miércoles, 18 de enero de 2012

A ORILLAS DEL ESTADO


















En más de una ocasión se ha tratado aquí el tema de la publicidad engañosa. Esa que estropea las expectativas del espectador que cree que va a ver una determinada película y luego se encuentra con el rosario de la aurora. En el caso de “La conspiración” nos venden un viaje en el que supuestamente uno porta la llave que abrirá todas las incógnitas del asesinato de Abraham Lincoln. Casi nada. El propio título parece avanzar que vamos a adentrarnos en los enigmas de un momento clave de la historia, una página crucial sobre la que se va a tirar de la manta y se va a desempolvar lo que no está en los escritos. La propia ingenuidad de uno mismo le puede llevar a pensar que aquí se van a despejar todas las claves del magnicidio, teorías conspirativas incluidas. Pero los ejecutivos del estudio olvidan algo esencial. Da la casualidad de que fue el propio Lincoln quien pronunció la famosa frase “se puede engañar a todo el mundo durante algún tiempo. Se puede engañar a algunos, unos pocos, todo el tiempo. Pero lo que no se puede es engañar a todo el mundo durante todo el tiempo”. Y el estudio ha venido vendiendo la moto de que íbamos a ver algo definitivo, sorprendente y espectacular sobre el asesinato de Lincoln. Incluso sobre su propia figura. Como si el asunto fuese nuevo. No hace falta recordar que el tema se trata y hasta se visualiza nada menos que en “el nacimiento de una nación” de Griffith. Y quien más quien menos ha saboreado esa pieza de John Ford, “El joven Lincoln” en la que Henry Fonda encarna al político idealista en sus primeros y decisivos pasos. Respecto de “La conspiración”, decir que el resultado del intento de timo se ha saldado con un sonoro fracaso, tanto en usa como en Europa, hasta el punto de que en algunos países ni siquiera ha sido estrenada en salas comerciales, pasando directamente a comercializarse vía dvd. Mosquea bastante esto último.















Pero es que el patio está al parecer mucho peor de lo que imaginábamos. Parece ser que visto el film, el estudio primero trata de dar el camelo, y por si no cuela y vista su escasa repercusión local, decide que este es un film complicado que les va a dar problemas (financieros, por supuesto) y que encima resulta extremadamente incómodo. Aunque en honor a la verdad, no todo el mundo intenta dar gato por liebre. Su director, Robert Redford, se comporta y no trata de engañar a nadie. Es tremendamente honesto y presenta un proyectil fílmico de difícil digestión para según que paladares. Aparentemente pulcro, aseado y académico, pero que como es su costumbre obliga al espectador a esa tarea tan fatigosa que es pensar un rato. Y como eso últimamente no se lleva a la hora de ir al cine, los del estudio sacan rápidas conclusiones: intentemos recaudar lo que se pueda con información tergiversada y pasemos página cuanto antes.
Por cierto, antes de que se me olvide. Que conste que Robert Redford es progresista y liberal. Prefiero decirlo yo antes que nadie, pues sus enemigos (que son unos cuantos) no pierden la ocasión de lanzar el presunto puyazo recordando el sempiterno tema. Como si fuese un estigma. También se le acusa de servirse de parábolas del pasado para comentar el presente y sermonearnos con sus cuitas sobre la ética y los derechos civiles. Admito que es el único riesgo que corre su cine (ser excesivamente discursivo). Pero hay que decir que aunque en ocasiones bordea el film de tesis, jamás ha intentado vender panfletos (ni baratos ni caros). Al contrario, su postura siempre es observadora y dialéctica. Plantea muchas preguntas, pero no siempre da respuestas. Y ahí están “Quiz show” o “Leones por corderos” para refrendarlo.
Recapitulando. Pongamos las cosas claras. ¿Trata este film sobre Lincoln? Rotundamente no. ¿Sobre el complot para matar al presidente? Pues muy por encima y de pasada, de modo que casi que no ¿Sobre los flecos ocultos de su asesinato? Pues aunque algo se dice tampoco, seamos honestos. Y ahora viene lo bueno ¿Trata sobre el juicio a la madre de uno de los presuntos asesinos, la cual regentaba una pensión donde se ocultaban y conspiraban los asesinos? Pues aunque parezca el centro de la acción, va a ser que tampoco. ¿Tal vez sobre el abogado que se encargó de defenderla en juicio y su debate moral al considerarla él también culpable? Pues tangencialmente, pero ese no es el meollo de esta película. Categóricamente no.















