La ventaja de ver una película como “Lincoln”, de Steven Spielberg, es que reactiva y despierta la neurona somnolienta y surgen reflexiones e ideas en múltiples direcciones. En el presente caso son tantas, que abandonando un tanto el modelo de comentario habitual, vamos a proceder por orden. Dado que uno se siente como en el final de “Encuentros en la tercera fase” cuando van llegando naves de todos los tamaños y colores, para no sufrir aturdimiento conviene ordenar la habitación evitando ser farragosos. Y se tratará de ir paso a paso. Pero dicho de entrada, y como en un torbellino, durante el visionado de “Lincoln” aparecieron sin haber sido convocados John Steuart Curry, John Brown, Otto Preminger, Alexis de Tockeville, Edmund Burke, John Rawls, Michael Curtiz, Olivia de Havilland, Cicerón, Jeremy Bentham, Stuart Mill, Kathryn Bigelow, David Puttnam, Condorcet, Spencer Tracy, James Madison, la Biblia.. .Podría continuar, pero mejor frenar y hacer stop. De hecho, cualquier mal pensado podría llegar a la rápida conclusión de que muy aburrida debía estar resultando la película para que la mente se desvíe a tantos sitios a la vez. Nada de eso. No estamos ante una canónica biografía al uso, sino ante uno de los proyectos más complejos de su director. Por tanto, conviene reagrupar sin perder la perspectiva puramente cinematográfica.
La primera imagen en aparecer fue la del cuadro de John Steuart Curry sobre la guerra de secesión que figura al comienzo. Forma parte de un inmenso mural colgado en el capitolio de Kansas. Es una estampa que me acompaña desde hace casi treinta años, pues se corresponde con la portada que el grupo de rock Kansas eligió para su primer album. Curiosamente, siempre había asociado la imagen central con un espejo icónico, como un Dios justiciero que con la Biblia en una mano y el fusil en la otra intenta poner paz entre los dos bandos de la guerra civil americana. Pero con el tiempo, la curiosidad llevó a descubrir otras cosas.
En realidad, el cuadro representa a uno de los héroes más controvertidos de la historia americana, John Brown. Un aguerrido abolicionista que sobre la base de las sagradas escrituras y con un grupo de seguidores intentaba imponer tanto con la fuerza de la razón como usando la lucha armada la idea de que la esclavitud era un gravísimo error humano que debía desaparecer a cualquier precio, guerra incluida. Si muchos fueron los desencadenantes de la guerra, hay historiadores que apuntan que las furibundas campañas de Brown fueron una de ellas. Lo interesante Y paradigmático de John Brown es que su clarividencia era tal que llevó su discurso hasta las últimas consecuencias. Y su figura hoy es contemplada en varios sentidos. Héroe popular y anticipado a su tiempo para muchos. Censurable por utilizar métodos sangrientos y cuasi terroristas para otros.
John Brown jamás suscribiría las palabras de Edmund Burke cuando dijo que “los hombres solo son aptos para la libertad civil en proporción exacta a su disposición para imponer ataduras morales a sus propios apetitos”. Para él la libertad estaba asociada a la ley natural que concibe al hombre libre, con la Biblia como guía de viaje que ampara los derechos ciudadanos. Tampoco hubiera coincidido con Tocqueville, que huyendo de las revueltas jacobinas de la revolución francesa, creyó encontrar en el nuevo continente una revolución más templada. Basada más en la razón que en el éxtasis revolucionario. En su libro “la democracia en América” afirma que “nada es más fértil que el arte de ser libre, pero nada más duro que el aprendizaje de la libertad y el conocimiento de sus fronteras”.
Resulta verdaderamente curiosa, no solo la trayectoria vital y el aspecto físico de John Brown, sino la forma en que murió. Rodeado de sus fieles y atrincherado en un arsenal federal que tomó por la fuerza, tras una sangrienta batalla en la que perdió a uno de sus hijos fue detenido y condenado a la horca. Hay una película no menos controvertida que recoge los hechos: “Camino de Santa Fe” (Michael Curtiz 1940) en la que dos valerosos soldados, atención, Errol Flynn y Ronald Reagan, persiguen sin tregua al agitador y revolucionario John Brown, mientras se disputan el amor de una deliciosa Olivia de Havilland. En la película, Brown, encarnado por Raimond Massey, es presentado como un iluminado calvinista de corte radical con una misión religiosa que cumplir: liberar a todos los esclavos de su situación al precio que sea. Es cierto que no existe toma de conciencia alguna por parte de la caballería, pero tal vez ello no deba llevar a calificar de reaccionaria y fascista a la película, como se hace a menudo, sino de consecuente con ciertos hechos.
Cierto que el héroe es Errol Flynn, un caballero del sur encantado de cumplir órdenes y servir a su pais, aunque alguna mirada sí delata un posible conflicto interior que, lamentablemente, no se materializa. Se limita a admirar el coraje de Brown, pero no sus formas violentas. Esta película daría para un extenso debate sobre la monopolización de la fuerza por parte del estado y si deben existir límites o no para la conquista de ciertos derechos. Lo curioso es que Brown preside hoy la sala principal del capitolio de Kansas, y es un referente en la lucha por los derechos civiles de los negros, al margen de sus métodos.
