En 1789 se aprobó la declaración de derechos del hombre y
del ciudadano. Ante tal envido, Olympe de Gouges se atrevió con un órdago y
publicó en 1791 “la declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana”.
No era una frivolidad ni una
redundancia. De convicciones profundamente arraigadas proclamó aquello tan
rotundo de “si la mujer tiene el derecho
de subir al cadalso debe tener también el derecho de subir a la tribuna”.
Sin embargo, no todo el mundo es Marie Curie, ni Simone de
Beauvoir, ni Susan Sontag, Mary Wollstonecraft, ni Josephine Baker, ni Amelia Earhart por citar alguien que probó sus alas sin metáfora
alguna.
Hubo (y hay) mujeres sobradas de inquietudes, impetuosas,
dotadas de gran arrojo intelectual y valentía a la hora de defender sus
derechos y su condición. Y que sin embargo ven truncados sus sueños, atrapadas
en una maraña de intereses creados, normas sociales, imposiciones de clase,
condicionantes políticos…a lo que hay que añadir la siempre peliaguda cuestión
del compromiso marital cargado de hipotecas. Es el terreno de una solapada
discriminación que asoma su feroz rostro entre licores espumosos y perfumes
exquisitos.
Este último aspecto era de capital importancia en la
burguesía tradicional y en la nobleza, y ni siquiera la ilustración acabó con
ello. Ya lo explica con diáfana claridad John Stuart Mill en “la sujeción de las
mujeres” cuando dice: “El hombre no
quiere únicamente la obediencia de la mujer, quiere sus sentimientos. Todos los
hombres desean tener en la mujer más íntimamente relacionada con ellos, no una
esclava forzada, sino una favorita. Por eso harán todo lo posible por
esclavizar su espíritu. De ahí que todas las mujeres sean educadas desde su
niñez en la creencia de que el ideal de su carácter consiste en no tener
iniciativa, sometiéndose a voluntades ajenas”.
Es oportuno recordar que estas palabras fueron escritas en
1869. Y si tienen plena vigencia hoy o no lo dejamos a juicio del lector.
Dos recientes películas centradas en dos mujeres amputadas
como tales van a servir para ilustrar la cuestión. Por una parte Georgina
Spencer, Duquesa de Devonshire. Por otra, al otro lado del canal de la mancha Thérèse Desqueyroux. Las películas, “La
duquesa” y “Thérèse D”, protagonizadas respectivamente por Keira Knightley y
Audrey Tautou.
Uno puede pensar que ambas tuvieron la desgracia de no
llegar a tiempo de conocer a las nuevas musas del eco feminismo new age, como
Eva Lootz o Yasmina Reza. O rompedoras como Caitlin Moran, que en un libro
titulado “Cómo ser mujer” explica con ironía digna de mejor causa la importancia
del color del vello púbico, el valor terapéutico de ir o no de compras, los mil
y un nombres sexys con que bautiza a su “vestíbulo interior”, la relevancia del
tacón como arma sexual femenina y el curioso sabor de la sangre menstrual.
Georgina Spencer y Thérèse Desqueyroux suponemos accederían
a otras lecturas. No parece que “las amistades peligrosas” esté entre ellas. Tal
vez “Moll Flanders”, Jane Austen, o quizás “las bostonianas” de Henry James,
novela en la que una sufragista expone “me
gustaría que los hombres nos admirasen menos y confiasen un poco más en
nosotras. Hemos delegado demasiado en ellos y creo que tal vez ha llegado el
momento de juzgarlos”.
La primera escena de “La duquesa” es tan rotunda como
directa. Mientras la aun doncella flirtea y juega alegremente al pañuelo con unos
amigos, su madre (Chartlotte Rampling) y el duque de Devonshire (Ralph Fiennes)
conciertan notarialmente las estrictas condiciones de su casamiento a sus espaldas.
Conste que la primera puñalada se la da su propia madre al
comunicarle la noticia y manifestarle un falso e hipócrita pesar: Desearía que
continuase con ella hasta que alcanzase la mayoría de edad, pero sería muy
egoísta por su parte poner freno a la “felicidad” que le espera.
