Algunos proyectos deben completarse. Hace unos meses se analizó el mito de Blancanieves usando como excusa la coincidencia en cartelera de dos versiones del cuento de los hermanos Grimm. En el mismo texto se habló de las películas. Puede revisarse pulsando aquí. Muy injusto sería dejar fuera de juego esta tercera aproximación, que para colmo está causando admiración. Tal vez la aparente radicalidad de la propuesta tenga algo que ver, sin descartar los resultados. Para solventar cualquier duda nada como ver la película. Y para realizar un comentario sobre ella surgen dos opciones. Una rápida y otra más sosegada. Vamos con la rápida que consiste en acogerse al núcleo central del cuento, aprovechar la coyuntura y realizar tres o cuatro preguntas al “espejito”. Primera pregunta ¿Cuál de estas tres últimas películas sobre Blancanieves es la más bonita? La española, sin duda. Segunda Pregunta, en su papel de malvada madrastra ¿Quién es la más retorcida, esquiva, cruel y sibilina, y que interpretación es mejor? Pues aunque puedan surgir dudas, finalmente se impone la concursante local, Maribel Verdú. Cada mirada suya inyecta veneno y bilis. Tercera pregunta, y de las chicas puras y blancas como la nieve ¿Con quien nos quedamos? No hay duda, con la mirada limpia, la frescura inmaculada, la ternura y la sonrisa del dúo Macarena García y Sofía Oria. Cuarta ¿Que film resulta más innovador y sorprendente como adaptación del cuento tradicional? Pues el de Pablo Berger again. Y por último ¿Cuál de las tres versiones perdurará más en la memoria cinéfila? Pregunta tramposa que elude convenientemente la versión Disney. Pues la española otra vez, y eso que es un film mudo en blanco y negro y las otras dos son superproducciones carísimas. No hacen falta más preguntas. Ahí lo tienen: Cinco de cinco. Ganas dan de sacar la camiseta de “la roja” que no tengo a la ventana y celebrarlo como cuando Iniesta fusiló la portería holandesa y España ganó el mundial de futbol.
Quien desee puede dejar de leer aquí. Vamos con el análisis más reposado. Este proyecto que se gesta por parte de su responsable Pablo Berger como un viaje en el tiempo, un homenaje al cine mudo, una experiencia sensorial y un melodrama gótico, todo en uno, provoca de entrada curiosidad no exenta de perplejidad ante lo que se concibe como una relectura del cuento inusitada en el fondo y ciertamente arriesgada en la forma. Si todo proyecto debe contener en su esencia un punto de locura, de genio cinematográfico, este puede presumir de ser, al menos sobre el papel, innovador y rupturista, al borde de la extravagancia, pero apetecible, sobretodo teniendo en cuenta el marasmo tedioso que domina hoy la mayor parte de producciones españolas.
En lo formal, apostar por los cánones del cine mudo con orquesta, carteles explicativos y música popular es una opción cuando menos insólita en estos tiempos del 3D digital. En cuanto al fondo, situar el meollo del cuento en el marco de todas y cada una de las referencias a la España cañí con fiesta nacional incluida, coplas, pasión gitana, sangre española y toros en el albero, parece estéticamente chocante, aunque pasado el primer efecto-sorpresa resulta adecuado y compacto. Un marco que termina por resultar idóneo para dotar de músculo al drama y que aflore la magia del cine. Y esa idea es de principio a fin de Pablo Berger, que pudiendo situar la historia en el espacio, en el oeste, en la edad media o en el futuro opta por conectar dos mitos, el del cuento y el de lo español con “ñ” mayúscula. La conjunción de forma y fondo cuaja, aunque de forma intermitente ya que tropieza con algunos lastres que impiden que esta sea la obra maestra que tanto se proclama.
Resulta curiosa esa incidencia de “Blancanieves” en el tópico y en el arquetipo de la España más reconocible y que eso sea reconocido sin fisuras como uno de los grandes logros de la película.
