, ni eso, me resultan falsos. Es más creo que ese género ya no existe como tal.
Frases como ésta " Aprietensé los cinturones que ésta noche va a haber tormenta" ( Margot Channing).."No puedo, no puedo. Aún sigo amando con toda el alma al hombre que asesiné.." ( La carta) ¡ toma yá..!
Besos sin dramatismo bueno un poco jiji ;-D
"Una fuerza de la naturaleza", así es. Bette Davis llena la pantalla y salva cualquier película con su sola presencia. Una actriz que siempre me ha gustado (cuando era pequeña quería tener esa fuerza suya, esa personalidad rotunda). Me gusta de mala, me gusta de buena, me gusta de todas formas.
ResponderEliminarGracias por traerla, lo que permite rememorarla.
Un abrazo, V.
“Oh, Jerry, no pidamos la luna. Tenemos las estrellas…”. En períodos complicados como este, un melodrama que trata de conmover al público, exagerando aspectos sentimentales puede tener su lado negativo. Pero ahora mismo, necesitamos transformaciones y cambios de opiniones y emociones a modo de Cenicienta, como el que disfrutó B. Davis en esta película. No he visto la película que tan bien detallas, por tanto, siempre es un placer leer tu opinión sobre la misma, comprobar como desgranas la mayoría de las secuencias sacando el jugo necesario y suficiente para deleitarse al leerte.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :)
Josep. Pues si, dentro del género lo hay sublime, entretenido y hasta plasta, no hay duda.
ResponderEliminarNo se si el género ha desaparecido en su sentido clásico, puede ser y es una lástima. Ahora el género está de capa caida, y se llevan los desgarrados del tipo "lejos de la tierra quemada" que no alcanza ni de lejos a aquellos. Aunque si creo que queda alguna perla perdida y muy escasa por ahí, tal vez en oriente, tal vez Vadim Perelman.
Pero desde luego nada que ver con el melodrama clásico. Y tienes razón, aunque Warner presumiese de gastar poco,no lo parece en absoluto. Da gusto ver esos salones, esos vestuarios y aquellos diseños.
Y por supuesto a todo el reparto. Sobre el tema Oscar: Louella Parsons debía ponerse las botas con ese quinteto aspirando al oscar. Hoy ya ves quienes inauguran estrellas en el paseo de la fama...
Motivos no te faltan para el disgusto,pero usted se lo busca solo.Me imagino el suplicio. Vaya fin de semana que llevas, entre la que has visto y que esperemos sea la última y lo de Holmes es para no levantar cabeza.
Para rematar la faena te recuerdo que Ritchie ya está rodando su isla del tesoro y que los del pijama en 1:85 que tanto te gustaron ya están preparando segunda parte. En fin...Saludos
Abril. Estoy muy de acuerdo en que es un género al que uno debe enfrentarse sin complejos. Esos que no deben impedir ir al cine a lo que se fue toda la vida: a reir con las buenas comedias y a llorar con los buenos melodramas pañuelo en mano.
ResponderEliminarY para eso en ambos casos hay una época que desde luego fue gloriosa e irrepetible, tienes razón.
Bette Davis en este caso comienza como pájaro herido y poco a poco va remontando. No es un papel tan rotuindo y desgarrador como otros,pero está sensacional y commovedora una vez más. Te agradezco tus palabras, aunque aquí nadie está a los pies de nadie, en todo caso todos a los de Bette, que era únicapara recitar esas dos frases míticas...Un abrazo.
Isabel.Completamente de acuerdo. Cuando se ha presenciado sus demoledoras interpretaciones haciendo carne la perversidad y el mal, resulta asombroso verla como inocente cervatillo herido a merced del viento,como sucede aquí al comienzo. Y todo con una maestría apabullante.
ResponderEliminarPoseer su rotundidad es cosa dificil,hay personajes únicos.Un abrazo.
