jueves, 7 de abril de 2011

THOMAS CROWN: AFFAIRES VARIOS
















Hoy vamos a echar un vistazo al cine comercial de 1968 y al de 1999. En esos años se realizaron dos diferentes versiones de “the Thomas Crown affaire”, lo que nos va a servir de escusa para añadir un nuevo capítulo a nuestro particular repaso al remake. El film de 1968 “el caso Thomas Crown” fue un éxito de taquilla en su momento. Éxito explicable por cuanto lo protagonizaban dos estrellas del calibre de Steve McQueen y Faye Dunaway, y estaba dirigido por un director que en ese momento gozaba de prestigio, como Norman Jewison (poseía un oscar reciente por “en el calor de la noche”). Ahora bien, que la gente fuese a verlo en su día, aquí no servirá de pasaporte concluyente, ni nos va a impedir colocarlo en sus justos términos. Un detalle conviene retener: el proyecto era original de Sam Peckimpah, el cual se desentendió del mismo ya iniciado el rodaje. Mal asunto. Desde luego, muy cómodo no debió sentirse con esta historia donde un ejecutivo de carácter irónico y amante del riesgo se dedica al robo de bancos por pura codicia y satisfacción de su ego. La aparente horma de su zapato la encuentra en la representante de la compañía de seguros que investiga el caso, y que mide tanto su inteligencia como su sex apile con el cínico y atractivo atracador. Estamos aparentemente en el terreno del trhiller con toques irónicos de alta comedia.
  

Sucede, no obstante, que en realidad la película debe superar sin éxito dos escollos considerables. El primero, que no oculta en ningún momento que la cinta está concebida como un absoluto vehículo para el lucimiento de sus dos protagonistas. Aqui se produce una práctica sumisión a sus estrellas, absolutos totems del momento, que  se divierten con sus respectivos roles. Ambos practican un juego prohibido y sexy de mutua atracción entre contrarios que está dirigido en el fondo al espectador que se supone debe disfrutar con la larga partida de ajedrez literal que ambos juegan a lo largo de todo el metraje. En este sentido la película la disfrutarán con placer todos aquellos mitómanos amantes de los dos iconos protagonistas, los cuales en este caso trabajan guiñando un ojo al espectador y haciendo de si mismos, sin meterse demasiado en la piel ni interiorizar en toda su complejidad sus personajes.
El segundo problema que afecta al film es su carácter puramente coyuntural. “el caso Thomas Crown” está concebido como un entretenido pasatiempo de temporada. Y en este aspecto cumple su función. Todos los tics de los films de la segunda mitad de los años 60 están aquí presentes. Desde su banda sonora, pasando por los violentos zooms hacia Los personajes, hasta el uso de la para mi odiosa split screen o pantalla partida, con o sin justificación. El resultado es un trhiller pop, un film simplemente correcto que se deja ver como simpático desahogo, pero que no deja especial huella, ni dentro de la historia del sub género de robos de bancos ni como historia de amor previsible.

 
Según él mismo cuenta, una madrugada de insomnio y por un canal de pago Pierce Brosnan vió la película y parece ser que le entusiasmó. Y ello le llevó a impulsar y producir el proyecto del remake que en 1999 dirigió John Mctiernan. De hecho la decisión no sorprende por cuanto el personaje principal, Thomas Crown, se ajusta como un guante al tipo enigmático, cínico y bon vivant, una especie de gran Gastby canalla que al actor le gusta componer como marca de la (su) casa . Solo le falta tomarse un par de dry martinis para situarse cerca del agente con licencia para matar, cuya alargada sombra aparece en algunos rasgos del personaje en su versión 1999. El resultado: un nuevo o más bien renovado “thomas crown affaire”.


















La historia apenas varía, salvo en dos aspectos. Ahora Crown es un rico magnate en los negocios y exquisito coleccionista que se aburre y en su tiempo libre roba para su propia delectación obras de arte en los museos. Por otro lado el solo insinuado componente sexual de la relación con la agente de seguros en 1968 está aquí mucho más acentuado. Alguno dirá que es el signo de los 90,marcado por la influencia de variados instintos básicos, pero el caso es que el papel que desempeña Rene Russo con gran desenvoltura, ya no solo libra una batalla intelectual y romántica, sino de abierto atractivo físico, sensual y de marcado tinte sexual. El comienzo de trhiller da paso en seguida a una sofisticada trama donde el juego del gato y el ratón y la abierta lucha de sexos se convierten en el motor de “el secreto de thomas Crown”.
Alguno se preguntará que tal se maneja el autor de “depredador”, “la jungla de cristal” o “el guerrero nº 13” con este material. Pues estupendamente, con brío y sin plantearse complicaciones innecesarias. Filma el robo del inicio de forma modélica,  infinitamente mejor que Jewison. Y dota a sus personajes de contenido, sobre todo el de Rene Russo, mujer independiente y sexualmente liberada que llega pisando fuerte y a la que el guión le aplica una ración de machismo puro y duro que la deja tocada en todos los aspectos. Es encomiable como se va confundiendo en su personaje lo profesional, la atracción sexual y la definitiva derrota amorosa.

 Aun así, uno no puede dejar de pensar que hubiese hecho Mctiernan con Steve McQueen y faye Danaway. La conclusión es que mal que nos pese el star system no es lo que era, y que aunque existe más convencimiento en la puesta en escena, en la interpretación y en general en todo el proyecto en su versión 1999, la sola visión de las estrellas del pasado provoca una añoranza y una solvencia irrecuperables. Resulta ciertamente paradójico que aquellos actores a medio gas y con el piloto automático puesto, sean capaces de dar tanto o más de si que los de hoy actuando a pleno rendimiento y con los motores a toda máquina. En este apartado la versión 1968 sale ganando sin discusión.