Podría decirse que con respecto a Lincoln, se produce una ambivalencia similar a la que aún hoy día existe entre Martin Luther King y Malcolm X. Verdaderamente sorprendente resulta comprobar en “Camino de Santa Fe” como el asedio final a John Brown al almacén en el que se atrincheró por parte del ejercito hasta su detención es muy similar al que muestra Katrhyn Bigelow en la operación de captura a Osama Bin Laden en “la noche más oscura”.
Para narrar la aparente otra cara de la moneda, sobrado de sutileza, Spielberg llega a “Lincoln”. Siguiendo las estelas de Preminger en “Tempestad sobre Washington” y Robert Redford en “La conspiración”, nos dibuja un panorama plagado de sombras tenebrosas, que diría Tim Burton. En el apartado político, la película de Spielberg se acerca al utilitarismo de Jeremy Bentham, al mostrar a un Presidente repleto de claroscuros que no duda en utilizar cuantas maniobras le permite su cargo para alcanzar sus objetivos. Es un ejercicio continuo de dialéctica. El fin último perseguido, alcanzar la enmienda sobre la esclavitud, pero antes de que acabe la guerra, lleva al gabinete a jugar peligrosamente con la carpintería del sistema. En ese sentido, la película sigue de entrada las riendas de lo ya dicho por Redford y que Tocqueville ya apuntaló en su momento al afirmar que “las amenazas para la democracia americana y sus libertades no procederán de enemigos externos ni de los que alberguen tendencias autoritarias. El mayor virus se contraerá si no se respetan sus fundamentos,cuando la moral del sistema se vea socavada y se produzca un declive interno que pueda llegar a afectar a los cimientos de la propia democracia volviéndola estéril.”. Y algo de ello se vislumbra en esos encendidos diálogos entre Tommy Lee Jones (Thadeus Stevens) y su adversario demócrata, que recuerdan a los discursos de Cicerón contra Catilina.
La película se consagra en primera instancia a la muestra de ese utilitarismo aplicado a la ética política propio de Mills o de Rawls (aquel en el que los principios básicos del sistema pueden entrar en colisión con los nobles fines que se persiguen) y al dibujo de esos días oscuros en los que el armazón del sistema se encuentra en la encrucijada. Aquí no se retrata una democracia ejemplarizante e idílica, sino un pálido y oscuro panorama de sombríos aromas bíblicos, en lo que constituye una pirueta sin precedentes. El Lincoln de Spielberg no tiene sólo como posible referente al entrañable alcalde que interpretaba Spencer Tracy en “El último hurra” de Ford. El retrato es todavía más complejo. Aunando lo político con lo religioso Spielberg nos muestra a un oscuro nuevo mesías, que al comienzo de la película conversa, se deja querer y visita a sus discípulos, que se reúne con sus apóstoles y se disgusta ante el comportamiento de los mercaderes en el templo. Pero hay más. Si nos fijamos bien, como sucede en la Biblia , habla y se dirige a los demás siempre a través de parábolas. Ejemplos de su vida cotidiana que utiliza como lecciones magistrales. Y por supuesto, ese fatum solo puede concluir de una forma: muerte y resurrección. El ejemplo y la palabra permanecen.
No es novedosa en Spielberg la utilización de la iconografía judeocristiana a la hora de plantear sus películas. Y baste citar el ejemplo de E.T. Incluso se le ha acusado en muchas ocasiones de blando en su exposición. Sin embargo, aquí da una vuelta de tuerca formidable. Ello se produce cuando descubrimos que para Spielberg Lincoln no es el mesías laico, el enviado. Es el mismo Dios, que no está en los cielos, sino pisando la tierra firme, el fruto de su propia creación. Comprensivo y piadoso unas veces, cruel, iracundo y padre protector que sufre, otras. La parte más audaz y tremenda del film es aquella en la que, usando la historia, se dibuja una especie de trinidad paterno filial. Estamos ante un Dios terrenal que ha enviado a su hijo a la guerra y lo ha perdido. Otro hijo desea sacrificarse en su nombre y en el del pueblo en el campo de batalla. Y un tercero, aun infante, juega con él ante la mirada desconcertante de la madre. Un dibujo a la vez cotidiano y siniestro, repleto de profundas llagas y dolor en la familia presidencial. Una imaginería religiosa tenebrista en la que el peso de la responsabilidad del cargo, sobrepasa lo político y se adentra en lo moral, adoptando formas que lo convierten en una de las cargas de profundidad más penetrantes que Spielberg ha acometido a lo largo de su carrera a la hora de abordar lo divino.
No obstante, la jugada democrática le sale perfecta. Aunque en un momento dado esa divinidad laica llega a gritar dando un puñetazo en la mesa “soy el presidente de los Estados Unidos y estoy investido de un poder inmenso”, lo cierto es que a diferencia de Moisés, para cruzar las aguas ha de enfangarse, comprar votos y amañar argucias. Pero sobre todo, debe someterse a la decisión de la auténtica cámara de representantes. Defectuosa y con vicios, cierto. Pero en última instancia la voz del pueblo. Y el Dios omnipotente que ha perdido a su hijo en el campo de batalla (como en las Escrituras) respira cuando por fin se recuentan los votos. Someter la divinidad del totem laico al criterio democrático de la cámara en plena pugna, no solo es un simbolismo, es toda una declaración de principios que aplaudiría el mismísimo Kant. Y por supuesto corearían otros dos moderados en periodos revolucionarios a ambos lados de atlántico. Madison y Condorcet.
