En algunas ocasiones la explicación aparentemente más sencilla no tiene por qué ser la correcta. No siempre funciona la historia de la navaja de Ockham. Veámoslo con un ejemplo sencillo. ¿Necesita el cine aditivos extra? ¿la visión de una película es mas rica si va acompañada de un refresco o palomitas? Barajemos tres posibles respuestas como hipótesis. Primera: la negativa. Sostendría que una buena película se basta por si sola. Además, el ideario clásico del inconformista enemigo del consumismo y convencido de que la sociedad está “cocacolonizada” pensará que es hasta contraproducente con toda forma artística.
Segunda: la positiva. El razonamiento contracultural y purista frente a lo artístico está errado. Los refrescos, chocolatinas, palomitas y frutos secos multiplican el disfrute. Y los enemigos de la sociedad de consumo se equivocan. No colocan las bebidas y los dulces a la entrada de forma sibilina para que gastemos sin descanso lo que no tenemos. Es por nuestro bien, para que disfrutemos el triple en el parque de atracciones en tres dimensiones en que se ha convertido el negocio de las multisalas.
A contribuir decisivamente a nuestro deleite cinéfilo se ha apuntado la tenista María Sharapova. A día de hoy la número dos del mundo. Al parecer no puede con Serena Williams en las pistas, aunque sí en el campo de la publicidad. Sharapova ha diseñado una línea de gominolas con las que pretende endulzar aun más la estancia del espectador en una sala de cine.
Sus exclusivos dulces de diseño se denominan “sugarpova”. Originalidad que no falte. Los hay con forma de pelota de tenis, de labios, de zapatos, de raqueta...Pero Ahí no termina todo, “sugarpova” ofrece diferentes estilos y sabores excitantes. Desde el “sporty” al “chic”. Los hay estilo “smitter” “flirty” o “silly”. No me pregunten la diferencia. Ante el espectador se abre todo un mundo de dulces tentaciones con efectos presuntamente infalibles que le permitirán ver a Iron Man volar más alto y más rápido, a Scarlett Johansson más seductora que nunca e incluso considerar a Justin Timberlike mejor actor.
Tercera hipótesis: la del consuelo ante los sucesivos desengaños. ¿Sufrió mal de altura con “los amantes pasajeros”? ¿Siente usted pavor viendo como arruinan su carrera artística Robert de Niro, Diane Keaton y Susan Sarandon en una misma comedia? ¿No le convence la última adaptación de la novela de Fitzgerald?. No desespere, un sugarpova chic puede ayudar a pasar el trago. ¿Alucina viendo a Halle Berry esquivando tiburones en una cosa llamada “Marea letal”? ¿Le espanta ver la “Combustión” del cine español ardiendo en sus propias cenizas? Ignoro si hay algún sabor que remedie esto último, pero para eso está el arsenal palomitero. Para aliviar sufrimientos. Aunque en realidad y ya puestos, ante determinados casos lo que a uno le apetece es tener a mano un buen bocadillo de chorizo ibérico o jamón serrano y una petaca de algo con muchos grados para sobrellevar las emociones fuertes.
Es el caso de la última película de Mariano Barroso, “Lo mejor de Eva”. Cine de género a la española. En ella Leonor Watling interpreta (con gran solidez) a una estricta juez carente de vida propia que como diría Victoria Camps tiene problemas con el gobierno de sus emociones. A partir de un caso de asesinato, la trama toca la inmigración ilegal, la prostitución clandestina, los amaños empresariales de los tiburones de turno y la angustia de un personaje femenino con un pasado familiar tortuoso.
Leonor Watling abandona su sonrisa marca de la casa para componer un personaje seco y rotundo, retorcido y asaltado por muchos demonios interiores. De esos que no desaparecen haciendo footing, su rutina nocturna. Incluso hay cierto pulso dramático y momentos acertados en los que se destaca el flujo constante y la influencia entre lo personal y el trabajo. Las tensiones íntimas y familiares y la presión laboral conviven con atisbos de veracidad. Y planea un off soterrado que esconde la verdadera naturaleza de la protagonista, de ahí su título.
Todo se mantiene en un aceptable punto medio. Justo hasta el momento en que la trama decide lanzarse al vacío a calzón quitado. El testigo clave del caso es un gigoló con inconfundibles aires de macarra de tercera. Y no tarda en llegar la temible escena que marca el punto de no retorno. Esa en la que el guión dice que la juez intachable, retorciendo en exceso la incredulidad del espectador invita a cenar a su casa al spanish gigoló, se queda colgada de él y le pregunta: Oye por cierto ¿Por qué te llamas Rocco? Pausa valorativa. El asunto tiene miga de cara al aficionado al cine. Y el Duque, perdón, Miguel Angel Silvestre contesta: me lo puso mi madre. Es por una película, “Rocco y sus hermanos”. De ahí hasta el final ya puede uno tener a mano todo un arsenal de sugarpovas, refrescos, palomitas o incluso una paella y agarrarse bien fuerte. Lo va a necesitar. Y lo que es peor, no le servirá de nada. Dice Mariano Barroso que el final de su largo se le ocurrió el último día de rodaje y a última hora. Se nota.
