viernes, 1 de febrero de 2013

SIN CONVENIENCIA





La actriz de la fotografía superior se llama Bebe Neuwirth. En la película “Matrimonio de conveniencia” (Green Card, Peter Weir, 1990) interpreta a una amiga de la cosmopolita enamorada de las plantas Andie MacDowell. Y aunque esta última trata de impedirlo, no puede evitar toparse con ella y su marido circunstancial, Gerard Depardieu, en pleno supermercado. Inmediatamente queda prendada y no lo disimula. Con su pícara sonrisa y su natural encanto intenta ipso facto acercar posturas y no se le ocurre otra cosa que pronunciar la siguiente frase al enterarse de que el muchacho es francés: “vaya, que casualidad, francés. Últimamente en mi vida todo es francés. Sin ir más lejos, acabo de comprarme una chaqueta de marca francesa. La semana pasada fui al cine y vi una película francesa. Y el otro día salí a cenar con unos amigos y ¿dónde creéis que fuimos? a un restaurante francés”. Resulta curiosa esa suave pero afilada crítica a la simplificación de la cultura ajena, en este caso francesa. Máxime cuando viene de manos de un film con pabellón norteamericano, aunque esté dirigido por un australiano. De todas formas no debiera de sorprender. Ahora es el cine usa el que saquea guiones ajenos, coreanos, nórdicos y de cualquier rincón del planeta. Españoles también.


Y eso que durante décadas la tendencia fue a la inversa. Mientras Paris era la ciudad del amor en multitud de comedias y melodramas de los años 40 y 50 la mirada europea estaba puesta en Nueva York o en las grandes praderas. Sin ir más lejos y con la escusa de los costes, en Almería se construyó un amago de Monument Valley. Pero ya se sabe que quienes cargaron con la fama durante décadas fueron precisamente los cineastas franceses, que no dejaban de estudiar desde todos los puntos de vista posibles la cultura y el cine norteamericano. Sobre algunos como Truffaut, la mitomanía y la cinefilia ya sentenciaron que su obsesión y amor por el cine y sus claves era tal, que le llevaron incluso a desertar del ejército en busca de una sala. Aunque no hay que descartar que simplemente siguiera los consejos aprendidos en “Adiós a las armas” o “Senderos de gloria”. O que los viviera en carne propia. Pero dado su eterno cuestionamiento sobre la vivacidad del celuloide,  llega su fama de visionar muchísimo cine americano e incluso de basarse en algunos de sus patrones, aunque eso no sea del todo cierto. O al menos exacto.
Y para muestra un ejemplo. A su pareja sentimental y musa en sus últimos años, Fanny Ardant, la descubrió al parecer viendo una serie de tv francesa. Y sobre lo de reinventar el patrón genérico americano, tampoco es exacto. Para ello solo hay que escucharle: " yo no muestro nunca gentes que nadan, esquían o bailan, pues no sé ni nadar, ni bailar ni esquiar y no entiendo nada de deportes. Entonces, para elegir a mis personajes y procediendo por eliminación, trabajo con lo que queda:las historias de amor y las historias de niños. Un realizador se puede comparar a un capitán de barco a la deriva. Hago mío ese eslogan bien conocido: "las mujeres y los niños primero". (Tay Garnett: portrait de cieneastes)


Tras el extraordinario éxito cosechado por “El último metro” cualquiera podría decir que sus dos siguientes largometrajes con Fanny Ardant, “la mujer de al lado” y “Vivamente el domingo” son dos puestas de largo a la francesa del cine negro americano y del policíaco respectivamente. Tal vez ello pueda parecer más evidente en su último film, en el que Fanny Ardant, es cierto, se pone en la piel de una Sam Spade de segunda y sin experiencia y se dedica a resolver asesinatos. Y si en la tradición del noir americano el detective sin licencia no está libre de alguna paliza, aquí Fanny recibe al menos tres bofetadas de impresión marca del género. Sin embargo no puede decirse lo mismo de su experiencia previa. “La mujer de al lado” no es un pastiche mirando de reojo las claves del género negro, sino que se presenta como un estudio de personajes en una situación aparentemente cotidiana que esconde pasiones a punto de entrar en erupción.



