Compartir, esa es la palabra. Aunque no me va mucho eso de elegir, si tuviese que escoger de entre las que han pasado casi a mejor vida y como operación rescate una película española de la última década, esta sería sin duda “La suerte dormida”. Su directora, me consta, ocupa sin problemas el puesto más alto en el ranking de personas más denostadas, odiadas, y/o vilipendiadas en esto del cine. Su nombre hoy viene ligado a una ley o a un mote a propósito de las descargas. Yo prefiero seguir llamándola por su nombre, Ángeles González Sinde. Sin duda, la persona que me ha deparado la conversación cinematográfica más jugosa y enriquecedora que he tenido jamás con alguien dentro del medio audiovisual. Personal, de tu a tu, con un testigo de excepción y a petición de ella misma. Compartir, decía. Vamos con la historia:
Corría el otoño de 2003 cuando sin una razón especial ni motivación previa fui a ver “La suerte dormida”. El impacto, la sensación de estar viendo una película muy potente surgió al instante. Un hermoso islote compacto que se alza lejos de la obediencia debida al páramo desierto del cine español. Una experiencia que no termina al salir de la sala. La ferrea dirección, el complejo estudio de personajes, y sobre todo un guión modélico de estructura compleja y plagado de aciertos ayudaban a ello. Una película minuciosamente trabajada, meditada, que desarrolla a fondo la creación de un mundo propio. Un espejo fiel que nos retrata sin fisuras, creíble y narrado no solo con absoluta solvencia, sino con auténtica y verdadera inspiración.
Por cierto, a ello no es ajeno el hecho de que si tuviese que elegir un novelista español de la última década, no habría duda, sería Belén Gopegui. Ambas escribieron el guión del film a cuatro manos sobre la base de un suceso real del que tuvieron noticia. De hecho, al parecer ambas siguieron por razones diversas el asunto en cuestión: Un obrero sin cualificación muere en extrañas circunstancias trabajando en una mina cercana al aeropuerto de Barajas. Lo que al principio parece un mero accidente esconde oscuros intereses de todo tipo. Se ven implicados, la empresa explotadora de la mina, las autoridades aeroportuarias, la Comunidad de Madrid, y hasta algún que otro departamento ministerial.
El asunto les sirve a Gopegui y Sinde como base para desarrollar un guión donde confluyen diferentes líneas de actuación. Por un lado, la lucha por defender los derechos de la familia del fallecido ante la empresa y organismos oficiales, permite poner en cuestión de forma apasionada y lúcida los manejos institucionales y corporativos frente a los más desfavorecidos así como elaborar sus propias tesis sobre la pervivencia de la lucha de clases y los abusos de poder. No está de más recordar que el asunto se trató de tapar con una indemnización insultante y ridícula que obligó a la familia a ir a juicio.
Pero por otro lado, el campo de operaciones del drama se desarrolla en otras direcciones dibujando un paisaje humano tremendamente atractivo, brutal y muy preciso. Ya puestos diré que si tuviese que elegir un personaje de ficción español de la ultima década este sería Amparo, la abogada retirada que precisamente desde el desamparo emocional coge fuerzas y vuelve a la carga para defender a la familia en una feroz batalla desigual. Un personaje rico en matices que carga con demonios y traumas internos de muy hondo calado y al que Adriana Ozores le otorga una humanidad increíble en una interpretación memorable. Recordar que pese a optar al Goya 2004, finalmente la ganadora sería Laia Marull por “Te doy mis ojos”.
La soberbia dirección de Gonzalez Sinde, de aromas clásicos y que evita hábilmente caer en el maniqueísmo, no tiene desperdicio. El velo que irá destapándose en el seno del drama familiar, contiene escenas antológicas fruto de un trabajo minucioso. Y el desarrollo del film judicial, la lucha que se libra en el ámbito moral, ético y jurídico se desarrolla de forma implacable y precisa, de modo que con gran veracidad y pasión, lo personal se mezcla y se diluye con lo profesional de modo irreversible, lo que constituye uno de los grandes logros de un film de gran envergadura, en el que en todo momento se nota la implicación y compromiso de la directora y su coguionista con la historia que narran.