Y lo que comienza siendo el acerado retrato femenino de una mujer con un interesante mundo oculto que se intuye pero no sale a flote, viviendo en la tensa cuerda floja que separan las obligaciones impuestas y su íntimo deseo de liberación a todos los niveles, incluido el sexual, se queda a medio camino fruto de giros de guión imposibles y convenciones a la carta filmadas con rutina. Una lástima, ya que “Lo mejor de Eva” apunta entre plano y plano por dónde debiera caminar el cine español que desee practicar los géneros con cierta humildad, oficio y solvencia. Es el momento de abrir una bolsa de patatas fritas y apurar una Pepsi para amortiguar la relativa decepción. Conciliar el thriller con el cine negro y los aromas del melodrama lírico solo está a la altura de los más grandes…
King Vidor, por ejemplo. Sus películas se pueden tomar a palo seco. Sin aditivos ni edulcorantes. Y no hace falta recurrir a obras míticas como “y el mundo marcha” “El manantial” “El gran desfile” o “Duelo al sol”.
Vamos con otra mujer que como Leonor Watling y su Eva, pero a años luz, se ve abocada a vivir pasiones desaforadas, amores sin freno y sufrimiento sin límites. Su nombre Ruby Gentry. El título de la película “Pasión bajo la niebla” dirigida por King Vidor en 1952. Ruby (soberbia Jennifer Jones) es una fuerza de la naturaleza de tremenda carnalidad, deseada por muchos hombres, excepto por Charlton Heston, que aunque admite una evidente atracción animal y coquetea con ella, tiene otros planes. King Vidor muestra con maestría en Ruby la mezcla de un innegable atractivo sexual asociado a un comportamiento típicamente masculino, rudo y sin pulir. Lo que chocará frontalmente con una sociedad ahogada por una moral viciada y retrógrada
El estigma de Ruby, responde a aquel tópico machista que establece que esta chica valiente, sexy, celosa, lenguaraz y que maneja el rifle como nadie, es de las que en una sociedad puritana sirven para divertirse, pero nadie se casará con ella. Trabajadora en un barco pesquero, exuberante y divertida, pero inculta y dominada por sus propias pasiones, es el reverso de la introvertida y reprimida Eva que aunque lo desea, no sabe como soltarse la melena. Ambas comparten serios problemas para gobernar su torrente emocional. A Ruby Razones no le faltan. Los constantes comentarios de admiración que recibe debido a su belleza y su temperamental caracter esconden en el fondo un profundo menosprecio que nace de un estudio muy calculado por King Vidor de la posición del ser humano individual confrontado a la sociedad como totem. Tema clave en muchas de sus películas.
Dejó dicho Avishai Margalit que una sociedad decente es aquella que no humilla a ninguno de sus miembros. Y si lo hace por razón de raza, origen o cultura, pierde automáticamente la vergüenza y su identidad como tal. Ruby Gentry, tras los continuos halagos machistas disfrazados de cortesía malentendida propia de barra de bar (“solo eres anatomía” o “vales casi como un millón de dólares”) es considerada un ser inferior, comparada a un animal indómito “eres como una gata salvaje” le dicen. Especialmente doloroso resulta comprobar como ante su presencia se elogian la elegancia y los buenos modales de otra chica de buena posición, considerada, esta sí, una auténtica señorita. Y esa herida sangra y no se cierra en todo el metraje.
Ruby Gentry no tiene siquiera la oportunidad de posicionarse socialmente. Cuando decide dar una fiesta formal en su casa no acude nadie salvo el doctor. Por tanto, pese a su fuerte personalidad y su derroche de carnalidad, su orgullo sale herido una vez tras otra al ser pisoteada por una sociedad cainita que actúa como una auténtica jauría humana. No tiene ni la oportunidad de convertirse en femme fatal al uso, ya que en todo momento es una víctima, al más puro estilo Gloria Grahame. En su vía crucis moral no puede olvidarse el papel de su hermano, que la castiga moralmente con un fundamentalismo religioso que la compara a las peores plagas bíblicas. Es el estigma de la mujer como pecadora, portadora del pecado original, culpable incluso de su belleza. En palabras de su hermano, una innata fuente de conflictos que la llevarán directamente a arder en el infierno.