Cabe entonces preguntarse ante que nos enfrentamos.Es cierto que estamos ante un film que de pasada toca todos esos temas y otros. Pero Robert Redford va mucho más allá. Sin descuidar la trama judicial ni a los personajes, utiliza todos esos elementos como ideas que le sirven como campo de operaciones de un drama que le permite lanzar mensajes de mucha mayor altura. Para hablarnos de la transgresión con mayúsculas, ética y moral, del drama de la libertad humana sojuzgada, de los  cimientos enfangados del estado de derecho y de cómo el ser humano es capaz de derribar sin inmutarse todos los palacios construidos, incluidos sus derechos constitucionales. Todo eso que Francisco Tomás y Valiente describió milimétricamente en su obra “A orillas del estado”.
Nos habla de ese momento en que tal y como perfiló Samuel Johnson se rompen todos los diques de contención que habíamos erigido, y solo resta como perspectiva la curiosidad de saber hacia donde nos arrastrará la turbulencia de las aguas. Ortega lo definió mejor incluso cuando dejó dicho que en ciertas encrucijadas históricas el mundo pierde sus perfiles definidos y se presenta ante nuestros ojos como una gigantesca crisálida a la espera de su próxima metamorfosis. Y añadía: lo desconcertante es que ni el mejor entomólogo es capaz de adivinar lo que surgirá de ahí, y que futuro nos espera.
Aparentemente, lo que se discute es la posible participación o no de la dueña de una pensión, Mary Surrat (Robin Wright) en el asesinato del presidente. En el fondo se trata de un dilema moral muy propio de las sociedades libres, en el que la perversión del sistema invierte la carga de la prueba.
Y aquí es donde Redford parece enlazar presente y pasado con consecuencias devastadoras. Se pide a Mary Surrat que demuestre un hecho negativo. Es decir, su no implicación. Vamos a decirlo más clarito: se pide a Mary Surrat que demuestre que no escondía armas de destrucción masiva en su pensión. Toda la farsa procesal se centra en el hecho de que la señora ha de probar no lo que hizo, sino lo que no hizo, en una inversión aberrante de papeles. Ante una abyecta letanía alegal de tal calibre, basta la mera acusación para invertir la carga de la prueba y obligar al reo a que pruebe como pueda que es un ciudadano intachable. En ese estado de cosas, el mero hecho de haber podido simplemente alojar a alguno de los asesinos en su pensión automáticamente la incrimina. De modo grave e ipso facto.
Redford somete y pone en tela de juicio la absoluta perversión de los derechos civiles individuales en aras de un presunto y falso interés superior. Y ninguno de los tres poderes del Estado sale bien parado de la prueba del algodón.
No debemos olvidar que estamos hablando del pais que tal vez más se preocupó por la presunta defensa del carácter ideológicamente neutral o imparcial del razonamiento jurídico frente al debate político partidista. Una aspiración nuclear del pensamiento jurídico americano muy ligada al ideal del “rule of law”. Así lo recoge Tocqueville en su ensayo “la democracia en América” donde se alaba el modelo constitucional y su enorme y amplia carta de derechos, el “Bill of Rights”.