En ocasiones, aunque pase el tiempo, la paciencia da como resultado que la suerte se alíe con uno. Cuestión de azar, supongo. Un par de años después, me entero de que Belén Gopegui vendrá por esta tierra a los cursos de verano a presentar su novela “El padre de blancanieves”. Pero lo que es aun mejor, acompañará a Angeles González Sinde en otra conferencia comprendida dentro de un curso sobre el guión cinematográfico, donde aportarán su visión respecto del guión en general, así como su experiencia juntas en “La suerte dormida”.
Nunca la ocasión se presentó más propicia. En aquellos tiempos uno disponía de más tiempo, y para cuando llegó el día yo me presenté en la conferencia cargado de papeles. Básicamente, los relacionados con las críticas que había podido recopilar en todos los periódicos y revistas posibles, incluso algunas extranjeras, así como la repercusión en festivales. No hay que olvidar que el film se presentó en la SEMINCI de Valladolid, y tenía varias reseñas al respecto. También me había leido alguna entrevista con la directora, y de todo ello portaba fotocopias, que curiosamente aun conservo. También andan por ahí las anotaciones a bolígrafo que hice durante toda la exposición.
Ángeles González Sinde habló mucho. Se refirió al guión como estructura dramática, y a su cercanía y filiación con los géneros clásicos, proveniente de sus estudios en el American Film Institute. Se extendió sobre la elaboración de ese guión en concreto, de sus dudas ante lo que era su ópera prima, y de cómo requirió la ayuda de Belén Gopegui para perfilar algunos aspectos del desarrollo del film, el cual consideraba cercano a cierto tipo de cine americano de los 70 y primeros 80, sin especificar. No es cuestión de reproducir aquí toda la conferencia. Belén Gopegui, dejando a propósito el protagonismo a su amiga habló menos, se refirió una y otra vez a que la autoría correspondía a la directora, y que ella solo había intervenido “ayudando” en algunos apartados referidos a las cuestiones más sociopolíticas y éticas de la historia, y en algunos aspectos de las relaciones familiares.
En el turno de preguntas y tras remover mis papeles le hice la que consta aun hoy anotada a bolígrafo en un folio. Se me ocurrió al hilo de su exposición. Es entonces cuando voy y le suelto a la que considero en términos de cine como la más digna heredera del legado de Pilar Miró: “¿Teniendo en cuenta que usted se siente cercana a las estructuras clásicas propias del cine de género pero a la vez desea desarrollar algo semejante a un film de tesis, como se las ingenió para lograr conciliar ambas facetas que en principio pueden ser antitéticas?".
Pausa valorativa. Se puso muy seria y respiró profundamente. Luego sonrió un momento y meneó la cabeza. Me dijo que antes de responderme quería dejar una cosa muy clara, el suyo no era un film de tesis. Pero que no obstante esa había sido una de sus grandes preocupaciones a lo largo de la elaboración del guión. Es más, fue su segunda obsesión. La primera consistía en articular en un todo homogéneo lo particular, lo privado, con lo general, lo público y social. Le interesaban mucho las cuestiones domésticas y cotidianas, dejar claro que sus protagonistas según su visión también deben ir a la farmacia a por recetas, rellenar un impreso para la seguridad social, o hacer cola en el super.
La segunda idea permanente y obsesiva era que el film tuviese vida y personalidad propias, de modo que no pareciese ni un típico film de género ni uno de denuncia y de este modo evitar que pudiese ser etiquetado. Cuestión aparte es si lo había logrado, dijo. Y me retó: “Si le parece a usted que lo he conseguido o no ya es otra cuestión. Puede hablar con toda franqueza”.