En realidad Ruby solo encontrará verdadero apoyo en la invalida sra, Gentry y su esposo, que tratarán de educarla y refinarla sin éxito. Ellos son la manifestación de la compasión en estado puro, entendida como aquel pesar por los daños infligidos a quien no lo merece. Una vez desparezcan de escena estos personajes, emergerá en toda su virulencia la ira del animal herido.
En “pasión bajo la niebla” se desatarán volcánicas tormentas emocionales de alto voltaje. Aunque aquí las cumbres borrascosas cobran la forma de un pantano repleto de ciénagas a las que el fotógrafo Russel Harlan les otorga un poder dramático de gran intensidad. King Vidor rueda de forma muy física ese escenario y sus pasiones de manera que la ansiedad, los celos y las turbulencias broten en su máximo esplendor a varias bandas.
La relación entre Jennifer Jones y Charlton Heston se basa en la pura atracción física de carácter fatalista. Ese detalle de comunicarse con silbidos y buscarse como dos animales en celo configura a los personajes. Decía Spinoza que quien no puede gobernar sus deseos ni contenerlos, al estar dominado por sus apetitos, jamás podrá gozar de paz de ánimo. Tras ser informada por Packman (Charlton Heston) de que contraerá matrimonio con una virginal rubia elegante, rica y de buenas maneras, se producirá una formidable pelea primero física y luego moral entre ellos que no tendrá fin. Ahí el deseo se mezcla con el odio y la sed de venganza con el resentimiento. Y de modo tan natural como irracional la imparable reacción en cadena se hará extensible a toda la sociedad que antes la humilló con consecuencias imprevisibles.
Dentro de su “retórica”, uno de los primeros escritos de Aristóteles está dedicado a la ira. Y la definió como un apetito insaciable de venganza por causa de un desprecio que se considera intolerable. Definición que se ajusta como un guante a Ruby Gentry, que para calmar esa sed no duda en casarse con el hacendado del lugar (estupendo Karl Malden) consiguiendo sólo el menosprecio de la comunidad, para la que nunca tuvo un tratamiento ciudadano.
No obstante, por su propia naturaleza, cualquier intento de sacar provecho de la ira se convierte en una pura contradicción. De ahí que paradójicamente, lo que viene después se asemeje al vaticinio de su hermano. Ruby, ahora señora Gentry, rica y con dinero, desatará el apocalipsis y todas aquellas plagas anunciadas contra toda la comunidad, incluido el diluvio físico sobre las tierras que se pretendían ganar al pantano.
Todo ello eleva la película a niveles máximos. Ya no estamos sólo ante el relato truncado del ardor amoroso, el fuego fatuo y el éxtasis. King Vidor retrata a toda una sociedad, a través de un clima en el que la pasión, los celos y el orgullo son solo el trasfondo de un tapiz más amplio y ambicioso. Un fresco de resonancias morales e incluso bíblicas, con aromas elegíacos de tragedia clásica, perfilando con gran nitididez los intereses en conflicto y la posición del individuo acorralado, aislado y acosado por diferentes fuerzas: sociales, de clase, religiosas y morales. Y todo bajo unos ferreos principios establecidos por una sociedad bienpensante y clasista que intenta aniquilar todo brote de naturalidad espontánea que no se ajuste a los cánones previstos.
La textura visual y dramática que ofrece King Vidor para dar vida a todo este complejo compendio es extraordinaria. La exaltación amorosa, la salvaje naturaleza del pantano como escenario con fuerza dramática propia, los fuertes caracteres de cada personaje y la narración sobresaliente hasta alcanzar el delirio paroxístico, casi operístico, configuran una cinta mayúscula, otra más en su obra. La cual, por supuesto, se disfruta en todo su esplendor sin necesidad de acompañamiento de bisutería en forma de glucosa y otros derivados. Tal vez debido a que todos los ingredientes necesarios están en el propio film.
Empiezas con las palomitas y terminas con King Vidor. La historia al revés. Buen texto y además necesario para departir. Yo quisiera escribirte un comentario pero cronológico. El cine nació como atracción de barraca y sus inventores dijeron que ese invento no tenía futuro. Se equivocaron, claro. Cuando los capos del arte se apoderaron del nuevo medio se hicieron millonarios. Las salas de cine o, las fachadas, eran espectaculares. Muchas de ellas ocuparon el espacio de los grandes teatros. Todo glamour. Pero los cines de provincia ya no era lo mismo. Allí los espectadores se llevaban el bocadillo de chorizo y los niños se meaban por los pasillos. Yo lo he vivido. Y en los pueblos iba un tipo con una vieja furgoneta y un proyector y proyectaba la película en el bar principal, lleno de humo de cigarrillo y ronquidos en el ángulo oscuro. Era todo un mundo que el mismo cine no ha sabido aprovechar para explicarnos todo esto. Hay vestigios, pero no los suficientes. Llega la tele, después el vídeo, internet, el deuvedé y los piratas. Las salas de toda la vida empiezan a cerrarse y se abren los centros comerciales y esas salas de cine impersonales americanas y todo lo que ya has escrito aquí brillantemente. El otro día, sin más, estuve en una de ellas con olor a perrito caliente. Tropecé con uno de esos cartelones gigantes que parecen armarios. Fui a parar directamente a otro cartelón y así sucesivamente. Me parecía a Baster Keaton. Luego me dije que El mundo marcha, pero no muy bien.