Paradojas del destino. No imagino que pensarán los responsables de “Manolete”, con “nuestra” Penélope Cruz a la cabeza. Su película, problemas financieros a parte, ha sido masacrada sin piedad precisamente por constituir un catálogo sin fin de los más rancios tópicos sobre el mundo del toreo y la España profunda, con copla incluida y jazmín en el ojal. Todos aquellos especialistas que abominaron de la supuesta grosería que significaba utilizar todos esos arquetipos de forma al parecer vergonzante, ahora se deshacen en elogios y no dudan a la hora de hablar de acierto absoluto, de maravilla y obra maestra. Coartadas no sobran. Entre sus exégetas, abundan las citas y referencias a Murnau, a Buñuel, al expresionismo alemán, a King Vidor, a Abel Gance, a Max Ophüls, al esperpento, a Picasso y como la cosa acaba en una circense feria ambulante, como no a Tod Browning. Que es tanto como decir que uno acaba de ver un óleo en un museo que le recuerda a Rembrandt, a Cezanne, a Sorolla, a Monet, a Kandinsky y a Tintoretto a un tiempo. El entusiasmo es así. He llegado a escuchar que “Blancanieves” recuerda a “La mujer marcada” (Victor Sjoström 1926), adaptación de “la letra escarlata” de Nathaniel Hawthorne protagonizada por Lilliam Gish. Cuestión que deja perplejo si uno conoce uno y otro film.
Flaco favor se hace con toda esta catarata de elogios a una película que posee aciertos considerables y errores de bulto en igual medida. Cierto que está narrada con pasión y lirismo, que otorga cierta fuerza visual a su particular ideario del mito, pero a su vez adolece de cierta falta de complejidad en su conjunto, sobre todo en su armazón dramático, pese a pasajes excelentes.
Pablo Berger se entrega a su reconstrucción fílmica con una imaginería surrealista y fantasmal no exenta de claroscuros que la benefician. Y salta al ruedo recibiendo de rodillas, entregado a fondo a la causa melodramática, con sus intrigas y pasiones desde el primer momento. Pero para ello se sirve tanto del capote como de la muleta. O lo que es lo mismo, de la complejidad dramática como del tópico. Las escenas que abren el film en la plaza de toros son muestra de ello. “Traicionando” las formas clásicas mudas a las que intenta homenajear no duda en usar la steadycam para, cámara en mano aproximarse al torero y plasmar de forma vigorosa la tensión del diestro antes de enfrentarse al astado. Y el resultado dramático es un completo acierto. Del mismo modo que utiliza idéntico sistema para recoger el momento del brindis fallido a su amada. Ello potencia el fatalismo y la tensión contenida, muy bien acompañados por el contrapunto musical. Y el espectador palpa, mastica en primera persona la vibración del momento, las pisadas en la arena, el sudor frío y el miedo a la muerte. Sin embargo, la escena es periódicamente estropeada por las exageradas composiciones de Imma Cuesta y Angela Molina sonriendo, moviendo el abanico y aplaudiendo desmesuradamente durante la faena, digámoslo ya, como marcan los cánones del cine mudo. Diríase que estamos ante el pago de un innecesario peaje estilístico.
Esta alternancia o bipolaridad entre clasicismo teñido de homenaje al mudo y modernidad narrativa se convertirá en una constante en todo el film. El uso de la elipsis que transforma a la enfermera en señora de la casa, los barridos de cámara violentos, los travellings circulares en torno a la niña mientras baila y se prueba su traje de comunión, alternan con una idea un tanto rancia de homenajear al periodo mudo, incluyendo planos muy reconocibles y tópicos que el espectador asocia al periodo, como el de la multitud acudiendo a la plaza o el de Angela Molina gritando al cielo tras la tragedia. Pero eso no evita que dentro del film haya cabida para buenas ideas subversivas y vitriólicas, tan oníricas como sugestivas, como esa en la que diferentes personas se fotografían junto al cadáver del torero muerto y vestido para la ocasión, de un fetichismo fúnebre inesperado.