La gran audacia consiste en que se introduce esa tesis obviando la exaltación nacionalista y patriótica e incluso el panfleto (esto no es “Tiempos de Gloria”). Y planteando un escenario en el que tal y como afirma Fernando Quesada en “ética y política” los imaginarios políticos y los cambios civilizatorios no se diseñan de forma teórica como un arquitecto que dibuja planos sobre un papel, sino que obedecen a largas y feroces luchas sociopolíticas e ideológicas. La democracia no es por tanto un panteón pétreo, sino que se reconstruye constantemente como la forma más radical de la actividad política.
Queda una última cuestión por resolver. Si todo esto aburre o apasiona. Si es pura hojarasca o queda impreso en el espectador. Cuando el productor David Puttnam llegó a Columbia, tras el éxito de “Carros de fuego” y “The Killing Fields” expuso su teoría del zumo de naranja. Según él, la misión del cine era dar lecciones de historia debidamente amenizadas sin que el público se duerma. Y ponía un ejemplo gráfico refiriéndose a que el jarabe para la gripe se digiere mejor disuelto en zumo de naranja. Y que en el ámbito audiovisual se debía proceder de igual forma. Duró año y medio en Columbia. Spielberg, casi huelga decirlo, es el cineasta asociado al entretenimiento por excelencia. La cuestión es si un jarabe de estas dimensiones debe dulcificarse con algún zumo o es mejor tomarlo a palo seco. Spielberg ha optado por la segunda opción. No hay concesión de ningún tipo, y el director prefiere agarrarse a un guión de hierro con una puesta en escena ascética como pocas. Rehuyendo incluso momentos espectaculares que podría haberse permitido. A lo que no renuncia es al gusto narrativo, ni a la pasión dramática, ni a la reflexión.
De lo que no cabe duda es que con este director, existe siempre en el espectador una expectativa que se asocia al espectáculo. Tal vez si la película no estuviera dirigida por Spielberg, el interés por Linclon bajaría muchos enteros, como sucedió en el caso de “la conspiración”, excelente para efectuar un programa doble. No obstante, tal vez exista una respuesta. No es esta una película que intente dar lecciones encubiertas de historia dulcificada. Pero ciertos largos parlamentos y algunos tipos están en ocasiones más al servicio de una idea que de un personaje. Y ese es tal vez su único talón de Aquiles, a lo que hay que añadir una esforzada composición de Daniel Day Lewis, demasiado convencido de estar incorporando un papel “importante”. Respecto de la película, su densidad y robustez no permiten las ligerezas del espectáculo circense, ni la mordacidad de la comedia light, ni el soplo del viento propio de la aventura. Esto no es “Tintin”. Sobretodo debido a que asistimos a otro tipo de reflexivo espectáculo interior, magnífico por cierto. Escasean películas de este calibre.
Gran repaso,amigo,sobre un "personaje" que lo hemos visto incluso cazando vampiros.Spielberg nos tiene acostumbrados a la espectacularidad de las imágenes y bajo en sustancia.grandilocuencia musical y presupuesto millonario,pero ya digo,con resultados que nunca llega a su propósito.Mira el biopic de Hitc y el manido recurso sexual...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,amigo.
Y entonces comprendo que no entiendo nada de cine.
ResponderEliminarQuizá tenía demasiadas espectativas. El caso es que no acabó de convencerme.
No se si puedes escuchar los aplausos pero te aseguro que me duelen las manos de aplaudirte. Cuando vea la película, veré muchas menos cosas de las que tú has visto. Cuando la vea, me gustará mucho, pero bastante menos que lo que acabo de leer. Un abrazo
ResponderEliminarHas sacado artillera pesada para explicarnos esta película, que no he visto aún. Y citas a Tocqueville, en estos tiempos en los que tan necesario es echar un vistazo a la teoría política que ha alumbrado lo que es hoy occidente. Vamos en dirección a la sombra ¿lo habrá percibido Spielberg? Es posible, sin duda y despojado el mito de todas los oropeles, recurrir a su figura para reclamar un modelo político y de compromiso colectivo que puede darle la mano a Thoreau sin perder de vista a Tocqueville.
ResponderEliminarY a todo esto, Spielberg debería consultarte en su próxima película.
Saludos
Gran entrada. Hace siglos que no he vuelto a ver la peli de Curtiz, y la recuerdo muy muy vagamente. Estaría bien ponerse con ella otra vez. De hecho, lo que te ha faltado añadir es Massey, aparte de hacer de John Brown, también hizo de Lincoln (y repitió).
ResponderEliminarHabia visto la portada del disco de Kansas (que no he escuchado), pero desconocía la obra de John Steuart Curry...
Y sobre la peli...mmmfff...más que inspiración judeocristiana. Lincoln hablaba así.. usaba parábolas, anécdotas... Te pasaría un enlace que comentaba cuánto de real había en la película (pero está en inglés) y era sorprendente, no solo en el físico de los actores (que es algo que... como si fuera a importar que el personaje de Tommy Lee Jones se pareciera mucho o poco al Thadeuss Stevens real; lo importante es lo bien que está el actor y la fuerza del personaje). Pero más allá del físico, multitud de detalles...el sueño, el chiste, las relaciones entre los personajes, están documentadas o tienen una base más o menos "real".