ResponderEliminarEl tema da para mucho.Quizá quedamos un día y departimos.Un fuerte abrazo,amigo.
Mariano Barroso, King Vidor, Leonor Watling, Jennifer Jones, el "Duquesito", Charlton Heston... Victor, Victor... hoy has sido malo.
ResponderEliminarBromas aparte, es una lástima que estos análisis tan acertados no terminen, por sí solos, con las horteradas, las palomitas y el revés a dos manos de Sharapova.
Abrazos desde la última fila
Mi querido Victor, uno de los recuerdos que siempre viene a mi cabeza de la infancia era cuando íbamos al cine toda la tropa familiar... y nos llevábamos por supuesto la merienda. Así que yo me vi un montón de películas, no con ridículas palomitas secas (y caras, muy caras) y el vaso de plástico con el refresco, sino con el mencionado bocadillo de chorizo (podía ser también de jamón, queso, mortadela o tortilla de patata) y la botella o la lata. Después siempre había un hombre con una bandeja de madera que llevaba chocolatinas, frutos secos y alguna gominola (el regaliz negro o rojo, el ladrillo, la gominola en forma de botella verde y negra ¡cómo me gustaba!, la nube o la piruleta... no las pijadas de la Sharapova)... aquello era una fiesta maravillosa...
ResponderEliminarAsí que me has hecho viajar al pasado con la buena ironía de tu texto... al referirte al consumo de alimentos para consolarse ante una película como Lo mejor de Eva (que por cierto no he visto pero en su momento, y lo digo con pesar, no me atrajo lo suficiente para ir a la sala de cine... De Mariano Barroso me quedé en Los lobos de Washington y Extasis que no me disgustaron en el momento que se estrenaron pero no he podido volver a verlas).
Y para terminar centrándote en un obra de un gran gourmet de cine como King Vidor (que adoro) y confesarte que a mi pesar recuerdo poco de Pasión bajo la niebla (que la vi hace mucho, mucho, muchooo) y llevo tiempo detrás de ella para volver a verla y tu texto me hace recuperar las ganas...
Besos
Hildy
Ya estoy dispuesta para el comentario... bien sentada y con un café a mi lado para degustar tu entrada....
ResponderEliminarJamás añado nada a la visión de la película, como mucho agua.
No tenía ni idea de esas gominolas... me he quedado con la boca abiertaaaa...
Qué pena la deriva de la película de Barroso, a pesar de ello igual me animo a verla por esa primera parte.
Fabuloso texto sobre Pasión bajo la niebla que creo recordar he visto hace muchoooo pero que apenas recuerdo. Me la voy a apuntar para verla de nuevo.
Ver cine con tu mirada, alimentada de interesantes lecturas que vas desgranando con habilidad en el comentario, es exprimir todo el zumo y saborearlo con placer.
Buen fin de semana... un abrazo!!
Francisco Machuca. Efectivamente, es tal y como lo cuentas. El propio caracter popular del cine significaba eso. Te lo dice uno de pueblo que veía esas sesiones con el bocadillo de nocilla.
ResponderEliminarHoy en día creo que la evolución ha degenerado y las multisalas se han convertido en un apéndice del propio centro comercial. Y en un centro comercial cabe todo. Parafraseando a Roy Batty yo he visto twittear een una sala. Personalmente suelo acompañarme de un refresco o de agua. Pero tampoco me apunto a la tesis purista que defiende que la sala de cine debe ser como un templo y debemos estar todos como en misa.
Hay películas y películas además.hay películas de mera evasión y otras que exigen más atención. Lo que si admito es que hoy en día ante determinadas decepciones que captas a los diez munutos lamento no haber cargado con algo,lo que sea, para acompañar.
Y viceversa. Cuando me puse en casa el dvd de la película de Vidor, comprobé al final que la lata de pepsi estaba casi intacta y que me había olvidado de la bolsa de patatas fritas...Un abrazo.
José Luis. Hombre el revés a dos manos de Sharapova y los recitales orgásmicos que monta en cada partido tienen su aquel...supera a Meg Ryan en la famosa escena con Billy Cristal.