Sin descanso, los aciertos conviven con momentos banales. Entre estos, la aparición del espíritu del mono Amedio de Marco en forma de gallo. Es el preludio de un largo episodio repleto de miradas lánguidas y sonrisas de fotonovela en el que padre e hija juegan a ser Heidy y Clara. Esta cuestión no es baladí. Aunque esas escenas tienen una función clave para la resolución de la trama, son en exceso almibaradas y afectan sobremanera al personaje de Maribel Verdú, que a punto está de tirar por la borda su personaje y convertirse en una Srta. Rotenmeyer con tendencias sado. Afortunadamente, la actriz se encarga de que no sea así. Y pese a escenas poco trabajadas y demasiado evidentes sobre su condición de malvada de cartón piedra, termina remontando el vuelo, pero gracias a la actriz, no al guión. Ese es el hándicap con el que carga la película: Si su imaginería visual funciona de forma poética pero arrítmica, la mala noticia es que su cuerpo dramático también es en blanco y negro, sin apenas matices. Como en los cuentos que se cuentan deprisa.
De todas formas, personajes patéticos en su formulación como el de Pere Ponce conviven con otros de más calado como el del enano-torero enamorado. Estas irregularidades no evitan que Pablo Berger practique con éxito toda una notable lección dramática sobre la pérdida de la inocencia y el acceso a la edad adulta del personaje “Blancanieves”. Estamos ante un narrador que, con aciertos y errores, con influencias o sin ellas, se lanza a practicar el lenguaje del cine en su pura esencia, esto es con plena confianza y fe ciega en el poder de la imagen como generadora y propulsora de estados de ánimo y como auténtico motor del melodrama. Y eso es de agradecer. El resultado no es una obra maestra, pero si una obra que bombea sangre. Que más allá de las estampas rezuma una intermitente vitalidad. Y que es capaz de trazar una curva elíptica ingeniosa para despedirse tras un emotivo final taurino (eso si, políticamente correcto) con una filigrana poética de altura. Tal vez no merezca las dos orejas y el rabo. Ni siquiera una oreja, pero si una vuelta ruedo. O lo que es lo mismo, al cine.
Justamente estaba pensando si iba o no iba a verla este fin de semana. Leyéndote me parece que me animaré, aunque hay cosas que no me atraen: el propio cuento y esos referentes de la España cañí.
ResponderEliminarPese a los defectos que señalas, tu balance es positivo, así que seguramente iré a verla.
Un abrazo!!
Pdt: ¿eres de blancanieves o de la madrastra...? :)
Pues tal y como lo cuentas, tiene muy buena pinta.
ResponderEliminarMe gustan los cuentos que transgreden otros cuentos, la transgresión sin énfasis ni empaque de ser tal (la contraria está vacía), las miradas originales sobre los mitos.
Intentaré verla.
Un abrazo.
Laura. Animaté. Independientemente de que yo sea un ttanto tiquismiquis, y me pase la vida haciendo la prueba del algodón, esta es una propuesta insólita y que merece la pena. Y sobretodo tiene algo que hoy se echa a faltar:personalidad. Y eso ya merece el viaje.
ResponderEliminarVaya pregunta me haces, no seque decir. Una es tan mala y la otra tan pura que dan ganas de decir que mitad y mitad.Todos tenemos algo de ambas,creo. Un abrazo.
Magnífico análisis, Víctor. Esto es lo que tenemos. Así es la industria audiovisual española. Y Berger ha demostrado talento—algo que escasea por la piel de toro— sabe mucho más que el suertudo Hazanavicius (un film sobrevalorado). Por último, añado esta coda. Si vivieran todos estos: Codina, F. Rey, Buñuel, Val de Omar, Hemingway, Picasso, Welles y mi amada A. Gardner. Solicitaríamos al presidente más de una oreja. Nos gusta tanto el cuento de “Blancanieves”... Abrazos
ResponderEliminarIsabel. Uno de los aciertos de esta película es precisamente el que señalas, partir de un mundo propio y en principio ajeno para llegar al fondo del cuento e incluso transgredirlo. La originalidad del planteamiento es indiscutible. Y la fe en el aliento poético que puede extraerse de ese contexto, también. El balance es tal vez irregular, si, pero francamente positivo. Un abrazo.
