viernes, 21 de septiembre de 2012

LA CONSPIRACION DEL PANICO





Universidad Americana de Washington, verano de 1963: “¿De qué paz hablo y qué paz buscamos? No se trata de una “pax americana” impuesta al mundo entero por las armas. Debemos examinar nuestra actitud ante la Unión Soviética, nuestros lazos comunes. Y es que todos vivimos en este pequeño planeta. Todos respiramos el mismo aire. Todos queremos un futuro mejor para nuestros hijos. Y todos somos mortales”. Se trata de una conferencia de John Fitzgerald Kennedy abogando una vez más por su idea de Camelot y la nueva frontera. Sabiendo lo que ahora sabemos la última frase aún sobrecoge. Todos somos mortales. Parece como si él mismo hubiese escuchado los idus de marzo que avisaron a Julio Cesar y que en este caso volvieron a sonar en pleno otoño cuando un telex enviado de forma anónima al F.B.I avisaba de un posible atentado en Dallas. Cualquier excusa es buena para volver sobre el asunto, sobre esa permanente herida abierta e infectada que nunca deja de supurar en la conciencia del americano medio. En este caso, la ocasión es muy propicia por cuanto el inefable Stephen King se ha ocupado del tema en una extensísima novela titulada “22-11-63”, fecha del magnicidio. Es una prueba más de que la cuestión pasa sin resolverse de generación en generación afectando a la psique de la población y dejándola en un estado de shock permanente.


Para salir del atolladero mental, para adormecer la conciencia surgen de vez en cuando historias como la de Stephen King, que tratan de exorcizar lo sucedido fabricando una trama en la que un profesor universitario es capaz de viajar en el tiempo y plantarse el día de los hechos en Dallas, antes de que el Air Force One aterrice en el aeropuerto Love Field. Y por supuesto, impedir el crimen de forma heroica. De esa forma, al menos de manera ficticia y a través de una novela, el público puede seguir engañándose y creer durante la lectura que todo fue un mal sueño y que nada grave sucedió en la tierra de las oportunidades.
El autoengaño se convierte en una necesidad ante atrocidades que no se comprenden. Se puede recurrir a elementos extraños. Hormigas gigantes, ovnis  o naves misteriosas que siembren en el subconsciente que la amenaza es exterior. Que viene de fuera. Ray Bradbury y Richard Matheson saben mucho de esos simbolismos. A este respecto resulta ilustrativa la cinta de Mark Pellington “Arlington Road” en la que un profesor de historia americana (Jeff Bridges) explica a sus alumnos que ante graves atentados terroristas existe un componente inexplicable en la población asociado a una imperiosa necesidad de seguridad. Y cómo esta se consigue cuando se detiene al artífice, o al menos cuando sabemos que el mismo actúa solo y es un desequilibrado antisocial al que es posible aislar. De esta forma el individuo, el hombre corriente y por extensión la sociedad se tranquilizan por cuanto el sistema no se ve alterado ni mucho menos cuestionado. Todo es obra de un loco paranoico y una vez esté a buen recaudo (o sea extirpado) la ecuación está resuelta y podemos seguir durmiendo tranquilos.



El asesino solitario, el desequilibrado, el lunático comunista en el asesinato del presidente Kennedy es Lee Harvey Oswald. Situado en el sexto piso del almacén de libros de la calle Elm disparó tres balas que acabaron con la vida del presidente en 5 segundos. Esa es la conclusión a la que llegó “la comisión Warren” tras una investigación recogida en 27 volúmenes. Y sin embargo la gente, en vez de conciliar el sueño dejó de dormir en paz. Demasiadas cosas no cuadraban. Tres son los ejes sobre los que se asienta el nacimiento de la contracultura, los movimientos contestatarios nacidos en Berkeley y el descrédito absoluto de las instituciones democráticas y la clase política americana: Vietnam, Watergate y el asesinato de Kennedy. Y este último fue el que comenzó a amasar la idea de que había algo más allá de esa explicación y que como poco quienes debían averiguarlo  ocultaban datos y no eran dignos de confianza. Se había perdido la “autoritas”. Estamos ante una de las caras de la famosa fractura social y moral de la que hablaba Marcuse. De la ruptura del implícito contrato social entre el individuo y el estado.