ResponderEliminarPero bromas aparte, lo que no es de recibo es que en ocasiones tengas la sensación de que más que un cine, todavía no has salido del super. Y con los politonos de los móviles a toda pastilla confundiéndose con la banda sonora. Todo tiene su término medio. Un abrazo
Hildy. Son identicos recuerdos. Esas excursiones del colegio al centro cultural para ver Scaramouche en la que por supuesto el bocadillo envuelto en papel plata que se llevaba de casa era norma común. Lo de la bandeja, eso si que no lo he conocido.
ResponderEliminarPero yo voy a otro debate. La de el excesivo purismo de algunos que no toleran ni una tos, frente al salvase quien pueda cuando te ves rodeado en un drama íntimo de gente atiborrandose de cosas. Y sobre todo el concepto que impone la multisala, donde si solo llevas un botellin de agua parteces un pringado.
Reitero lo dicho al amigo Machuca. Hay películas y películas, te lo dice un aficionado a la pepsi sin cafeina.
Una lástima la película de Barroso, efectivamente. El retrato del personaje femenino y su primera media hora son concisos y estupendos. Y Leonor está muy bien. Lamentablemente casi todo se va por la borda por culpa de giros caprichosos y que no se conciben.
Y el momento de la pregunta, sabiendo que hay otro Rocco en otro tipo de cine y que el personaje es gigoló es de esos que, en fin...
y por lo demás, busca esa película, Vidor es Vidor, con bocata o sin él. Un abrazo.
Laura. Muchas gracias, eres muy amable. Aclaro que no percibo comisión alguna por los dulces sugarpova.
ResponderEliminarPero el detalle me servía para ir más allá. No se cierran los cines por casualidad. Y solo sobreviven los que han convertido ir al cine en un negocio en el que parece que la película es solo un ingrediente más, junto al 3d, las palomitas y el refresco. Parece un reconocimiento tácito de que una película por si misma es incapàz de ofrecer lo suficiente y sean necesarios otros alicientes, otros aditivos...
La película de Vidor, colosal. La de Barroso...pues creo que Leonor se esfuerza y mucho, pero el guión da demasiadas vueltas. Un trabajo fallido pero que me pareció interesante rescatar. Lo considero más honesto que los tsunamis de multisala para ver con palomitas y refresco en mano. Un abrazo
Pero tu no puedes recordar la sesión infantil a las cuatro de la tarde...y como nos escondíamos en gallinero para ver gratis la sesión siguiente, para mayores.
ResponderEliminarEl cine de la infancia, ¡qué maravilla! (de infancia)
Es que el cine de Mariano Barroso requiere muchos suplementos para distraer al espectador y evitar que salga del cine antes de que acaben sus historias, mal contadas y con personajes incoherentes, que podría perdonarse si hubiera una tensión narrativa que los arropase.
ResponderEliminarCitas a filosófos que vienen aquí que ni pintiparados porque el cine, sí es vida y por lo tanto necesita un enfoque filosófico para dar que hablar y qué reflexionar.
Es vida auténtica en otro nivel de consciencia; sí sí, puede conducir a un estado místico que consiga sacarnos de la tontería con la que hemos entrado en la sala oscura.
Como siempre, Victor, una entrada para leer a palo seco.
Un abrazo
Paradela. Recuerdo sesiones infantiles y juveniles con mucho mas agrado que algunas cosas q vi hace dos meses, y que pasan al olvido con facilidad,tal es su calidad q se olvidan a los diez minutos y ni merecen un comentario.
ResponderEliminarAquellas sesiones i.fantiles y juveniles de cine de aventuras permanecen intactas en la memoria. Y cuanta razon tienes respecto de esa etapa de la vida. Un abrazo
Amaltea. Gracias. He escogido ese ejemplo de pelicula por dos razones. Por que es una lastima q una cinta con posibilidades se vaya diluyendo poco a poco. Y por que ambas realizan con distinto alcance y profundidad un analisis sobre la condicion femenina interesante.
ResponderEliminarLa diferencia esta en que logicamente la obra de Vidor es monumental mientras que la de Barroso se queda en mitad de ninguna parte.
Igual ponerlas juntas puede parecer injusto. Una es una maravilla, una obra de arte, plena de sugerencias. Y la otra, pues eso, fallida. Pero es lo que hay...Un abrazo
¡Una entrada magnífica! Ese toque particular de ironía ―ácida― me gusta mucho.
ResponderEliminarMe quedo ―sin lugar a dudas― con el binomio Jones/Heston sin aditivos. Lo de jueza/duque ni con un mix de “sugarpova” + palomita + coca + super bocata de ibérico + petaca de muchos grados, creo ―según expresas (porque no la he visto ni veré)― es infumable.