El personaje de John Brown era secundario en Camino a Santa Fe, pero veo que su figura daría para una película muy interesante (igual hasta la hay).
Acerca de la "resurrección" final...mmm... yo creo que esa momento es como para dejar otro recuerdo (y no el de su lecho de muerte). Un amigo comentaba que la última vez que debía haber salido es cuando el criado le ve marcharse. Luego la escena del hijo, y se acaba la peli. Pues igual hubiera estado mejor. Pero es una pega menor para una película que como tú dices, me da que va a ir ganando con el tiempo.
La cuestión del jarabe. El tema no es si tiene dulce o no...Es que el jarabe de Spielberg es bueno...el de Puttnam igual no lo era tanto...
Y no sé...podríamos hablar de más cosas, pero como ya le dediqué entrada en mi blog...si quieres ojear lo que se dijo por allí en los comentarios.
Un saludo.
Y me ha encantado la entrada, por cierto. Entrenida e instructiva. Buen jarabe y con zumo de naranja ;-)
ResponderEliminarVíctor, gran reseña crítica y prodiga en recursos estéticos y excelsas visones deontológicas al trabajo de Spielberg en su cacareada y omnipresente “Lincoln”, que es muy bueno cuando quiere (la II GM, es suya). Digo esto porque a mi Lincoln me ha dejado muy frío y decepcionado, no voy a extenderme. Me gusta la fotografía del ínclito JK—el trabajo de algunos de sus actores—, siempre eficaz, que evidentemente, se ha pasado un montón de días por las pinacotecas de Washington y similares. Pero, al genio de Cincinnati se le han visto las cartas de los futuros trileros de Alcorcón. Muchos días observando la HBO—dixit; este proyecto me ha costado 10 años, qué listo es D. Esteban— y a un rival en la terna de los Oscar; el gran T. Hooper. Todo esto se ha contado en “John Adams” la obra maestra de lo que le dejó sin habla a su alteza, Mr. Spielberg. Sin llegar a 13ª enmienda del dueño del escenario; el inglés,que se hizo irlandés: Daniel Day Lewis (él si es el presidente por decreto), atrapra la gloria de la noche de las vanidades en un nuevo Oscar, que tiene el pelo cano de tantas interpretaciones memorables. Un abrazo
ResponderEliminarComo de costumbre, me gusta tu manera de razonar y de envolvernos.
ResponderEliminarNo he visto la película (ya habrás comprobado a lo largo de este tiempo que no voy mucho al cine). En general, este tipo de películas americanas no me emocionan mucho, por no decir nada. Las que he visto al respecto me dejan igual, no me suben ningún sentimiento patriótico ni similar; tampoco un especial orgullo por una serie de gestas lejanas. Tampoco Spielberg me tienta en exceso, aunque no me disgusta tampoco.
No sé si me animaré a verla. Si lo hago algún día, seguro que será animada por tu magnífica crítica.
Un abrazo, Víctor.
La tengo todavia en la retina, Victor, no solo estoy de acuerdo con tu magnifico análisis es que me ha parecido más interesante si cabe. Dos horas y pico que pasan rápidamente ( y eso que me tenian avisada"que resulta densa, resulta tediosa".. etc) A mi no me lo parece, no es Tintin, vale de acuerdo. Es un cine con profundidad, para recrearse en las interpretaciones que están geniales y para acercarnos un poco a ese momento histórico y que te entren unas ganas( como es mi caso) de coger un libro de historia y empaparte bien de todo eso. Quien es quien y porqué....etc
ResponderEliminarSurgen muchisimas preguntas, una de ellas..¿porqué se llega siempre al final del camino por senderos tan retorcidos ? el derramamiento de tanta sangre.. tantos "iluminados "..
Se le pondran todas las "pegas" que quieran a la película pero no se le puede negar el valor y la capacidad que tiene Spielberg para hacernos disfrutar y emocionarnos con una historia tan americana y al mismo tiempo tan universal. El deseo de los pueblos de ser libres y bien gobernados.
Un abrazo
Eso es abril, bien gobernados...aunque sea sobornando para que voten por cosas justas ;-)
ResponderEliminarLa politica..¡apesta! David...pero es un mal necesario aggg !!
ResponderEliminarYo soy de las que se aburrió, la encontró soporífera y no tuvo la capacidad de hacer tantas asociaciones interesantes como las que tú has hecho, ni de entrada, ni de salida, que fue mucho antes del final. Concuerdo en que Lewis es un grande a quien noto algo endurecido, tal vez debido a la magnitud del personaje histórico que encarna. No me transmitió demasiados sentimientos, pero insisto, no logré llegar hasta el final, por lo cual lo mío no vale como opinión sino simplemente como algo más parecido a una intuición, que quedará en eso, ya que no creo que le vaya a dar otra oportunidad.
ResponderEliminarEl tema de la Guerra de Secesión en el cine norteamericano es difícil de abordar de manera original: tal vez ese sea el mérito de este film, sobre todo, como tú apuntas, viniendo de Spielberg, de quien se espera algo diferente. Quizá su capacidad de sorprender con algo diferente, que se sale del molde, y el elenco sea lo que la hace meritoria.
Un beso!
V,
ResponderEliminarExcelente texto sobre el film, que me ha dejado algo fría. Aunque tiene un buen reparto y dirección artística. D.D. Lewis: inmenso.
He visto a un Spielberg seducido por el buen hacer de Sorkin en "El ala oeste de la Casa Blanca".