No obstante, en honor a la verdad, no todo el mundo se apunta a las teorías de la conspiración. Sin ir más lejos, el propio Stephen King entiende que solo Oswald es  culpable. Y lógicamente al héroe de su novela le basta con correr lo suficiente como para plantarse frente a él y evitar el magnicidio. Por cierto, en la novela a Oswald no se le concede el derecho a un juicio justo, lo vuelven a matar. Así de simple. Así de reaccionario. En el jugosísimo epílogo King dice basar su tesis en su propia experiencia y en dos de las más reputadas biblias sobre el tema: Los libros “Muerte de un Presidente” de William Manchester y “Oswald, un misterio americano” de Norman Mailer. Ambas se apuntan a la teoría del asesino solitario. Stephen King llega a afirmar sin pestañear que se basa además en el principio de “la navaja de Ockham” según el cual de entre todas las explicaciones posibles, lo más acertado es decantarse por la más sencilla. El loco solitario no solo es más sencillo, evita hacerse preguntas sobre la salud de la democracia y la putrefacción del sistema.
Sin embargo, ocurre que como en todo crimen sin resolver, este presenta multitud de agujeros negros y gran cantidad de pruebas que siembran enormes dudas. Para colmo, no se contó con Abraham Zapruder y su famosa filmación del asesinato. Lástima que en la grabación la pista de sonido apenas aporte nada. Solucionaría de una vez por todas lo del número de disparos y desde dónde provienen.



 Por fortuna existen otras visiones que han preferido indagar (más que especular, como manifiestan algunos peyorativamente). En mi opinión la más completa y exhaustiva es la obra de David Talbot “La Conspiración” sin descartar “¿Quién mató a Kennedy?” de Thomas Buchanan. Oliver Stone, a la hora de abordar el tema se olvidó del discutible glamour Hollywoodiense de la pareja, de sus avatares en los negocios, íntimos y sexuales, así como de los que presentaban al apellido como un clan mafioso católico irlandés. La razón es muy sencilla. De entrada, Kennedy no es la cuestión, solo es el objetivo, el telón de fondo que cuando se abra descubrirá auténticas monstruosidades, un auténtico averno. El verdadero tema a destapar no es si el presidente se acostó con Marilyn o si era adicto a los tranquilizantes. Eso solo oculta a otros actores que se mueven entre bambalinas tras la tramoya mediática y que de una vez por todas deben salir a escena. El objetivo es practicar la autopsia no al presidente, sino al sistema. Para ello y con mucha lógica Stone prefirió basarse en “Fuego Cruzado:el complot que mató a Kennedy” de Jim Marrs y “Tras la pista de los asesinos” que recoge toda la peripecia del fiscal Jim Garrison, el único que a día de hoy ha promovido un juicio a raíz del asesinato.
El resultado es “JFK: caso abierto”. No solo un exhaustivo repaso a todas las luces y sombras que rodean al asunto desde casi todas las perspectivas posibles. Esta película es mucho más. Un auténtico misil, una radiografía milimétrica, el auténtico espejo que coloca a la sociedad frente a si misma al tratar de ignorar, tapar o esconder una y otra vez verdades que denotan aparte de las implicaciones penales, una falta de ética de dimensiones incalculables. Las pesquisas de Jim Garrison como un cruzado en busca de la verdad arrojan un film con una fuerza narrativa imparable y demoledora. Pocas veces forma y fondo se alían de manera tan precisa. “JFK” no solo es arrolladora por su ritmo o por lo que desvela. Estamos ante una lección de cine con mayúsculas, lo que hace que el implacable discurso se eleve a la enésima potencia.



 El guión es sumamente inteligente. Desde una posición ética, honesta y respetuosa con la ley, Jim Garrison, a la manera de un nuevo Elliott Ness sin placa ni pistola, durante la primera mitad de la película seguirá el procedimiento e intentará desenmarañar la tupida red que se teje en torno al caso.
Y ello pese a las advertencias que recibe. Cuando interroga a un posible implicado (Jack Lemmon) y le anima a que hable sin complejos este le contesta “es usted un ingenuo”. Y cuando charla con una de las testigos, la Sra. Mercer (Jo Anderson) y esta le dice que su declaración ante el F.B.I está completamente amañada y corregida, Garrison, paladín de la justicia y todavía con fe en las instituciones le contesta “Mire señora, conociendo como conozco al F.B.I, me cuesta muchísimo aceptar lo que me está diciendo”. El entusiasmo de Garrison (y de Oliver Stone), su vitalidad y tenacidad contagiosa le llevan a apuntar a todos los frentes sin descartar ninguno: Oswald, los cubanos anticastristas, Jack Ruby, la mafia, los servicios secretos...Pero de entrada no cuestiona el sistema. Su minucioso análisis de cada pista le lleva a un bucle continuo que Stone rueda de forma envolvente y magnífica. Una catarata de posibilidades que rozan lo kafkiano y que parecen no tener fin ni solución.