Esilleviana. Gracias por tus palabras y por tu comentario. Entiendo tu postura y en parte hasta la comparto, pero te confesaré una cosa. Tal vez sea precisamente esa frase el compendio de todo el texto. Eso es lo que se discute aqui. Esa frase, responde al canón del melodrama clásico sin medida, pero a su vez está a un paso, se podría decir que solo a unos centímetros de lo cursi y folletinesco,eso que los detractores del género entenderían como un debe en la película.Esa es la cuestión. La pregunta es si estamos ante una frase melodframática en toda regla que pasa a la historia del cine y exalta la película o bien responde a los usos propios del drama kistch y convencional...´Lacuestión es que la fraseno la pronuncia cualquiera, ni de cualquier manera. Un abrazo.
ResponderEliminarA mi me encanta el melodrama. Un género que puede abarcar todos los demás.
ResponderEliminarTodas las películas que citas son estupendas. Hasta "Serenata nostálgica"!
Y luego Bette Davis, con esos ojos!
Por otro lado no creo que sea cursi o folletinesco, incluso con las grandes obras de Douglas Sirk. Habiendo talento de por medio, el resultante son estas películas inolvidables.
El melodrama el refugio de los románticos.
Una entrada sensacional
Un abrazo.
C Noodles. Muchas gracias. Puede llegar a ser cursi o folletinesco cuando degenera y derrapa,pero no es el caso de los ejemplos puestos, y mucho menos en Douglas Sirk. Un abrazo.
ResponderEliminarHay algo especial ahí en los melodramas clásicos. No sé si es por la censura que imperaba en la moral de la época, pero esa expresión de los sentimientos y de las pasiones a través de la interpretación de los actores no la veo en el cine actual.
ResponderEliminarPor otro lado, claro, también muchas son moralizantes y, aunque nos pongamos en perspectiva, pues para mí eso es un inconveniente...
Reconozco que no he seguido la figura de Bette Davis aunque sé que es una de las grandes. Me gusta que no sea el típico modelo de belleza al uso y que transmita, sin embargo, tanta sensualidad.
Gracias por el apunte!
Un abrazo
Un gran post. Es verdad que en la socidad de aquella época donde se encuadra este melodrama, era un gran género y llevaba a la gente a los cines. Además tenían mucha artesanía al hacerlos, cuidaban el guión, los personajes y demás...
ResponderEliminarHoy en día tiene poco gancho, porque considero que en la sociedad de la postmodernidad. Los valores son algo relativo, tenemos una actitud como que estamos de vuelta de todo, y exaltar los sentimientos, sobre todo los románticos, queda un poco pueril. Pero por contra, triunfan películas como Princesa por sorpresa, Crepúsculos y demás...
La verdad es que ya no sé dónde se pone el criterio. Pero gracias por recordarme aquella época y esos melodramas, porque me gustan mucho.
Un saludo.
Hola V! Bette Davis es para mi irresistible; toda su filmografia es espléndida; no, creo que no me he expresado con exactitud: en realidad las que son espléndidas son sus interpretaciones; ella puede hacer de un film mediocre, un film interesante, y engrandecerlo. Hasta en sus últimas apariciones cuando ya era una anciana, el reclamo era ella y solamente ella. "La extraña pasajera" es una buena prueba de ello.Interpreta a un personaje valente, que lucha por su independencia,que lucha por librarse de la tiranía de una madre acostumbrada a llevarla a su terreno menospreciándola como mujer, pero cuenta con el valor suficiente para hacer frente a esta cuestión. Empatizas inmediatamente con este personaje, porque Bette te lo hace sentir, te hace llegar todo ese tormento interior que está padeciendo, y eso sólo lo consiguen muy pocas actrices.