Redford pone todo ello en cuestión y se alinea con John Rawls o Horowitz, quien  en su libro “The crisis of legal ortodoxy” plantea la quiebra de algo por lo que se había luchado desde la Revolución: esto es, un gobierno de leyes pactadas fruto de la soberanía del pueblo y no de hombres viciados y contaminados por la política. Así como la creciente preocupación de que el peso del estado y los diferentes lobbys en sus diversas formas pueda terminar ahogando al individuo.
Todo ello está ahí. En la película de Redford la maquinaria aprieta al indefenso sin compasión y hay demasiados hombres contaminados, con ansias de perpetuar su particular forma de entender el Estado y muy poco preocupados por los derechos individuales. Hipocresía incluida. Para colmo, se enlaza de forma valiente presente con pasado de forma escalofriante. Continuamente estamos inmersos en un cruce de espadas con nuestro pasado, en un duelo perpetuo que no podemos resolver.   Redford lo sabe y nos enfrenta a nítidos espejos que uno casi prefería eludir, pero a los que conviene enfrentarse. Veamos.    
Como a la protagonista, a Saddam Hussein, no solo se le exigía no haber hecho lo que se le imputaba. Se iba más allá. No solo debía demostrar que no poseía unas armas de destrucción masiva que no existían, sino que en el colmo de la perversión, se daba un paso más. Si dice que no las tiene seguramente miente. Y si no, seguro las tendrá escondidas, o ha pedido a algún aliado que se las esconda. En cualquier caso, la excusa es perfecta para incriminar y restablecer ese orden que tanto preocupa. El crimen contra la humanidad, o contra el presidente, tanto da, ya se ha cometido con alevosía y sobre todo con anticipación, según la  implacable maquinaria de la versión oficial.
Redford en su análisis nos dice que el sistema no quebró cuando muchos piensan. Su diagnóstico es mucho más atroz. El problema estaba ya incrustado en la propia raíz del sistema, incluso en los momentos del nacimiento de la misma nación, víctima de rencores intestinos que la película dibuja de maravilla. Todo ello nos conduce a una perspectiva preocupante. El estado de derecho y el conjunto de derechos civiles no los mandan al garete Truman, ni Nixon, ni Bush. El problema es que la carta que los contiene se ha mojado y la tinta ha emborronado el texto. Y ahora cada cual lo usa según su conveniencia. Todo está ya viciado en su propia esencia por hombres contaminados, como en Julio Cesar. Y lo del imperio de la ley adquiere la categoría de broma macabra. Se convierte en la falsaria garantía de un sistema impostado.















Atentos a lo fino que hila Robert Redford. Se da la paradoja, para que no queden dudas, de que en el supuesto de la película si que hay un arma de destrucción masiva escondida y que aparece al final. Pero esa es una de las razones fundamentales por las que creo que Redford eligió este caso para hacer este film. Aun existiendo arma de destrucción escondida, el argumento para él no varía. Y se actuó pavorosamente mal ética, jurídica y políticamente. Entonces y ahora. Fallaron los hombres y falló el sistema, y esto último es lo que verdaderamente preocupa a Redford. Por algo el film no se titula the conspiracy (la conspiración), sino “the conspirator” (el conspirador). Y es entonces cuando sobreviene un auténtico y gélido sudor frío, y el aliento de un terror genuino. Es ese fabuloso ente de múltiples cabezas que denominamos estado democrático de derecho, el que garantiza nuestros derechos y libertades, el que también falla y termina conspirando y volviéndose contra el ciudadano al que se supone ampara. Aterrador retrato que nos concierne a todos. Abandonados por el sistema y a merced de la peor tormenta y los impulsos primarios de los hombres. A ese conspirador apunta directamente con el dedo la película. 
Y en su pesimista discurso, de nada sirve ya la recurrente figura del joven e idealista abogado, inexperto y con dudas, pero que intentará con buena voluntad y su libro de leyes alzar su voz contra toda una maquinaria atascada y sin remedio. Muy buena idea la de escoger a un actor como James Mcavoy para ese cometido de caballero sin espada, pues da la perfecta medida del iluso que cree que todavía puede cambiar las cosas. Como excelente es el trabajo de Robin Wright, ciudadana, madre y con la soga asomando a sus espaldas.