 Es a partir de una conversación en Washington cuando todo da un vuelco definitivo. Paseando frente a los símbolos icónicos de la democracia, monumento a Lincoln incluido, conversa con un alto mando que no se identifica. Ahí todos (Garrison el primero) nos damos cuenta de que estábamos dando palos de ciego y apuntando muy bajo. Esa charla le hará salir por fin de la confusión, abrir los ojos y despertar del aparente plácido sueño en el que vive su esposa (que es de las que prefiere olvidar). Y todo para confirmar sus peores temores y penetrar en las más oscuras tinieblas. Esas que se intuyen como la verdad pero ante las que la gente mira de soslayo. El momento es magnífico. Cuando Donald Sutherland, el misterioso señor X, personaje compendio de diversos informadores reales afirma “¿quién mató al Presidente? Esa no es la pregunta correcta. La pregunta es ¿por qué? el cómo y el quién solo son montajes para el público ¿Oswald, Ruby, la Mafia, los cubanos? Eso solo sirve para jugar a las adivinanzas y para distraer la atención. Nos impide hacer la gran pregunta ¿por qué? Con su muerte ¿quién se benefició? Y sobre todo ¿Quién realmente tiene el poder para encubrirlo?”.
Las revelaciones de ciertas actas sobre recortes presupuestarios en defensa y supresión de más de 70 bases militares en todo el mundo, la firme decisión del presidente de retirarse de Vietnam y ampliar los tratados de paz con los soviéticos, la prohibición de ensayos nucleares, la amputación de muchas de las funciones de la C.I.A (sobre todo en operaciones encubiertas en el extranjero) así como la negativa rotunda a aventurarse en otra invasión cubana, cambian el escenario. Y por fin Garrison entiende que se enfrenta a un dragón de múltiples cabezas y de mayor envergadura de la esperada. A lobbies muy poderosos, a ese temible, voraz e insaciable complejo militar-industrial de cuyo peligro ya advirtió Eisenhower en su despedida. Es cuando el ciudadano (o el espectador) descubren que el enemigo no es el peligroso comunista exterior, sino que tal vez esté alojado en casa, elegido en las urnas por nosotros. Un impacto tan traumático como la película Zapruder.


Es en ese momento, sólo en ese, cuando Stone decide llevar a Garrison a visitar la tumba de Kennedy dónde siempre está prendida una antorcha en el suelo.
La conspiración a gran escala y el golpe de estado, con J. Edgar Hoover y el Pentágono en la recámara toman forma tan lúcida como dolorosa. Y es a partir de ahí cuando el espectador comprende por fin las razones de que el fantasma de Kennedy permanezca intacto. Nos enfrenta como ciudadanos al asesinato secreto del sueño americano y al cuestionamiento de nuestro papel como ciudadanos ante una maquinaria aplastante que no es sino un fascismo encubierto. Un asesinato del que nadie es culpable ya que según la versión oficial es fruto de la mente perturbada de un loco solitario. Tal tesis conspirativa se ve reforzada por los posteriores asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy, sin olvidar a Malcolm X. Todo ello narrado con un frenesí que lleva a la película (y al espectador) a momentos de intensidad máxima.
En un momento de su alegato final durante el juicio Jim Garrison (excelente Kevin Costner) hace una alusión a Julio Cesar y otra a Shakespeare: “en este país todos somos ya un poco Hamlet, hijos de un padre asesinado por quien ahora se sienta en el trono”. Y Oliver Stone tiene la habilidad de colar de contrabando una foto real y ciertamente grotesca de Lyndon B. Johnson jurando furtivamente el cargo de Presidente en el avión, en el vuelo de vuelta, con el cadáver de cuerpo presente, algo que “había que hacer” antes de aterrizar, para evitar preguntas embarazosas del Fiscal General, Robert Kennedy. La referencia a Hamlet (algo huele a podrido en Washington, según Thomas Buchanan) describe como muy pocas el estado esquizoide y lúcido a la vez de la sociedad americana de los 60 y 70, antes de que llegase el desolador “rearme moral” de Reagan.  


 Estamos ante una película formidable también en lo puramente cinematográfico, intensa, emotiva y arropada por un John Williams pletórico. Un film de una potencia narrativa incuestionable. Un excelente collage audiovisual, un aparente rompecabezas narrado en tres tiempos narrativos: El  de la acción real, el que proporcionan las imágenes de archivo, y el puramente conjetural. Los tres tempos son intercalados sin descanso y se articulan funcionando como un guante.
 De este modo y a título de ejemplo, cuando el fiscal interroga por primera vez a David Ferrie, Oliver Stone narra el interrogatorio en tiempo real, intercalando imágenes del entierro de Kennedy que pasan por tv, y a su vez introduciendo otras imágenes sobre lo que el fiscal especula que pudo suceder respecto de lo interrogado. Es un sistema que se repetirá como figura de estilo a lo largo de todo el metraje y que sirve de forma perfecta a la arrolladora narración, la cual adopta dos formas: La del thriller especulativo y de raíz conspirativa combinado con el más puro estilo Frank Capra, de raíz clásica, con fe ciega en el individuo como ciudadano. No solo es que el personaje de Kevin Costner esté construido sobre los patrones propios del “caballero sin espada”. Es que Stone refuerza esa idea del honrado idealista que debe enfrentarse a la corrupción generalizada con la palabra. El director tiene el ingenio de extraer una anécdota real. Kevin Costner como Jimmy Stewart, también saca durante su parlamento un puñado de cartas enviadas por ciudadanos anónimos interesados en la causa que le envían un dólar o unos centavos y que le animan a continuar.