Gracias por tu recomendación de ¡NOOO!!! Por favor no me obliguen a ponerle tres kilos de más a mi body con el atracón de “tó” y la mala leche.
Saludos, crack. ¡Me lo pasé genial! Anna
Anna Genovés. Pues muchas gracias. No habia contemplado yo que el efimero efecto balsamico de las chocolatinas y otros derivados, es verdad, se carga la línea del body de cara al verano.
ResponderEliminarEs una pena lo de la película española que empieza boen e oncluso mantiene el tono media hora. Luego naufraga en mil topicos y supuestas sorpresas q ni el pack de sugar bocata salva del naufragio.
Lo de jones y Heston es otra historia q apuestp te encantará
me alegro de q disfrutases del texto. Un placer siempre Anna. Un abrazo
Nos llevas de la mano através de tu sala ,que la verdad, para mí, es la única que visito porque los de los cines es..¡tremendo! Estoy de luto, en serio. No encuentro película que me despierte el apetito y odio el ruidito palomitero en el cine, las patatas fritas están deliciosas..en casa sin molestar..y los grititos sexuales a lo Sharapova..pues eso, tienen otro sitio además de la cafeteria neoyorquina de Sally y Harry.
ResponderEliminarNo he visto o no recuerdo esa peli de Jennifer Jones que desde luego volvia loco a más de uno, empezando por David O. Selznick, e imagino porqué.
Así sin darte importancia le has dado un buen repaso a unos cuántos títulos de la cartelera, castigando a unos con tu indiferencia y lanzando puyitas..jaja eso está bien..no perdemos facultades.
Y seguiremos esperando tiempos mejores o siempre nos quedará el clásico elevado a cuadrado, lo que se ve hoy hace grande a lo de ayer.
un abrazo
King Vidor es de esos directores de cine que hubiera sido igual de grande como pintor del Renacimiento, y que justifican plenamente el hecho de que se haya considerado al cine un arte (consideración que quizá haya que revisar hoy en día). “El manantial” y “Duelo al sol” las tengo tan frescas que me basta cerrar los ojos para recordarlas casi plano a plano, pero esta “Pasión bajo la niebla”, que sé que he visto, ha desaparecido casi por completo de mi memoria. Tu excelente reseña ha conseguido rescatar un vago recuerdo y ha despertado un enorme deseo de buscarla. Leonor Watling tiene mucho cine en la mirada, y confieso que me resulta más sensual que Jennifer Jones, ya que también estamos en ello. Ah, y las palomitas –o las pipas, o el regaliz, o el gintónic o todo ello- están bien para las películas en casa: las salas de cine siguen teniendo algo de templo que no debería profanarse con la masticación y el “sorbeteo” de bebidas gaseosas.
ResponderEliminarAbrazos.
Poderoso King Vidor.
ResponderEliminarGracias a gente como él, se convierte uno al cine. Y no he visto sino un par de ellas, pero con El manantial, Duelo al sol o la que nombras, ya basta para fundamentar una pasión.
Sus personajes tienen una fuerza inmensa y es de los directores que se percibe saben lo que quieren con sus películas. Recuerdo alguna otra en el Cine club de la universidad, pero ahora no sé el título...tendría que buscarlo.
En cuanto a lo de las palomitas, yo suelo comprarlas a la salida, desconsolada como una niña. La que aprovechaba el sobrante del cine para un cómic, unos bazooka y unas barras de regaliz de las duras.
Besitos
Abril. No me puedo creer q estes de luto cinematografico con lo positiva que eres tu. Aunque bien mirado razones no faltan.
ResponderEliminarYo si, dejo caer las ultimas decepciones pero la ingenuidad habitual me llevara a tropezar con otra piedra este fin de semana. La pelicula de Vidor colosal.
Y sobre el combustible a ti no te puedo engañar:pepsi ayuda a sobrellevar ciertos tragos. Aliviese usted y pruebe. Nunca se sabe. Un abrazo
Juan Herrezuelo. La obra de Vidor nos lleva directamente a la obra de arte con mayusculas. Es cierto q esta pelicula no es tan recordada como otras. Pero no le va a la zaga.
ResponderEliminarY me consta que Jennifer es una actriz controvertida q no goza de todas las simpatias
decia Abril que Selznick estaria encantado y todos sabemos por qué. Sin embargo creo que no es nada facil su papel de mujer torrencial vulgar y que sufre. Y creo q esta muy bien.
Leonor tambien. Se nota q se tomó en serio su trabajo. Otra cosa es que una vez mas se ve q los males del cine español comienzan por los guiones.