De forma implacable y sinuosa la nueva duquesa, menor de
edad, forzada una y otra vez para concebir un varón, ultrajada de mil formas,
unas más sutiles que otras, irá adentrándose en un vía crucis doloroso con
diferentes paradas. El suntuoso mundo de porcelana, lienzos y tapices repleto
de ornamento, palacios, fiestas, bailes, cortesía y oropel esconde en cada
aposento un auténtico descenso a los infiernos con parada en el purgatorio de
la subordinación. Un vaiven con tenebroso sabor a habitación cerrada, a
tormento interior. Wellcome to the pleasure down, se titulaba una famosa canción.
Pronto la ingenuidad de la nueva duquesa, su actitud
librepensadora, sus muchas inquietudes le jugarán una mala pasada. Durante una
cena con unos políticos, un representante de la cámara manifiesta que no
conviene ser radicales, que la libertad está bien pero con moderación. La mujer
de ideas propias responde al instante que no se puede ser moderadamente libre
ni moderadamente esclavo, que no hay término medio posible.
Pues bien, toda la película gira en torno a esa idea, que
actúa como condena. Un vibrante y angustioso corredor sin retorno en el que
todas las aspiraciones, amorosas, políticas, éticas, sociales y familiares se
irán truncando una tras otra en una continua implosión sin descanso que le
lleva a una conclusión atroz: la búsqueda entre tanto hastío disfrazado de
machismo y clasismo de una felicidad mínima, moderada incluso, que le permita
respirar.
Excelente el momento en el que ebria de alcohol y de tanto
sopor, se tambalea como una muñeca, como un maniquí fuera de órbita en un salón
de baile repleto de máscaras empolvadas que la miran con patetismo al no ser
capaz de guardar las obligadas apariencias.
Ni siquiera se le concede un mínimo triunfo cuando inicia
una aventura amorosa…el machismo clasista y misógino del duque y la
intransigencia implacable de la madre (excepcionales ambos en sus roles)
actuarán una y otra vez de cortafuegos. Estamos muy lejos de los corteses
juegos y lances amorosos victorianos en la campiña tan celebrados en el cine
actual. Aquí la realidad es más cruda y cruel.
Y cuando encuentra una amiga en su misma situación, esta
utilizará su lecho para conseguir el favor del duque ¡ojo! no en su propio
beneficio, sino para que este interceda y le permitan ver a sus hijos de los
que está separada.
Este personaje, vital en la película, será poco a poco
comprendido por Georgina, compartiendo ambas infortunios varios en un panorama
desolador. En una misma escena de gran tensión son insultadas y vejadas por el
duque por igual. Esposa y amante son para el patriarca dos cargantes y
lloriqueantes bustos parlantes, más molestas que sus fieles perros de caza.
En ese coctel de lujo y vejación, la duquesa asiste a la
crónica de su particular oprobio. Atrapada entre visillos en un opaco jardín
eterno y oscuro, anulada como persona, terminará por adoptar un castrante
pragmatismo que le permitirá fingir en los actos sociales como una marioneta
más. Lucir moda, falsas sonrisas e indagar en las relatividad de los dogmas.
Saltamos a Francia. Para Thérèse, mujer hermética,
lacónica e indescifrable, las cosas comienzan mal. Cuando uno concierta su boda
en función del número de pinos que sumarán ambas familias, la ecuación no puede
salir bien. El autoengaño de la vida palaciega dura muy poco, ya que para colmo
Thérèse se hace confidente de su cuñada, amiga de juventud que sufre un amor
prohibido, arrebatado, real y apasionado truncado por su familia por razones de
clase y religión.
Ese espejo coloca a Thérèse definitivamente ante todo lo
hueco y falso que rodea su aparente vida armoniosa carente de vida y de chispa.
Ello le llevará a tomar decisiones drásticas que una vez fracasen, la sumen
en un letargo sin fin, en un ser aislado y meditabundo, enrocada en un
caparazón emocional y moral del que no es fácil salir. Esa imagen de los pinos
ardiendo mientras Thérèse, auténtica naturaleza muerta, asiste inmutable e impasible
al fuego fatuo del símbolo de su unión lo dice todo.
Ambas películas afianzan su discurso al tomar como punto
de partida a mujeres privilegiadas y rodeadas de lujos materiales que, pese a
su posición, terminan perdiendo su condición humana convirtiéndose en parte del
suntuoso decorado. En estatuas inertes. Sin embargo, los dos films son ambiguos
en este sentido, por cuanto articulan un discurso con una tesis clara, pero no
renuncian a la exquisitez del cine de época, a la qualité de última hornada
como coartada. Regodeándose en la banalidad de los escenarios del arte.