 Puestos a buscar al último francotirador desde algún lugar oculto, ya lo tenemos. Se llama Oliver Stone, que dispara sin cesar contra toda la falacia y el armazón oficialista con vigor y contundencia, desmontando muchas de las verdades oficiales. Para ello aplicará la mira telescópica con suma precisión para no errar el tiro, como sucede en toda la sensacional reconstrucción del asesinato y la trayectoria de la famosa “bala mágica”, esa que causó nada menos que siete heridas en dos personas y al parecer apareció intacta.
Y en un ejercicio de justicia y audacia, Oliver Stone no olvida el segundo asesinato. Si Stephen King en su novela decide asesinar de nuevo a Oswald (si, otra vez) para solucionar el asunto y acallar conciencias, Oliver Stone opera en sentido inverso. El de Oswald es el segundo asesinato a traición y provoca si cabe tanta o más repugnancia que el del presidente. Un crimen que muestra unas carencias gravísimas en el estado de derecho, pero del que tampoco nadie habla y cuyas motivaciones e implicaciones prefieren taparse de forma vergonzante. No es aquí el caso. La vida y obra de Oswald ocupan incluso más metraje que la de Kennedy y al final Kevin Costner se permite una sentida dedicatoria: “utilizado como cabeza de turco, se le tomó declaración sin asistencia letrada y luego las notas desaparecieron. Y cuando va a ser trasladado, rodeado de policías, custodiado por la ley, es asesinado como un perro en un callejón ¿Quién llora hoy a Lee Harvey Oswald? Enterrado en un cementerio inmundo con una lápida barata en la que tan solo reza Oswald”. El mundo ya puede dormir tranquilo.



Hay quien afirma que Oliver Stone exagera, que es un paranoico. Un fanático de las conspiraciones. El boomerang parece haberse vuelto en su contra. Sobre todo cuando ya existe una verdad oficial. Me sucedió en un curso de verano sobre cine judicial. Hay cosas que parecen no cambiar. Cuando pregunté a dos profesores americanos sobre Oliver Stone y “JFK” hicieron una mueca extraña. Zanjaron pronto la cuestión. Me dijeron que el mundo entero sabía quien era el asesino. Que las conclusiones de la comisión Warren lo dejaban muy claro y que no tenían absolutamente nada más que decir.   

35 comentarios:

  1. El planteamiento de la historia es genial. La película sobrecoge porque planta ante nuestras caras las vergüenzas del sistema. La disfruté mucho porque su ritmo narrativo es eléctrico y concluye, como bien indicas, presentándonos un segundo crimen igual de abominable. Tal vez nunca conoceremos la verdad, aunque Stone deja una puerta abierta que es un límite para la mentira. Abrazos

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  2. Es sin duda la conspiración por excelencia, la madre de todas las conspiraciones, y, a mi juicio, Oliver Stone ofreció un documento histórico-cinematográfico irrebatible. Sus argumentos son muy similares a los que utiliza Don DeLillo en su magnífica novela “Libra” –como magnífica es, en efecto, “JFK”, con un montaje verdaderamente prodigioso-. Esa de Stephen King no parece prometer más que una especie de nuevo Caballo de Troya, donde el viaje en el tiempo no se produciría hasta los tiempos de Jesús sino a los de Kennedy, crucificado públicamente a la oscura leyenda de su asesinato -se lavó la comisión Warren las manos, como Pilatos-.
    Excelente texto, Víctor. Un abrazo.

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  3. Amigo, Víctor gran texto a una conspiración que como muy bien dice Juan: es la madre de todas las habidas. Yo añadiría la muerte de César. Claro, que César era un dictador (glorioso y talentoso podría espetarme la platea) en una huérfana democracia tras la vieja Grecia. Roma emergía como itinerario de lo que somos: defectos y virtudes que diría Virgilio. El affaire Kennedy, después de leer un montón y revisar una y otra vez la larga, y magnética obra maestra de Stone, al que le dedique un monotemático (sobre su talento brillante, hiperbólico, excesivo y manierista) en el que manifiesto la admiración por este film. Llego a la misma conclusión, una y otra vez. Estamos ante el golpe de estado perfecto en la republica más perfectamente imperfecta de la nuestra utopía occidente. Nunca sabremos la verdad. Abrazos

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  4. Enhorabuena, Víctor por tan meticuloso estudio de las cicunstancias y resultado del trabajo de Oliver Stone en esa película. Recuerdo que me pareció soberbia de planteamiento y excelente en el trabajo de producción y documentación, pero por otro lado un pelín larga. Stone es otro de los directores que no sabe tirar nada, como esos parientes que te pasan un audiovisual de una hora de sus vacaciones cuando todos sabemos que la duración óptima de un audiovisual son veinte minutos exactos; el resultado es que acabas odiando incluso las mejores diapositivas que se han guardado para el final.
    No es el caso porque el parlamento conclusivo es muy interesante, pero para llegar hasta ahí Stone nos ha dado -en mi opinión, claro- demasiadas galletitas y uno acaba pelín ahíto.