Lo q yo he vivido en algguna sesion se parecia bastante a un mercado persa. Pero bueno. Es lo q hay. Donde vivo no creas q hay muchas mas opciones. Un abrazo
Virgi. Gracias. Desde luego que Vidor sabia muy bien lo q hacía. Te envidio si hay cpsas de el que aun mo has visto. Lo del acpmpañamiento cada cual a su gusto un dia de estps meto una paella a ver q pasa. Hay peliculas y peliculas de todas formas. Oye q yo mismo tbmeto bebida. Pero bueno alla ada cual. La idea era q hay peliculas flojas en las que echas de menos no tener algo para picar. Y otras cpmo la de Vidor en las q ni te acuerdas. Un abrazo
ResponderEliminarY hay otras que al día siguiente ni te acuerdas de que fuiste al cine...
ResponderEliminarMuakmuak
Empiezas por la cáscara y terminas en la médula. Me gusta muchísimo esta reflexión sin aditivos. Aunque no me parece trágica y te explicaré por qué. Días pasados llevé a mi peque de 10, mi sobrina de nueve y el más pinino, de cuatro, a ver a su Iron Man. Hice de madre y tía una misma tarde... Imposible ser intransigente con las palomitas (aquí les llamamos pochoclos), y la coca extra large cuando de peques se trata, pero en realidad, me las compré para mí, porque pensé que sería un bodrio largo e infumable. Lo es, pero es salvado por un sólo aditivo, que no es el pochoclo, sino el bombón de Robert Downey Jr., que de Junior ya le queda poco, a Dios gracias, y está buenísimo. Debería haberme comprado un buen chorizo colorado en lugar del consabido pochoclo, pero eso no se vende en los cines locales... Casi me atraganto con las palomitas y se me escapaban las burbujas de coca por un costadito de la boca de jarro, que se me hacía agua al ver su musculatura y esa pera partida que me mata, lo confieso, Víctor, tú eres un amigo y no te puedo mentir...
ResponderEliminarLos chicos, sobre todo el movedizo y escurridizo de 4, felices con el pochoclo, la coca, las piruetas y las luchas del ídolo, y yo, totalmente absorta en el irrefrenable atractivo sexual que me despierta ese extraordinario actor que ha encarnado a Chaplin tan maravillosamente y que ahora hace millones calzándose el traje de Iron Man que tan bien le sienta...
Así es que admito, mal que pese, que tuve "problemas con el gobierno" de misemociones, con "la pura atracción física de carácter fatalista", ya que nunca se ha de concretar, y que "lo que comienza siendo el acerado retrato femenino de una mujer con un interesante mundo oculto que se intuye pero no sale a flote, viviendo en la tensa cuerda floja que separan las obligaciones impuestas y su íntimo deseo de liberación a todos los niveles, incluido el sexual" se hizo un tanto evidente en mis cachetes colorados al terminar la película...
Todo debería mantenerse "en un aceptable punto medio. Justo hasta el momento en que la trama decide lanzarse al vacío a calzón quitado...", pero no fue el caso.
"Las tensiones íntimas y familiares y la presión laboral conviven con atisbos de veracidad. Y planea un off soterrado que esconde la verdadera naturaleza de la protagonista", en este caso, yo.
Un abrazo, amigo ;)!
Fer
P.D.: No veré el nuevo Gatsby simplemente porque no me van los rubios carilindos...
Virgi. Exacto. Y en mas ocasipnes de las q uno desearia. Pero en fin...un abrazo
ResponderEliminarFer. Desde luego que el asunto no es grave. Y por supuesto q entiendo que en el caso de los niños la cosa cambia. Es normal cuando uno lleva a crios al cine. Yo mismo de chaval tb pedia caramelos.
ResponderEliminarMe consta el atractivo que provoca el lado canalla de Robert Downey. Pero nunca lo habia visto expresar de forma tan rotunda y clara.
De esa forma atraian antiguamente las estrellas. Y hoy algunos idolos del pop.
Ante eso no hay nda que rebatir. Te gusta y punto. Y mira cuando uno cree q el star system esta maltrecho, tu lo resucitas de un plumazo.
Ese arrebato durante dos horas en el espectador es el q llevaba a la gente en masa a ver a Brando o Ava Gardner. Sin importar lo que hociesen.
De ahi aquello de deme dos entradas para la de Paul Newman. En tu caso creo que se impone nueva visita si se hace iron man 4 con toda la tropa como excusa.
Te agradezco mucho como has mimetizado frases del texto para aplicarlas a tu comentario. Eres muy amable. Gracias y un abrazo
Tu texto lo merece y Robert Downey Junior también... Te aseguro que no era la única en la platea que se babeaba. Pero en serio, ¿no crees que, al márgen de lo comercial de Iron Man, este hombre es un lucido actor?