Casi me ha entretenido más tu entrada que la película en sí. Quizás un recorte de metraje hubiera sido bastante positivo.
Saludos, Ann@
Francisco Machuca. Gracias. En mi opinión sobre Spielberg sobrevuelan tantos clichés como sobre Hirchcock. Es cierto que algunas de sus películas son mero entretenimiento, aunque creo que no se busca más. Sin embargo otras me parecen muy hondas. A mi me gusta más que nada como narrador. Te diré que esa frase "querida, de entre todas las rubias de Hotchcock tu eres mi favorita" me hizo saltar en la butaca. Un abrazo
ResponderEliminarPatadela. De eso nada. No dejo de ser una aficionado igual que tu. Y si a tí, que sabes mucho de la vida te dejó fría,por algo será. Aquí no se sienta cátedra. Tomo nota de tu opinión. Un abrazo
ResponderEliminarJosé Luis. Te agradezco tus palabras, pero mal vamos si la crítica o el comentario es mejor que la película. Espero que no. Simplemente apunto ideas que fueron surgiendo, pero siempre desde un plano subjetivo. El mérito de la película para mi es que dispara muchísimas. Gracias y un abrazo
ResponderEliminarAmaltea. Estoy convencido de que lo ha percibido. El hecho de que la democrecia vive días oscuros le lleva a recordar que pese a todos sus defectos,no es un pétro marmol, ni un dogma de fé. Es un animal vivo que está en permanente proceso de construcción. Y de hombres imperfectos es la labor de mantenerla viva. A la democracia a los derechos civiles. Un abrazo
ResponderEliminarMe ha resultado muy interesante tu post y tu paseo por determinados pensamientos de la teoría política (cómo aprendo). También la influencia judeocristiana en la obra de Spielberg (un elemento muy interesante en el que ahondar). También la referencia a varias películas de ayer como Camino de Santa Fe (que la tengo en olvido). Y tu sesión doble, yo también pensé en esa sesión, de Lincoln con La conspiración de Robert Redford.
ResponderEliminarLa película de Spielberg me resultó interesante en varios aspectos. Me gustaron mucho matices y detalles. La penumbra de los despachos. El sentir continuamente el frío. Hubo un personaje que me fascinó y fue el de Tommy Lee Jones. Me gustó la expresividad del cuerpo de Daniel Day Lewis. Me llamó la atención la construcción de la película. Sí, que es cierto que sentí a veces cierta frialdad, cierto tono de gran clase de historia... pero de pronto había un detalle que me hacía palpitar. Me resultó interesante el reflejo del personaje de Sally Field. Y creo que mucho del tono de la historia y de cómo se cuenta tiene que ver también con el trabajo conjunto de Spielberg con el dramaturgo y guionista Tony Kushner.
Siempre me ha interesado la combinación cine y política. Y Lincoln genera debate y reflexiones.
Besos
Hildy
David. Gracias. La película de Curtiz siempre es despachada en dos sentidos. Como reaccionaria y como un trabajo menor de todos los que hizo con Olivia. Y precisamente creo que esto último se debe a que Olivia no aparece tanto como se espera y se centra más en el conflicto con Brown. Lo que no comparto del todo son las acusaciones que recibe cuando lo peliculero y falso hubiese sido que Errol Flynn cambiase de bando o tomase conciencia. Aunque la película, es cierto, es ambígua.
ResponderEliminarNo me preocupa excesivamente la cuestión delos parecidos. Lo que mecausa cierta perplejidad es cuando leo en algunos medios que Daniel no interpreta a Lincoln sino que "es" Lincoln. Eso es materialmente imposible de saber.
Y respecto de las parábolas y demás. Lo que creo es que esta película es audaz al someter la divinidad bajo los designios de una democracia imperfecta. Por eso en mi opinión la imagen final recordando su palabra no deja de ser un comentario muy irónico sobre como se fabrican los ídolos, visto lo que hemos visto.
Yo también pienso que el jarabe de Spielberg no necesita colorantes ni edulcorantes. Un abrazo
JC Alonso. Gracias por tus palabras. Estoy de acuerdo en que hay un trabajo previo detrás. Y claro está creo que si deja una cierta sensación de frialdad es debido a que esto no es un encendido canto de un momento histórico plagado de azucarados discursos. La historia es más amarga y la Historia también. No he visto la serie sobre John Adams. Pero desde luego tiene mejor acogida "Argo" que si algo tiene de interesante es mostrar al espectador como se engaña en Hollywood con historias ternuristas y escapadas en último minuto al amparo de la historia. Un abrazo
ResponderEliminarIsabel. Gracias. Tampoco te estás perdiendo grandes obras de arte últimamente si no vas al cine.
ResponderEliminarNo obstante no estamos ante el caso de un caso de película patriotera y nacionalista en la que ondeen las banderas al viento y se digan bonitos y encendidos discursos para emocionar al espectador. Esta película´muestra una cara más amarga del quehacer político. Y tras verla, uno contempla la estatua de Linclon con otros ojos. Desde luego no con los de la adoración pagana. Un abrazo.
Abril.Estoy de acuerdo. El ejercicio de la política y la conquista de derechos no siempre se logran escribiéndolos en un papel. Es más complejo y arduo. La referencia al voto femenino en esta película da fe de ello.