Todo ello es contado por Redford sin aditivos. De forma seca, seria y hasta severa. Es cierto que los elementos que elevan el interés de la propuesta radican más en cuestiones argumentales que en su lectura visual. Lejos estamos aquí de los espectáculos circenses de muchas películas de juicios, donde predomina el efecto sorpresa. Vamos, que esto no es “Algunos hombres buenos” ni “Tiempo de matar”. Ni hay trucos de magia finales del tipo “Testigo de cargo”. Aquí estamos en las antípodas de “Green Zone” donde se utilizaban coartadas similares para orquestar un film de acción. Por una vez se usa el rigor y no se convierte la sala de un Juzgado en un circo de tres pistas con números malabares y parafernalia que deje con la boca abierta al espectador. Redford tiene el cuidado de no cometer los errores sentimentales en los que si cayó Spielberg en “Amistad”.
Y aunque existe una testigo de última hora, la hija de la incriminada, su aparición a la desesperada solo sirve para perfilar aun más la severidad y muy triste seriedad del conjunto. Para acentuar el réquiem. Una hija a la que el procedimiento no le permite siquiera ver el rostro de su madre. La maquinaria del estado-conspirador-terminator es ciega e implacable, y el espectador no queda ajeno. Y sentirá un especial escalofrío cuando llegue y se acerque el final, el cual está narrado con un tempo sobrio y preciso, dejando que la cámara se pasee muy despacio por el horror que vamos a contemplar. Sin aspavientos ni grandilocuencias. Pero con gran solidez. Pero es que, por una vez, igual la intención no era ni mucho menos divertir, ni buscar la lágrima fácil, sino abordar con seriedad temas capitales.



25 comentarios:

  1. Muy buena y extensa crítica, V. Yo no he visto la película (de la que más bien había leído críticas un poco adversas o indiferentes)y por lo tanto no puedo opinar mucho. Me parece muy interesante lo que cuentas, Redford es un director que suele interesarme y si la veo en un futuro recuperaré tu crítica para adoctrinarme con tu sapiencia. Me alegra volverte a leer. Un abrazo.

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  2. Bueno V, me has dejado impresionada con tu análisis. Muyyy interesante

    No acabo de entender quién ha hecho la publicidad engañosa... ¿¿los ejecutivos del estudio?? ¿Pero tan cortos son que no habían percibido que era una peli complicada antes de invertir en ella?

    Redford tiene una trayectoria que lo avala como una persona con ideas propias, un inconformista... un liberal en el sentido estricto de la palabra, término que ha quedado contaminado por el uso que han dado de ella los neo-liberales. No olvidemos el radicalismo de los liberales revolucionarios en la defensa de los derechos y libertades individuales e incluso de la igualdad (Robespierre and Cia).

    El origen del individualismo constitucional norteamericano, nació contaminado. Además de por la exclusión de las mujeres, por la exclusión de los esclavos... claro que muy hábilmente hablaban de las libertades de los hombres libres y los esclav@s no lo eran...

    En fin, que no me quiero enrollar por aquí.

    Entiendo que Redford quiere plantear y cuestionar las servidumbres del poder político, la indefensión de los débiles..., en el fondo Redford es un liberal que cree que ese sistema político puede funcionar bien.

    Mira, me has convencido, voy a ver si la veo y puedo argumentar mejor.

    Vaya vacaciones que te has tomado ehhh...

    Venga, un abrazo!!
    Pdt: mientras te leo y comento estoy con las patatas chips... jajaja

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  3. Intentaré verla, Víctor. El análisis que has hecho de la película me ha seducido totalmente, con esa lectura que apunta al estado como el auténtico conspirador, cosa que queda refrendada con la denominada "probatio diabolica": prueba de los hechos negativos, absolutamente insostenible en un estado que se llame justo.
    Robert Redford es un hombre con ideas propias, alejado del típico estereotipo americano de actor y directos azucarado. No le debe resultar cómodo al sistema su progresismo, su tendencia a analizar los fallos de un estado que se considera "de derecho". Me cae muy bien desde siempre.

    Por último, me admira tu cultura (has leído a Tocqueville), esa que se transparenta en todas tus entradas, que hace que tus comentarios a las películas sean algo mucho más denso que un mero resumen argumental. Recorres historia, sociología, política, literatura..., todo lo que tenga relación. En eso, te distingues y consigues que leerte sea un auténtico placer.
    Un abrazo agradecido.

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    1. Creo muy sinceramente que Redford debería contratarte como publicista porque tu estupendo artículo rebasa en mucho la inteligibilidad que el afamado robertito ha conseguido en su película.
      No se trata de que yo no haya sido capaz de entenderla (eso parece que señalas: que habrá gente que no la entienda) porque todas esas disquisicones de contenido filosófico político también las podrías hacer, derivándolas con tu buen estilo,de otras muchas películas.