Trago saliva. Sinceridad ante todo, pensé. Le contesté que en mi opinión si, ya que el film estaba en la onda de otros que salvaban bien ese escollo, como “Missing” o “Silkwood”, pero que había leido todas las críticas del film que había podido y que al mismo se le ponían dos tipos de peros que, no obstante, serían largos de exponer.
Absolutamente sorprendida y casi boquiabierta me dijo: “¿De veras ha leído usted todas las críticas de la película? Mire, para no alargar esto mucho y que pueda intervenir más gente ¿podría verle al finalizar para ver a que conclusiones ha llegado?” Estuve de acuerdo.
Llegado el final, con un gesto me invitó a que me acercase. Me preguntó si nos podíamos tutear, lo que resultaría más cómodo. Y me dijo más o menos, ya que no tengo la conversación grabada ni llevaba grabadora: “Mira, es que has dicho dos cosas que me han llamado muchísimo la atención. Cuando hacíamos el film, teníamos la certeza de estar haciendo algo que estaba absolutamente descontextualizado, fuera de época y de los intereses del cine de hoy en día. Nosotras adoramos films que de una u otra forma estaban en mente cuando hicimos este, y no son los que venden hoy. Es el caso por ejemplo de “Veredicto final” o “El sindrome de china”, pero curiosamente y de forma muy especial los dos que tu has citado, precisamente debido a que ambos tratan casos reales. Para mi, tanto Karen Silkwood como Charlie Horman en “Missing” son dos constantes referentes, unos absolutos héroes contemporáneos. Y las dos películas que has citado son una muestra perfecta del tipo de cine que nos gusta y nos apasiona. No solo las historias y lo complejo y sugerente de los guiones, sino la forma de estar narradas. Ahora se lleva el estilo Bourne, cámara en mano a toda velocidad, steady cam y barridos de cámara. Pero esa no es la puesta en escena que me interesa como directora. Prefiero dejar respirar cada plano, prefiero secuencias pausadas donde el actor y la historia puedan desarrollarse, panorámicas lentas a ser posible”.
Hay que decir que por aquel entonces se acababa de estrenar la segunda parte de la trilogía Bourne, si no recuerdo mal. Lo que si recuerdo es un esfuerzo constante por explicarse lo más meridianamente posible y hacer entender su discurso.
Después me preguntó por las críticas y los “peros” a los que había aludido con anterioridad.
Y la verdad, con una rara mezcla de sonrojo, corte y sano orgullo le expliqué que si se leían todas las críticas podían agruparse en tres grupos: aquellas que despachaban rápidamente la película como un fallido intento dentro del romo panorama del cine español, sin más. Estas no merecían mucho la pena y se podían obviar sin problemas. Luego, había otros dos grupos claros que si profundizaban mucho más en el análisis y que acusaban a la película desde dos puntos de vista. El primero reprochaba al film de hacer un cine dogmático y de tesis, una píldora ideológica (la de las autoras) escondida bajo un manto de cine de género judicial que hiciese más digerible la propuesta.
Y luego estaba el otro grupo, el que a la inversa entendía que bajo un contenido de suave crítica político-social, el film no dejaba de ser una muestra más de cine de género comercial americano, pero esta vez a la española. Un espectáculo judicial en el fondo para todos los públicos, que no radicalizaba a fondo su presunta propuesta crítica.
Nueva pausa valorativa, esta aun más larga. Ambas se miraban, Belén sonreía como si esperase algo así. La directora tomó la palabra. Me vino a decir que esto que le contaba por una parte le alegraba y por otra le entristecía. Y se explicó. En su opinión lo que le contaba era de agradecer, ya que significaba que la crítica no había muerto, ni estaba agonizante tal y como ella pensaba. Pero por otro lado le recordaba los viejos debates de sus tiempos de estudiante de cine sobre la existencia de una crítica de derechas (el primer grupo) y una de izquierdas (el segundo grupo), lo cual ella desaprobaba. A la vez le recordaba las críticas que se hicieron en U.S.A a “Missing” la cual fue recibida con disparidad de opiniones debido a que una parte de la crítica, la más radical desde la izquierda, criticaba que ese film en concreto, tratando el tema que trata, tuviese estrellas norteamericanas y fuese financiado con capital nortemericano, lo que consideraban una especie de entonación de falsa mea culpa injustificable, producto de una clara y evidente mala conciencia.