ResponderEliminarY me gusta precisamente debido a que no me parece que nos estén intentando dar una clase de historia.
Si es cierto que hay algunos detalles que pueden hacer pensar que algunois secundarios recitan parlamentos sin tener entidad como personajes. Pero no lo veo así. Estamos ante otra tempestad sobre Washington. Y una tempestad puede ser muy interesante, pero nunca divertida. Un abrazo
Fer. No eres la única, telo aseguro.Contabilizo ya varios comentarios en el mismo sentrido,de que es fría y sosa. Creo que el nombre del director genera un pensamiento en el director muy asociado al entretenimiento.
ResponderEliminarA mi si me parece apasionante. Y tal vez el olvido de lo dificil que fue la conquista de ciertos derechos nos lleve a despreciarlos con alegría . No hablo de ti, hablo en general. Por ejemplo cuando la gente se ríe y dice que no vota. Siendo una opción válida y muy respetable, lo curioso es el pasotismo que se usa al decirlo. Y el derecho al voto costó muchísimo. Otro día coincidiremos. Un abrazo
Anna Genoves. Gracias Anna eres muy amable.No he visto la serie de la que tan bien habla todo el mundo. No puedo decir si la ha tomado como referencia. Pero si tu lo dices la ñadimos a la lista.
ResponderEliminarNo se que pasa con el aire acondicionado de las salas en la que prouyectan esta película, que os deja a todos fríos. Habrá que mirar...Un abrazo
Hola V. Primero reconocer que lamentablemente estoy muy lejos de tu capacidad intelectual para reconocer tantos personajes e ideas y hacerme tantas preguntas durante el visionado de Lincoln, ya que no tengo la base para hacérmelas. Así pues, te he leído con atención y he aprendido unas cuantas cosas.
ResponderEliminarHablando pues de la película por sí misma, creo que siendo interesante, en mi caso, sí que me parece que esa falta de concesiones al espectador que citas me pasa factura. Y sobretodo todo el primer tramo se me hace muy denso y difícil de digerir (en este caso concreto, la VOS no ayudó mucho, que digamos). Me gustan los momentos más humanos de Lincoln, con su hijo, con sus dudas respecto a las decisiones que está tomando. Me gusta mucho el momento de la votación o la intervención de Tommy Lee Jones, todos ellos momentos en que la película deja un poco de lado la mera explicación de los mecanismos intrínsecos de la política para dar algo de emoción y vistosidad al relato.
Entiendo que para según que espectadores, conocedores de la historia que se explica, la cinta puede ser muy estimulante. En mi caso me estimuló a veces y me aburrió en otras y considero que quizás como película, sobretodo destinada a un público extenso, debió no adulterar, pero quizás sí simplificar la trama en su densidad para hacerla más llevadera. En cualquier caso me alegra que la disfrutases y me apunto algún día un segundo visionado para el que quizás ya estaré más preparado.
Un abrazo.
Hildy. Estoy muy de acuerdo contigo Hildy. Hay muchos matices y detalles. Y el personaje de Sally Field, ´muy interesante y complejo. Cargado de miradas. La fotografía me parece también muy adecuada. Este episodio no puede disfrazarse de colorines. Hay mucho monólogo interior en el personaje. Y los silencios también cuentan. A favor, por supuesto. Un abrazo.
ResponderEliminarDavid Amorós. En este caso concreto admito que determinadas lecturas hacen que el visionado resulte apasionante. Pero eso simplemente quiere decir que leemos cosas distintas, la capacidad intelectual no es mayor si lees a Chesterton que si lees a Julio Verne o a Lovecraft. En absoluto. Simplemente son aficiones y lecturas distintas y perfectamente complementarias.
ResponderEliminarDe todas formas,la ecuación en mi caso es al revés. Es la película la que me recuerda a esos autores que leí hace más o menos tiempo. Luego en mi caso la película si funciona como mero cine. No obstante sí que le pongo un par de pegas al final.
Lo que no considero es que sedba simplificar o hacer más llevadero. Ese es uno delos males del cine actual en general. Afuerza de quitar capas a la cebolla, y hacerlo demasiado digerible para todos los públicos,lo estamos dejando sin sustancia. Un abrazo.
Un gran personaje, en su faceta política y personal, pero demasiado charleta, en esta versión, un vara, sermoneador, y a ratos incluso un tanto lunático. Y todo en esa manera tan Spielberg, de resaltar emociones de forma descarada a través de la música, de abrazos del 'todosjuntosporfin', tan impositivo en sus sentimientos... Pero un personaje como Lincoln no puede producir una mala película y de estas tampoco Spielberg sabe hacerlas. Un saludo!
ResponderEliminarNo he podido verla en cine, y sé que cuando salga en DVD el efecto de una parte fundamental de ella, su aparentemente bella fotografía, se perderá. Sí sé que a medida que ha ido agigantándose en número de títulos, la filmografía de Spielberg me ha ido pareciendo más y más irregular ¿Cuántas películas lleva ya? ¿Cuántas de esas era la película que más ansiosamente soñó hacer desde niño? ¿Cuántas de las que deberían haber resultado “más serias” te dejan el regusto de una incapacidad para alcanzar la madurez completa? Sin haber visto ésta, de la que me han dicho que es seria, muy seria, hasta un punto que resultaría difícilmente digerible al espectador medio español, creo que sólo en Schindler logró una película plenamente adulta.