En el apartado de dirección y guión, la propuesta de Mctiernan mantiene un pulso narrativo muy dinámico en la acción, con una puesta en escena envolvente y atractiva, mientras que Jewison resulta mucho más anodino e impersonal en su trabajo. Lo suyo es puro funcionariado frente a una secuela que se cree lo que está contando, y practica la alta comedia con resultados más que aceptables. Sin embargo, ambas terminan por resultar dos productos de su tiempo, aunque el nivel del cine en uno y otro momento es distinto. Ahora dos actores que no son estrellas como las de antaño no son ya capaces de movilizar al público y arrastrarlo a un film comercial. Tal vez por eso y un tanto injustamente, “el secreto de Thomas Crown” no fue precisamente un superéxito en 1999 pese a ser un film multisala, aunque este rodada con un toque de personalidad.

9 comentarios:

  1. No creo haber visto la versión del 68 y si recuerdo la del 99 con agrado. Pasarlo bien y olvidarla. Tampoco creo que la película aspire a más. Es interesante tu reflexión sobre el strar system, aunque yo he de reconocer que la sensualidad de Rene Russo en una edad ya cercana a la madurez me podía. Seguramente, incluso, la vi por ella, aunque no lo recuerdo :) En cualquier caso, según tu opinión, el remake volvería a superar al original. Y ya sabes que algunos dicen que eso solo pasa con "El Padrino" (y es mentira) y con "El imperio contraataca" (Y es verdad). Un abrazo.

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  2. He visto ambas versiones y estoy de acuerdo contigo en que el movimiento masivo hacia las pantallas en la primera versión estuvo motivada indiscutiblemente por las dos figuras protagonistas. Tanto Faye como McQueen eran dos estrellas del momento y la película un buen vehículo para el lucimiento de ambas.
    En cuanto al remake, que no carece de gracia y de buen hacer, sus protagonistas eran otra cosa, sólo peones de una buena historia.

    De todas formas tanto en una como en otra versión hay buen cine comercial, no obras de arte, obviamente, pero sí buenos productos artesanales que cada día son más escasos en nuestras pantallas.
    Un abrazote.

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  3. David. La película original no está a la altura del gran cine clásico. Es un film moderadamente correcto al que sin duda salva su pareja de actores.Creo que Mctiernan pone más empeño y consigue un film digno y aceptable, sobre todo dentro del contexto en que se movía. Completamente de acuerdo respecto a Rene Russo, que se entrega en una ineterpretación deslumbrante, aunque no posea el aura mítica de Faye Dunaway. El caso de los dos films que mencionas aunque interesantes, yo los considero continuación de una saga, no remakes sobre una misma historia. Un saludo.

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  4. Anro. De acuerdo contigo. Yo también hecho de menos ese cine medio, de corte artesanal pero de correcta factura y buen nivel que antaño era muy comun. A veces pienso que actualmente estamos muy rodeados de falsos prestigios que se creen grandes autores,a los cuales alguna vez habría que bajar del pedestal al que estan subidos, ya iremos dando nombres. Un saludo

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  5. La diferencia entre Steve McQueen y Pierce Brosnan es abismal, el primero es un maestro, el segundo es un actor mediano. Ahora pensar que los actores pueden solventar una película por encima de la historia me parece un punto más a favor de McQueen y Dunaway, se trata también de buscar a los personajes idóneos para una película, yo creo que tanto un lado como el otro están desaprovechados, debería de haber un matrimonio solido entre actores y guión, como bien apuntas que bien lo hubiera hecho el director de el remake de 1999 con las dos leyendas. En todo caso me quedo con el clásico. Un abrazo.

    Mario.

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  6. Mario. La calidad de la pareja del film original está fuera de toda duda. Por eso es una lástima que con esa materia prima Norman Jewison facture de forma cómoda una película correcta sin más. El mérito de Mctiernan es que no dispone de ese material, y aun así saca el proyecto adelante a base de una puesta en escena trabajada y una dirección agil. Un saludo.

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  7. Claro, tienes razón, se me ha ido la olla. Tu hablando de remakes y yo poniendo segundas partes. En fin, lo siento, a veces llego demasiado cansado a casa y no atino. Un saludo.

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  8. Ese ejercicio comparativo entre ambas versiones curiosamente lo hice y allí también discrepé con el amigo ANRO respecto a los intérpretes.

    Yo sí ví la primera en el cine (lo cual da idea de veteranía, que no sabiduría) y he de afirmar una vez más que nunca fui admirador ni de Steve McQueen ni de Faye Dunaway que está muy bien en Chinatown pero nada más: nunca me ha gustado, ni físicamente ni como actriz y lo mismo diría de McQueen: mucha planta de tipo duro, pero nada más.

    La intepretación de René Russo, tan sexual, contra lo que dices, no me parece más propia de los años 90 en los que la censura timorata de los estudios es más eficaz que los restos que apenas ejercían en los finales de los sesenta: si te fijas bien, en películas no especialmente dedicadas a mostrar culos y tetas, había más sexo explícito en la década 60-70 y, además, las balas mataban, y no como ahora, que las películas son para infantes.

    Un abrazo.

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  9. Si no te gusta la pareja en la versión años 60, cuidado con tu integridad física, porque los fans son multitud. Yo me quedo en un término medio, aun pareciendome superiores a los actuales.
    Respecto del erotismo,discrepo. Esta película forma parte de un revaival en el trhiler que nace con el fenómeno de instinto básico y que se extendió a otros como Jade de William Friedkin, por ejemplo. En los noventa surgió la moda de los trhilers subiditos de tono, yu este es una buena muestra de ello.

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