ResponderEliminarJ.C Alonso. Efectivamente. Figuradamente y siguiendo el símil, yo la petición de orejas y rabo lo reservo para Ford, Lubistch, Chaplin, Vidor, Bergman, Capra, Welles, Hitchcock o Lang entre otros. No es cuestión de hacer la lista completa ahora, pero no seré yo quien se lo niegue ni a don Luis ni a Ava...
ResponderEliminarA Pablo Berger, le concedo una cerrada ovación y vuelta al ruedo. Demuestra talento, en efecto,y pasión y entrega a un proyecto singular. Como verás, y es a propósito, me he propuesto escribir este texto sin hacer mención a esa perlícula que el año pasado ya recibió suficientes parabienes y loas. Gracias por tus palabras y un abrazo.
La reseña, Víctor, invita a verla y aumenta la curiosidad que desde hace unos días siento.
ResponderEliminarLa traslación de los mitos a la apantalla siempre es un aliciente y hay que reconocer como poco valor a quien decida enfrentarse a la tarea, porque cada espectador (vale, no todos, pero sí muchos) tiene una idea mental de esas cuestiones que la literatura reflejó en su día y que siguen coleando en el fondo de las gentes, inmortales e invariables en su esencia.
Un abrazo.
p.d.: ya sabrás que algunos colectivos anti-taurinos han protestado, justo cuando se ha sabido que la elegían para ir a los Oscar. Curioso.
Josep. Desde luego es así. Cada uno tenemos una imagen forjada incluso de cada personaje. Y esa curiosidad lo mejor es vencerla. Desconocía totalmente el dato de las protestas.
ResponderEliminarCreo que Pablo Berger se sirve de toda la iconografía asociada al mundo folclórico y taurino. Personalmente me parece una opción tan válida como cualquier otra. No veo a nadie protestar por ejemplo por series como una que anda circulando en tv sobre gladiadores romanos qiue mueren en la arena. Ya puestos...Aquí no hay glorificación del espectáculo taurino, hasta el punto que si te das cuenta he terminado el texto con una frase donde indico( para no develar la trama)que el final en el ruedo es políticamente correcto. Cuando veas la película te darás cuenta. Un amante de los toros tal vez hubiese resuelto esa escena en la plaza de otra forma muy distinta. Un abrazo
Leerte es recibir un "chute" de adrenalina cinéfila..y lo digo sin "coña". :-)
ResponderEliminarMe intriga la historia y el modo en el que han abordado el cuento. Le concederemos el beneficio de la duda (bien o regular) entre tanto análisis que yo casi me pierdo je je..
Espero verla y voy sin leer otras críticas, solo ésta tuya, que no quiero añadir más espectativas.
Un abrazo ( estamos muy flokclóricos eso sí, que tampoco es malo) ;-D
... Víctor querido sólo te diré que a mí me arrastró la emoción... Me arrastró por los suelos de la sala oscura, me hundió en la butaca. Y en varias escenas derramaba la lágrima o me ponía a dar palmas.
ResponderEliminarJusto cuando acabo de vomitar mi texto en el blog... me meto en el tuyo y veo tu análisis, y como es habitual, profundo e interesante. Lleno de buenas reflexiones.
Yo me quedé en tal estado... que seguramente este fin de semana vuelva otra vez a visitar la sala de cine.
Besos con un mordisco de manzana
Hildy
Abril. Pues nada, habrá que combatir el síndrome de abstinencia. Busca una sala oscura e inyectaté una dosis en vena. Mucho mejor que mis críticas... Yo no me lo pensaría dos veces.
ResponderEliminarDe todas formas, tal vez y como en otras ocasiones hemos comentado, escritos como este pueden ser contraproducentes antes de ver el film. En realidad estos análisis de sangre se saborean mejor tras el visionado, creo.
Pues si,viva el folklore...Te agradezco mucho tus palabras.Un abrazo.
Hildy. No me extraña nada que repitas. Y creo que dejo claro en varios apartados que merece la pena, y que cala en profundidad.Lo que ocurre es que sus muchos aciertos, su poesía y su arrebato, creo que van de la mano con cierta blandura y algunos errores. Eso no estropea la película,que si que tiene una evidente carga emotiva.