    Un abrazo.

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  5. Pues estoy absolutamente de acuerdo contigo. Creo que "JFK" es una película brillante del otrora brillante Oliver Stone. Yo también tiendo a creer ( o es cuestión de fe, no sé) en que esos agujeros negros se acercan más a la explicación de Stone que a la versión oficial. Pero más allá del elemento real (imposible de separa del film) la película por sí sola es enorme. Luego Stone, con los años ha ido perdiendo fuelle e incluso cuando trat´el tema de la Torres Gemelas lo hizo con una gran mediocridad. A ver que nos depara con su inminente Savages. Un abrazo.

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  6. Una gran película sin duda donde se disecciona en profundidad,o al menos,con menos virtuosidad americana,las otras posibilidades del suceso.
    La mentalidad americana siempre me deja perpleja...
    Si bien pretenden ser la cúspide mundial,el ejemplo a seguir en cuanto a libertad,posibilidades,normas y tantas otras cosas más, a la vez, van dejando un reguero consistente de sus irregularidades,de su cuadriculada mente,de su incansable e irrompible muro en muchas ocasiones arcaico.
    Esto se refleja en sus películas continuamente a base de despropósitos que nos dejan el gusto agridulce de saber algo de lo mucho que se puede saber y por ende,a su manera.
    No me encandila su cine a pesar de haber visto muchas de sus películas,pero me da malicia pensar que tergiversan todo de cara a la galería.
    El jueves mismo vi el preestreno de una película americana que me dejó ese sabor y que mimetizado con la sangre y la brutalidad de las acciones,cuyo trasfondo,(o eso me pareció a mí) es la soledad de cada uno en esa inmensa sociedad,que aboca a buscarse la vida por los vericuetos que se crean convenientes...
    La película era "Mátalo suavemente" y por el título,ya puedes intuir algo,pero no lo que realmente viene después.
    Besos y perdona la expansión.

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  7. Sin duda es una pelicula tan interesante como densa, pero el drama es tan tremendo que no te despegas de la pantalla. Sintetizar sin dejar nada fuera-al menos lo más importante- es tan dificil como infrecuente.Todo un arte vaya, y en ésta historia hay tantos rincones, lugares oscuros y preguntas sin respuesta que dificilmente se puede cerrar de una manera adecuada. Hay demasiadas zonas grises.
    Tu análisis es una de esas "delicatessen" a las que nos estás "mal" acostumbrando.

    Un abrazo M. V :-)

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  8. No sé porqué me da que Ford lo hubiera contado mejor..al fin y al cabo parece un western..:-)

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  9. Jo, Victor, cómo he disfrutado leyéndote. Despacio, con un café al lado, saboreando cada línea. Y pensando, pensando mucho. Tengo claro que he de regresar de nuevo al JFK de Oliver Stone pues la vi en su día y alguna vez en televisión pero no la tengo fresca en la memoria.

    Recuperaría muchas frases de tu artículo, por ejemplo, "el objetivo es practicar la autopsia no al presidente, sino al sistema".

    Me encanta la comparación que realizas del personaje histórico bajo óptica de Oliver Stone de JIM GARRISON como otro 'caballero sin espada', personaje capriano que me fascina.

    Me gusta que señales una película que cuando la vi en su momento me impactó y me hizo dar muchas vueltas a la cabeza: Arlintong Road...

    En fin que creo que voy a volver a leérmelo para sacarle todo su jugo.

    Besos
    Hildy

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  10. Jose Luis. A pesar de todo lo que cuenta, es verdad, Stone no abandona su idealismo optimista y deja una puerta abierta para que en el futuro se sepa. En 1979 una comisión del congreso dictaminó que existían ciertas probabilidades de conspiración ,pero no aclaró mucho más. Posteriormente se sacaron a la luz ciertas actas que desvelan ocultaciones,pero que no aclaran la cuestión. Hay que desclasificar muchos archivos que podrían dar más de un calambre. El asesinato de Oswald no debe quedar en segundo plano.Es sencillamente una abominación.Un abrazo.