ResponderEliminarHay quien ridiculiza este tipo de cine, y argumenta que es cine para "marujas", o para personas de cierta edad, y lo cierto es que los mismos que se expresan de esta manera, seguramente beben los vientos por Almodóvar, no tengo nada en su contra que conste, o vete tu a saber el cine que consumen.Tendríamos entonces que dejar de leer clásicos como Jane Eyre, Cumbres Borrascosas, o Madame Bovary. En fin....me ha encantado tu post. Un abrazo.
Dona Invisible. Estoy de acuerdo, tienen un sabor especial. Pero no creas que todas son moralizantes. No he revelado partes de la trama de esta película "la extraña pasajera" por respeto a quienes no la hayan visto, pero te aseguro que en algunos aspectos es mil veces más avanzada que muchas comedias con final en boda de las que se facturan hoy. Sobretodo en lo referente a la condición femenina y su emancipación.Te llevarías una gran sorpresa sobre lo que se ha retrocedido en ese aspecto. Bette se caracterizó por interpretar mujeres independientes, con caracter, y en alguna ocasión, es cierto, sus gotas de maldad,pero con voz propia. Un abrazo
ResponderEliminarEmilio. Igual cometemos todos, yo el primero, el error de intentar comparar aquellos sublimes melodramas con lo que nos presentan hoy. Es un ejercicio que no conduce más que al disgusto. Pasa en casi todas las artes. Sobretodo debido a que como muy bien apuntas los valores han cambiado y mucho. Un abrazo
ResponderEliminarSQS Maravillosa. Muchas gracias. Como bien sabrás, uno delos apelativos que reciben películas como esta es que son "películas para mujeres" lo cual me parece tan injusto como intolerable. Tienes toda la razón respecto de esos clásicos literarios, que en muchos casos son el origen de los melodramas de corte clásico,basados en novelas que no son "solo para mujeres" ni para marujas de cierta edad, sino obras importantes de la literatura.
ResponderEliminarPor lo demás, empatizar con Bette es algo magnético y casi instantáneo, incluso cuando hace de malvada total. Un abrazo
Siento discrepar sobre las bondades de esta película. Para mí presenta un notable diseño de producción, cuenta con una clásica y adecuada dirección y se dan en ella unas actuaciones excelentes, con la Davis a la cabeza pero, especialmente en su segunda mitad, desarrolla un exacerbado sentimentalismo e invita, a veces, al sonrojo (la figura del taxista brasileño que, por otra parte, muestra el tratamiento que ha dispensado Hollywood a otras culturas, al menos en ciertas ocasiones). Un buen melodrama hurga en el aspecto sentimental pero esta pasajera traspasa la línea y desembarca en el territorio del sentimentalismo exagerado. Aún así, reconozco que para los amantes incondicionales del género y los seguidores de Bette Davis (y los de Henreid, que también los hay) puede ser una buena elección. El resto, precaución. Un saludo.
ResponderEliminarCa. Pues ante todo bienvenido y gracias por comentar. Creo que no tenemos una opinión tan dispar como pueda parecer. De hecho, la lectura del texto y de algunos comentarios apuntan precisamente a eso que tu aludes. Estamos justo en la frontera entre el melodrama clásico y rotundo y lo puramente naif y kistch.
ResponderEliminarLo que pretendía este texto era poner sobre la mesa precisamente eso, la fina línea que separa la lírica y el drama de ley de lo puramente folletinesco, y cuando se esta a un paso de traspasar esa frontera como es el caso. Y el propio texto dice muy claramente que la película me parece sólida y notable, pero no sobresaliente.
Y se explican creo las razones. En mi opinión queda claro que el dibujo de la represión familiar y el drama doméstico están por encima de un romance que pese a ser complejo en su formulacuión tiene un desarrollo más convencional.
El episodio del taxista es cierto, está ahí, pero me parece un pasaje menor. Prefiero quedarme con el detalle del rostro de Bette Davis cuando la niña le comenta lo que le acompleja llevar gafas.
La frase final, tal vez propia de folletin, no tapa ni ensombrece en absoluto el resto de metraje, y el tacto y solvencia con que esta realizado. Saludos