ResponderEliminarTe agradezco tus palabras. Un abrazo.
Sabes?
ResponderEliminaren un principio viendo los bosquejos que nos muestran,sentí a mi pesar y pido mil perdones por esto,ser española...
Pensé por qué demonios tienen que hacer algo original machacando lo arcaico, lo repudiado por tantos porque nos ofrece al mundo con una imagen distorsionada?
Más tarde pensé que tengo que verla por el solo hecho de ser tan distinta,tan vaga en su parecido con el cuento,tan disparatada y sumisa respecto a esas consideraciones que en el extranjero tienen sobre nosotros.
Así que intentaré verla sin demasiadas expectativas,pero con afán de ver esas cosas buenas de las que hablas y las otras,naturalmente.
Besos.
Estupenda reseña Víctor, creo que pese a las loas iniciales a la peli te has ajustado a la objetividad pura y dura. Gracias a este juicio ajustado, sin dejarse llevar por aspectos que van más allá de lo puramente cinematográfico, sólo puedo decirte que mis dudas sobre la película siguen ahí y estoy en un tris de obviarla o de llevar a mi prole a disfrutar de la nueva revisión del cuento.
ResponderEliminarTrataré de explicarme, la propuesta parece interesante; el silente, el B/N, la contención formal al servicio de una versión mestiza del cuento de toda la vida con lo más granado de la España cañí: Valiente... pero da un poco de miedo.
Aunque creo que lo más sorprendente de todo, es que este tipo de lecturas (originales que no radicales) surjan de la España del cine subvencionado.
¿Acaso volverán las propuesta frescas que nos saque del letargo y el hastío al que el cine español nos tiene acostumbrados?
El cierre del grifo de liquidez institucional puede ser la chispa que estábamos esperando; en este país nunca han faltado talento ni ingenio y ahora que parece que podemos mirar atrás y al otro lado del charco, sin demasiados complejos, puede que sea un buen momento para buscar nuevos caminos.
Saludos.
Tras leerte en varias entradas y por tus comentarios, estoy segura que no te mueven sentimientos patrióticos sino criterio de buen cinéfilo. O sea que me apunto la referencia, aunque la verdad es que me cuesta ponerme en el registro del cine mudo. De todas formas, no es el primer director que se atreve con este género desafiando las actuales tendencias. Ahí está The Artist, aunque -claro- dentro de otros parámetros.
ResponderEliminarEsa mezcla con el gótico, mmm, me llama, me llama. Aunque me parece un recurso fácil el de la España caní, si está plagada de tópicos, ya no me llama tanto. Habrá que verla.
Gracias por la recomendación y por continuar con la saga Blancanieves!
Un abrazo!
Marinel. Apuntas cosas muy interesantes. Ante todo el hecho de que en principio parece que exportemos como representante española ante los oscar, una versión que incide en ciertos tópicos sobre lo que desde fuera se entiende por "lo español" y las razones por las que se nos identifica: Los toros, la copla, la folclórica, etc.
ResponderEliminarNo deja de ser una opción estética. Una apuesta arriesgada que precisamente por esa razón corre el riesgo de ser dejada de lado. Es cierto que ciertos arquetipos están ahí, y además se asumen desde el comienzo. La película podría situarse en cualquier contexto y época, es verdad. Y Pablo Berger escoge esa. Tomada esa decisión, lo importante es que recrea e innova dentro del género, aunque en otras ocasiones caiga en el tópico.
Pero eso no es lo importante,sino tal vez lo insólito de la propuesta, que pese a sus errores contiene aciertos considerables y supone una apuesta que está por encima de la media del cine patrio, ese que no imita lo español, sino a las peores películas americanas con Mario Casas al frente. Me quedo con esto. Un abrazo.
David.Gracias por tus palabras. Yo no tendría miedo alguno.Semana tras semana se estrenan productos de usar y tirar y no nos dan miedo, tal vez solo nos aburren.