La experiencia es un grado. Y en un rasgo metalinguístico que remite a “la noche americana” al inicio del film, la narradora del relato (extraordinaria Veronique Silver) le pide al realizador que la enfoque bien antes de comenzar a narrar. Como propietaria de un club de tenis al que acuden todos los protagonistas, está acostumbrada a observar el comportamiento humano y su proceder. Más de uno podría querer apuntarse el tanto de inmediato: Ahí está la influencia de su admirado Hitchcock. Sin embargo, esta mujer habla por experiencia propia. Sabe que algo sentimentalmente tremendo se cierne. Ella misma vivió una relación amorosa muy intensa y frustrada que la llevó a lanzarse por un séptimo piso. Y sabe cuando se debe poner tierra de por medio ante determinadas pasiones incandescentes. Justo lo que no harán Gerard Depardieu y Fanny Ardant. La casualidad les lleva a ser vecinos. Y el espectador asiste a unos primeros minutos de desconcierto, de mutuo rechazo y de cierto pánico. Ambos conocen lo convulso de su naturaleza cuando entra en colisión. Y debido a ello Bernard (Depardieu) intentará esquivar el encuentro cuanto pueda.



Ambos han construido sendas aparentes familias apacibles, ¿matrimonios de conveniencia? Y el único pensamiento de Bernard es no resucitar la peligrosísima y adictiva sustancia química de altísimo voltaje que se produce al menor contacto con Mathilde (Fanny Ardant). Para ello es capaz de engañarse a si mismo y huir, refugiándose en el club de tenis y restando importancia a la cuestión. Pero en cuanto la dueña del club ve a Mathilde, se le encienden todas las alarmas: “Señor Bernard, no me parece a mi esta señora como usted me la había descrito, de esas que a las dos de la tarde aun andan buscando el mediodía”.
Truffaut alterna detalles de gran belleza en la plasmación de la derrota ante lo inevitable con otros más explícitos, que curiosamente más que sumar restan. Pero el conjunto resulta satisfactorio. Esa incertidumbre que se instala en ambos, esos fugaces momentos de felicidad pasajera, sus miradas huidizas, el remordimiento y la culpa están muy bien dibujados. Resulta tan conmovedor como tendente al patetismo observar como ambos, sin desearlo, se espían continuamente y a cualquier hora. Y como se entregan al amor furtivo. 





La curva emocional es distinta en ambos. Bernard, al enterarse de quien es su nueva vecina se descontrola y los nervios le hacen decir estupideces. No es fácil bailar con cuatro tazas de café y Fanny Ardant al mismo tiempo sin que se desmorone el chiringuito. Por eso alternará cierta impasibilidad con accesos de  euforia y pasión descontrolada. Sin importarle ya si hay público presente. Mathilde parece más centrada al comienzo. Cree que pueden ser amigos y comportarse civilizadamente. Error. Terminará muy herida víctima de una tortuosa y amarga pasión que no controla. Y todo lo narra Truffaut sobre la base de pequeñas escenas cotidianas que encierran fuego bajo las buenas formas y la educación. Uno de los grandes valores de esta cinta está en off visual. En un pasado tormentoso y fantasmagórico que compartieron juntos, que a ambos aterroriza y sobre el cual el espectador solo puede intuir, adivinar.