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  11. Juan. Apuntas uno de los aspectos que por no hacer más extensa la entrada ha quedado fuera o solo apuntado. El montaje. E n más de una ocasión se ha criticado la actual manía de hacer montajes vertiginosos y nerviosos sin venir a cuento.
    Sin embargo, aquí ese montaje sincopado alternando aciión e información viene muy a cuento. Para una película que narra momentos convulsos la narración debe trasladar al espectador esa idea de desconcierto y ser vibrante y también convulsa.
    La novela de Sthepen King es muy prolija en la descripción de la america de los 50 y 60,pero al final está demasiado preocupada por construir un trhiller a contrareloj para que el lector se pregunte si el héroesalvará o no al presidente,lo que me parece un ejercicio de política ficción decepcionate. Me apunto la de de Lillo que no he leido.Un abrazo

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  12. J.C Alonso. Te agradezco tus palabras.No se si es el golpe de estado perfecto. No contaron con Zapruder y en realidad creo que la operación no les terminó de salir redonda. Hay muchos agujeros en todo esto. La referencia al asesinato del Cesar se hace en la propia película Costner llega adecir a preguntas de un compañero en la oficina : "Cayo y Bruto también eran personas honorables". Me alegro coincidir en el diagnóstico. Un abrazo

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  13. Josep. Gracias ante todo. Coincido contigo en que muchas películas llevan exceso de metraje hoy día.
    Pero no me parece este el caso. Te aseguro (ya que algo he leido sobre el tema) que esta historia está comprimida al máximo y que Oliver Stone deja fuera tres o cuatro ramificaciones de gran interés.Estamos ante el típico caso en el que el director cut, dada la gran cantidad de información existente en diversos sentidos, parecería obligado. Coincido en lo de las vacaciones de los amigos. Todavía estoy pendiente de ver en el sofa favorito las de unos amigos. Y ahí si que agradeceré que haya galletas o pepsi para "disfrutarlo mejor". Un abrazo

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  14. David Amoros. Pues es verdad. Stone es un director que nos ha regalado excelentes películas y algún que otro truño. Y también coincido en que aparte de las consideraciones históricas y políticas el film en si mismo es sobresaliente. Lo sería igualmente aunque todo lo que contase fuese mentira.
    Lo que ocurre es que hay momentos que potencian la narración de forma impresionante. Un solo ejemplo: Ver a Walter Cronkite,periodista de la CBS, dar la noticia en directo en un flash informativo real es un documento impagable. Un abrazo.

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  15. Marinel.Sin embargo una de las paradojas de la mentalidad americana que tantas veces se critica es que permite hacer películas como esta, y financiada por un gran estudio, en este caso Warner Bros.
    Hecho de menos por estos lares esa capacidad de autocrítica en nu estro cine.
    No he vistola película con Brad Pitt, pero veo que no te ha gustado mucho. Creo entender las razones.Es el espectáculo mal entendido dehoy en día. Un abrazo.

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  16. Abril. Gracias. No lo pongo en duda, pero es que Ford lo hacía todo mejor... Sin embargo, el resultado me parece francamente satisfactorio, vibrante, enérgico y lírico. Aunque para mi Stone se fija mucho más en Capra que en Ford. Incluso esa visión de las relaciones familiares, esas discusiones con sus esposa que finalmente está con él a muerte, recuerdan a las de James Stewart- Donna Reed. Y el modelo recuerda al de "caballero sin espada", alegato final incluido. Solo que hay diferncias de época y de modos de narrar. Seguramente Capra también lo habría hecho mejor. Aun así la considero formidable.Un abrazo.

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  17. Hildy. No sabes la alegría que me das. Es tan largo el texto que supuse que nadie tendría paciencia suficiente... Es casi tan largo como la película (sonrío).
    Es que la película combinba esos dos géneros.El puramente conspirativo que da vueltas sobre si mismo (ahí conectaría con la película de Pellington) con el vitalista, humanista e idealista propio de Capra. Kevin Costner y James Stwart comparten similares ideales, y el alegato final demuestra que están hechos de la misma pasta.
    Eso es muy importante para Stone, ya que una de las denuncias implícitas es precisamente esa, el hecho de que las instituciones y el gobierno han sido asaltadas por gente poco recomendable que han perdido aquellos ideales que ya defendía Stewart en la película de Capra. Por eso Stone hace que Jim Garrison pase junto a la estatua de Lincolm, cosa que también hacía Jimmy Stewart en "Caballero sin espada".
    Y por otra parte, efectivamente, la cuestión aquí no es el tocado de Jackie Kennedy o los affaieres sexuales del presidente. Aquí lo que interesa es el otro lado,y lo que significócomo golpe traumático con doble efecto: por la pérdida del presidente, pero sobre todo por que la gente intuía lo que venía después y en manos de quien estaba. Todo el movimiento psicodélico y contracultural y la cultura hippy provienen en parte de ahí, de esedivorcio con un sistema en el que se creía y se dejó de creer. Un abrazo

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  18. La película de Stone me pareció impresionante, de esas que se quedan en la memoria.
    La verdad sobre el asesinato de JFK es posible que se sepa dentro de muchísimos años, como tantas verdades han sido sacadas a la luz pública al cabo de generaciones, cuando ya no existen las cabezas que velan por el secreto. El tiempo lo dirá.
    Un abrazo.