ResponderEliminarDisfruto una enormidad con tus análisis cinematográficos porque abren caminos que no quedan sueltos, sino que acaban confluyendo en la conclusión. Como deben ser los textos bien estructurados, por otra parte.
Juan Herrezuelo. Como bien sabes todo eso forma parte de la habitual mercadotecnia.Cuantas actrices dicen ante un estreno que es el papel con el que soñaron durante años, cuantos directores llevaban persiguiendo esa película durante décadas.
ResponderEliminarY en el próximo estreno lo repiten.
Son muchas las películas de Spielberg que me parecen adultas y muy maduras. Hoy no coincidimos,lo que tampoco está mal, ya que una de ellas no sería precisamente la de Schindler.Pero es cuestión de pareceres. Esta página tampoco sería la misma sin tu aportación, siempre muy meditada. Un abrazo.
manipulador de alimentos. Se agradece la aportación. Aunque creo que cualquier personaje, Lincoln incluido, puede dar lugar a una película buena, mala o regular. Y hasta espantosa. Y ya me gustaría ami encontrar muchos otros cineastas capaces de resaltar emociones. Saludos.
ResponderEliminarYa te leí y me parece interesante lo escrito. Lo de la ideas judeocristianas de Spielberg me parece lógico, puedo creer que ha asumido a Lincoln de esa forma, buen aporte, creativo. Pero lo de tu trinidad con los tres hijos pues te pasaste de original la verdad, no veo el lado divino en ese lugar si es que lo aludes o es retórica (en el buen sentido). Después comparto que el filme es interesante, que no quiere ser entretenido a detrimento de su vocación histórico temporal (aunque recurre a ciertas virtudes naturales), y como quiere abordar el tema político lo asume en toda regla y me parece estupendo. La verdad admiro a Spielberg, no creía que podía ser tan inteligente. Y del filme de Redford pues has dado en el clavo (caballo de guerra me pareció poco atrayente y el Oscar fue la razón de verlo), y lo voy a ver aunque no espero mucho de todas formas. Y te he visto aludir conocimientos personales pero pues el saber es uno al final con miles de derivaciones y pues los seres humanos pensamos desde nuestro espacio y llegamos a igual puerto, quiero decir que es algo muy por fuera del filme, un aporte personal, y así es perfecto, pero no es que el filme específicamente invoque ello. Eso sí el bagaje cultural hace que valores más un filme que otro no puede, o la emociones, o las experiencias, etc, tampoco hay reglas y mucho importa que el director sepa que el espectador no necesita ser Sócrates o tener la imaginación excesivamente despierta pero tampoco que se coma los mocos, siendo también el deseo y la atención indispensable. Creo que en efecto nos estamos volviendo mediocres, y eso cunde en no tener paciencia ni ser expansivo con los filmes tanto en lo que son o lo que buscan, he ahí la cuestión. Equilibrio. Me gustó el filme sea dicho aunque si que cuesta un poco el ritmo y la temática política. Un abrazo.
ResponderEliminarPrecisamente por tratarse de una película de Spielberg, he postpuesto su visionado pensando que se trataría una vez más de espectáculo con poca rigurosidad histórica, pero tu crítica me dice todo lo contrario, me dice que se trata de un ejercicio elaborado e indagando en las sutilezas del importante momento histórico que aquí se documenta.
ResponderEliminarA mí me gusto mucho Daniel Day-Lewis en "En el nombre del padre", deduzco que te ha parecido un poco demasiado virtuoso, artificial, en cierto modo poco creíble en esta película. Eso me ha despertado también curiosidad.
Como está por aquí en diferentes cines, ahora después de tu post, no me queda más remedio que verla :-)
Un abrazo!
En esta ocasión más que en otras, he leído tus palabras con atención, buscando algunos de los personajes que nos describes, interpretando palabras y significados para disfrutar de la visión que esta película te sugiere, la cual difiere de las críticas que he leído y escuchado sobre esta película.
ResponderEliminar"No está inspirado el director con el ritmo y la exposición de los hechos, acaba cansando el incesante diálogo intercalado con miradas melancólicas de Lincoln y es muy fácil desconectar de la trama con tanta interrupción y tanto personaje secundario".
También me agrada el actor protagonista de esta película, Daniel Day Lewis. Sus películas y actuaciones no dejan indiferentes.
Un placer leerte. La comparación con Dios, la política y la democracia es un símil incomparable :))
un fuerte abrazo
Mario. En mi opinión el bagaje cultural tiene una importancia muy relativa. Y se puede leer de todo. Por ejemplo, Spielberg lee a Tintin y a la vez lo combina con estudios sobre el nacimiento de la democracia americana. Y una cosa no es más cultural que la otra. Como ya he dicho en otros comentarios, simplemente expongo imágenes y lecturas que recuerdo. Pero eso no quiere decir que sin haber leido ciertos autores no se puda disfrutar del film. Creo que con alguna pequeña falla que menciono al final, se puede disfrutar aunque no se haya leido absolutamente nada. Un abrazo.
ResponderEliminarDona Invisible. Si lees los comentarios te darás cuenta de que no es una película que haya gustado mucho precisamente. Creo que efectivamente, no es un film patrotero ni maniqueo. El director veo que no es de tu agrado. Se que estoy en minoría,pero me parece una película valiosa. Un abrazo
ResponderEliminarEsilleviana. La película no está gustando mucho, eso parece un hecho.Y el párrafo que intercalas es muestra de ello. En mi caso no desconecté,pero debo ser de los pocos.