Se diría que ambos directores juegan a la vez dos cartas.
La del film con mensaje por un lado, y la de la vistosidad ornamental por otra.
De tal modo que si lo primero no seduce, el espectador puede caer en la misma
trampa que sus protagonistas. Esto es, verse inmerso en un paseo lujoso por los
decorados, fotografía y ropajes detallistas del cine histórico de gran aparato
y diseño.
El espectador que busque en estos dos retratos lances y
requiebros sentimentales y heroínas impetuosas que al final vencen en la partida
del amor contra toda convención social a la luz de hermosas campiñas se
equivocará de película. Como las dos protagonistas, relegadas a la penumbra,
vagará como un fantasma por fastuosos decorados y en última instancia verá,
como el protagonista de Balzac, sus ilusiones perdidas.
Ahora bien, quien busque
un retrato ambiguo y amargo de la tenebrosa miseria de la condición femenina a
merced de los designios de clase y del peso del yugo masculino encontrará perlas
a su gusto. Y quien prefiera indagar en el desorden anímico y el desgarro ético
preso de un pensamiento cautivo, tendrá mucho y bueno donde rascar. Eso sí, para
penetrar en estas tormentas de hielo, mejor ir bien provisto. Un buen picahielos,
por ejemplo.
Pues hoy, más sutilmente, así seguimos.
ResponderEliminarHay de todo María Jesús, fíjate quien acaba de heredar el banco de por aquí. Pero en líneas generales y a ras de suelo, entre la gente corriente me parece que tienes razón. Un abrazo.
Eliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=oRKjAz50Qbs
ResponderEliminarComplemento perfecto...ideal para el tema. Gracias por incorporarlo.
EliminarAunque no dejará de existir algún malévolo que diga que esa estrofa en la que dice "sólo tienes que fijarte en la que está contigo"...si dijese conmigo....no se, no se...
El tattoo de Audrey ya está eliminado...un abrazo
No hay de qué y Jajaja... Ya os vale... que la culpa de todo no la tiene Yoko Ono.
ResponderEliminarUn abrazo.
PD: Yo pensaba más bien en que alguien diría que debería cantarla una mujer, porque si no el mensaje... Es broooma..
Pues no sé...pero no me quiero imaginar la versión inversa, con ella cantando y él a los timbales....
Eliminarjaja ¡qué bueno! será mi mente calenturienta que sin parecerse en nada creo que mabos hablamos de perfiles semejantes de mujeres en nuestras entradas, brillantes gélidas por fuera, desolada y abrasadoramente solas dentro. Es curioso, siempre se supone menos desgraciadas a las personas que viven envueltas en el oropel del lujo glamouroso que las que viven vidas vulgares y grises y pienso que en cuestión de sentimientos y sentir, la chequera no marca la diferencia en absoluto. Lo marca en el hambre físico en le emocional, nada de nada. ya se sabe, pobre niña rica!
ResponderEliminarNo me identifico en absoluto con el feminismo radical, aunque le reconozco su enorme mérito en el avance y defensa de los derechos de la mujer, sin duda es así. Quizá sea porque profesionalmente vivo muy de cerca el problema del maltrato femenino y en el mundo legal las feministas acérrimas van de vende humo a mujeres que necesitan soluciones reales y factibles, no grandilocuentes y efectistas solo de cara a la galería.. esa manipulación a veces me enferma tanto o más que el burdo machismo. Son las dos caras de una misma moneda, la de la inseguridad y el abuso. áy conste que vivo a pie de calle ese tema no me gustan esas posturas, pero reconozco su necesario papel y lo mucho que les debemos todas las mujeres. Sin embargo hoy por hoy y personalmente me horroriza tanto el machismo como el feminismo a ultranza . Creo que son las dos caras de una misma moneda, la de la inseguridad y el abuso llevadas al extremo en direcciones tan opuestas como concurrentes.
Entiendo que en los tiempos que corren no es políticamente correcto decir lo que digo, pero es lo que pienso. Si nos olvidáramos del sexo, el color de piel y nos fijáramos en lo que hay debajo todo sería diferente.
Súper atractivas tus propuestas y esta fantástica entrada, muchas gracias.. el final te ha quedado muy de "instinto básico" :-)
Muuchos besos V... siento la extensión, a mi ni con pica hielos se me corta :-)
Perdón, me he hecho un lío al no releer y no borrar una frases repetidas que se me quedaron colgando, lo siento.