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  19. Excelente análisis de una intensa y sugerente película. Estoy de acuerdo contigo en que JFK siempre será un caso abierto porque es el establishment el que está detrás del telón inamovible y por supuesto encontraron al chivo expiatorio que siempre hace falta en estos casos. No creo que jamás sepamos toda la verdad de este y otros casos de la historia de ribetes similares.

    Besos.

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  20. Es un tema que me interesa mucho, es una familia cuya trayectoria me parece de lo más interesante en todas sus facetas. Cuando la ví casi no tenía ni 14 años, la vi en el cine y se me hizo larga, supongo que porque aunque me llamaba la atención ya el tema, no entendía muchas cosas. A raiz de la serie de los Kennedy he querido revisionarla, porque he visto fragmentos, pero no la he vuelto a ver entera.

    Ha sido un post de lo más completo. Un abrazo.

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  21. Isabel. Aunque no sepamos los nombres y apellidos y coincida contigo en que el tiempo suele poner estas cosas en su sitio,lo que si queda claro es que el efecto que produjo en la sociedad es tan contundente que va mucho más allá de la averiguación de los nombres concretos. Ciertos desengaños sobre la vida pública pasan factura de forma definitiva. Un abrazo.

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  22. Fer. Muchas gracias. Saber toda la verdad es ciertamente complicado. Pero creo que algunos libros y esta película nos vienen a decir que ya sabemos lo suficiente. Es decir que se montó un tinglado en las alcantarillas del poder fáctico, y que el pueblo llano lo detectó. Aunque exista gente que prefiera olvidar o mirar para otro lado. El asesinato De Oswald es muy importante en toda esta trama, fuese o no un doble agente, es abominable morir así. Sin un juicio que tal vez hubiese destapado vete a saber que. Un abrazo.

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  23. Meg. Gracias por tu aportaciópn. Solo he visto un par de epoisodios sobre la serie. Desde luego, por unas razones o por otras esta familia parece que jamás dejará de estar de actualidad. La película analiza no a la familia, sino el otro lado, los posibles conspiradores. Un abrazo.

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  24. Excelente aporte que despierta interés por ver la película. Un abrazo.

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  25. Necesitaba tiempo y frescura para leerte y este era el momento. Nunca ví la pelicula porque OS me cansó en algún momento.
    Sin embargo, si me la encontrara ahora, después de haberte leído, seguro que la vería, porque tienes la capacidad de hacer atractivos los temas que planteas.
    Yo era pequeña, pero en mi casa el asesinato se comentaba mucho, por esa dosis de misterio, magnicidio y romanticismo que tuvo y tiene. Aún el personaje despierta una atracción especial y creo que tardaremos mucho en saber la verdad.
    EEUU ha trabajado con inteligencia para, mientras se desvelan cosas de hace tiempo, con golpes de pecho incluídos y toda su parafernalia pseudodemocrática, irnos despistando de las que están sucediendo ahora o hace poco. En este caso, el tiempo se dilatará en proporción al tamaño inmenso de la trama urdida para no sólo matarlo, sino para tapar a quienes urdieron el hecho y sus actores.
    ¿Cómo no dejarte un abrazo?

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  26. Menudo trabajo de investigación! Y además se nota que has analizado el tema a fondo y que has visto muchas películas sobre ello. Yo creo que respecto al asesinato de Kennedy todavía hay muchas sombras, aunque no ha sido un tema que me haya interesado mucho. Pero entiendo que haya generado ríos de tinta, que haya inspirado tantas películas, después de haber dejado traumatizada a toda una generación de americanos...
    Tu excelente post (con el colofón final de Oliver Stone) pone de manifiesto algo interesantísimo: la contribución del cine y del arte en el análisis de la realidad; cómo nuestra manera de interpretar el mundo a través de la creación artística nos ayuda a analizar la realidad e incluso a veces a encontrar respuestas!
    Muy buen post.
    Un abrazo!

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  27. Alma. Muchísimas gracias. El aporte en este caso es tuyo. Se agradece la visita. Un abrazo.

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  28. Virgi.Se agradece y se devuelve. El aparato de inteligencia de los USA nunca descansa. Y uno de los métodos másusados para desviar la atención sobre este tema es custionar al asesinado. Su vida frívola, sus affaires, lo que sea. Eso permite hablar de Kennedy, cuestionarle, de forma que se obvie el otro lado, al posible complot en la sombra que cuestionaría el sistema. Sucede todos los años cuando se acerca el aniversario y este año no es una excepción
    Hoy mismo puedes leer en la prensa como han sido desclasificadas unas cintas sobre conversaciones privadas del presidente en la casa blanca. De esta forma se vuelve a cuestionar al personaje abatido y queda un año más sin resolver el problema de fondo. Noticias nada casuales como esta de hoy convierten a esta película más necesaria que nunca. No basta con desacreditar al asesinado para exculpasr el magnicidio y las razones conspirativas que llevaron a ello. Un abrazo.