Mientras, otros en el otro extremo ideológico argumentaban que Costa Gavras había utilizado alegremente capital de las majors para criticar duramente el sistema político del pais que le había financiado, lo cual tampoco era de recibo.
En todo momento se mostró muy discrepante de ambas posturas, que según ella obviaban de modo flagrante la cuestión fundamental, el juicio sereno y estrictamente cinematográfico de la obra.
Y volvió sobre las películas de Bourne y similares, para dejar claro que esos films utilizan un falso cine próximo al documental cámara en mano para contar historias inventadas de espías y acción, pura ficción pirotécnica enmascarada bajo un estilo que ella consideraba docudramas con truco. Por contra, ella misma se situaba en el lado opuesto: Partía de un caso real, pero lo trataba en todo momento como una ficción cinematográfica, incluso acercándose al estilo de los géneros clásicos, tal y como yo había apuntado en la pregunta. Y argumentó sin cesar que si admiraba films como “Silkwood” o “Missing” no solo era por el hecho de basarse en dos fabulosas historias verídicas que relataban las peripecias de dos personajes que consideraba admirables, sino por que cinematográficamente le parecían explendidas. Es más, en su opinión la interpretación que de Karen Silkwood hace Meryl Streep le parecía con diferencia la mejor de su carrera. El discurso por tanto, interesaba tanto como la forma, y no aceptaba que se le acusase de dogmática, o que intentase imponer tesis alguna con su película.
Belén Gopegui tomó por fin la palabra para afirmar que estaba totalmente de acuerdo. Se remitió al prefacio de su novela “El lado frio de la almohada” donde dice “Esta es una obra de ficción y no un fragmento de la historia con mayúsculas, aunque si pertenezca a la historia de lo que los hombres y mujeres hacen, conocen, imaginan, procuran…”.
La conversación, que para mi fue un auténtico regalo, discurrió en todo momento muy cordial, amable y distendida, y tanto Gonzalez Sinde como Gopegui me parecieron muy adictas a la dialéctica y como jovialmente entusiasmadas de que, por fin, su película generase algún tipo de debate, aunque fuese en una breve conversación. Cuestión que siempre me ha llevado a pensar que la implicación en la historia narrada va más allá del caso concreto y si que pretende al menos invitarnos a reflexionar, a profundizar, sin por ello dejar de sentir.
Admito que en muchas ocasiones no reconozco a la persona que primero dirigió la academia de cine y luego accedió al ministerio cuando la veo por tv. Tampoco voy a valorar el tema de la ley y las tan traidas y llevadas descargas, ni voy a entrar en polémicas sobre el ejercicio de su cargo. Siendo un poco cáustico tiendo a pensar en esa excelente película de Claude Chabrol titulada “Borrachera de poder”. No se que opinaría sobre la misma. Por mi parte, aun sigo encantado de haber podido compartir de cine. A lo mejor ese es su auténtico lugar.
Muy interesante experiencia la tuya, Víctor. No he visto esa película, que apunto en mi lista de pendientes.
ResponderEliminarSeguramente estaré, después de haberla visto, muy de acuerdo, por lo menos, con tu causticidad de última hora.
Más que nada porque siempre he pensado dos cosas: que el Ministerio de Cultura es innecesario y que, desde luego, para ser político hay que haber nacido para ello y no me parece que un artista pueda reunir en su persona tal ambivalente condición.
Un abrazo.