ResponderEliminarEn este caso creo que se ha producido un hecho insólito, que vuelve a reproducir lo ya sucedido el año pasado con la película muda. Y es que viendo lo que se nos ofrece habitualmente, y salvo honrosas excepciones, la lista de elogios se dispara hasta extremos que, aunque respeto, termino no compartiendo.
Esa es la razón de que se intente colocar a la película en el lugar que creo le corresponde. Mucho mejor que las dos versiones anteriores. Mucho mejor que lamedia del cine español actual, efectivamente.
Ahora bien, Una cosa es entender que la película merece la pena y que tiene momentos notables, y otra muy distinta es equipararla con las obras de arte de King Vidor, Buñuel o Tod Browning.
Yo ese salto no le doy. Eso no evita que la propuesta me siga pareciendo digna de interés. Tal vez de ahí la forma de proceder en esta crítica.
Sobre el cine subvencionado y la situación actual, esun largo debate. Es cierto que llama la atención como al comienzo de esta película (como de otras tantas españolas)tienes que tragarte no menos de diez entidades que han colaborado con su correspondiente subvención. Y que eso se va a acabar, lógicamente.
No se si eso abrirá la puerta a nuevos talentos emergentes o ahogará a los pocos existentes, está por verse. Un abrazo.
Dona Invisible. Pues efectivamente, como bien sabes aquí se habla de cine. En ocasiones se mezcla con alguna que otra hierba, pero no es esta una página que mueva al proselitismo patriótico.
ResponderEliminarEs una opción estética la de Pablo Berger. Y además, para evitar malos entendidos la situa no en la postguerra sino en los años 20. Y no hay alusiones políticas.El resultado, es bizarro y curioso, tan demodé como atractivo. No es redondo,pero tiene interés. y tiene leves pinceladas góticas, es verdad.Un abrazo.
Una vuelta al ruedo pero en Las Ventas. Por todo lo leído no pienso perderme esta cinta. Creo que es una apuesta arriesgada que merece, de entrada, una oportunidad. Ha tenido el valor de contar un cuento valiéndose de tópicos absolutamente denostados en la actualidad. Es una creación que se enfrenta a esos refritos de los que hablabas en tu anterior artículo. Por eso se ha ganado nuestra atención. La veremos y no nos dejará indiferentes. Abrazos
ResponderEliminarYo no sé si en su momento la veré, la verdad es que no me apetece nada esta temporada hacer nuevos descubrimientos y menos de este tipo, en fin, el tiempo dirá.
ResponderEliminarSaludos
Roy
Estupendo comentario y gran análisis de la película.
ResponderEliminarDespués de una semana, y dejandola reposar es cuando es mejor realizar una critica con criterio.
Siempre nos dejamos llevar por la euforia al salir de la proyección. Para una buena crítica o por lo menos razonable y objetiva, debemos dejarla madurar unos días, no mucho más.
Esta "Blancanieves" con algo de "Cenicienta", es un película original, en esto estamos todos de acuerdo. Nos recuerda muchos aspectos de "nuestra España", e incluso nos introduce en los mundos de otros directores, hasta el mismísimo Valle Inclán.
Pero como director novel, sin mucha experiencia, la película tiene fallos, y donde se encuentran es en la narración y sobre todo en el montaje. Son varias las escenas apresuradas, que quieren ofrecer más de lo que hay.
Pero en definitiva, el conjunto es tan poderoso visualmente, que la película se ve muy bien. Y sobre todo Maribel Verdú, una excelente actriz, no de ahora, sino de siempre.
Un abrazo.
Te confieso que hasta que no he leído este post -siempre entretenido e interesante-, no sabía exactamente de qué trataba la película. He oído hablar sobre ella pero comentarios muy superficiales. Me agrada que sea en blanco y negro y además muda, me parece rompedora. Como explicas muy bien, se sale de todos los cánones. Ahora bien, los antitaurinos tienen -según ellos- motivos para protestar en todas las ciudades de España. En esta película muda, la imagen lidera todas las secuencias por tanto, las escenas tienen más fuerza?? puede que sí. Aunque seguro que también tiene los clichés que nos caracterizan...