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  29. Dona Invisible. Me has pillado. La verdad es que es uno de los temas sobre los que leido y visto bastantes cosas y siempre me ha apasionado. Y no por el carisma de Kennedy precisamente, sino por que permite abrir los ojos a una realidad oculta y mucho más adulta,compleja y peligrosa, ya que atenta contra el concepto de ciudadano.
    Te aseguro que este tema es una fuente inagotable. He tratado de comprimir, daría para varias entradas.
    Aquí en el fondo se pone en cuestión la salud o enfermedad del propio sistema democrático. Toda la escalada sociopolítica que se vivió en los años 60 fue impresionante y aterradora y tuvo como respuesta un movimiento de contracultura impresionante, que lamenablemente se difuminó. Ambos fenómenos están conectados y ambos me interesan.
    Y es muy cierto que tanto la literatura como los documentales o el cine recogen el testigo y analizan y diseccionan desde puntos de vista diversos la realidad. Gracias por tus palabras. Un abrazo.

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  30. Exageración o no de Stone, está claro que ahí algo paso, que nunca sabremos.
    Lo que sí que hemos visto es una película magnífica. Prácticamente redonda de principio a fin. Llena de grandes momentos, con un Kevin Costner estupendo, algún día sabremos el porqué de su desprestigio, a mi me gusta mucho.

    Excelente tu comentario, se nota que lo dominas y te gusta bastante, para la mejor película de Stone.

    Un abrazo.

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  31. C Noodles. Stone intenta llevar a cabo un compendio de todas las teorías posibles que han surgido a lo largo de los años.Por cierto, sin descartar de entrada a Oswald.
    Pero la fontanería del pentágono y los servivios secretos, la CIA Y el FBI es tan potente que aun sin saber la verdad, sabemos que algo huelo mal y que el informe de la comisión tiene muchas fugas.
    Lo dificil es montar con todo este conglomerado una película seductora, con suspense y que pese a su duración resulta espléndida, a parte de contundente. Ahí radica uno de sus valores.Senota que Stone se lo toma con verdadera pasión y talento.
    Y Kevin Costner está pletórico, sensacional. Las razones por las que ha caido en desgracia darían para otro comentario bien extenso sobre la fugacidad del star system actual.
    Gracias por tus palabras y un abrazo.

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  32. Debo confesarte que me ha llevado dos días terminar de leer este fantástico post y buscar más información. Esta película tiene que ser un verdadero documento histórico, sobre todo si está basado en un libro de S. King. Está claro que has analizado bastantes películas, has buscado documentos y leído mucho sobre este tema para poder lograr este escrito que ilustra e informa como pocos.
    Enhorabuena, escritor y crítico de cine. Me gustó mucho, sí señor.

    un fuerte abrazo
    siempre es interesante leerte.

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  33. Cada vez tengo más claro que el sistema político norteamericano es capaz de asimilar, absorber y disolver TODO. Y en ese todo entran zonas oscuras como las que tú has mostrado en tu reflexión.

    Por otro lado no dudo que el enemigo interior es muy poderoso y siempre lo ha sido. Desde hace tiempo la extrema derecha en EUA inició un asalto al poder que, par mi gusto, explica muy bien PAUL KRUGMAN, Después de Bush. Muy recomendable.

    Y poco más que felicitarte por el bien tejido comentario entre política, cine e historia reciente.

    Abrazo!!

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  34. Esivelliana. Gracias por tus palabras. Efectivamente he leido algunas de las cosas que cito,aunque la bibliografía existente es enorme. Es un tema que me apasiona.
    No obstante, la película no se basa en Sthepen King. Este solo ha escrito una novela que curiosamente defiende la teoría de que Oswald actuó solo.
    En realidad el post es incompleto. Este tema, si le has investigado un poco necesitarías dos o tres entradas como esta.
    La película es como tu dices, no solo un film de suspense y afirmación en la democracia extraordinario, sino que en mi opinión debiera de ser de visión obligatoria en los centros de enseñanza secundaria. Es un excelente punto de partida para debatir sonbre la sociedad en la que vives, quién nos gobierna y si nuestra democracia es papel mojado. Gracias por leerlo, comprendo que es muy extenso y uno puede caer en la tentación de abandonar. Un abrazo

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  35. Laura. Bueno, si tengo el visto bueno de la historiadora me doy por satisfecho. En este caso,uno no podía quedarse exclusivamente en la crítica de cine. El tema te interpela como espectador para que te interrogues muchas más cosas. Y no solo por ser un hecho real.
    No he leido el libro de Krugman, pero coincido en que los valores democráticos se ven en ocasiones secuestrados sine die. Y eso en parte es lo que se denuncia aquí. El enemigo interior es muy muy poderoso...Un abrazo.

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