Una reseña interesante donde las haya, Victor. No solo por lo que cuentas sino por lo que se lee entre lineas. Es decir que hablar de cine como ejercicio intelectual es una experiencia muy estimulante y con gente que sabe de cine.
ResponderEliminarPoner etiquetas casi siempre perjudica más que beneficia..pero es cierto que resulta muy dificil mirar con los mismos ojos a la guionista-directora y a la persona que obstenta un cargo politico cuando el poder suele " cerrar" los ojos a la realidad en mi modesta opinión.
¡ te felicito por la entrevista de todos modos !
Un saludito :-)
Presentas muy interesante la película, la anoto desde luego a ver si hay suerte. También me parece muy buena tu reunión con Sinde y Gopegui, una estupenda anécdota, reflexionar sobre la película con las autoras debe ser algo genial para descubrir que quiso hacer, que no siempre termina siendo lo que se consuma, en eso yace el arte entre la idea y la materialización. Sería cuestión de ver el producto y sacar conclusiones. Recojo las tuyas, muy entusiastas, que tenga de ideología/reflexión y a la vez creación de autor que posea estética parece el deseo de todo artista con ambición, al menos las pretenciones son bastante altas. Un abrazo.
ResponderEliminarMario.
Imagino que cuando González Sinde te vió con semejante papeleo y le hiciste tan elaboada pregunta se sorprendió. Cuando uno acude a ruedas de prensa (y en este último año he pisado algunas) alucina con la estupidez y vulgaridad de las preguntas que los periodistas hacen a los creadores o actores. No he visto esta peli de Sinde, si la segunda que realizó con guión de Elvira Lindo y me pareció, cuanto menos, apreciable. Tomo nota. Un abrazo.
ResponderEliminarMe gustó "la suerte dormida" y estoy de acuerdo con tu valoración de la película. Desde luego fue un regalo tener una conversación así con directora y guionista. A todos los amantes del cine nos encantaría hacer algo así con respecto a una película que nos haya impresionado. Enhorabuena y gracias por compartirlo con nosotros/as.
ResponderEliminarBesos
Por cierto, estoy de sorteo en el blog, por si te apetece...
Vaya entrada, Mario. La película no la he visto, así que poco puedo decir salvo que la anoto para ver si la encuentro y la puedo ver. Parece bastante interesante por todo lo que explicas.
ResponderEliminarRespecto a la conferencia y posterior diálogo, me parece que fue un privilegio poder hablar con ambas y tener una conversación tan rica con ambas. Debiste salir feliz ehhh
Un abrazo!!
Josep. La experiencia fue muy rica, te lo aseguro. La película me parece soberbia, pero claro viene un poco condicionada por su autora, una de las personas más odiadas a día de hoy. Se la descalifica sin piedad, sobre todo en la red, no es nada nuevo. La persona que yo traté fue extraordinariamente amable y cercana, y aun no ocupaba cargo alguno, por eso todo se centró en puro cine. Un saludo
ResponderEliminarAbril. Tal y como dices,en mi caso no hubo oportunidad de etiquetar, ya que en ningún caso hablé con ningún cargo público, que entonces no ostentaba, ni siquiera había accedido a la academia. Para mi fue un encuentro tan entrañable como enriquecedor. Te recomiendo la película si no has tenido oportunidad de verla. Adriana esta descomunal. Y Pepe Soriano ni te cuento. Y has dado en el clavo, me apasiona la crítica como ejercicio intelectual y abierto al debate, aunque igual ya se había notado. Un saludo.
ResponderEliminarMario. La película es muy interesante. Ya podría el cine español mantener este nivel de dignidad más a menudo. Y tienes razón, una de sus preocupaciones, y que además se refleja en pantalla es aunar rflexión y denuncia sin abandonar o despreocupar el estilo y la forma de narrar. Un saludo.