EliminarNo hay nada que disculpar, faltarìa mas....la soledad....desde luego està muy presente en ambos casos aunque ambas esten rodeadas de gente.
Eliminary la privilegiada situaciòn econica es un arma utilizada habilmente en ambos films para recalcar el discurso.
la vida real.....seria largo....se podria decir que en mi caso se con lo que no me identifico....aunque el tema es a la vez mas complejo y sencillo de lo que aparenta....
Tal vez he sido injusto citando feministas actuales un poco en plan peyorativo cuando las hay de primer nivel.
Aunque la genuina semilla la veo mas mirando hacia el pasado...
El picahielo....no pensè en Sharon Stone la verdad...pero son dos peliculas tal vez mas buenas que bonitas....por resumir....por eso se hace la advertencia final...gracias a ti x tu visita. Un abrazo
Contundente alegato inicial en favor de la mujer, al que me sumo con ardor, y que ilustras tan adecuadamente con dos films a la medida. Superados por fortuna los tiempos que retratan, vivimos otros que son de transición, y por ello mismo confusos aún: tiempos en que se desmoronan a un tiempo el capitalismo y el patriarcado, de tal manera que a los hombres poderosos les faltan manos para sujetar el tinglado: para ambas cuestiones, qué gran verdad esa de que no se puede ser moderadamente libre ni moderadamente esclavo, al menos no indefinidamente. Tengo que volver a ver La duquesa: mi animadversión hacia Knightley no me permitió disfrutar plenamente de las sutilezas que tan apetitosamente describes. Gran texto, como es habitual en esta sala (la espera, eso sí, ha sido larga, y las ilusiones, recobradas). Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Juan. Falta hace recobrar la ilusiòn....No se si esos tiempos estan definitivamente superados. Lo que si es muy cierto es que vivimos dias confusos.
EliminarEn cuanto a la moderaciòn en el uso de libertad y losrigores de la esclavitud.....es uno de los grandes temas soterrados de la pelicula....como a fuerza de anular la persona, la victima busca lo que jamas imaginò: el falso consuelo de una moderada vida huyendo de la eesgracia. Gracias x tu fidelidad y espera. Un abrazo
Suelo leerte un par de veces antes de escribir, pero me has dejado embelesada con esta crónica brillante, a la que no le falta ni le sobra.
ResponderEliminarNo parece esperandora ni una ni la otra y esto me lleva a Telma y Lousie, con un final trágico y no deseado, siempre el espectador deseando una vuelta de tuerca. que nos regale en la pantalla lo que la vida nos niega.
Y aunque hayamos avanzado mucho, preferiría decir que "moderadamente", pues el abanico de no-libertad va desde lo terrible del burka, a la libertad condicionada por factores del presente y que no voy a enumerar.
Un abrazo, admirado chico...mejor, diré Profe.
No te tortures Virgi, con leerlo una vez basta....es broma, muchas gracias...
EliminarNo son muy esperanzadoras ninguna de las dos, es cierto, de ahí que tal vez no funcionasen muy bien en taquilla.
No soy gran admirador de las dos vaqueras como sabes, básicamente x que terminan comportandose casi como la peor versión de ellos, pero su comienzo es verdad, es el de dos mujeres ancladas.
Ejemplos actuales hay muchos por desgracia, te manda un abrazo un alumno más.
Querido Victor, qué bueno leerte. De tus dos propuesta cinematográficas, solo he visto LA DUQUESA y sí me quedé con ganas de Thérèse D. Y tu reflexión en los primeros párrafos así como tu definición de la 'mujer amputada' me hace pensar a mí también. Y las conclusiones no son muy optimistas. Si se mira la situación de muchas mujeres en distintos puntos del planeta... la mujer amputada sigue en plena vigencia... Y pese al avance en muchos lugares de las mujeres aladas, en otros sitios del mundo hay incluso una regresión y atadura de alas. Basta ver los telediarios y periódicos, junto a mujeres que vuelan, se ven un montón de amputadas y silenciadas.