      ¿Que los derechos se ven pisoteados por los estados? Pues vaya novedad. Aunque me parece que exageras para salvar la función, porque sacar a colación a Saddam y la guerra (ocupación, más bien) de Iraq no viene a cuento de nada y es una disgresión rompedora pero carente de sentido.

      Aquí de lo que se trata es de la película de Redford y el resultado, eliminando toda la brillante hojarasca intelectual que has depositado encima, es que no hay apenas sustancia bien mostrada: todas esas sensaciones estaban en tí antes de ver la película, que no aporta casi nada y, además, ni siquiera se atreve a realzar el aspecto tragicómico del proceso, dirigido por un militar de opereta de tres al cuarto que decide sin tener en cuenta sus propias leyes al momento de decidir cuestiones clarísimas.

      Un proceso artificial y artificioso perdido entre las excesivas líneas abiertas por Redford que, una vez más, resulta ineficaz y aburrido.

      Para terminar, tampoco estoy de acuerdo en tu benevolencia con el reparto: McAvoy es un desastre como actor: no es que interprete: es que no sabe poner otra cara que la de siempre, de no entender nada.

      Hoy llevo un sombrero nuevo, de ala ancha, que me trajeron los reyes, así que adelante, sin miedo...

      Un abrazo.

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  4. Asombrosa reseña, de la que extraigo no sólo lo que “La conspiración” no es (y en esta película es esencial conocer sobre este punto, pues efectivamente también yo me había figurado una especie de JFK pero con Abe Lincoln al fondo) sino lo que ideológicamente es o pretende ser, cosa que tratándose de Robert Redford casi se da por supuesto. En efecto, su compromiso cívico siempre acaba por impregnar de sano progresismo sus obras (al igual que el conservadurismo de Eastwood está ausente de las suyas, e incluso parece desmentido las más de las veces), dando como resultado en ocasiones un discurso bienintencionado tan poco dinámico como el de “Leones por corderos”. Digamos, pues, que has ampliado las razones que me empujaban a ver esta película, lo que hace más doloroso que ni siquiera haya llegado a mi ciudad (o lo haya hecho tan de puntillas que ni siquiera la he oído pasar). Esperaremos el DVD.
    Saludos.

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  5. Yo creía en parte que era como lo has descrito, una película con algunas aristas para pensar -que no era tan vacía como había leído en ciertos lugares- aunque lo veo sinceramente sobredimensionado también, no es una película que me atraiga, no creo que la vea a pesar de que Redford tiene algunas ideas políticas interesantes, le has sacado sustancia como siempre a un pequeño filme, en pocas palabras: que el estado agrede a "indefensos" para salvar el barco, atacar a algunos conejillos y tratar de enviar el mensaje de que con ellos no se juega. Saludos.

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  6. Indefensos sin comillas y agregando inocentes con éstas. Saludos.

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  7. Pues yo sí la he visto y en v.o.s y en principio me interesó. Es posible que esperase otra cosa pero la entendí y ahora tú nos amplias laaargamente el significado de la trama.
    No exageras nada en lo de que comercial no es. Puede resultar lenta y dura de captar pero conociendo a Redford a mí no me extrañó nada.
    Estoy de acuerdo en lo de Mcavoy..con esa cara pecosa y esos ojos tan "besuguiles" pero tiernos..da el perfil ( algunos lo consideran soso soso soso..yo no )
    Robin Wright siempre está bien aunque triste.

    De todas formas no me entusiasmó( faltan más datos) pero desde luego cumple su objetivo. Da que pensar y mucho...lo que no es frecuente ultimamente en el cine.
    Una reseña completisima Victor.

    Un saludo ( ¿ves? aqui no hay duelo que valga ) :-P

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  8. No la he visto,así que no puedo formar una idea clara del todo. Pero gracias a tus palabras,me parece que debe ser un film típico de Redford,rara avis en el mundo del celuloide, que siempre plantea cuestiones diríamos lapidarias e incómodas para,precisamente ese mundo,en el que lo que prima...son las primas,el aspecto material y económico del resultado de la película.
    En fin,habrá que intentarlo y retardar una infantil para verla.
    :)
    Besos.