Y la película, pese a no mantener el tono sobresaliente durante todo el metraje, se beneficia de unos actores excelentes y de una mirada muy atenta a todo el abanico de sensaciones que experimentan, que son muchas. Y ello sin convertir la cinta en un film de género y mucho menos en un espectáculo, ya que como manifestaba el propio Truffaut “existe una contradicción entre la vida y el espectáculo. La vida va hacia la degradación, la vejez y la muerte; el espectáculo va hacia lo que yo llamaría una exaltación. ¿En un espectáculo circense, no se ordenan acaso los números en orden ascendente? Si se aplica a un film la curva ascendente se respeta la ley del espectáculo, pero se le hace una trampa a la ley de la vida. Es necesario respetar la ley de la vida y distinguirla del espectáculo” (le nouvel observateur)
Es por ello que en esta película, por mucho que Truffaut haya estudiado en el plano teórico a Hitchcock, no se comete el error que si cometieron otros intentando emularle, caso de Gus Van Sant o incluso Brian de Palma. Estos últimos copiaron las formas, la fotografía y creyeron poder superar al maestro imitando su caparazón, pero sin traspasar al alma de un celuloide inimitable. Caso de James Dearden en el remake de “Bésame antes de morir”, que busca desesperadamente la atmósfera y la textura propias del director de “La ventana indiscreta” con resultados discutibles.



Truffaut prefiere admirar al maestro a través de sus libros y escritos. Viendo una y otra vez su cine y entrevistándole. Pero a la hora de filmar realiza una película genuina y personal, alejada en apariencia de las constantes que identifican a su ídolo y despojándola de su suspense característico. Aquí estamos más cerca del cuadro impresionista combinado con el espíritu trágico de Emily Brontë. El espectador siente el desgarro fantasmal, la pasión desenfrenada más allá de la vida y la muerte. Curiosamente, resulta revelador que años después Bebe Neuwirth esté tan dispuesta a ligar en el supermercado con Depardieu. Tal vez su esquematismo cultural no le ha llevado a fijarse en que su amiga (Andie Macdowell) se llama, curiosamente, Brontë. Y desde luego, tal vez tomaría más precauciones y no jugaría en el alambre de la frivolidad si la película francesa que dice haber visto fuese la penúltima de Truffaut. 

42 comentarios:

  1. Entre las cosas francesas, hay una que tiene mucha más fama...

    Jovencísimo Depardieu.
    Profundo análisis.

    ResponderEliminar
  2. Un Depardieu tan distinto que me resulta irreconocible. Recuerdo que cuando ví Matrimonio de conveniencia me "enamoré" de él, Georges, ese bruto delicado, como Brontë.
    Eso de que "la vida va hacia la degradación.." es muy realista y " el espectáculo a la exaltación " muy optimista, quizás por eso nos refugiamos en el cine.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Ah..., Truffaut... Me aficioné mucho a su cine de joven y vi un buen número de sus películas. Esta que reseñas de la manera profunda en que tú sueles, no la recuerdo, pero me has abierto las ganas de volver a Truffaut, de ver esta película y otras del francés. Tengo la intuición de que el tiempo no debe sentarle mal a su cine.
    Un abrazo y gracias por recordarme a este director con el que pasé tan buenos momentos.

    ResponderEliminar
  4. No he visto la película de Truffaut. De hecho no he visto muchas del director francés. Casi entra por la tangente pero "Matrimonio de conveniencia" es una película a la que tengo mucho cariño. La tengo comprada en...¡video!, lo que delata una cierta edad,ja,ja. Siempre digo que un día me pondré a profundizar en la nouvelle vague de la que he visto mucho menos de lo que desearía y en sus directores. Lo que ocurre que nunca lo hago. Pero llegará el momento, supongo.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Truffaut y sus temas recurrentes y no por ello cansinos,ya que su forma de escenificarlos, dista mucho-al menos en mi opinión-de rozar el aburrimiento.
    No puede negarse que retrata a las personas víctimas sempiternas frente al amor,la pasión, los sentimientos en general y lo borda.
    En la mujer de al lado, sitúa a los personajes frente a un amor destructivo que viniendo del pasado, destruye un presente conveniente,lo arrasa todo...
    Besos.

    ResponderEliminar
  6. Brillante cómo encadenas películas y reflexiones. Empiezas con una película a la cual tengo gran cariño, Matrimonio por conveniencia cuyo protagonista precisamente es Depardieu. Ahí tomas una escena... y empieza el juego de influencias. ¿Quién influye a quién? ¿Cómo? ¿Quién y Cuándo?