ResponderEliminarVolviendo a tu interesante análisis y a las dos películas que acompañas (La duquesa pasó sin pena ni gloria y sin embargo tiene un fondo interesante... ya lo demuestra tu texto. A mí no me disgustó cuando la vi en sala de cine), me vienen otras dos películas recientes que complementan perfectamente la definición de mujer amputada y también son dos películas de época: HYSTERIA de Tanya Wexler sobre el inventor del consolador pero que en realidad muestra el retrato de una dama con cabeza e iniciativa y muy crítica con el mundo en el que vive (Inglaterra finales del siglo XIX)... a la que quieren diagnosticar de histérica e internarla para mantenerla bien calladita... Tiene tono de comedia pero plantea buenos temas. Y la impresionante Camille Claudel 1915 y el ostracismo de una mujer artista...
En fin, como siempre consigues que nuestros cerebros pongan la maquinaria en marcha.
Besos
Hildy
PD: la espera ha merecido la pena.
Muchas gracias Hildy....yo tb me pregunto la razón de que ninguna de estas dos películas funcionaran...y tal vez estriba en que lo que tratan es un tanto amargo, y no nos engañemos, la gente, incluso yo mismo, vamos al cine a pasarlo bien. Aunque en ocasiones apetezca cambiar de tono.
EliminarHysteria...es cierto, curiosa película que como tu dices alterna el esperpento cómico con el drama...La de Juliette no la he visto pero conociendo un poco el tema me imagino....
Y el tema por supuesto que está vigente...da que pensar...gracias por la visita Hildy, un abrazo.
El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres, dijo Beauvoir, además de otras muchas cosas sobre el problema discriminatorio sobre la mujer.
ResponderEliminarUn problema algo resuelto, pero infinitamente lejos de resolverse del todo, quizás, en mi humilde opinión, porque tantos años haciéndonos sentir menos, se hace costra difícil de quitar.
Estas dos películas deben verse no sólo por las actrices que protagonizan las historias, sino por su contenido, interesante e incluso enervante, añadiría yo.
Conste que no soy feminista. No creo en las etiquetas y menos en ésta que se le ha colocado o se han colocado ellas mismas, a las mujeres que sí tienen valor para reivindicarse.
Besos.
No se Marinel, estas dos películas ofrecen dos retratos femeninos de madres y suegras que son tan tiranas y crueles o más que los hombres. Que tienen claro que sus hijas tienen que cumplir una "función"...en eso las películas son muy claras.
EliminarEstoy deacuerdo en que la costra no se puede quitar de un día para otro. Yo no se si soy feminista o que soy, pero esos pasosr de muchas mujeres los valoro mucho. El postureo de otras y otros no tanto. Un abrazo
Es que te hierve la sangre a poco cuajo que una tenga, comprobar cómo las mujeres han sido desde moneda de cambio a objeto de uso, como puede ser una mesa o una cuchara. Mujeres arriesgadas, valientes y sacrificadas que merecen ser recordadas, aunque la mayoría han sido y son anónimas.
ResponderEliminarNo he visto al película, los actores son de los que me gustan y la pinta promete.
Un abrazo
Efectivamente...estas dos películas pueden parecer frías, con un tono gélido y poco emocionales....nada más falso...soterradamente hierve la sangre...la deeste espectador también. Un abrazo
EliminarNo sabes cuánto me gustaría que la opresión, el cautiverio de las almas fueran cosas del pasado, y no sólo de las mujeres sino de los hombres que tambien lo sufren a otros niveles, pero sí, ellas, nosotras se llevan la palma.
ResponderEliminarLa historia está llena vidas así y no es cosa del pasado, en algunos países siguen casando a las niñas con hombres mayores y..no quiero ni mencionar lo que puede ser la vida de esas mujeres, está en las noticias.
En capas más altas de la sociedad, en el primer mundo, es "otra cosa" igualmente triste.. es decir si uno no tiene opciones, porque si se trata de libre elección ya hablamos de conveniencia.. y si resulta en error siempre(o no) hay salida.
Ví la Duquesa, me gustó sin entusiasmarme, pero me irrita. Ralph Fiennes siempre odioso (perfecto en el papel) ¿qué tiene éste hombre que consigue helarnos la sangre con su gesto? pero para ser justos la vida de la Duquesa de Devonshire Kiera Knightley, siempre perfecta embutida en el corsé,( ¿no es la ascendiente de Diana Spencer?) amada por todos menos por su marido, es una "perita en dulce" comparada con la de otras,claro que los "ricos tambien lloran".. por cierto, me gusta la actriz que encarna a su amiga Lady Bess Foster, Haley Atwell.