ResponderEliminarUn abrazo :))
Jose Luis. Más bien en la Maestranza pues la película se desarrolla en Sevilla. Efectivamente aquí ciertos tópicos se asumen como punto de partida. Y la verdad, se corre cierto riesgo, pues habrá quien la rechazará de plano por ello, o incluso optará por otra cosa. Un abrazo.
ResponderEliminarRoy Bean. Pues como decía es el riesgo que corre esta película. Que mucha gente piense que demasiadas películas de Marisol ha visto. Creo que no va del todo por ahí, pero efectivamente, el tiempo dirá. Saludos juez.
ResponderEliminarC Noodles.Pues se agradecen tus palabras. Es verdad que el reposo permite en ocasiones que el comentario se veo desprovisto de la emoción del momento y sea más ecuánime. Esa es la razón por la que muchos estrenos en su segunda visión decepcionan.
ResponderEliminarEs cierta esa evocación a Cenicienta, y también que tal vez se debiera tener en cuenta que es su segundo largometraje. Pedir la perfección tal vez sea demasiado. Pero ahí está la cuestión. Welles lo logró con su primer film. Un abrazo.
Esilleviana. Atónito me dejas teniendo en cuenta que su título "Blancanieves" ya lo dice todo.
ResponderEliminarEl blanco y negro y la iconografía sobre la copla y el mundo taurino tienen su fuerza, no cabe duda. Que el tópico asome es inevitable. Pero sin parecerme una genialidad, laten momentos líricos y de gran potencia expresiva. Y los antitaurinos supongo que están muy molestos debido a que haya sido seleccionada para representarnos de cara a los oscar, lo que puede incidir en cierta imagen de España que se creía superada.
No creo que los responsables tuviesen todo ello en mente al realizarla. Solo buscaron, creo, una estética que daba una versión diferente del cuento. Un abrazo.
Hola V,
ResponderEliminarMe encanta, de nuevo, leer tus fantásticos artículos. Reconozco que yo también me dejé llevar un poco por esa euforia tras ver por fin algo realmente interesante salido de nuestro cine y no la dejé madurar, porque posiblemente le falte un poco de profundidad a la hora de tratar el personaje principal y se ve perfectamente que pierde el tono al llegar al final, entre otras cosas. Pero es que te sumerges en ese torrente de música e imágenes y estás perdida.
Un saludo!
www.lahijadelacomodador.com
La hija del acomodador. Pues sabiendo lo que se te admira, nada como un elogio tuyo. Igual lo sensato es volver a la pureza no ya del cine,sino del espectador, y hacer lo que tu has hecho, sumergirte y olvidarte de pequeños fallos que no estropean para nada la cinta. ¿No la dejaste madurar? Lo dudo. Ahora voy a ver.Un abrazo.
ResponderEliminarVine a ser correcta. Vine a devolver una visita y enterarme de con quine comparto "sentido del humor"... y llevo aquí un cuarto de hora, alucinada, leyendo y releyendo un blog serio y profundo.
ResponderEliminarY es ahora cuando me doy bofetadas por no estar a la altura para poder disfrutar, desde el conocimiento, de todo lo que comentas.
Porque yo no sirvo para decir piropos, sobre todo de cosas que no entiendo. Y no entiendo de cine. Nada.
Me quedé allá en "la guerra de los botones", "Los cuatrocientos Golpes", "el rincón de las fresas salvajes", "Calabuch", "Plácido"...
Cuando seguramente tu no habías nacido, yo iba al cine. Luego, la vida me fue ofreciendo cosas y tuve que elegir. He ahí mi asignatura pendiente...
mariajesusparadela. Dos cosas. Agradecerte la visita y la lectura. Admiro tu lucidez, tu ironía y tu finura desde hace tiempo. Estas a la altura, leo tus comentarios en casas amigas.
ResponderEliminarLo que te he dicho en tu casa no es ninguna broma, aunque pueda parecerlo. Para nada. Me parece una pieza magnífica, solidaria, genial, de verdad. Por eso me animé a dejarte el comentario.
Y por lo demás, si has visto "Calabuch" y "Placido" has visto obras mayores del cine español. Mil veces mejores que lo que nos colocan hoy. Luego hasta ahí tuviste buen ojo.