    Y esto nos lleva a los críticos de Cahiers du Cinema antes de la Nueva Ola y su reivindicación y nueva mirada a los realizadores norteamericanos. Y a considerar el cine, vida. Así desde Europa se miró de otra manera a Hitchcock, Howard Hawks o Douglas Sirk.

    Cuando estos críticos se pusieron a hacer cine, sin embargo, crearon un lenguaje propio (aunque alimentado de su mirada cinéfila).

    Y entonces nos traes a Truffaut y uno de sus últimos trabajos, La mujer de al lado, y de nuevo, Depardieu. Y nos habla de cómo construía el director francés, de cómo realizaba sus películas y bebía su mirada cinéfila.

    Y nos hablas del tema de la película, el poder destructivo del amor (y entonces pienso, ¿acaso ese tema no era también maravillosamente tratado por Hitchcock, por ejemplo, en El proceso Paradine, película que reivindico por activa y por pasiva, y que precisamente no sale nada bien parada en la mítica entrevista de Truffaut con el maestro del suspense).

    Te confieso que La mujer de al lado sólo la he visto una vez hace bastantes años cuando realizaron en la Filmoteca una retrospectiva del director. Así que mis recuerdos son vagos (y tú me los has refrescado bastante). No obstante, no fue, sin embargo, de las que más disfruté en su momento... pero no tengo duda que quizá si la vuelvo a ver mi percepción sea muy diferente.

    Como siempre, gran texto.

    Besos
    Hildy

    ResponderEliminar
  7. Paradela. ¿la torre Eiffel? ¿el sena?¿Notre dame de Paris? ¿el Louvre? ¿la revolución?...si que hay más, pero me da que no he acertado.
    Joven y en plena forma como actor, que huba una vez en que hizo grandes y tremendas interpretaciones. Eres muy amable, gracias.

    ResponderEliminar
  8. Abril. A mi lo que me resulta irreconocible es lo que lleva haciendo hace unos años, en los que hace de todo sin mirar y sin ningún criterio. Bueno, salvo una cosa, juntarse con Carole Bouquet, aunque creo que la cosa terminó.
    A mi también me gusta la película de Peter Weir. Y puede ser, tal vez por eso entre otras cosas buscamos cobijo en el cine, a parte del disfrute que produce. Un abrazo

    ResponderEliminar
  9. Isabel. Desde luego fue un director que marcó a toda una generación. Todo el movimiento de la nouvelle vague,con sus aciertos y errores, al menos permitió algo que hoy no se lleva nada:reflexionar sobre el arte cinematográfico. Discutir y terminar apasionandose aún más por él. Hoy vivimos un momento en el que se desea todo lo contrario. Salvo algunas excepciones, lo que en ocasiones llamo el burguer-cine.
    No envejece mal este vino. Un abrazo

    ResponderEliminar
  10. Adoro esa película, "Matrimonio por conveniencia", en la cual quedé absolutamente prendada de Depardieu. Es un actor inmenso. Y donde más me ha deslumbrado es en "Mis tardes con Margueritte", que atesoro como una joya del cine.

    De todo lo demás, aprendo, Víctor.

    Gracias por enseñarme tanto.

    Un abrazo, querido amigo!

    ResponderEliminar
  11. David Amorós. Creo que lo hemos comentado en alguna ocasión. Es imposible verlo todo y eso que tu ves mucho más que yo. De todas formas cualquier momento es bueno para incarle el diente. Hay cintas mejores y otras más irregulares, pero merece la pena. La de Peter Weir genera simpatías unánimes, es curioso. Un abrazo

    ResponderEliminar
  12. Marinel. Exacto, deahí el título de la entrada. Tienes toda la razón, tienen un presente conveniente que ellos mismos arrasan sin remedio. y aunque es un esquema clásico tanto en la novela como en el cine, Truffaut le dota, salvo en un par de momentos, de personalidad propia. Creo. Un abrazo