La segunda historia que nos presentas no la he visto pero más de la misma situacion, matrimonios de conveniencia, desgraciados, cárceles doradas o simplemente prisiones..lo más penoso es que era "lo habitual", casarse por amor era "lo raro" y en igualdad de condiciones casi imposible, porque ellas pasaban a ser "propiedad" del marido y por lo tanto a merced de su benevolencia. y ¡ no te digo si se salian del patrón aceptado por la familia y la sociedad circundante!..Anna Karenina, La edad de la inocencia..
No me enrrollo más.
Lo dicho..¡qué pesadilla esas mujeres "dando" la lata con lo bien que estarian contentas con su "suerte" y quietecitas en su casa! (ironía.. por si no se nota) :-P
Un tema con muchas aristas, Mr V. siempre reseñado y diseccionado con tu habitual elocuencia. .pero ¡no tardes tanto por favor!
Me alegra mucho leerte de nuevo en ésta tu casa.
Un abrazo
Paso de nuevo y ahora resumo:
ResponderEliminarTodo radica en poder y saber elegir, si no tienes esa opción..umm..lo veo dificil que uno pueda ser feliz.
Otro abrazo
hummmm, no sé que contestarte, por un lado pienso que estoy de acuerdo...por otro que nadie mejor que las modelos esposas de futbolistas y deportistas multimillonarios para ratificar lo que dices. Ellas si que saben como ser felices....el poder del cálculo...pero al menos hay que tener la opción, estoy de acuerdo. Otro más.
Eliminarcorrijo, más que lo saben, creen saberlo, y ellos tb...otra cosa es como termina cada cuento....
EliminarPues si, el cautiverio al que te refieres no conoce de géneros. Estas dos películas juegan la baza de contar además con dos presuntas privilegiadas. Sería fácil decir que su vida nada tiene que ver con la de por ejemplo la protagonista de "las cenizas de Angela"...por citar una coetánea en el tiempo de Therese....pero ahí está la cuestión que dejan entrever estas películas. Si estas dos pasan el calvario que pasan...que no sucedería con otras menos afortunadas en lo material....que x cierto...en el fondo de poco sirve cuando vives de esa forma.
ResponderEliminarRalph Fiennes está soberbio y Haley Atwell tiene un papel extraordinario...la protagonista pasa de apiadarse de ella a considerarla una rival para al final darse cuenta de que ambas son dos víctimas sin remisión que comparten un aciago destino en común.
Si se salen del patrón es tema muy interesante, aqui ni pueden ni les dejan...
A mi tb me alegra leerte por esta casa...un abrazo
La historia de la Mujer siempre salpicada de intrahistorias tenebrosas. Cuánto han tenido que callar nuestras antecesoras y cuánto callan, todavía, muchas de ellas. Los títulos prometen. Abrazos, amigo
ResponderEliminarSalpicada y mancillada muchas veces...en ocasiones bajo el pretexto de la mujer fatal y pecadora, libidinosa y artera...que también las habrá...pero ese estigma se ha utilizado en su contra...un abrazo
EliminarUn análisis muy interesante sobre el mundo femenino. He visto la Duquesa, la otra , no.
ResponderEliminarEl patriarcado sigue vigente aunque poco a poco vamos ganando nuestro lugar. Todavía se utiliza a la mujer como moneda de cambio, y son muchas las víctimas en el camino.
Quiero tener esperanza porque gracias a que con el paso del tiempo evolucionamos, la mujer podrá ser ella misma con toda la riqueza de su interior, y libre para decidir.
Me ha encantado como describes esa lucha interior de las protagonistas de estas dos películas.
Un abrazo.
Muchas gracias Maripaz....conste que no había un propósito aquí de abanderar causa alguna, aunque veo que al final ha salido así. Simplemente vi estas dos películas en corto espacio y me pareció que era una buena oportunidad para hablar de estas y otras miserias que pueblan vejaciones varias a la mujer. La libertad es el primer paso, desde luego...un abrazo
ResponderEliminarTe he leído con el corazón encogido, y es que siempre me duele constatar el trato vejatorio recibido por las mujeres a lo largo de la historia. Aunque sean películas, me hace daño que nos haya utilizado así. Si las más nobles y pudientes no se libraban, imagina las otras, las que estaban en estratos más bajos, obligadas a trabajar como mulos y sin poder apenas abrir la boca.