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  9. David. Es cierto,una vez más extensa.Y eso que no he hablado del formidable y meticuloso drama familiar que Redford mima con sumo esmero. Ni de la extraordinaria interpretación de Kevin Kline. Todos aprendemos todos los días,o eso espero. Cuando la veas ya me dirás.Un saludo.

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  10. Laura. Muchas gracias. Es cierto que el concepto clásico de liberaslismo se ha pervertido un tanto,incluso demasiado. Primero por el utilitarismo,y luego por los condimentos neo y de otro tipo que hacen dificil hoy en día atrapar el concepto.
    Pero no creo que el constitucionalismo naciese individualista en sus orígenes,aunque rápidamente derivo en ello.
    Redford, analítico siempre, ve como tu dices que el sistema, ya en sus orígenes tiene sus defectos.Y no es ajeno tampoco a los defectos de los hombres que han de gestionarlo. Deja alguna patata para los demás eh? Un saludo.

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  11. Isabel.Redford no deja nunca de cuestionar tanto la realidad en la que vive como su propia historia. Y de ahí siempre salen películas, unas mejores que otras, que valen mucho la pena.
    Tocqueville debiera ser de lectura obligada, sobre todo para entender dos formas (la francesa y la americana) de valorar la revolución y la conquista de las libertades.
    Has dado en la diana con la probatio diabólica. La película merece la pena.Solo puedo darte las gracias por tus palabras.Un saludo.

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  12. Josep. Ante todo espero que el sombrero nuevo te siente bien.No se si involuntariamente o no,pero tu comentario me resulta todo un halago.Me reprochas justo lo que tantos le afean y reprochan a Redford.Y la verdad, no es necesario decir que yo no estoy ni mucho menos a su altura. Hablas incluso de hojarasca intelectual, que es un ataque que él recibe muy a menudo. En mi caso puede ser (me extiendo tanto...), pero en el suyo discrepo. Y no soy yo sino el estudio quien piensa que esta función es "solo para intelectualillos gafapastas" Yo no.
    Por otro lado, claro que no es una novedad que el estado pisotee derechos. Pero aquí lo que se desea es llevar el asunto a ese momento histórico en el que se cree que la nación ha dotado de una carta de derechos y un sistema que le otorgan por fin la categoría de ciudadano. Y eso se cuestiona categoricamente.
    Y como no da puntada sin hilo,claro que el paralelismo con el presente es oportuno.Yo creo que incluso está buscado a propósito.
    Si el juicio te parece poco divertido es por que de eso se trata precisamente. De que la opereta que se monta carece de gracia alguna, es más, es trágica. Y el juez queda quizás demasiado retratado (ahí te doy la razón).
    El actor, por sus propias condiciones de actor en ciernes, me parece ideal para el papel de abogado en ciernes. Creo que cumple perfectamente. No es un papel para alguien consagrado. Creo. Un saludo.

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  13. Juan Herrezuelo. Muchísimas gracias. Veo que por tu ciudad las películas duran más o menos como en la mía, o sea un suspiro. La alusión a JFK es perfecta. Así ha sido vendida. Esperola disfrutes. Un saludo.

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  14. Abril. ¿me opongo? vale, que no. Yo la he visto en cine en versión doblada al castellano.Si Redford me hubiese nombrado director de casting (mira que soy iluso) hubiese elegido a ese actor sin dudarlo. Y precisamente, como creo que ya he comentado,por que se encuentra en un momento de su carrera similar al papel que interpreta. Y porque no decirlo,por que además me parece un actor correcto. Sin ser la octava maravilla cumple perfectamente.
    Robin Wright ha de hacerse cargo de un papel muy dificil, con poco texto y mucha expresión a través de gestos y miradas.Pero está sensacional.Curiosamente,casi treinta años después de que estuviese prometida.Me gustó entonces, más tarde y ahora que ha vuelto a recortarse el apellido. Muy amables tus palabras. Un saludo.

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  15. Mario.Pues quedamos emplazados,pues veo que aun no la has visto. Por tal motivo en tu caso todavía el film no es ni mayor ni menor. Gracias por leertan larga críticay un saludo.