ResponderEliminarTal vez si hubiese tenido menos parlamento y más batallitas como en...casi mejor no sigo, ya que creo que estamos ante uno de los guiones más elaborados que he visto en mucho tiempo. Un abrazo
No se si leerte porque quiero verla desde que vi el trailer cuando fui a ver "Una pistola en cada mano" (de la que espero tu post, por cierto).
ResponderEliminarSolo he leído que parece que no está gustando mucho...
Vaya, pues yo sigo queriendo verla...
¿Qué hago? (que el cine está caro de pelotas)
Sue. Como puedes ver leyendo los comentarios no ha gustado a casi nadie. A mi es que me gusta el tema. Es muy densa. Si vas a pasar el rato o simplemente a distraerte no es la película indicada.
ResponderEliminarVivir en provincias siognifica que películas como la de Cesc Gay solo duran una semana. Se me escapó. Un abrazo
Victor, cada vez me dejas mas impresionada con la pasión cinéfila que haces tus criticas. Aprendo mucho con esa capacidad tuya de mostrar el rico mundo de cada uno de los personajes desnudando a cada uno. También como a ti, me gusta la manera de narrar de Spielberg. No he podido ver la película, al vivir en un pueblo donde hace tiempo cerraron las salas que había, tengo que esperar a conseguirla en DVD, pero no dudes que tendré presente cuando la vea, tus palabras.
ResponderEliminarMaripaz. Ya siento que los cines vayan desapareciendo. Es un mal general.Gracias por tu comentario,muy amable.
ResponderEliminarBueno, espléndida entrada.
ResponderEliminarSin duda la película de Spielberg la podemos enlazar con el cine más clásico. La manera de rodar y contarnos esta historia tiene en sus venas el aroma de los grandes cineastas.
Se la acusa de aburrida en su primera parte, sin duda discutible. Tal vez como espectadores nos puede abrumar su parte política y de datos, es cierto. De ahí como se dice por ahí arriba las escenas familiares son como un oasis entre tanto diálogo.
A mi me gusta "Lincoln", aunque considero que su arranque me deja algo frío, después la película avanza a pasos agigantados cerrando un buen broche.
Spielberg sabe de cine y se nota, y también ha "mamado" al gran cine de hoolywood.
Un abrazo.
No voy al cine al pasar el rato, voy a ver una buena historia que me invite a conocer y flexionar. Me pasa un poco como con el teatro. No son hobbies para rellenar mi tiempo.
ResponderEliminarAún me queda muchísimo que aprender jaja, sobre todo cuando vengo a tu casa y leo tus reflexiones, perspectivas e interpretaciones.
ResponderEliminarGracias :))
un abrazo
C. Noodles. Estamos ante un caso en el que conjugar lo visual con un discurso tan complejo no es fácil.
ResponderEliminarEs una tesis muy densa que, es cierto, ha aburrido a muchos espectadores. No es mi caso, pero entiendo que el nombre Spielberg está asociado al entertainment
Tal vez tengas razón respecto al aroma a los clásicos.Gracias y un abrazo.
Sue. Pues yo en ocasiones sí, voy simplemente a evadirme y pasar el rato. Otras no y me acerco más a tu perspectiva. La cuestión es escoger en función de lo que se desea. En ocasiones apetece un simple refreco bien frío. Otras veces un licor añejo. A eso me refería. Un abrazo.
ResponderEliminarEsivelliana. Gracias a ti por leerlas. Un abrazo
ResponderEliminarSiempre me fascina la facilidad de los críticos para advertir hasta el ínfimo detalle,tanto de los personajes como de quienes lo interpretan.
ResponderEliminarLa verdad es que no he visto la película porque no me atraía en exceso,ya ves,aunque imagino que acabaré por verla.
Lo que más me inspirará a hacerlo será Daniel Day Lewis,un actor que suele hacer muy creíbles los papeles que interpreta.
Besos.
Marinel. Si te gusta el actor aquí vuelve a hacer otra composición marca de la casa. En este caso además, no se le puede acusar de sobreactuar. Un abrazo
ResponderEliminarSi te digo que me gustó muchísimo? El guión es espectacular y lo que me cautivó fue que no se centrara en Lincoln, su vida y obras, etc.,sino en la famosa enmienda y cómo, para lograr un objetivo necesario y humano, no le importa hacer jugadas sucias.
ResponderEliminarDiferencia trascendental con la mayoría de nuestros políticos, que no tienen un mínimo de coraje para sacar adelante ideas que mejoren lo que nos rodea. Claro, es que no las tienen ni les interesa adquirirlas.
Besos, V., otro día a ver si leo la entrada anterior.
Por aprendizaje, eh? no por obligación.
En muchos momentos me emocionó, bueno, es que yo soy una floja.
Cuando vi aparecer tu entrada justo acababa de salir de mi cine la película y he de confesar que la dejé pasar de largo. Me arrepiento ahora, después de leer tu profunda y plena reseña y espero que cuando la vea -que la veré, en v.o.s.e., cuando pueda- no sienta ganas de aparecer a llevarte la contraria, aunque siento una especie de pánico frente al Spielberg "serio".
ResponderEliminarComo sea, estupendo texto el tuyo.
Un abrazo.