Yo no dejo de ser otro aficionado más, que opina y hasta se equivoca. En cualquier caso todos aprendemos de todos. Gracias y un abrazo.
Pues a mí, Víctor, tal como te leo y la imagino, no me apetece pero nada de nada. Tengo ganas de ver cine español rompedor, original, diferente...Y ni Ángela M. ni Maribel V. me atraen. Será que aún añoro a Buñuel o cosas El verdugo, Muerte de un ciclista o más recientes, La lengua de las mariposas o El bosque animado.
ResponderEliminarVuelvo a decirte lo que aprendo con tus entradas y te agradezco las palabras entusiastas que me dejaste la última vez.
¡Ah, una cosa que me gusta mucho es el ojo de tu perfil! Muy apropiado, sí, sí.
Un abrazo grande.
Virgi. Estoy totalmente de acuerdo. Las alabanzas excesivas que está recibiendo esta película, intento moderarlas. A mi me parece curiosa y bizarra,pero desde luego no está a la altura de los títulos maravillosos que tu pones muy acertadamente.Buñuel son palabras mayores y esta está lejos de eso.
ResponderEliminarY creo que eso se deduce del texto. Esto no es la obra maestra que se está vendiendo por ahí. Pero sin embargo creo que está por encima de la media. Al final, siguiendo el simil taurino que utiliza la película remato diciendo que no merece ni las dos orejas ni una, si acaso una vuelta al ruedo. Sobre todo ya que creo que hay un trabajo detrás nada despreciable.
Las palabras son más que merecidas,no lo digo yo, lo dice el ojo. Un abrazo.
¡Buenas noches Victor! ¡Gracias por tu visita! Mañana más..;-D
ResponderEliminarSe agradece, compa V., que alguien abra una pequeña fisura en la superficie de ese lienzo de loa unánime en que se ha convertido la valoración crítica generalizada de esta peli (a la que le tengo muchísimas ganas, y que aún no he visto). Y me alegro de que, pese a esa fisura, tu valoración personal, en global, sea positiva, porque tu criterio (con el que puedo coincidir más o menos, más o menos veces…) me resulta, en todo caso, cabal y bien fundamentado y argumentado, y a mí siempre me alegra que una peli en español (incluso calladito…) sea buena y funcione, con subvenciones o sin ellas, con comercialidad o sin ella. El cine (extraordinario, buenísimo) de los 30, 40, 50, 60 ya se hizo en los 30, 40, 50, 60 (el cine malo de esas épocas también se hizo en esos años…); y ya no se va a volver a hacer, ni falta que hace: ahora hace falta que se haga el cine del siglo XXI, y ése, no otro, es el que se está haciendo. El bueno, el malo, el regular; el de España y el de fuera de España; el subvencionado y el sin subvencionar; el de público amplio y el de público menos amplio. Aquí cabe Berger, y cabe Bayona, y cabe Rosales, y muchos más que hayan de venir. Y lo dejo, que me caliento y…
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y hasta pronto.
Manuel.Te agradezco tus palabras. Las mías son las de un simple aficionado. No tiene más valor que las de cualquier persona que ocupe asiento en cualquier sala.
ResponderEliminarPero no soy yo quien compara esta película con Ophuls o con "Sunset Bulevard". No soy yo quien detecta la huella de Buñuel. Y por ahí no paso. Humildemente, dejo mi opinión, no hay intención de abrir brecha, tal vez arrojar un poco de luz. Y me equivoco como el que más. Te agradezco mucho la visita. Pero ya te adelanto con la mayor cordialidad que puedes calentarte aun más cuando leas lo de Bayona. Que por supuesto que cabe. Y si el cabe,yo también para opinar sobre su película. Y tu, faltaría más. Un fuerte abrazo.
Apetitosa crítica. Tengo mil ganas de ir a ver esta peli. Maribel Verdú mejora con la edad, sin duda. Ha sabido madurar su calidad interpretativa como pocas. Así que, a pesar de los "errores de bulto", creo que me aproximaré a verla.
ResponderEliminarUn saludo Víctor.