    ResponderEliminar
  13. Hildy. Muchísimas gracias. Eso se intenta, aunque en ocasiones creo que lío demasiado la madeja. Pero comentarios como el tuyo que captan perfectamente la idea de ver al mismo actor en dos tesituras diferentes y enlazar y reflexionar sobre ello y sobre las influencias culturales en ambos sentidos era la idea.
    Le he dedicado apenas nadaa la película de Weir, ya que me servía como punto de partida y además todo eñl mundo se la sabe de memoria. Gracias y un abrazo.
    Por cierto, yo también reivindico "el procedo paradine".Si pulsas en la barra lateral en Ann todd vas directa a la entrada.

    ResponderEliminar
  14. Fer. Gracias por tu comentario. Es una delicia la película de Peter Weir. Aunque sin menospreciar esa película de Depardieu con Margueritte,a mi el Depardieu que más me gusta con mucha diferencia es el de los 70 y primeros 80. Ahí si que creo que estamos ante un actor mayúsculo. Cuando le veo ahora en las películas de Axteris o "mi padre que ligue" es que no puedo...Creo que es un caso muy similar al de Robert de Niro. Quien los vió juntos en "Novecento" y los ve ahora...
    Y por cierto, que si no me equivoco, me parece que la profesora eres tu, de modo que igual el alumno soy yo. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  15. ¿Qué fue de Depardieu? Encuentro su rastro en tres o cuatro títulos imprescindibles y me queda un regusto amargo. Algo parecido al miedo que conlleva la decrepitud. Abrazos

    ResponderEliminar
  16. Víctor, magnífico post lleno acidez y lucidez, que rezuma un halo nostálgico de amor intimista y segundas oportunidades. “La mujer de al lado” del ínclito Truffaut hace tanto tiempo que la vi,que voy a llamar a una vieja amiga —tiene todos sus films— para darle un nuevo visionado. A mí de este director como decimos los taurinos; me gustaban hasta sus andares. Bajo mi punto de vista, de la N.Vague es con Chabrol y Malle; los mejores con larga ventaja. Siempre nos quedará el optimismo que sentía el maestro parisino por el vitalismo. Un enamorado como bien dices del cine americano y del maestro “Hitch”. Un abrazo

    ResponderEliminar
  17. No la he visto, pero la has descrito ya analizado muy bien que provoca bastante, me gusta Depardieu y suena atrayente lo de la infidelidad, además me gusta Truffaut. Eso sí, como tú, no veo parecido con Hitchcock y de alguna forma siempre me sorprendía la admiración del francés, parecen tener expectativas distintas, pero al final seguro ocultaban muchos deseos similares, también que Hitch era un tipo muy seguro y eso es un aliciente muy potente. Interesante, la tendré en cuenta sin duda, tengo deseos tarde o temprano de ver todo Truffaut. un abrazo.

    ResponderEliminar
  18. Me gusta recordar directores dormidos en la memoria. No he visto este film.

    Truffaut siempre es divertido, por mucho que hable de temas -incluso- manidos. Me has convencido... Voy a ver si me hago con ella.

    Gracias. Siempre es bueno recordar...

    Saludos, Ann@

    ResponderEliminar
  19. Jose Luis. Tremenda pregunta que no sé si él mismo sería capaz de contestar. Aparece brevemente en "la vida de Pi". Le envidiémucho cuando hace no tanto iba del brazo de Carole Bouquet, pero parece que la cosa no duró mucho. Un abrazo