ResponderEliminarLo más terrible es que aún hoy día siguen existiendo muchas discriminaciones (vergonzoso lo de los sueldos más bajos de las mujeres en puestos donde los hombres las sobrepasan y mucho).
En fin, nunca está mal meditar sobre estas cuestiones.
Ha sido un placer volver a leerte, Víctor. Me gusta esta pluma tuya que levanta los velos y medita sobre lo visible e invisible. Poco se escapa a tu mirada.
Un abrazo.
Pues si así andan las cosas y así andaron. Y noi creas, aunque sean películas están basadas en personas reales. No sabremos nunca la fidelidad del texto a su vida real, pero no me extrañaría que fuese aun más dura...hoy en día existen ejemplos más numerosos de lo deseable...por desgracia...un placer tu visita...un abrazo
EliminarPara no variar, no he visto La Duquesa ni Thérèse D. Así que por el lado peliculero nada puedo decir.
ResponderEliminarSobre la situación de las mujeres de alta cuna en el siglo XVIII, la describes con la ilustración que siempre sabes hilar de forma sutil pero clara y precisa. En esencia la mujer era un ser inferior, una eterna menor de edad dependiente del hombre en todo. La que se aclimataba a esa situación vivía sin vivir, la que no lo hacía lo tenía chungo de narices. Olympe de Gouges murió en la guillotina y esto pensaban los jacobinos de ella:
Olympe de Gouges, dotada de una imaginación exaltada, tomó sus delirios por una conspiración que le dictaba la naturaleza. Comenzó por desvariar y acabó por hacer suyo el proyecto de aquellos seres pérfidos que pretendían dividir el país; quiso ser hombre de Estado y parece como si la ley hubiese castigado a esta conspiradora por haber olvidado las virtudes propias de su sexo.
¿Y hoy? Muy largo sería entrar en ese tema y fuera de lugar respecto a tu precioso texto.
Solo añadiré una coda: me siento orgullosa de ser feminista, ami aire, eso si, la mayoría de las organizaciones y discursos que existen hoy los veo anacrónicos y acartonados.
Un abrazo!!
No importa si no has visto las pelis Laura, ya que aportas algo que efectivamente es muy cierto y da la medida de cómo eran las cosas. El final de Olympe es de esos que hielan la sangre....y muy a propósito de lo que se trata. Se podría argumentar que como tantos otros por aquellos tiempos...pero no...el párrafo que colocas es demoledor...y da la perfecta medida en cuatro líneas de todo lo expuesto.
ResponderEliminarMe parece bien que te sientas orgullosa, y sobre todo si es a tu aire...los discursos que veo y leo hoy no se, quieren ser tan modernillos que terminan siendo excesivamente lights....noi creo que vayan mucho al fondo, aunque claro está hay de todo...sobre el hoy... un día nos pondremos con ello. Un abrazo
Tengo que darte las gracias por este post, Víctor, por la parte que me toca, la de ser mujer, aunque, bien sabes que la lucha de los derechos de la mujer no nos incumbe solo a nosotras. La reivindicació de los derechos y la erradicación de las injusticias es una cuestión de sensibilidad y no de género. También es verdad que hay aún muchos que no se enteran y lo riegan todo con roles que da mucho asquito.
ResponderEliminarMujeres que "terminan convirtiéndose en un suntuoso decorado". Qué desazón. Me han entrado ganas de ver las pelis, como siempre que te leo :)
Un beso.
No me tienes que dar las gracias, Sue......aunque te lo agradezco.....es verdad, es cuestiòn de sentido y sensibilidad que diria Austen.
ResponderEliminarPues si, me llama la atenciòn como una de las formas de discriminar es sometiendo bajo el paraguas de afeites, vestidos y lujo, pero sin permitir pensar. Un placer verte x aqui.
El derrotero femenino fue duro y sigue siéndolo, a pesar de reinvindiaciones, feminismos y modernidad. También creo que a sido igual para los hombres. Fue y es duro para el genero humano en general, creo que la deshumanización en base a roles hizo y hace mal, tanto a unos como a otros. Siempre es un placer leerte. Un beso
ResponderEliminarLo lamentable es que siga siéndolo....pues de lo pasado nada se puede hacer. Y lo de los roles...es un lastre que no nos quitamos de encima. El placer es contar con tu visita...un abrazo
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