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  16. Marinel. Yo creo quelo de Redford es auténtico como tu bien dices. No creo que busque incomodarpor incomodar. Esverdad, es una rara avis,pero esfrecuentemente acusado de intelectual,cosa que siempreme ha llamado poderosamente la atención.Un saludo

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  17. Hola, he llegado desde el blog de Laura Uve. Me gusta tu estilo, tu fina ironía y cómo analizas las películas.
    Ni siquiera sabía de la existencia de esta película, pero con tu análisis no me queda otro remedio que verla. A pesar de las críticas, Robert Redford me gusta. Puede que la película no sea lo que se esperaba, puede que resulte simple, tendenciosa y poco creíble (deduzco de tu análisis estos tres adjetivos), pero si mete el dedo en la llaga y dá pie al debate... es demasiado tentador para mí! :-)

    Con tu permiso, me quedo por aquí leyendo.

    Saludos!

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  18. Tu más que reseña me empuja a verla. Redford siempre me ha parecido, dentro de las posibilidades que nos ofrecen sus películas y otras informaciones más o menos veraces, un tipo honesto que hace lo que le gusta con dignidad y sin halagos a la galería.
    Tal como lo describes, veo a una persona en las garras del estado poderoso que necesita una excusa externa que demuestre sus teorías. Ahí ya no habrá manera de zafarse. Imagino el final terrible y todas los paralelismos con miles de casos parecidos a lo largo de la historia.

    Hace poco ví Drive, me encantó. Con lo cinéfilo que eres supongo la habrás visto.
    Un abrazo

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  19. Muy interesante reseña para una película que no me gustó mucho.Los temas políticos abordados por Redford son francamente inconexos para una realidad política harto compleja.Se necesita una pacacidad como director mucho más elaborada.Leones por cordero,por ejemplo,otra película fallida.Me sorprende que un actor que intrerpretó El candidato,película mucho más sencilla y que llega a la cuestión de una manera profunda se embarque en estos proyectos.Redford en cuestiones políticas es algo lelo,un Brubaker que se desplaza con más facilidad por El río de la vida.Redford es un Gran Gatsby soñando con dar El golpe en una Jauría humana que no llega del todo a meterle mano.

    Un abrazo,amigo.

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  20. Dona Invisible. De buen sitio vienes. En cualquier caso, pasa cuando quieras, será un placer. La película es aparentemente simple y seca. De todas formas, poco divertida. Pero efectivamente,mete y mucho el dedo en diversas llagas. Un afectuoso saludo.

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  21. Virgi. Pues así es. Y Robert Redford lo muestra de forma cruda. Tal y como apuntas la garra es fuerte y en nombre del pueblo aprieta sin compasión. Excusas,muchas. Todo seapor salvar la sacrosanta nación. Un placer tenerte por aquí. Auun no he visto Drive,y no es por falta de ganas. Los que somos de provincias tenemos que correr mucho antes de que la quiten. Un saludo

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  22. Señor Machuca. A mi no me sorprende nada ver a Redford tratando estos temas.Es más,creo que es donde más cómodo se siente. Cuestión a parte es que todas las películas le salgan igual de redondas. Esta es aparentemente plana, pero para nada insuficiente. Y yo si que veo complejidad por debajo de lo que parece un simple film de juicios. Aunque parezca un panegírico,tiene una lectura subterranea de mucho calado. Veo que te gusta más su vertiente intimista.Pero esa aqui también está en ese complejo retrato familiar.Un saludo

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  23. ¿Cómo era el título de una de esas películas con las que te torturan tus amistades? Tienes un email,¿no?

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  24. David. ¡En menudo aprieto me acabas de meter!. Espero que esto tuyo no se llegue a leer por según quien por que me la cargo. Me caigo con todo el equipo.
    Aunque bien pensado,la fama de rarito ya la tengo.y seguro que no lo leen, estarán viendo "novia por contrato" o algo así.
    Si te refieres a que la próxima entrada sea un poco más cortita,oido barra, pero no prometo nada.
    Y si te refieres aque no leo los mails,pues bien sabes que aunque tarde lo hago.Y se contestan con la atención debida,of course.
    ¿O es que vas a hacer la crítica de esa película? No creo. Un saludo.

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