    ResponderEliminar
  20. JC Alonso.Muchas gracias. Es verdad que en el caso de Truffaut en ocasiones gustan tanto o más sus libros y entrevistas que sus propias películas.Era un auténtico enamorado del celuloide y todo lo que le rodeaba. Yo añadiría a esos tres mosqueteros a Tavernier, que algunos no inclçyen en el movimiento. Aunque la verdad, en este caso, y ya que nadie lo dice, si he de quedarme con alguien, lo hago con Fanny Ardant. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  21. Mario. Efectivamente, su galopante cinefilia no contamina lo que filmó, al menos en este caso es así. Es una película que merece la pena y con dos intérpretes en muy buena forma.Espero la disfrutes. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  22. Anna Genovés. Gracias. Me alegro de haberte convencido, lástima que no reciba comisión jaja. Es un cine que no debe perderse y que de algún modo es bueno recuperar de cuando en cuando.
    Es verdad que el patrón y el esquema son muy clásicos,incluso muy novelescos, aunque eso sí, en el mejor sentido de la palabra. Que la disfrutes. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  23. Qué acertada esa diferencia que estableces entre la forma en que de Palma, Van Sant (patética reproducción de Psicosis) y otros admiraron a Mr. Hitch y la forma en lo hizo Truffaut: éste sin abandonar su condición de creador, sin transitar los caminos que llaman del homenaje y lo son en verdad de la pura imitación. Su cine, el de Truffaut, respira pasión por el "arte" cinematográfico y no tanto por la "industria" cinematográfica. No he visto esta película que comentas, y trataré de llegar a ella (de hecho no me será difícil, pues ya he comprobado que la tienen en mi biblioteca pública de cabecera). La belleza de Ardant no me sorprende, pero que Depardieu estuviera alguna vez tan pero tan lejos de Obelix.... ¡Pero si hasta en "Novecento", tres o cuatro años antes, donde De Niro estaba escuálido, Gerard daba ya muestras de corpulencia! En fin. Siempre será un placer intelectual adaptarse a otros ritmos distintos a los impuestos por el cine americano (al que, por otra parte, le debemos todos nuestra condición de "peliculeros"). Un abrazo.

    ResponderEliminar
  24. Juan. Me alegro de que dispongas de una biblioteca pública que te permita visionar, esta y otras cosas. Por aquí eso es ciencia ficción.
    Y respecto de los acercamientos y plagios de Hitchcock, algunos creyeron que con poner a una rubia gélida, música de suspense y una sorpresa final estaba todo hecho. Y no.
    Depardieu está bastante contenido, muy sobrio en esta película, salvo un par de escenas, sobretodo si lo comparamos con algunas de sus últimas cosas que en fin...Un abrazo.

    ResponderEliminar
  25. Tras leerte solo puedo buscar información sobre La mujer de al lado y descubrir pocos más detalles :)
    Fanny Ardant fue pareja de François Truffaut, lo que le hacía aún más cómplice de la relación con su antiguo amor.
    Interesante visión y descripción de como las películas americanas han tomado como referencia las francesas.

    un placer leerte.
    otro abrazo

    ResponderEliminar
  26. ¡Increíble! ¿Sabes que que empezando a leerte recordé que a mí también me hizo mucha gracia esa frase sobre "lo francés"?
    Si no te leo ya no me acordaría, preo durante un tiempo fue recurrente para mí. Además, coincidió con un par de viajes a la Francia, así que ya ves.
    No las recuerdo bien, pero sí que me gustaron mucho tanto La mujer de al lado como El último metro.
    ¡Es que los franceses son únicos para hacer parecer importantes las cosas cotidianas y al revés!
    (me acaba de salir la frase de un tirón y creo que tiene cierto acierto...mmmnnn...).
    No creas que es la primera vez que vengo a leer esta entrada, no, es que necesito tiempo y serenidad para volver a leerte y escribir.
    Imagino todas tus entradas en un buen libro, ¿ya lo vas preparando?
    Besos, apreciado Víctor

    ResponderEliminar
  27. (¿no podrías quitar esa condenada verificación?...grrrrr)