EliminarUn beso y gracias por compartir también el sentido del humor, amigo Víctor.
Fer
He llegado por azar e intentaré convertirme en asiduo... muy buenas consideraciones acerca del Cine, de cómo consumirlo, y en general también sobre los distintos aspectos que abordas.
ResponderEliminarAbrazotes.
Borja F Caamaño. Bienvenido y muchísimas gracias. Al azar que te trajo y a ti por quedarte. Un abrazo.
ResponderEliminarHasta cuando hablas de palomitas te pones interesante, oye. A ver, yo no me defino, pero es verdad que antes comía en el cine y ahora no. A lo mejor es por la crisis (perdón, la estafa) o a lo mejor es que ahora sí voy al cine a ver la película (antes era una excusa para:
ResponderEliminara)quedar con amigas
b)meterme mano con algún gañán
c)comer chuches
Así que no voy a defender ni a atacar las chuches. Yo, mientras no me mastiquen en la oreja, lo llevo bien. Además, como bien dices, si la peli es un bodrio te sacan del apuro.
Siento que la peli de Barroso no termine de convencer, porque la Watling me gusta (y siempre he pensado que es guapísima, mucho más cuando sonríe, pero creo que sonríe poco en general, algo que la hace más interesante).
Me gustan tus post porque siempre te posicionas del lado de la inteligencia y el sentido común, además nos descubres mujeres muy interesantes. Almas que merece la pena conocer. Películas con dobleces y aristas que a veces pasan desapercibidas.
Gracias!
Sue. Muchas gracias. En honor a la verdad yo si que meto algo para beber. Agua o un refresco. Las cosas como son. Otra cosa es que en más de una ocasión uno tenga la sensación de estar en la feria de muestras de las chuches y derivados,
ResponderEliminarY hay películas que como ha dicho alguien, son de pura evasión para ver con crios y hasta se admite sin problemas. En otras me parece intolerable.
Las opciones que tenías tan claras, yo respecto de la b, nada de nada. Debo ser el único pero es lo que hay.
Si, una pena lo de Barroso. Y respecto del resto, igual es que en ocasiones lo más inteligente es aplicar el sentido común. Aunque me equivoco como el que más, conste. Un abrazo.
Bien, Víctor. Muy apurado con la ADSL y eso que en una capital de casi 1.000.000 de personas ya están con el 4G (suena a agente químico), pero a mí me están carcomiendo. No había visto, que tenías nuevo artículo. Y todo sea que me conviertan en carne de telediario. Interesante reflexión, donde me quedo con la faceta de la hermosa tenista rusa (ésta por lo menos gana torneos) y algunas de sus compatriotas se ponen moradas con la publicidad, de mi querido Don Draper. He leído la opinión de Paco Machuca y se acercaría mucho al planteamiento más prístino de mi óptica. Mira, yo siempre he sido R&B y Rock&Roll puro. Los primeros garitos de Jazz entre los 20 y 30 en las zonas rurales Made in Usa eran una orgía de risas y aullidos. No hace mucho me llevaron a un garito de culto en mi ciudad el ínclito Jimmy Jazz, estaba con unos colegas que no nos veíamos en 8 años. Y llevaban una turca del nueve. La platea se revolvía muy, muy purista con el pischhhssss. ¡Hombre ni calvo ni tres pelucas! Esos mismos burgueses, en el cine con sus becerrines de vástagos arman la Kale Borroka de los megacines y salas creme de V.O.—comprobado, pues a mí el cine me gusta verlo así (odio el doblaje)— con las palomitas y demás cachivaches. Diles algo…Qué veras como termina la película!… En la opera y que te voy a contar. Aquí hay de todo; los llamo humanos (patéticos y adorables cuando quieren) A veces, me volvería a los rincones donde me crie cuando no levantaba 90 cms del suelo. C´est la vie. Abrazos
ResponderEliminar¡Uau! Estupendo artículo, Víctor, aunque he de acusarte de "abusananos" por acabar introduciendo esa buenísima critica de la buena pieza de Vidor, tejida con unos mimbres que ya nadie tiene a su alcance: eso no se hace, homme, aunque supongo que Barroso se lo tiene merecido... ;-)
ResponderEliminarUn abrazo.
p.d.: parece además que la Sarapova y la Williams se discutieron por un gañán hace unos días.... jejeje...
Josep. Gracias. Efectivamente, se han enzarzado en un quitame allá ese tenista guaperas que igual da para una tv movie, o para un biopic de alto voltaje.
ResponderEliminarBarroso no empieza mal, y ni siquiera la película está mal del todo. Pero es que claro, ves dos días después lo de Vidor y se abre el cielo. Saludos