ResponderEliminarDavid. Te envidio muy sanamente por tener la oportunidad de asistir a ruedas de prensa de directores y poder tomar la palabra. Por aquí eso no abunda. Respecto de la pregunta, la fuí confeccionando a medida que la escuchaba, y la verdad, salió algo compleja, lo se, pero sirvió como detonante para todo lo demás. "una palabra tuya" tiende hacia un cine más costumbrista, tb social, y estoy de acuerdo, no está nada mal, aunque no llega a las cotas de su opera prima. Un saludo.
ResponderEliminarBego. Pues si, el regalo además fue doble, ya que admiro mucho la literatura de Belen, y las dos a un tiempo fue como demasiado en un solo día. Y no dispongo ni de una triste foto ay! Se comentaron algunas otras cosas, pero me pareció que el texto quedaba ya demasiado largo. Ya veré a ver que sorteas. Un saludo.
ResponderEliminarLaura. Vamos a ver, primero piensas que soy una mujer, ahora me cambias el nombre, en fin...Ahora en serio. Tienes razón, fue un auténtico privilegio, en el que conté con dos personas muy cercanas, sin divismos de ningún tipo, en plan charla de colegas, muy distendidas y sobre todo con ganas de debatir y explicarse.
ResponderEliminarPor supuesto que a ti, esta película te la recomiendo especialmente. Estoy seguro de que te encantará. Es una auténtica pieza de orfebrería.Un saludo
Visitarte es tener un largo rato de reflexión. No he visto la película, pero si en algún momento tengo oportunidad lo haré.
ResponderEliminarCuando encontramos joyas así y más en un panorama tan desolado como el cine español, entiendo que te hayas quedado impresionado.
Y me da que después del paso de la sra. Sinde por la política, tal vez ya no pueda hacer algo parecido.
Un beso
Virgi. Pues me das una alegría, ya que el objeto del texto no solo es compartir la experiencia, sino también mover a la reflexión.
ResponderEliminarTe diré que lo coloqué con cierta prevención ya que las iras que provoca Gonzalez Sinde son de órdago. Me temía comentarios más duros con ella. No se si el paso por un cargo público contamina a este ese punto de no retorno, espero que no. Saludos.
No he visto esta película, pero te aseguro que me has abierto las ganas de hacerlo, así que en cuanto pueda no me la pierdo.
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo tu entrada, la manera de relatar la experiencia (también admiro a Belén Gopegui) y, en general, el tono, el magnífico ritmo narrativo.
Tu blog es estupendo, muy cuidado. Te felicito de veras.
Gracias por tus hermosas palabras y espero volver por aquí.
Saludos afectuosos.
Isabel. Muchísimas gracias por tus palabras. No soy escritor,desde luego, lo hago lo mejor que puedo,y aunque en ocasiones creo que me extiendo más de la cuenta, si que intento cuidar lo que digo.
ResponderEliminarCreo, intuyo que la película te gustará, espero que la disfrutes. Un saludo.
... me ha servido de medicina.
ResponderEliminar¡Me ha encantado!
Te confieso que no he visto LA SUERTE DORMIDA pero como apuntabas, tu conversación con Ángeles González Sinde y Belén Gopegui es interesantísima y muy, muy rica. Da gusto.
Por descontado que todas las películas que comentáis a mí me entusiasman; Silkwood, Missing, Veredicto final, El síndrome de China.
Y efectivamente como ya me comentabas en el blog y en este texto desarrollas la idea maravillosamente bien, el secreto de un buen cine de tesis está en lo que cuentas y en el cómo lo cuentas... entonces la 'etiqueta' cae y va mucho más allá. Por eso el cine es un modo de expresión artístico maravilloso.
Besos y gracias por la medicina
Hildy
Me alegro....aunque a decir verdad, gran parte del merito se les debe atribuir a ellas que derrocharon camaraderia y ganas y gusto x la conversaciòn.
ResponderEliminarSobre la pelìcula, creo que esta dicho en el texto....y mi opiniòn no ha cambiado. Gracias x el paseo y la visita. Un abrazo