    ResponderEliminar
  28. Esilleviana. Truffaut la vio en una serie francesa y parece ser que se enamoró porofesional y personalmente. La relación continua entre los dos continentes no cesa. Y en muchos másambitos que el cine. Creo que te podría gustar. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  29. Virgi, ¿verificación? verás, es que a mi el blog me lo hicieron. Yo no tengo ni idea de cuestiones informáticas como esa. Soy un cero a la izquierda. Es más, no se lo que es una verificación.
    Por lo demás, te agradezco mucho tus palabras, pero creo que te vence el cariño de amiga. No me he planteado jamás un libro ni nada parecido. Para esas cosas soy muy modesto, Pero te agradezco tus palabras. Y sobretodo te agradezco que te tomes tu tiempo. En ocasiones pienso que debo aligerar un tanto las entradas, son tal vez muy extensas. En más de una ocasión me digo ¿pero habrá gente con voluntad y ganas para leer estas divagaciones tan largas? Me alegro mucho de que tu, entre otros, me deis la respuesta.
    Y la frase te ha quedado redonda. Un abrazo

    ResponderEliminar
  30. Quizás no es una boutade que Truffaut dijera lo de los niños y mujeres primero. Lo sentía y es muy probable que, vista su obra, esa frase se convirtiera en un mandamiento. Crear con el material que uno conoce de primera mano permite la profundización y, al mismo tiempo la sutileza, esa mirada en apariencia tan liviana pero que, en realidad, es un golpe de mazo que nos deja turbados.
    Me ha encantado leerte. Voy a sacar un bono de sesión continua.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  31. Amaltea. Exacto. Estoy completamente de acuerdo. Trabajar sobre materiales que conoce muy bien antes que aventurarse a escanear o fotocopiar el cine que amaba. Te agradezco la visita y además en este cine no hay que sacar entrada. Gracias y saludos.

    ResponderEliminar
  32. Certera entrada sobre Truffaut, uno de mis favoritos.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  33. Jorge Ampuero. Muchas gracias, saludos

    ResponderEliminar
  34. Una frivolidad jaja: ¿ese es Gerard Depardieu?! Madre mía, cómo cambian las cosas, desde ese momento hasta ahora, que tiene la nacionalidad rusa, ha llovido mucho :-)
    Me gustaría ver la película, Fanny Ardant me parece muy elegante, de las mejores actrices francesas y, por lo que parece, el contenido psicológico en el film es notable, así como el estudio y la profundidad de los personajes en una situación que tantas veces se ha explotado en el cine y la literatura.
    Sí que vi "Matrimonio de conveniencia", por eso... Ya ves, hago las cosas al revés.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  35. :-) Ya has quitado lo de la verificación, bien!

    ResponderEliminar
  36. Estupenda y sentida reseña de una pieza que ví hace muchísimo tiempo y apenas recordaba y se me ha ido apareciendo conforme te leía, Víctor.

    Me ha encantado, además, el cierre que enlaza perfectamente con el inicio, un círculo que contiene una de mis actrices fetiche, a la que no puedo quitar la vista de encima cada vez que la veo en pantalla, por lo que no me sorprende en absoluto la posición del personaje de Depardieu: en cualquier caso, yo me rendiría al instante....

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  37. Dona Invisible. No sabes lo que me ha costado quitarlo. Ni sabía que lo tenía puesto. La informática no es lo mío.
    Se disfruta de ambas películas. Lo anécdota del comienzo me llamó la atención como eso, como ejemplo del pensamiento cosmopolita que reduce otras culturas a la mínima expresión. Da igual en que orden se vean, lo bonito es que las disfrutes. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  38. Josep. Muchas gracias. Esa era la idea, conectar el final con el principio. Por lo demás,a mi de una forma distinta me gustan las tres féminas. Y las dos películas. Es verdad,Depardieu lo tiene complicado en ambos casos. Un abrazo

    ResponderEliminar
  39. La vi anoche: terrible “ni contigo ni sin ti”, y muy perturbadora y emotiva la interpretación de Ardant. Me costó meterme (de hecho ayer lo que hice fue terminar de verla): el cine francés no trata de atrapar al espectador desde la primera escena, sino que sigue un esquema dramático más o menos clásico en que se parte de la rutina para ir adentrándose lentamente en la complejidad de los sentimientos y las pasiones. Me gustó.

    ResponderEliminar
  40. Si el viento te trae... seras bien recibido, jaja, sin duda.

    un abrazo Víctor

    ResponderEliminar